Borges: las estética y ética del prólogo
Begonya Saez Tajafuerce
Investigadora-Becaria de reincorporación
Dept. de Filosofía de la Universitat Autònoma de Barcelona
Investigadora-Becaria de reincorporación
Dept. de Filosofía de la Universitat Autònoma de Barcelona
"Un prólogo es un estado de ánimo. Escribir un prólogo es como afilar la hoz, como afinar la guitarra, como hablarle a un niño, como escupir por la ventana. Uno no sabe cómo ni cuándo las ganas se apoderan de uno, las ganas de escribir un prólogo, las ganas de estos leves sub noctem susurri" (Søren Kierkegaard, Prólogos)
Miguel de Torre y Jorge Luis Borges editaban en 1975 Prólogos con un prólogo de prólogos, un compendio de calzadores para la lectura de otros textos, de prólogos, cuyo autor, el mismo Borges, había escrito y publicado entre 19251 (Nora Lange, "La calle de la tarde") y 1976 (Lewis Carroll, "Obras Completas"), siendo ahora, con motivo de su reedición, revisado, reanotado y, en la mayoría de los casos, aun post-datado.
En total, una cuarentena de prólogos de diversa índole, siempre a tenor de su objeto, es decir, tanto de su tema cuanto de su propósito, conforman el cuerpo del libro. Se trata de prólogos a obras en múltiples lenguas originales, a obras clásicas y contemporáneas, a obras poéticas y a obras en prosa o ambas a la vez (Prosa y poesía de Almafuerte), a traducciones propias (Ralph Waldo Emerson, Hombres representativos), a ediciones críticas (Francisco de Quevedo, Prosa y Verso, con Adolfo Bioy Casares), a obras para la documentación (Edward Gibbon, Páginas de historia y de autobiografia) y a obras para la reflexión (Pedro Henriquez Ureña, Obra Critica), a textos sueltos, a selecciones (Hilario Acasubi, Paulino Lucero. Aniceto el Gallo. Santos Vega), a antologías (Versos de Carriego) y a obras completas (cfr. Lewis Carroll).
Alguno de estos prólogos no lo es de ningún texto, si bien hace pose de serlo; más bien prologa una vida (panegírico a Macedonio Fernández), o una lucha (Domingo F. Sarmiento, Recuerdos de provincia y Facundo), o una colección de fotografías (El Gaucho), o un esbozo de ciudad (Attilio Rossi, Buenos Aires en tinta china). Y, desde un punto de vista formal, algún prólogo merecería incluso el título de "introducción"2 (José Hernandez, Martín Fierro).
Precediendo a todos estos prólogos damos con el prólogo a los prólogos o "Prólogo de prólogos", como se da en llamarlo Borges, según él sin ningún interés específico ni extraordinario, pues "trátase llanamente de una página que anteceda a los dispersos prólogos elegidos por Torres Aguero Editor...". En oblícua oposición a la suscinta explicación de Borges, en los parágrafos que siguen me propongo abundar en la sospecha de que este prólogo a los prólogos sí puede ser considerado un prólogo de prólogos en el sentido "de la locución hebrea superlativa", y, en fin, un prólogo ejemplar.
La hipótesis inicial de este trabajo aventura que el "prólogo de prologos" es un "prólogo, digamos, elevado a la segunda potencia", remedando a Borges, no entendiendo por ello que precede a otros prólogos según un cálculo cuantitativo, o sea, lógica, numérica o cronológicamente, permaneciendo indiferente por igual a las condiciones que han de favorecer la adecuada recepción de tales prólogos así como a las que determinan su honrosa creación, y, por lo demás, no haciendo mella alguna en su condición literaria. Por el contrario, según lectura aquí propuesta, el "Prólogo de prólogos" es un "prólogo, digamos, elevado a la segunda potencia
" (1) tanto porque hace posible la buena relación entre su objeto y su receptor (2) cuanto porque establece las pautas a las que todo prólogo, es decir, a las que toda creación de prólogos o todo prologar debe ceñirse. En concreto, tanto desde el punto de vista de los contenidos como de la forma, este prólogo de prólogos estipula las cualidades a las que todo prólogo debe aspirar, y los compromisos que todo prólogo debe contraer.
El prólogo de prólogos pone de manifiesto, pues, la est-ética del prólogo. Y en este doble vaivén, en este ejercicio poético que debe ser calificado a un tiempo de meridiano esfuerzo subtil aunque también crítico, donde el prólogo se configura como una entidad clara y quizás hasta inesperadamente literaria y normativa, práctica y teórica, el "Prólogo de prólogos" se constituye en un paradigma de creación, de teoría y de crítica literarias.
Es menester aclarar de antemano que el "Prólogo de prólogos" es a la vez primus motor yprimus inter pares de mi lectura. Por ello, el tratamiento de los "prólogos" será breve, sirviendo tan sólo al propósito de ilustrar cuán innovativa resulta en este ámbito de la creación literaria la implícita propuesta de Borges. De igual modo conviene avanzar que la obra de Gerard Genette, Seuils (obra ya de referencia obligada a la hora de adentrarse en elucubraciones teóricas sobre la condición literaria del ‘texto’ en cuanto tal, así como de sus apéndices), proveerá la discusión de significativas reflexiones en torno de la condición literaria del prólogo, las cuales merecerán un espacio considerable en virtud de su valor sistemático. Algunas de estas reflexiones serán valuosas herramientas hermenéuticas a la hora de analizar el texto de Borges pero, en particular, a la hora de mostrar en qué medida su propuesta concerniente al quehacer del prólogo, se instituye en correctivo de la tradición, de cuya representación Genette corre a cargo en este caso. Con Genette comenzamos.
1. "Prólogo de prólogos". El prólogo según Genette.
En Seuils, Gerard Genette incluye tres capítulos dedicados al prólogo (o prefacio) y a su función (o funciones): "L"instance préfacielle" (pp.150-218), "Les fonctions de la préface originale" (pp.182-218) y "Autres préfaces, autres fonctions" (pp.219-270). La primera y más genérica definición del prólogo que encontramos en el texto de Genette nos informa de que el prólogo consiste "en un discours produit à propos du texte qui suit ou qui précede" (150).
Tras explicar a grandes rasgos en el apartado "Préhistoire" el pasado del prólogo en el recorrido histórico que yace a sus espaldas, una vez consolidado en tanto que entidad literaria, en tanto que género literario, Genette fija los ejes fenoménicos del prólogo, sus cooordenadas, sus categorías. En términos kantianos diríamos su "espacio" o lugar ("Lieu"), aquel que el prólogo ocupa respecto de su objeto, y su "tiempo" o momento ("Moment"), en el cual el prólogo ha sido creado a fin de acompañar el objeto. A ellos cabe añadir el lector/-es o destinatario/-s ("Destinateurs") del conjunto conformado por el prólogo y su objeto, y el autor del prólogo, que puede ser el mismo autor del objeto - en cuyo caso se trata de un prólogo autorial o autográfico - u otro, ya sea real - en cuyo caso se trata de un prólogo alógrafo -, o fictício, "un des personnages de l"action" (166) - en cuyo caso el prólogo es actorial3.
1.1 Prólogos y prólogos.
Una vez dibujado el mapa en el que dar cabida al prólogo en función del modo según el cual parecen trazarse las coordenadas de la autoría, del tiempo y del espacio, es decir, una vez consumado el ejercicio descriptivo del qué del prólogo, cuyo resultado se plasma en la tipología antes mencionada, Genette se detiene ahora en el por qué del prólogo, o sea, en su función. Tal consideración del prólogo desde la perspectiva funcional es necesaria, justifica Genette, puesto que "toutes les préfaces ne "font" pas la même chose - autrement dit que les fonctions préfacielles diffèrent selon les types de préface" (182)4.
La función del prólogo autorial consiste en "assurer au texte une bonne lecture" (183), fórmula que Genette desglosa en los términos: "1. obtenir une lecture, et 2. obtenir que cette lecture soit bonne". Mas Genette aclara sin más dilación que no se trata de atraer al lector, sino de "le retenir par un appareil typiquement rhétorique de persuasion [o] captatio benevolentiae" (184). Se trata, en definitiva, de "valoriser le texte" y, para ello, es necesario valorizar su tema ("le sujet"). Parece, pues, que las cualidades del prólogo y las del "texto" u objeto del prólogo se determinan mútuamente, ya que las cualidades de aquel dependen de las de éste, a las cuales se debe el prólogo y, en paralelo, las cualidades del texto, las claves en las que se encuentra anclado, deben ser asimismo las claves cualitativas a la base del prólogo.
Dichas claves son, según Genette: la "importancia", la "novedad", la "unidad" y la "veracidad". La importancia permite destacar la "utilidad"del texto que pasa a ser, se diría que por ósmosis, la "utilidad" del prólogo5. La novedad permite establecer el grado de originalidad del texto y se constituye en argumento fundamental de todo enjuiciamiento poético. Launidad permite instaurar un criterio de homogeneización en un conjunto que, de otro modo, precisamente atendiendo a su propia naturaleza, correría el riesgo de ser tenido por "contingente" (186). La veracidad es cifra del único lugar del prólogo que el autor puede reivindicar como suyo para destacar un "mérito" que no es de suerte estética, que no contempla el "talento", sino ética, puesto que implica "conciencia", "sinceridad", un "esfuerzo por la veracidad".
Acto seguido, Genette ofrece un elenco de las labores propiamente dichas del prólogo autorial original. Cabe señalar que Genette no pone en claro hasta qué punto se trata de labores obligatorias, debiendo ser llevadas a cabo una tras otra o con simultaneidad, u opcionales, pudiendo ser realizadas a discreción. Sea como sea, la primera labor del prólogo concierne a la "génesis" de su objeto, pues aquel "peut informer le lecteur sur l"origine de l"oeuvre, sur les circonstances de sa rédaction, sur les étapes de sa genèse" (195). La segunda labor consiste en "escoger un público", es decir, en "situarlo" y, por consecuencia, en "determinarlo", es decir, en identificarlo. En tercer lugar, el prólogo debe ofrecer un "comentario justificado del título" (198), el cual, a su vez, puede implicar una "défense contre les critiques subies ou anticipées" (199). En el caso de las obras de ficción, el prólogo debe aun prevenir la confusión, cerrándole todo espacio de antemano al reivindicar el carácter ficcional del texto con manifestaciones que, recomienda Genette, el autor debe "manier avec des pincettes, ou d"absorber cum grano salis" (202). La quinta labor del prólogo, más bien heurística y hasta pedagógica, consiste en "advertir le lecteur (...) de l"ordre adopte dans le livre qui suit" (202), en facilitarle la orientación, en dibujarle el mapa del texto. De modo paralelo, el prólogo debe advertir al lector de si el texto al cual se enfrenta se encuentra todavía sometido a un proceso de configuración o si, como es el caso con una trilogía, la relación con otros textos es lo bastante definitoria como para que ellos deban ser igualmente considerados en la lectura; el prólogo debe aportar "indications du contexte" (203). Además, en el prólogo debe resonar la voz del autor, su declaración de intenciones, la interpretación de su texto o "interprétation autorial" (207); en el prólogo, pues, el autor da la clave hermenéutica de acercamiento al texto, de apertura del texto6. Finalmente, el prólogo ofrece definiciones genéricas que, observadas desde un nuevo ángulo, facilitan al lector la apropiación del texto, pudiendo incluso contribuir a la "resurrection d"un genre" (210)7.
Tras detenernos en el qué y en el por qué del prólogo, es necesario ahora hablar con Genette del "Prólogo" de Borges, y de sus "prólogos".
1.2 "Prólogo" y "prólogos".
Por lo que respecta a los "prólogos" de Borges, acordamos según la tipología de Genette que son alógrafos auténticos, originales, ulteriores - en tanto que post-datas, "post-facios" - y tardíos.
Ahora bien, como anunciábamos ya al principio de este trabajo, no todos ellos son prólogos mediante los cuales el autor, Borges, "présente au public l"oeuvre d"un autre écrivain [cuya "atribución"] est toujours explicite, que son occasion soit originale, ultérieure ou tardive, voire posthume" (174). Cabe recordar que, ocasional aunque significativamente, los prólogos de Borges no presentan al lector la obra de otro escritor, es decir, un texto, sino un objeto estético que resulta de un proceso creativo, y, por ello, susceptible de convertirse en objeto de experiencia estética: de ser contemplado y gozado.
Luego, por una parte, el objeto que los prólogos de Borges presentan, su tema, supera al objeto o tema del prólogo en la concepción de Genette; y, por otra, los prólogos no tienen por objeto la mera presentación al lector de una obra de arte, sino más bien la participación del lector de dicha obra y, en concreto, la re-creación de la misma.
El "Prólogo de prólogos", en cambio, responde a la definición del prólogo autorial auténtico original de Genette, cuyas características y funciones han sido ya revisadas. Veamos ahora en qué medida el "Prólogo" de Borges, así considerado, se ajusta al molde diseñado por Genette. Y veamos si, por el contrario, forjará más bien un molde nuevo.
2. "Prólogo de prólogos". El prólogo según Borges.
Hemos visto en el parágrafo anterior que una lectura de los "prólogos" de Borges - prólogos alógrafos auténticos - con base en la descripción de Genette obliga una re-definición de la misma, por lo que concierne tanto a su tema cuanto a su propósito. El prólogo según Borges, el que se configura según su práctica literaria, se constituye, pues, en correctivo crítico del prólogo según Genette. Una cualidad que gana en intensidad y en nitidez tan pronto como, tras extender la mirada sobre los "prólogos", esta se fija en el "Prólogo", que los precede, con el fin de apreciar su textura.
Anticipamos que el "Prólogo de prólogos", prólogo autorial auténtico, se desmarca a nivel teórico de la propuesta de Genette no sólo porque matiza cuál ha de ser el por qué del prólogo, sino, sobre todo, porque pone de relieve una dimensión del prólogo inapreciable en aquella propuesta, a saber, el cómo del prólogo8.
A tenor del análisis de Genette, la principal función del prólogo autorial consistía en assurer au texte une bonne lecture" (183), es decir, en "1. obtenir une lecture, et 2. obtenir que cette lecture soit bonne", ya que sólo así le es dado al prólogo retener al lector. Según Borges, en cambio, una "buena lectura" del texto, del objeto, de "prólogos", por tanto, debe liberar al lector y librarlo "a los ocios de la imaginación o al indulgente diálogo". Tal entrega del lector a la experiencia propiamente estética se constituye en clave cualitativa fundamental del prólogo, dado que ella lo libra a su vez de la banalidad, de la convencionalidad, de la contingencia y de la falacia que preocupaban a Genette.
El "Prólogo de prólogos" quiere dar alcance al lector hasta el punto de desplazarlo de la lectura a la escritura: "La revisión de estas páginas olvidadas me ha sugerido el plan de otro libro más original y mejor, que ofrezco a quienes quieran ejecutarlo". Y es precisamente en el ámbito que la creación y la recepción, concebida como topos de la re-creación, conforman a la par, allí donde el prólogo debe hacer suyo al lector, donde debe atraparlo, en la concepción de Borges.
Ni que decir tiene que, de este modo, Borges ha seleccionado ya a su público - en términos de Genette -, al cual quiere, como él mismo escribe, imaginativo y no "laborioso", arriesgado y "original", comprometido hasta el punto de poner en marcha un proyecto tan singular y tan devoto como el de un libro que "constaría de una serie de prólogos de libros que no existen"9. Borges escoge, pues, para sí, un lector-escritor al cual informar, según Genette, sobre "la génesis del objeto", a saber, de sus ‘prólogos’; un lector ante el cual justificar o, cuanto menos, a quien explicar el título, orientándolo en el conjunto gracias a "indicaciones sobre el contexto" y a su propia interpretación del texto. Por desgracia para el esquema de Genette, Borges informa poco y se contenta con aludir a escogidas circunstancias, en virtud de las cuales el lector interesado pueda reconstruir aquello que queda por decir. Con ello, Borges contribuye a la "apropiación" del texto por parte del lector y, sin duda, en términos todavía de Genette, "a la resurrección de un género" (210).
2.1 Reconstrucción.
Genette insiste en que el prólogo autorial persigue "valoriser le texte" y en que, para logralo, es necesario valorizar el tema del mismo, ("le sujet"). Con Borges resulta posible admitir lo primero, siempre y cuando se entienda por "valorizar" el texto poner de relieve sus más altas cualidades, aquellas que lo configuran y le honran desde una perspectiva tanto estética como ética. Por el contrario, difícilmente podríamos subscribir el segundo aspecto de la consideración de Genette, ya que, como veíamos, la (des)valorización de un texto no depende de su qué, du su "sujet", el cual Borges no discute, sino de su cómo. Borges aun advierte del riesgo de banal redundancia monótona que corre el prólogo cuando se entozudece en destacar la gloria temática de su objeto, y no la metodológica, la figurativa, la estructural: la poética.
En cualquier caso, el "Prólogo" se hace eco explícito de sí mismo, de su título, "Prólogo de prólogos", comentado ahí por Borges, no tanto con motivo de una justificación, para poner en claro que en él no se esconde ningún interés específico ni extraordinario, dado que "trátase llanamente de una página que anteceda a los dispersos prólogos elegidos por Torres Agüero Editor...", como por modestia, o, mejor, por coqueta modestia - rasgos que el mismo Genette destaca en la obra de Borges (190, 216), y para prevenirse de antemano (192), o sea, para auto-justificarse.
Borges se ocupa asimismo en el "Prólogo" de la génesis del conjunto de prólogos que aquel precede, del cuerpo textual. En un nuevo guiño crítico, de-constructivo, dirigido hacia la tradición literaria, cultural y lingüística, oficial y oficiosa, consciente de la necesidad de "dejar de ser españoles" para dar con las propias "raíces históricas", Borges cuestiona su horizonte de influencias, la referencia histórica de su propia creación y la de tantos otros con quien se ha sabido compartiendo el deber de fundar "una tradición que fuera distinta". La renovada tradición literaria por la que clama Borges se resiente también en lo que concierne a la naturaleza del prólogo, que debe ser revisada y aireadas sus "raíces", históricas o de otra índole. Y de esta revisión, de esta re-fundamentación es también muestra el "Prólogo", forjado en cierta medida a la luz de un "libro de ensayos de cuyo nombre no quiero acordarme" - ya que, sin duda, no es relevante -, firmado por Valéry-Larbaud, a quien Borges reconoce haber leído en 1926 porque un amigo suyo había alabado "la variedad de sus temas, que juzgo propia de un autor sudamericano".
Precisamente a raíz de dicha alabanza, la alabanza de la diversidad, se adivina la primera corrección clave a la receta de Genette para "valorar" el texto o, cuanto menos, uno de sus ingredientes fundamentales, a saber, la "unidad". Ajeno a la preocupación de Genette por la contingencia, el "Prólogo" de Borges establece la diversidad como criterio unificador.
Escribía Genette que "le recueil d"éssais ou d"études est sans doute le genre qu’appelle le plus fortement la préface unificatrice, parce qu"il est souvent le plus marqué par la diversité de ses objets, et en même temps le plus désireux, par une sorte de point d’honneur théorique, de la dénier ou de la compenser" (188). Ahora bien, el pundonor borgiano no es, al menos de manera explícita, "teórico", sistemático, sino poético. Por eso Borges no considera ni necesario ni mucho menos deseable concebir un prólogo que, cual molde globalizador e indiferente a lo particular, haga del compendio que precede un todo homogéneo, sea este o no el caso. La cuestión de si el todo es homogéneo no atañe a la creación literaria sino a la re-creación literaria. Genette es sensible a la reconsideración a la que obliga no ya el "Prólogo" de Borges, sino sus obras, las cuales, "on le sait, sont des recueils" (190), y constata que a la "valorisation presque universelle de l’unité [es menester oponer] un thème inverse de valorisation de la diversité" (189). Borges, continua Genette, incluso "souligne la diversité (...) pour se’n excuser (...) ou pour la reivindiquer" (190). Y, podríamos añadir matizando esta afirmación, Borges alaba en el "Prólogo" la diversidad, comprometiéndose con ella hasta el punto de justificarla histórica y literariamente y hacer de ella género.
En paralelo, Borges advierte al lector en el "Prólogo" del contexto de su texto - en términos de Genette -; pero su talante es tan "esquive" (213), la "préterition" tan subtil, y el escondite de la llave interpretativa tan discreto, que sólo una lectura atrevida y no menos forzada acaba dando con ella. Aventuremos que lo logramos, que encontramos la llave y que el contexto del texto del "Prólogo" de Borges, el leitmotif que revela su sentido - o, cuanto menos, uno de ellos - es el - anticipado y por Borges preciado - contexto de la crítica y de la teoría literarias, el contexto de los textos que "enuncian y razonan una estética". Borges insiste condescendiente: "El prólogo (...) no es una forma subalterna del brindis; es una especie lateral de la crítica".
2.2 ‘Resurrección’.
Hemos visto que el primer objetivo del impulso crítico a reseguir en el "Prólogo" de Borges es la tradición y, en particular, la tradición literaria. Una crítica que cuestiona, por añadidura, el carácter unificador del prólogo. Enunciar y razonar una estética también tiene no sólo el motor, en dicho impulso, sino también su fundamento. Parece, pues, que la principal función (o funciones) del "Prólogo" según Borges, que no según Genette, atañe al ámbito de la creación, al prologar mismo.
Si logra cumplir con su función crítica, al prólogo le es dado, en una suerte de reflejo teórico y poético a la vez, tratar del prólogo "comme genre". No obstante, el prólogo no ofrece "definiciones genéricas", como sugería Genette, sino que, de nuevo forjando su propio molde, aludiendo a previas y diversas deficiencias en otras definiciones, ofrece la suya propia: su (re)definición.
Es entonces cuando el prólogo deviene "autologique: préface sur les préfaces" (218). Sólo entonces el prólogo es "Prólogo de prólogos", un "prólogo, digamos, elevado a la segunda potencia", en tanto en cuanto además de dar cabida a la relación entre el lector (-escritor) y su objeto (texto), traza las líneas directrices que la reinstauración de dicha relación entre el lector (-escritor) y su objeto (texto) debería considerar sus parámetros.
La relación que el prólogo ofrece al lector-escritor revela un deseo fundamentalmente lúdico y es menester, por ello, así lo sugiere Borges, que se establezca en términos ingeniosos, divertidos, engañosos, acogedores y placentereos, ya que sus "tramas deberían ser de aquellas que nuestra mente acepta y anhela". La primordial labor del prólogo, pues, no es informar, como veíamos, sino seducir. Por ello, cualquier tipo de gesto documental - "citas", "argumentos" -, así como de articulación cabal y lógicamente encajada es ahí, en consecuencia, engorrosa y ajena.
De nuevo Borges alude, ahora a la manera del prologar, indicando ya con lo primero, a saber, con la alusión, la forma idónea de lo segundo. Con ello, la principal contribución del "Prólogo", y que se sigue de "enunciarse" genéricamente, es la de fijar de manera indirecta, diciéndose a sí mismo, su ideal poético, el cómo de su decir. Con ello, lo anotábamos con anterioridad, el centro de gravedad teórico del prólogo se desplaza significativamente en la lectura de Borges con respecto a la lectura de Genette, que se complacía con determinar sus "qué" y "por qué". Por mor de su sugerencia, que, como veíamos, aboga por la seducción del lector-escritor, por un "indulgente diálogo", Borges instituye con el "Prólogo" el topos genérico en el que criterios estéticos y éticos se implican y determinan mútuamente en un cómo sui generis de la experiencia estética.
En efecto, en tanto que entidad crítica, el prólogo parece estar sujeto a sendos compromisos, estético y ético que, según Borges y su "Prólogo de prólogos", paradigma por lo demás a seguir, deben ser contraídos. Luego en última instancia, a la pregunta por los restos del prólogo en el "Prólogo de prólogos" de Borges, cabe dar respuesta como sigue. En tanto que entidad crítica que se propone la re-creación del objeto o texto al que precede, no tanto por su parte como por parte del lector de ambos, el prólogo se pliega a la diversidad que tanto al objeto como a la tarea de re-creación misma les es intrínseca, abogando en fin por ella como único criterio homogeneizador legítimo. La heterogeneidad, la ambigüedad - "nunca sabe si es un pobre sujeto que suena ser un paladín..." -, y la revisión hospitalaria, incesante y honesta, son y deben ser los únicos factores de coesión del prologar. Asimismo, en tanto que entidad crítica que solicita una determinada manera para el re-crear que se propone, la alusión, un cómo del prologar no autoritario, el prólogo aboga por la rica flexibilidad de la imaginación y de la retórica más gentil, las cuales han de acompañar al lector, como Carlyle "en su Sartor Resartus" -entre otros- acompaña a Borges, hasta hacerse cargo de la tarea "más original y mejor" que el prólogo generosamente le cede.
|
© Begonya Saez Tajafuerce 2000
Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid
El URL de este documento es http://www.ucm.es/info/especulo/numero14/bor_prol.html
0 Comentarios