I. Los libros y las prostitutas pueden llevarse a la cama.
II. Los libros y las prostitutas entrecruzan el tiempo. Dominan la noche como el día y el día como la noche.
III. Nadie nota en los libros ni en las prostitutas que los minutos les son preciosos. Sólo al intimar un poco más con ellos, se advierte cuánta prisa tienen. No dejan de calcular mientras nosotros nos adentramos en ellos.
IV. Los libros y las prostitutas se han amado desde siempre con un amor desgraciado.
V. Los libros y las prostitutas tienen cada cual su tipo de hombres que viven de ellos y los atormentan. A los libros, los críticos.
VI. Libros y prostitutas en casas públicas… para estudiantes.
VII. Libros y prostitutas: raras veces verá su final quien los haya poseído. Suelen desaparecer antes de perecer.
VII. Qué gustosa y embusteramente cuentan los libros y las prostitutas cómo han llegado a ser lo que son. En realidad, muchas veces ni ellos mismos se dan cuenta. Durante años se cede a todo «por amor», hasta que un buen día aparece en la calle convertido en un voluminoso «corpus» que se pone en venta, aquello que, «por amor a la causa», nunca había pasado de ser un vago proyecto.
IX. A los libros y a las prostitutas les gusta lucir el lomo cuando se exhiben,
X. Los libros y las prostitutas se multiplican mucho.
XI. Libros y prostitutas: «vieja beata —joven golfa—». ¡De cuántos libros proscritos antaño no ha de aprender hoy la juventud!
XII. Los libros y las prostitutas ventilan sus discusiones en público.
XIII. Libros y prostitutas: las notas al pie de página son para aquéllos lo que, para éstas, los billetes ocultos en la media.
En Dirección única
0 Comentarios