Perry Anderson: Las antinomias de Antonio Gramsci (1981)
Publicado hace más de cuatro décadas por vez primera, explosivo análisis de los conceptos estratégicos centrales del célebre pensador sardo, Las antinomias de Antonio Gramsci ha sido objeto de infinidad de ataques por haber desentrañado las vacilaciones y contradicciones presentes en el uso, altamente original, que hacía Gramsci de dicotomías clave como Oriente y Occidente, dominación y dirección, hegemonía y dictadura, estado y sociedad civil, y de guerra de posiciones y guerra de maniobra.En lúcido homenaje a la fecundidad de la obra de Gramsci, Las antinomias muestra cuán profundamente arraigadas estaban estas ideas en los debates revolucionarios candentes en la Rusia zarista y en la Alemania guillermina. Así, se entrecruzaban una y otra vez en los razonamientos de Plejánov, Lenin, Kautsky, Luxemburgo, Lukács y Trotsky, con ecos posteriores en Brecht y Benjamin.
Hoy, ningún pensador marxista posterior a la época clásica es tan universalmente respetado en Occidente como Antonio Gramsci. Tampoco existe ningún término tan libre o diversamente invocado en la izquierda como el de hegemonía, acuñado por él. La reputación de Gramsci, aún local y marginal al principio de los años sesenta fuera de su Italia natal, se ha convertido, una década más tarde, en fama mundial. El homenaje debido a su empresa en la cárcel se rinde ahora por fin, plenamente, treinta años después de la primera publicación de sus cuadernos…
La falta de conocimiento o la escasez de discusión han dejado de ser obstáculos a la difusión de su pensamiento. En principio, todos los socialistas revolucionarios, no sólo en Occidente –aunque especialmente en Occidente-, pueden en adelante beneficiarse del patrimonio de Gramsci. Pero, al mismo tiempo, la expansión de la fama de Gramsci no ha venido acompañada hasta ahora por una profundización correspondiente en la investigación de su obra. La misma extensión de las invocaciones que ahora se hacen a su autoridad, desde los sectores más contrapuestos de la izquierda, indican los límites del estudio o la comprensión atenta de sus ideas. El precio de una admiración tan ecuménica es necesariamente la ambigüedad: interpretaciones múltiples e incompatibles de los temas de los Cuadernos de la cárcel.
Existen, por supuesto, buenas razones para ello. Ningún trabajo marxista es tan difícil de leer precisa y sistemáticamente, a causa de las particulares condiciones de su composición. Para empezar, Gramsci sufrió la suerte normal de los teóricos originales, de la cual ni Marx ni Lenin estuvieron exentos: la necesidad de trabajar en dirección a conceptos radicalmente nuevos con un vocabulario viejo, ideado para otros propósitos y tiempos, que oscurecía y desviaba su significado.
Así como Marx tuvo que pensar muchas de sus innovaciones en el lenguaje de Hegel o Smith, y Lenin en el de Plejanov y Kautsky, Gramsci tuvo a menudo que producir sus conceptos dentro del arcaico e inadecuado aparato de Croce o Maquiavelo. Este conocido problema se mezcló, sin embargo, con el hecho de que Gramsci escribió en la cárcel, en condiciones atroces, con un censor fascista que escudriñaba en todo lo eme producía. Al disfraz involuntario que el lenguaje heredado impone tan a menudo a un pionero, se le sobrepuso de este modo un disfraz voluntario que Gramsci asumió para eludir a sus carceleros. El resultado fue un trabajo censurado dos veces: sus espacios, elipsis, contradicciones, desórdenes, alusiones, repeticiones, son el resultado de este proceso de composición excepcionalmente adverso. La reconstrucción del orden oculto de estos jeroglíficos está por hacer. Esta difícil empresa apenas se ha iniciado. Es necesario un trabajo sistemático de recuperación para averiguar qué escribió Gramsci en el texto verdadero, borrado, de su pensamiento. Es necesario decir esto como advertencia contra todas las lecturas fáciles o complacientes de Gramsci: todavía es, en gran medida, un autor desconocido para nosotros (…)
Libro tomado de: http://www.anticapitalistas.org/
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