Hans Bellmer
Marco Antonio Alcalá Flores
Hans Bellmer es uno de los artistas
surrealistas más interesantes, su obra abarca dibujos, esculturas y
fotografías. Nació en Polonia en 1902, pero empezó a desarrollar su trabajo en
Berlín, de donde tuvo que escapar debido a la presión del régimen Nacional
Socialista. Bellmer llegó a París en 1938, donde se integró al grupo de los
surrealistas, con quienes compartió ciertas características importantes.

Las imágenes
de Bellmer son inquietantes, son fotografías de los maniquíes que él construía
y que correspondían a cuerpos femeninos deformados, planteados como objetos de
múltiples posibilidades anatómicas. La muñeca de Bellmer fue bien recibida por
los surrealistas gracias a que éstos sentían una fascinación por los objetos
inanimados. Además el cuerpo femenino que exploraba era el adolescente, lo cual
se relacionaba con la idealización surrealista de la mujer niña, que fungía
como una suerte de musa.
Desde 1933, Bellmer había construido la
Muñeca, que habría de ser su obra más famosa. La imagen anterior corresponde a
unas páginas de la revista surrealista Minotaure, de 1935. En las páginas se
puede leer el título “Variaciones sobre el montaje de una menor articulada”.
Bellmer conocía el psicoanálisis y su obra es “una mezcla compleja de influencias
[…] Objeto erótico y sensual, es a la vez un objeto mórbido y violento.”[1]Esas
características son comunes al surrealismo, el cual tenía un gran interés por
la relación entre erotismo y muerte.
La primera
serie de fotografías, la que apareció en Minotaure, eran de la primera muñeca
construida por Bellmer, la cual no podía rearticularse tan fácilmente. Después
de ver unas muñecas del s. XVI, las cuales tenían articulaciones, Bellmer hizo
una nueva muñeca con un abdomen esférico, alrededor del cual podían acomodarse
distintas partes en diversas configuraciones. Así fue que empezó a combinar
distintas partes del cuerpo. Esta segunda muñeca estaba conformada por cuatro
piernas, cuatro senos, un torso, tres pelvis, dos brazos y la cabeza de la
primera muñeca. Con estas piezas podía armar distintas combinaciones, las
cuales fotografiaba. De 1935 a 1938, esta segunda versión de la muñeca de
Bellmer apareció en más de cien fotografías, muchas de las cuales estaban
coloreadas. Esta segunda fase de fotografías es de mayor interés, pues
posibilita una narrativa, ya que la muñeca se convierte en un personaje al ser
puesta en diversas situaciones, como la siguiente:

Esta imagen, que corresponde al libro Les Jeux
de la poupée, presenta a una configuración de la muñeca compuesta por cuatro
piernas y dos caderas. Es una escena inquietante, en donde la ambigüedad de la
situación permite una lectura pesadillesca que remite a un contenido sexual
indescifrable. También es relevante destacar la presencia simultánea de lo
femenino y lo masculino en un solo cuerpo, lo cual plantea una “dinámica
altamente compleja y contradictoria, en donde los temas de la individuación,
separación y unión simbólica se conjugan en los términos de una crisis de
identidad”.[2]

Bellmer creía, inspirado en las teorías de la
represión de Freud, que las partes del cuerpo podían separarse del resto del
cuerpo. Esta manera de entender la condición corpórea estaba presente en un
miembro del surrealismo no ortodoxo, quien fue expulsado del movimiento por
Bretón: Georges Bataille. Bataille fue expulsado porque planteaba una visión
del surrealismo que era demasiado oscura[3], pues se enfocaba en los aspectos
más sórdidos del deseo. Un ejemplo literario de esto puede ser cualquier obra erótica
de Bataille, aunque la más relevante es Historia del ojo, cuya edición de 1945
fue ilustrada por Bellmer.
Las ideas de Bataille se extendían a
considerar al cuerpo como lenguaje y aseguraba que “El cuerpo se asemeja a una
oración que parece invitarnos a separarla en las letras que la componen, para
que sus verdaderos significados puedan revelarse de una manera nueva por medio
de una corriente infinita de anagramas”. Este deseo de Batailla puede adaptarse
a la manera en que Bellmer representaba el cuerpo, lo desordenaba y recombinaba
de manera que le daba una apariencia a las otras configuraciones del deseo que
normalmente permanecen ocultas, además de que el cuerpo no era simplemente
representado, sino que era transformado.[4]
Bibliografía
Rosa Aksenchuk. “La Muñeca” (‘La Poupée’);
simulacro y anatomía del deseo en Hans Bellmer,
enhttp://www.observacionesfilosoficas.net/lamuneca.html. Recuperado el 27 de
abril de 2010.
Sauer-Thompson. Surrealism: Hans Bellmer’s mutilated
bodies. En
http://www.sauer-thompson.com/junkforcode/archives/001154.html. Recuperado el
27 de abril de 2010.
Speers,
Emily. Hans Bellmer, en http://www.vmagazine.com/feature_article.php?n=204
Recuperado el 27 de abril de 2010.
Taylor, Sue. The Wandering Libido and the Hysterical
Body. Enhttp://www.artic.edu/reynolds/essays/taylor.php.
Recuperado el 28 de abril de 2010.
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