"Hace treinta años, el 27 de febrero de 1989, Konrad Lorenz murió, el zoólogo austríaco considerado uno de los fundadores de la etología, que es la ciencia del comportamiento animal. Entre otras cosas, Lorenz estudió durante mucho tiempo e introdujo el fenómeno de la impronta filial en la imaginación colectiva: aquello por lo que muchos animales, en particular las aves que abandonan el nido poco después del nacimiento, aprenden a reconocer un objeto u otro. animal, idealmente la madre, en el primer período de la vida, y por lo tanto se les puede inducir a seguir a un ser humano a todas partes si nacen en una incubadora."
Lo que Lorenz estudió
Desde que era niño Lorenz vivió en contacto con muchos animales diferentes, y se aficionó especialmente a las aves acuáticas después de leer El maravilloso viaje del pequeño Nils Holgersson de Selma Lagerlöf, una novela para niños cuyo protagonista explora Suecia montando un pato que se une a una bandada de gansos salvajes. Los gansos y las grajillas (una especie de córvidos) se encontraban entre los animales con los que más trataba Lorenz, junto con los perros, cuando más tarde se convirtió en etólogo (incluso en ese momento se habría llamado a sí mismo "psicólogo animal").
(...)"Lorenz fue uno de esos científicos que se dieron a conocer a quienes no se ocupan de la ciencia gracias a sus libros populares y, en particular, al anillo del rey Salomone , el libro que cuenta la historia del ganso Martina. Fue publicado en 1949 en Alemania, en 1967 en Italia; El título se refiere a una leyenda de que el rey Salomón, el antiguo rey judío cuyas historias se cuentan en la Biblia , tenía un anillo que le permitía hablar con los animales. Es un libro diseñado para ser leído por niños, por lo que explica los conceptos detrás de los estudios de Lorenz de una manera clara y simple, a menudo a partir de anécdotas sobre sus numerosos animales.
Toda la segunda parte está dedicada a los perros, a su comportamiento y a las diferencias entre las razas, más como chacales y, por lo tanto, más cariñosos pero menos vinculados con una sola persona, según Lorenz, y aquellos más cercanos a los lobos, por lo tanto, más independientes pero también más atado a su amo. Lorenz también trató de obtener lo que él pensaba que era el perro con el personaje ideal al aparear diferentes perros; en su libro critica a los criadores que no se preocupan por su salud para seleccionar algunos rasgos físicos en los animales.
El anillo del rey Salomón está lleno de consideraciones personales y ha sido criticado por algunos estudiosos de los animales según los cuales, con sus analogías, los animales antropomorfizados de Lorenz, es decir, proyectó comportamientos humanos sobre ellos. Una acusación de la que Lorenz se defiende en el mismo libro, en el que la toma con los prejuicios tradicionales sobre los animales, como los de la astucia de los zorros y la suciedad de los cerdos´
(,,,)No quiero "humanizar" a los animales: solo es necesario tener en cuenta que el llamado "demasiado humano" es casi siempre un "prehumano", algo que es común para nosotros y para los animales superiores. Créame, no proyecto cualidades humanas en los animales, al contrario, hago todo lo contrario, mostrando cuán fuerte y profunda es la herencia animal en el hombre.)
Konrad Lorenz, afirmó, con cierta ironía, tras vivir dos guerras mundiales: “Creo haber encontrado el eslabón perdido entre el chimpancé y el hombre civilizado; somos nosotros”. Lorenz es uno de los padres de la etología o ciencia del comportamientos; una reciente disciplina surgida de la biología, que logró reconocimiento universal tras el Premio Nobel recibido por Lorenz.
“El anillo del Rey Salomón” es una obra de gran interés, en la que hace un estudio sobre la comunicación y la violencia en los animales, así como su relación con el ser humano. En muchos casos, las consecuencias que obtiene en sus estudios con animales son extrapolables al hombre. Si se pone en una situación similar a animales de una misma especie se verá que mantienen comportamientos similares a los que podríamos llamar formas estables de comportamiento. En los grupos de animales, como en los humanos, hay jerarquías, déspotas, enfrentamientos territoriales o por una hembra, y signos/mensajes invariables para cada necesidad, lo que podríamos llamar un lenguaje. El libro analiza los comportamientos animales en dos aspectos claves: comunicación y violencia, aspectos en los que no difieren tanto del ser humano como se podía pensar.
Lorenz utiliza con acierto la leyenda según la cual el rey Salomón podía mediante el uso de un anillo comprender el lenguaje de los animales y ser entendido por ellos. Sin ningún anillo, con la simple observación, se puede comprobar cómo es posible entender los lenguajes de los animales y descubrir como algunos de los considerados más frágiles pueden convertirse en los animales más despiadados de la creación, lo que no es sino una metáfora de cómo los seres humanos pueden convertirse en asesinos o en líderes políticos capaces de organizar una guerra tan sólo porque han perdido los mecanismos de inhibición de la violencia que poseen animales de tan escasa buena imagen como es el caso del lobo.
Konrad Lorenz afirma: “Sólo hay un ser que dispone de armas que no han crecido con su cuerpo y de las cuales nada saben en sus formas innatas de comportamiento; de aquí que no existan las consabidas y eficaces inhibiciones. Este ser es el hombre. Incesantemente aumenta el poder mortífero de sus armas. Sin embargo, los instintos y las inhibiciones innatas necesitan para desarrollarse, espacios de tiempo comparables a los que se requieren para adquirir nuevos órganos, o sea, períodos de una longitud tal que sólo están acostumbrados a ellos los geólogos y los astrónomos, pero de ningún modo los historiadores. (…) Día vendrá en que cada uno de los contendientes será capaz de aniquilar al adversario. Puede llegar el momento en que la Humanidad se encuentre dividida en dos bandos con estas características. ¿Nos comportaremos entonces como las liebres o como los lobos? El destino de la Humanidad dependerá de la forma en que se resuelva esta pregunta. Existen motivos de preocupación.”
“El anillo del Rey Salomón” es una obra de gran interés, en la que hace un estudio sobre la comunicación y la violencia en los animales, así como su relación con el ser humano. En muchos casos, las consecuencias que obtiene en sus estudios con animales son extrapolables al hombre. Si se pone en una situación similar a animales de una misma especie se verá que mantienen comportamientos similares a los que podríamos llamar formas estables de comportamiento. En los grupos de animales, como en los humanos, hay jerarquías, déspotas, enfrentamientos territoriales o por una hembra, y signos/mensajes invariables para cada necesidad, lo que podríamos llamar un lenguaje. El libro analiza los comportamientos animales en dos aspectos claves: comunicación y violencia, aspectos en los que no difieren tanto del ser humano como se podía pensar.
Lorenz utiliza con acierto la leyenda según la cual el rey Salomón podía mediante el uso de un anillo comprender el lenguaje de los animales y ser entendido por ellos. Sin ningún anillo, con la simple observación, se puede comprobar cómo es posible entender los lenguajes de los animales y descubrir como algunos de los considerados más frágiles pueden convertirse en los animales más despiadados de la creación, lo que no es sino una metáfora de cómo los seres humanos pueden convertirse en asesinos o en líderes políticos capaces de organizar una guerra tan sólo porque han perdido los mecanismos de inhibición de la violencia que poseen animales de tan escasa buena imagen como es el caso del lobo.
Konrad Lorenz afirma: “Sólo hay un ser que dispone de armas que no han crecido con su cuerpo y de las cuales nada saben en sus formas innatas de comportamiento; de aquí que no existan las consabidas y eficaces inhibiciones. Este ser es el hombre. Incesantemente aumenta el poder mortífero de sus armas. Sin embargo, los instintos y las inhibiciones innatas necesitan para desarrollarse, espacios de tiempo comparables a los que se requieren para adquirir nuevos órganos, o sea, períodos de una longitud tal que sólo están acostumbrados a ellos los geólogos y los astrónomos, pero de ningún modo los historiadores. (…) Día vendrá en que cada uno de los contendientes será capaz de aniquilar al adversario. Puede llegar el momento en que la Humanidad se encuentre dividida en dos bandos con estas características. ¿Nos comportaremos entonces como las liebres o como los lobos? El destino de la Humanidad dependerá de la forma en que se resuelva esta pregunta. Existen motivos de preocupación.”
Foto: www.nobelprize.org
(Viena, 1903 – Altenburg, 1989) Científico austríaco con un amplio reconocimiento mundial en el campo de la Zoología y la Etología.
Su interés por el comportamiento de los animales comenzó ya en su infancia, pues a tan solo una hora de caminata de su casa, en Viena, se hallaban extensos bosques y ríos, con una abundante fauna especialmente rica en aves. Inició sus estudios de Medicina en Estados Unidos en la Universidad de Columbia. Tras el regreso a Austria los continuó en la universidad de Viena donde se graduó en 1928 en Medicina y en 1933 en Zoología.
Entre 1940 y 1973 ejerció, de manera ininterrumpida, la docencia universitaria en diferentes centros de educación superior: Universidad de Königsberg, Instituto de Etología Comparada de Altenberg, Instituto Max Planck de Fisiología en Seewiesen, entre otros.
Sus intereses investigativos se concentraron principalmente en el estudio de los procesos de aprendizaje de las aves, especialmente los gansos silvestres. Después de años de observación y estudio descubrió una etapa crítica en la que los polluelos aprenden a reconocer y a seguir a los padres, incluso si éstos son adoptivos, siempre y cuando estén presentes ciertos estímulos auditivos o visuales, la impronta, que provoca la reacción de los jóvenes. Sus novedosos métodos de trabajo, el estar en contacto directo con su objeto de estudio, hicieron posible el conocimiento y la comprensión de muchos patrones de conducta animal.
Todas estas investigaciones que fueron un gran adelanto en el conocimiento del comportamiento animal y de las pautas de adaptación y supervivencia de la especie dieron como fruto una ciencia nueva: La Etología. En 1939 Lorenz junto con Nicolaas Tinbergen, un etólogo holandés, fundó la famosa Escuela Etológica del Comportamiento Animal.
Era un denodado defensor del medio ambiente y dirigente del movimiento ecológico que sabía apreciar la importancia de la belleza natural y la de la creación humana: La belleza de la naturaleza y la belleza del entorno cultural creado por el ser humano son, evidentemente, ambos necesarios para mantener la salud del alma y del espíritu del ser humano.
Por todo su trabajo científico y de investigación y sobre todo por sus descubrimientos sobre la organización y las respuestas del comportamiento instintivo, tanto desde el punto de vista individual como social en 1973 fue galardonado con el Premio Nobel de Medicina-Fisiología que compartió con Karl von Frisch y Nicolaas Tinbergen.
La figura y la obra de Konrad Lorenz han sido grandes inspiradores de varias generaciones de científicos en el mundo entero. Su conocimiento universal, la genialidad innovadora, el interés y el rigor investigativo, sirvieron de modelo para muchas entidades académicas en organizar los procesos de construcción del conocimiento trasversal e interdisciplinario.
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