Actualmente, “el consumo” de objetos, servicios, etc. ocupa una parte importante de nuestro tiempo, convirtiéndose para algunos en una práctica cotidiana, que va más allá del principio de placer. Según, George Bataille (1933), los seres humanos producen más de lo que necesitan para poder sobrevivir y las sociedades crean más de lo que necesitan para su subsistencia. Esta es la razón por la que se originaron una serie de prácticas “inútiles”, acompañadas por una cantidad de objetos que se han instalado en nuestra vida. Así, con la nueva economía del poscapitalismo, el ocio y el entretenimiento se han convertido en una industria productiva y uno de los divertimentos actuales más característicos es el consumo de objetos.
Conjuntamente a la línea de análisis que propone Bataille, Ramón Fernández Durán (2010), en su trabajo Tercera Piel, Sociedad de la Imagen y conquista del alma se refiere a la infoesfera, formada por la radio, la TV, e internet, como una tercera piel donde predomina la imagen, como un elemento determinante en la comunicación de masas. Su fin es impulsar la expansión del mercado y gobernar las distintas sociedades. Esta infoesfera hizo posible el desarrollo de la era digital y la sociedad de la información. Para este autor, la comunicación de masas y la sociedad de consumo mantienen un grado de interdependencia tal, que son dos caras de la misma moneda, convirtiéndose en el actual capitalismo global. Fernández Durán, afirma que la cultura publicitaria ha conseguido contribuir también a la “obsolescencia planificada” de los productos, lo que ha acelerado el ciclo de producción-consumo, impulsado además por los productos de “usar y tirar”, que sus propios mensajes promueven. Esto ha colaborado definitivamente a que todo consumo sea un consumo “productivo”, en el sentido que esté dentro de la lógica del capital que se basa en que consumo constante “es la fuente del deseo”. Este empuje social hacia el consumo fue descripto por Gilles Deleuze como “la sociedad que administra la muerte”. Se puede ver a través de la observación clínica y de numerosos artículos cómo esta influencia social contamina las relaciones intersubjetivas en donde “el ser humano consume y desecha a otros seres humanos”. Los cambios subjetivos de esta época son muchos y variados. Solo por mencionar algunos archiconocidos, encontramos: mucho narcisismo, goce, relaciones líquidas, etc. Estos desanclajes y discontinuidades de la modernidad, es decir el pasaje de una sociedad a otra con los cambios que hemos señalado, y en especial con la separación del espacio y del tiempo, transformaron la vida diaria y los vínculos entre las personas favoreciendo la soledad, la egocultura y la fragmentación del sujeto. El hombre se consume y es consumido por el consumo, se aliena y enajena. La construcción de la subjetividad se va inclinando hacia un perfil de sujeto que haga funcionar el sistema poscapitalista, es decir, una persona: hiperconsumista, solitaria, angustiada, disociada; sostenida por las redes sociales y la web, a partir de las cuales lleva a cabo experiencias indirectas con la realidad.
Bibliografía Bataille G. (1933). La parte maldita. Edhasa. Barcelona. 1974. Deleuze, G. “Posdata sobre las sociedades de control”, en Christian Ferrer (comp.). El lenguaje libertario, Buenos Aires, Altamira, 1999. Disponible en:http://www.fundacion.uocra.org/documentos/recursos/articulos/Posdata-sobre-las-sociedades-de-control.pd Recuperado el 26 de octubre de 2014. Fernandez Durán, R. Tercera Piel, Sociedad de la Imagen y conquista del alma (2010) Editorial: Libros en Acción, Baladre y Virus Editorial. Colección: Folletos. http://www.imagoagenda.com/articulo.asp?idarticulo=2341 |
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