- Sinopsis
- Nana (Anna Karina) es una joven veinteañera de provincias que abandona a su marido y a su hijo para intentar iniciar una carrera como actriz en París. Sin dinero, para financiar su nueva vida comienza a trabajar en una tienda de discos en la que no gana mucho dinero. Al no poder pagar el alquiler, su casera la echa de casa, motivo por el que Nana decide ejercer la prostitución. (FILMAFFINITY)
- Premios
- Críticas
- "Un cine radicalmente opuesto a lo acostumbrado (...) Aventura intelectual (...) Godard huye de la narración lineal y de los planteamientos expositivos habituales."Javier Ocaña: Diario El País
- "Una maravilla"Borja He
- Vivre sa vie: Film en douze tableaux
- Año
- 1962
- Duración
- 83 min.
- País
- Francia
- Director
- Jean-Luc Godard
- Guión
- Jean-Luc Godard
- Música
- Michel Legrand
- Fotografía
- Raoul Coutard (B&W)
- Reparto
- Anna Karina, Sady Rebbot, André S. Labarthe, Guylaine Schlumberger, Gérard Hoffman, Monique Messine
- Película de culto
Película estructurada en doce episodios que está centrada en la figura femenina
de Nana (Anna Karina), una mujer que tiene que dedicarse a la prostitución para
eludir su precaria situación económica.
Con la “nouvelle vague” como vanguardia, irrumpiendo enérgicamente en el
cine de los sesenta, Jean Luc Godard, uno de sus principales exponentes,
y mito del movimiento con su película “A bout de souffle”, continúa su
evolución más madura y profunda con “Vivir su vida”, en la que, con Ana
Karina, su mujer, como eje del film, desarrolla uno de los ejercicios de
libertad formal más acertados de su carrera.
Con una fotografía directa, espontánea, heredera de los Doisneau o
Cartier-Bressons trasladados al cine, Godard cuenta un fragmento en la
vida y la evolución de una joven que acaba en la prostitución, de una
forma natural, sin ningún dramatismo, simplemente impulsada por el
estilo de vida impuesto en la sociedad del dinero.
Sin excusas, sin sensiblerías, evitando subrayados, expone el relato sin
darle ninguna importancia, dando un total efecto de normalidad a una
situación, en realidad, normal socialmente, aunque trascendental para su
protagonista.
La sensación de cotidianeidad, se ve perfectamente reforzada con el
lenguaje visual, esta vez más maduro y libre. Los encuadres informales,
la iluminación natural, los escenarios reales, por no decir del montaje,
rompen con cualquier escuela formalista, para dar al espectador una
presencia física dentro del film.
Lo que en la mayoría de los planteamientos tradicionales, hubiera sido
un melodrama o un film de denuncia, en Godard, la espontaneidad
aparente, moviéndose entre la ficción y el reportaje, logra un
acercamiento a los personajes tan natural como sencillo.
Un planteamiento que contribuirá a la consolidación de la semántica que
caracterizará las mejores obras del movimiento revolucionario del cine
por excelencia, en la década de las revoluciones.
1 Comentarios
muy buena pelicula del cine frances con su calidad de siempre
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