Las tres características de la literatura menor son la desterritorialización de la lengua, la articulación de lo individual en lo inmediato-político, el dispositivo colectivo de enunciación. Lo que equivale a decir que “menor” no califica ya a ciertas literaturas sino las condiciones revolucionarias de cualquier literatura en el seno de la llamada mayor (o establecida). Incluso aquel que ha tenido la desgracia de nacer en un país de literatura mayor debe escribir en su lengua como un judío checo escribe en alemán o como un uzbeko escribe en ruso. Escribir como un perro que escarba su hoyo, una rata que hace su madriguera. Y, para ello, encontrar su propio punto de subdesarrollo, su propia jerga, su propio tercer mundo, su propio desierto. Ha habido muchas discusiones sobre ¿qué es una literatura marginal?, y también sobre ¿qué es una literatura popular, proletaria, etcétera? Los criterios son por supuesto muy difíciles de establecer mientras no se pase primero por un concepto más objetivo, el de la literatura menor. Lo único que permite definir la literatura popular, la literatura marginal, etcétera, es la posibilidad de instaurar desde dentro un ejercicio menor de una lengua incluso mayor. Sólo a este precio es como la literatura se vuelve verdaderamente máquina colectiva de expresión. y adquiere la aptitud para tratar, para arrastrar los contenidos. Kafka dice precisamente que una literatura menor es mucho más apta para trabajar la materia. ¿Por qué? ¿Y qué es esta máquina de expresión? Sabemos que tiene con la lengua una relación de desterritorialización múltiple: situación de los judíos que han abandonado al mismo tiempo el checo y el medio rural; pero también situación de la lengua alemana como “idioma de papel”. Pues bien, hay que ir más lejos, hay que llevar todavía más lejos este movimiento de desterritorialización en la expresión. Sólo hay dos posibilidades: o enriquecer artificialmente este alemán, inflarlo con todos los recursos de un simbolismo, de un onirismo, de un sentido esotérico, de un significante escondido: la escuela de Praga, Gustav Meyrink y muchos otros, entre ellos, Max Brod, pero esta tentativa implica un esfuerzo desesperado de reterritorialización simbólica, a base de arquetipos, de cábala, de alquimia; lo que acentúa la separación del pueblo, y no encontrará salida política sino en el sionismo como “sueño de Sión”. Kafka tomará muy pronto el otro camino, o más bien, lo inventará: optar por la lengua alemana de Praga, tal y como es, en su pobreza misma. Is siempre más lejos en la desterritorialización… a fuerza de sobriedad. En vista de que el vocabulario está desecado hacerlo vibrar en intensidad. Oponer un uso puramente intensivo de la lengua a cualquier uso simbólico o incluso significativo o simplemente significante. Llegar a una expresión perfecta y no formada, una expresión material intensa. (Estas dos maneras posibles ¿no se podrían atribuir, aunque en otras condiciones, a Joyce y a Beckett? Irlandeses ambos, están en las condiciones extraordinarias de una literatura menor. Ser menor es la gloria de una literatura como ésa, es decir, revolucionaria para toda literatura. Uso del inglés, y de toda lengua, en Joyce. Uso del inglés y del francés en Beckett. Pero mientras el primero no deja de operar con exuberancia y sobredeterminación, y realiza todas las reterritorializaciones mundiales, el otro funciona a fuerza de sequedad y sobriedad, de pobreza voluntaria, llevando la desterritorialización hasta donde no quedan ya sino intensidades.)
¿Cuántos viven hoy en una lengua que no es la suya? ¿Cuánta gente ya no sabe ni siquiera su lengua o todavía no la conoce y conoce mal la lengua mayor que está obligada a usar? Problema de los inmigrantes y sobre todo de sus hijos. Problema de las minorías. Problema de una literatura menor, pero también para todos nosotros: ¿cómo arrancar de nuestra propia lengua una literatura menor, capaz de minar el lenguaje y de hacerlo huir por una línea revolucionaria sobria? ¿Cómo volvernos el nómada y el inmigrante y el gitano de nuestra propia lengua? Kafka dice: robar al niño en la cuna, bailar en la cuerda floja.
¿Cuántos viven hoy en una lengua que no es la suya? ¿Cuánta gente ya no sabe ni siquiera su lengua o todavía no la conoce y conoce mal la lengua mayor que está obligada a usar? Problema de los inmigrantes y sobre todo de sus hijos. Problema de las minorías. Problema de una literatura menor, pero también para todos nosotros: ¿cómo arrancar de nuestra propia lengua una literatura menor, capaz de minar el lenguaje y de hacerlo huir por una línea revolucionaria sobria? ¿Cómo volvernos el nómada y el inmigrante y el gitano de nuestra propia lengua? Kafka dice: robar al niño en la cuna, bailar en la cuerda floja.
Gilles Deleuze / Félix Guattari
Kafka. Por una literatura menor.
Ediciones Era
Traducción: Jorge Aguilar Mora
Kafka. Por una literatura menor.
Ediciones Era
Traducción: Jorge Aguilar Mora
Foto: Gilles Deleuze y Félix Guattari
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