Gramsci afirmó que la hegemonía es cultural y que está implicada en una lucha entre visiones del mundo basadas en la clase, lo que incluye valores, ideas, creencias y concepciones sobre lo que los seres humanos y la sociedad son y, sobre todo, podrían ser. La hegemonía, explicaba, es un mecanismo invisible por el cual las posiciones de influencia en la sociedad siempre están ocupadas por miembros de la clase ya gobernante y, en general, con el consentimiento de los subordinados. Las ideas de la clase gobernante, que son las que dominan y permean la sociedad, son postuladas por los intelectuales a su servicio (a menudo sin ser plenamente conscientes de ello), como los periodistas. La exposición constante a estas ideas supone que las clases bajas las experimenten como algo natural e inevitable y acaben convencidos de ellas.
- Fechas clave:
- 1846 Marx y Engels acaban La ideología alemana; obra inédita hasta 1932, tuvo una enorme influencia en el pensamiento de Gramsci sobre la ideología.
- 1921 Fundación del Partido Comunista Italiano.
- 1922 Benito Mussolini se convierte en el dictador de Italia y en una figura clave en el desarrollo del fascismo.
- 1964 La Universidad de Birmingham (Inglaterra) inaugura el Centre for Contemporary Cultural Studies, que se inspira en el concepto de hegemonía de Gramsci.
- 1985 En Hegemonía y estrategia socialista, Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, inspirados por el concepto de hegemonía de Gramsci, desarrollan un manifiesto postmarxista.
La visión marxista de la sociedad postula que la vida es una lucha continua entre grupos sociales. Estos grupos están determinados económicamente, y la modernidad ha intensificado el conflicto convirtiéndolo en una lucha por el poder entre una élite gobernante minoritaria y la mayoría, compuesta por trabajadores. El socialista y pensador social italiano Antonio Gramsci intentó explicar por qué las crisis no precipitan revoluciones, tal y como debiera suceder según la teoría marxista clásica. Afirmó que la represión que ejerce la clase gobernante no basta para garantizar un orden social estable: también es necesaria la subyugación ideológica. Esta se da en un complejo proceso por el cual la élite gobernante difunde su visión del mundo, de modo que es aceptada como de sentido común y prácticamente incuestionable. Esto es lo que Gramsci llamó «hegemonía», un disimulado modo de dominación de clase que explica por qué los trabajadores pueden acabar convirtiéndose en fascistas en vez de revolucionarios.
La lucha hegemónica
Gramsci afirmó que la hegemonía es cultural y que está implicada en una lucha entre visiones del mundo basadas en la clase, lo que incluye valores, ideas, creencias y concepciones sobre lo que los seres humanos y la sociedad son y, sobre todo, podrían ser. La hegemonía, explicaba, es un mecanismo invisible por el cual las posiciones de influencia en la sociedad siempre están ocupadas por miembros de la clase ya gobernante y, en general, con el consentimiento de los subordinados. Las ideas de la clase gobernante, que son las que dominan y permean la sociedad, son postuladas por los intelectuales a su servicio (a menudo sin ser plenamente conscientes de ello), como los periodistas. La exposición constante a estas ideas supone que las clases bajas las experimenten como algo natural e inevitable y acaben convencidos de ellas. Las ideas hegemónicas, así, modelan el pensamiento de todas las clases sociales. Por eso, afirmaba Gramsci, el reto de la modernidad consiste en no desilusionarse con la lucha constante y ver más allá de las «ilusiones» (las ideas que propugnan los grupos de élite) y resistirse a ellas. Como los individuos somos capaces de pensar críticamente acerca de la visión que se nos impone –lo que Gramsci denominó «pensamiento contrahegemónico»–, el dominio ideológico que ejerce la clase dominante se ve amenazado con frecuencia. En las democracias liberales occidentales, el desafío a la hegemonía es una realidad cotidiana.
La naturaleza y el alcance de estas luchas entre visiones del mundo contrapuestas dependen de las circunstancias sociales, políticas y económicas. Así, por ejemplo, si una crisis económica prolongada provoca un alto nivel de desempleo, es probable que se alcen fuerzas contrahegemónicas en forma de sindicatos o movimientos de protesta. Gramsci señala que, en la mayoría de las sociedades capitalistas, las clases gobernantes se enfrentan a una oposición y un disentimiento constantes «desde abajo», y deben dedicar una gran cantidad de tiempo y energía a gestionar esta situación, en la que el control total es casi imposible, incluso por breves periodos de tiempo. Las ideas de Gramsci enfatizan el papel de los individuos y las ideologías en la lucha por el cambio social y, por lo tanto, cuestionan el determinismo económico del marxismo tradicional. Su concepto de «hegemonía cultural», que reconoce la autonomía humana y la importancia de la cultura, ha tenido un duradero impacto en diversas disciplinas académicas.
Antonio Gramsci
Nacido en Cerdeña (Italia) en 1891, Antonio Gramsci fue uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano. En 1928, siendo el líder del partido, fue condenado a cumplir 20 años de prisión por Benito Mussolini, entonces primer ministro y dictador de Italia.
Mientras estuvo en prisión, Gramsci escribió prolíficamente. A pesar de tener una memoria prodigiosa, sus ideas no hubieran visto la luz de no ser por la ayuda inestimable de su cuñada, Tania, que lo visitaba a menudo. Su obra intelectual no se conoció hasta varios años después de la Segunda Guerra Mundial, cuando comenzó a publicarse póstumamente en los llamadosCuadernos de la cárcel. En la década de 1950, sus escritos llamaron la atención no solo de la Europa occidental; también del bloque soviético. La mala alimentación y las enfermedades que sufrió en prisión debilitaron mucho a Gramsci, que falleció a causa de un ictus a los 46 años.
El texto y las imágenes de esta entrada son un fragmento de: “El libro de la Sociología” – Ediciones Akal
Fuente: http://www.nocierreslosojos.com/
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