Neil Shearing, economista jefe de la consultora internacional Capital Economics, con sede central en Londres, Reino Unido, advierte que se aproxima el fin de una era.
"La globalización llegó a su punto máximo", dice Shearing en conversación con BBC Mundo.
"Ahora está el riesgo de que el mundo comience a desglobalizarse en los próximos años", un fenómeno que tendría grandes efectos en la economía mundial y los mercados financieros.
La postura del experto y del centro de investigación macroeconómica y financiera donde trabaja, es que la actual ola globalizadora (que partió tras la caída del Muro de Berlín) se encontró con una pared, mucho antes de que comenzara la guerra comercial entre Estados Unidos y China.
"El comercio y los flujos de capital internacionales aumentaron durante los años 90 y los 2000, pero luego se estabilizaron alrededor de 2010", explica.
Y aunque reconoce que es posible que se trate de una pausa temporal, su análisis lo ha llevado a concluir que sería extraño.
"No es necesariamente un motivo de alarma"
Una de las razones para explicar el fenómeno, sostiene Shearing, es que la mayoría de las economías están extremadamente abiertas y no quedan nuevos países importantes que no se hayan integrado a esta ola globalizadora.
Otra es que las nuevas tecnologías han hecho que sea menos atractivo para las empresas mantener cadenas de suministro grandes y complejas.
Y en tercer lugar, argumenta el economista, los gobiernos se cuestionan cada vez más los beneficios de algunos aspectos de la liberalización financiera, que ha sido una característica central de la última ola de globalización.
Pero que la globalización haya tocado techo "no es necesariamente motivo de alarma para la economía mundial", apunta.
Por el contrario, "los desarrollos tecnológicos que están impulsando en parte estas tendencias también impulsarán el crecimiento de la productividad y ampliarán las opciones del consumidor".
Sin embargo, puede haber víctimas.
¿Quiénes pueden ser las víctimas?
Dado que es típico que la fabricación de productos comience con el uso intensivo en mano de obra, como ocurre en en sectores como el textil, "la vida de los países más pobres será más difícil".
Esto, se sumará a los vientos que soplan en contra de los mercados emergentes, agrega, donde se ubican países como Brasil, México, Argentina, Colombia, Perú y Chile, en el caso de América Latina.
Y parece cada vez más probable, dice Shearing, que se produzca "una forma perversa de desglobalización", impulsada por políticas de gobiernos, donde el comercio y los flujos de capital terminen cayendo.
"Una de las lecciones clave de la historia es que ha sido la política, en lugar de la tecnología, lo que ha provocado que la globalización retroceda".
Un ejemplo actual es la guerra comercial entre Estados Unidos y China.
Aunque esta guerra, declarada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, "no es en sí misma un gran problema", ya que el comercio entre las dos potencias representa solo el 3% del comercio mundial total, de todos modos es un señal.
"Es un síntoma de tensiones más fundamentales en la relación entre China y Occidente", apunta, considerando que el surgimiento de China como un competidor estratégico es un fenómeno que más tarde o más temprano traería consecuencias de gran envergadura.
"Existe el riesgo de que la guerra comercial sea el comienzo de una reacción más amplia contra la globalización que vaya más allá de Estados Unidos y China".
Eso se explicaría porque la globalización ha minado el poder de los gobiernos nacionales, argumenta Shearing, y ha sido culpada por la creciente desigualdad, la evasión fiscal multinacional y la migración no deseada.
¿Cómo sería esa desglobalización?
"Todavía no está claro que forma podría tomar", explica.
En un extremo, podríamos ver una forma leve de regionalización, donde la producción se organiza en torno en países vecinos, en lugar de globalizarse.
En el otro extremo, el mundo podría dividirse entre bloques competidores, como por ejemplo, uno liderado por EE.UU. y otro por China.
En cualquiera de los escenarios, dice, "los efectos en la economía mundial serían negativos, pero manejables".
Desde su perspectiva, un poco de regionalización no sería un gran problema porque ya existe mucho comercio entre países vecinos.
Sin embargo, el único escenario de desglobalización que Shearing considera preocupante, es que se produzca una "profunda división" entre los bloques económicos liderados por China y Estados Unidos.
"No veo probable que los flujos de comercio e inversión entre Occidente y China se agoten por completo, como si fuera una repetición de la Guerra Fría".
"Pero sí puede ocurrir que aumenten las restricciones al comercio en sectores y productos específicos", agrega.
"Si esto sucediera, veremos consecuencias negativas para el crecimiento económico mundial, además de los efectos en la estabilidad geopolítica".
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