LA VOLUNTAD DE LEVANTAR EL VELO

José de María Romero 27 noviembre 2019

Novalis | Foto: WikiMedia Commons
Intrínsecamente múltiples, las disquisiciones de la perspectiva elevada. Letal la pureza de la rebelión, ya que “no podemos comprender la palabra porque la palabra es incomprensible, no se deja comprender ella misma”. Entre ráfagas de una visión interior, reflejos de la exterior rareza, inherente a una caligrafía basada en detalles íntimos de lo real, el impacto en el presente de nuestro recuerdo, el escrúpulo en el manejo indiscriminado de la enajenación. En el opúsculo Los discípulos en Sais (WunderKammer, 2019; Traducción de Rodolfo Häsler), el impulso analítico resuena contra una espiritualidad forajida, que combina el arrogante desprecio de lo sentimental con el desvalido repudio de la confesión.
“El que no lo desee, el que no tenga la voluntad de levantar el velo, no es un verdadero discípulo digno de entrar en Sais”.
Abraza el poeta y filósofo alemán Novalis (1772, Wiederstedt - 1801, Weißenfels) ascetismos de la indigencia, desdeña excesos; se sumerge en metafísicas desesperaciones, rehúsa despojarse de sí mismo. Lucha por ser cotidiano. “Podemos reconocer a un futuro filósofo”, propugna, “en aquel que analiza sin pausa todos los aspectos de la Naturaleza, interroga, presta atención a todo, toma nota de todas sus curiosidades”. En su lírico periplo, lo inaccesible se refugia de la falsedad que se esfuerza por recuperar la condición ermitaña de lo visionario.

WunderKammer Ediciones
Se aglutina en Discípulos al monje, al místico, al intelectual. Se anhela la santidad de la sencillez, la intangibilidad de lo ecuménico. Ambivalentes, sus capítulos transcurren como instantes en un sueño. El libro es el hogar de soledades, el lógico y cronológico juego del hueco, la negatividad del linaje abstruso, la anatomía inefable en busca de argumentación. Ahonda el relato en los sentidos de lo inalcanzable, “por la unión en sí, y por el encadenamiento de su mundo espiritual, y por su armonía con el universo, se dibuja espontáneamente un sistema de pensamiento que se presenta como la imagen exacta y la fórmula del Universo”. Sus investigaciones suponen un rechazo del mundo al tiempo que un abrazo de lo inmundo, la aceptación de lo imperfecto o lo irremediablemente plural. Los breves apotegmas reflejan imágenes diáfanas, pero reflejadas en los fragmentos de un espejo roto. En el texto inconcluso, las reflexiones incompletas. Abiertas:
“Hay que considerar una auténtica rareza encontrar, unida a una gran elocuencia y habilidad y a un comportamiento notable, una verdadera comprensión de la Naturaleza”.
Los pensamientos se interrumpen antes de lo esperado, dejan espacios en blanco, oscuros, cargados de significado. Lo legible arroja luz sobre las contradicciones del autor de Himnos a la noche (1800), quien, impulsado por su fatigoso celo moral, despectivo con el entorno, redunda en las ideas de juventud, esperanza, idealismo e imaginación. Ahonda en la intangibilidad de lo inalcanzable. “Los elementos de la Naturaleza tienen un significado, un sentido. Hay algo en nuestra mente que nos impide captarlo”, argumenta en el posfacio el escritor Andrés Ibáñez. Al igual que el lector, queda el autor en suspenso, contra una sabiduría sinónimo de ausencia.
“Buscar en nosotros nuestro verdadero Rostro debe ser lo mismo que buscarlo fuera”, apostilla el crítico y dramaturgo madrileño. Pragmática versión de un impráctico suicidio, quedamos atrapados entre el tormento material y el etéreo auto-odio, representado aquí, inconscientemente, en los deseos de escapar. La imposibilidad de consuelo en la certeza de no saberlo todo es inherente a una escritura alusiva, paradójica, a través de la cual el poeta de los Cantos espirituales (1802) representa al romanticismo temprano en una prosa tan elusiva como su temática. Parte de su desafío consiste en transmitir la excelencia sin caer en el exceso. No estamos solos, parece decir Novalis, si nos encontramos, a nosotros mismos, entre palabras.

Sobre el autor

José de María Romero
José de María Romero Barea (Córdoba, 1972) es crítico de narrativa, poesía, ensayo y novela gráfica. Ha sido coordinador de las I Jornadas de narrativa Sevilla 2014, que organiza la Asociación Colegial de Escritores de España (A.C.E.), a la cual pertenece. Además, es miembro de la AAEC-Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios y coordinador de las I Jornadas de Crítica Literaria ACE-Andalucía 2014. Pertenece a la Asociación Cooltura, Acción y Poesía y a la Asociación Nueva Grecia, así como al Circuito Literario Andaluz. Colabora con sus reseñas, entrevistas y traducciones en publicaciones de ámbito nacional e internacional, entre otras: los diarios 'Andalucía Información' ('Veredictos', blog del autor), 'Mundiari', 'Luz de Levante', y 'Universo La Maga'; las revistas de divulgación 'Culturamas' y 'Tendencias 21'; las revistas de literatura 'Quaderni Iberoamericani' (Italia), 'Resonancias' (Francia), 'Letralia' (Venezuela), 'Contratiempo' (EE.UU.), 'Nayagua' (Centro Poesía José Hierro), 'Sonograma' (Barcelona), 'El Placer de la lectura' (Madrid), 'Piedra del Molino' (Cádiz) y 'Nueva Grecia' (Sevilla), de cuyo consejo de redacción forma parte.

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