Este libro tiene una historia detrás que vale la pena revisar, en palabras de la hija de Vicente Blasco Ibañez:
Exiliado en Francia por sus ideas republicanas, Blasco Ibañez fue escribiendo para el periódico de Valencia El Correo las impresiones que la vida en París le producían. Recogidas estas impresiones en un libro de escaso tiraje tuvieron gran aceptación, pero posteriormente mi padre se negó a que se verificara una segunda edición de la obra.
(…)Desaparecieron los ejemplares de la edición cortísima que se hizo del actual libro y puede decirse que en España no existen más que escasísimos. (…)Víctima de una de las huelgas proletarias que sacudían a mi Patria, un obrero se acercó un día a un librero y depositó en sus manos, como una prueba de valor y de garantía, París. No quería venderlo y fijó un plazo para volver a recoger el libro, para él muy estimado.
Al tener noticia de esto, solicité del libreo que me pusiera en contacto con el obrero cuando llegara a recoger el libro, con objeto, no de adquirirlo, sino de remediar en lo posible su situación si lo necesitaba todavía y tener el gusto de estrechar la mano de aquel hombe que en tan alta estima tenía la producción literaria de mi padre. El libro estaba cuidadosamente encuadernado. El tiempo pasó. El obrero no volvió a recoger su depósito querido y de este modo vino a mi poder París.
Y la historia sigue, pero intuirán que así la hija pudo volver a publicar el libro que ahora tengo entre las manos. Cosa curiosa sucede con los españoles cuando escriben de París y de los franceses: les da por rabiar, quejarse, satirizar, burlarse y un largo etcétera que pone a sus vecinos en una posición casi villanesca. Lo mismo pasa con Roque Barcia en Un paseo por París (si tienen iPad, está disponible la versión gratuita de este libro en la tienda virtual).
Sin más, la lectura llega a ser divertida por momentos, pero cansa un poco la labor pontificadora de Blasco Ibañez desde su púlpito imaginario.
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