AfD se opone al matrimonio homosexual y su discurso pivota sobre la retórica anti-inmigración. Su líder está casada con una mujer y contrató en negro a una refugiada siria.
La Primera Ministra italiana, Giorgia Meloni, recibiendo al Primer Ministro de Hungría, Viktor Orban, a 24 de julio de 2024.Roberto Monaldo / LaPresse via ZUM / DPA
María Zornoza Bruselas-31/01/2025
József Szájer, el eurodiputado húngaro del Fidesz que por la mañana preparaba una legislación contra el matrimonio homosexual y por la noche asistía a una fiesta gay ilegal en plena pandemia, revela sus intenciones de regresar a la política. El escándalo que sacudió al círculo más cercano de Víktor Orbán puso de relieve lo que muchos calificaron de “hipocresía” en los ámbitos populistas y de extrema derecha. De Giorgia Meloni hasta Donald Trump, los líderes de ultraderecha coartan libertades individuales en base con sus “valores y principios”, pero aplican otros estándares en su vida e historia personal.
Alice Weidel, la líder de Alternativa para Alemania (AfD), se presenta como el rostro amable y edulcorado de la formación de extrema derecha. Según todas las encuestas, será el segundo partido más votado -por delante de los socialdemócratas- en las elecciones del próximo 23 de febrero. AfD se posiciona contra el matrimonio homosexual y la fábrica de votos de todos su discurso se vertebra sobre la deportación de inmigrantes que “solo han traído burka y cuchillos” y el discurso xenófobo.
Sin embargo, Weidel está casada con la cineasta Sarah Bossard, originaria de Sri Lanka y con quien ha adoptado a dos niños. “La familia es eso donde un hombre y una mujer tienen hijos juntos”, afirmaba su compañero de filas Wiebke Mushal, en declaraciones que recogen los medios locales. A pesar de cargar con dureza contra los inmigrantes, Die Zeit reveló hace unos años que la propia Weidel había contratado a una refugiada siria para hacer las tareas del hogar. La revista alemana Der Spiegel afirmó que Weidel era "la tapadera perfecta” para un partido al que a menudo se acusa de no ser inclusivo. "Si alguien acusa a la AfD de ser misógina, homófoba o racista, puede decir que tiene a Weidel, así que la AfD no puede ser todas esas cosas, aunque lo sea", afirmó la revista.
Por su parte, la ultraconservadora Giorgia Meloni, primera ministra y líder de Hermanos de Italia, es una firme defensora de la “familia tradicional”. “Soy Giorgia, soy mujer, madre, italiana y cristiana”, es su carta de presentación. Una de sus primeras medidas tras llegar al poder en Roma fue prohibir a las parejas homosexuales la inscripción de sus hijos en el registro civil e implementar el regreso en los carnet de identidad de los términos “padre y madre”. Meloni es una ferviente católica que se opone al aborto y defiende los valores religiosos en torno a la familia tradicional. Sin embargo, se crió junto a su madre -tras el abandono de su padre- y ella es madre soltera. Tuvo una hija fuera del matrimonio con el presentador de televisión Andre Giambruno -quien dedicó comentarios machistas a una compañera, lo que precipitó la ruptura-.
En el otro lado del Atlántico, la formación del nuevo equipo de Donald Trump hace saltar las costuras entre la coherencia de sus políticas y el expediente de él y de sus colaboradores. La propia madre del mandatario norteamericano, Mary Anne MacLeod, llegó a Estados Unidos en 1930 con 50 dólares en el bolsillo. Fue una inmigrante que buscaba una vida mejor que la que le deparaba su pobre entorno de Escocia. Allí encontró el sueño americano con numerosos trabajos y con su matrimonio con un empresario de la construcción. La primera dama, Melania Trump, también nació muy lejos de los confines estadounidenses, en Eslovenia.
A pesar de ello, una de las primeras propuestas del republicano tras tomar posesión del cargo en su segundo mandato ha sido la de poner fin a la ciudadanía por nacimiento. Busca deportar a personas que aunque hayan nacido en suelo estadounidense, cuenten con padres inmigrantes. La medida, no obstante, se topará con grandes obstáculos jurídicos.
La segunda dama, Usha Vance, es hija de inmigrantes indios y el nuevo secretario de Estado, Marco Rubio, es descendientes de inmigrantes cubanos mientras que su mujer lo es de padres colombianos. Desde el primer día de su presidencia, Trump ha orquestado redadas y una caza de inmigrantes para deportarlos a Colombia, México, Guatemala o El Salvador.
En paralelo, Trump ha puesto un despacho en la Casa Blanca al hombre más rico del mundo. Elon Musk, propietario de X y de Tesla, ha defendido con ahínco la agenda antiinmigración en Estados Unidos y en Europa, continente en el que no ha dudado en apoyar a las fuerzas de extrema derecha. Musk tampoco nació en Estados Unidos, sino en Sudáfrica. Forma parte de un gobierno ultraconservador en el que uno de sus primeros objetivos ha sido anular a las personas trans. Musk, que cuenta con doce hijos -uno fallecido- de tres mujeres diferentes, tiene una hija transgénero. En una entrevista reciente con NBC News Vivian Jenna Wilson cargó contra su padre al que definió como “cruel y frío” con ella por ser queer y femenista. El propio Trump incide en los valores católicos y de la familia tradicional tras haber pasado tres veces por el altar y después de ser condenado por pagar y sobornar a una actriz porno en el caso Stormy Daniels.
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