El Manifiesto Onlife: Ser humano en la era de la hiperconexión
Redacción Revista Comunicación | 29 noviembre 2019 DOCUMENTO Hiperconexión, Internet, Redes Sociales, Sociedad Red, Tecnología, Tecnologías de Información y Comunicación
AUTOR: Unión Europea
Este manifiesto tiene la ambición de abrir un debate sobre los efectos de la era informacional en los espacios públicos, la política y las expectativas sociales que de ella derivan en el marco de la Agenda Europea digital. El Manifiesto aspira a abrir una reflexión sobre un mundo hiperconectado y cómo él determina los marcos referenciales en los que se mueven las más diversas activiades del ser humano
Prefacio
La difusión de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) y su penetración en la sociedad afectan profundamente a la condición humana en la medida en que modifican la relación con nosotros mismos, con los demás y con el mundo en general. La incesante expansión de las TIC socava los marcos de referencia tradicionales por medio de las siguientes transformaciones:
a. El desvanecimiento de los límites entre lo real y lo virtual;
b. El desvanecimiento de los límites entre ser humano, máquina y naturaleza;
c. El paso de la escasez a la sobreabundancia informativa;
d. La transición del primado de las cosas al primado de la interacción.
La mente humana asimila el mundo por medio de conceptos: la percepción viene necesariamente mediada por conceptos, como si fueran las interfaces a través de las cuales la realidad es vista e interpretada. Los conceptos aportan una comprensión de la realidad circundante y un instrumento para aprehenderla. Sin embargo, el actual armazón conceptual no es el adecuado para afrontar los nuevos desafíos que acompañan el advenimiento de las TIC generando una expectativa negativa sobre el futuro: tememos y rechazamos todo aquello a lo que no podemos dar sentido ni significado.
Para analizar las razones de esta inadecuación y explorar otras posibles conceptualizaciones, un grupo de universitarios expertos en antropología, ciencias cognitivas, informática, ingeniería, derecho, neurociencias, filosofía, ciencias políticas, psicología y sociología han lanzado la iniciativa Onlife, un ejercicio de pensamiento colectivo sobre las consecuencias de estos cambios en el plano político. Este ejercicio de reingenierización de los conceptos tiene como objetivo alimentar la reflexión sobre los cambios que advienen y afrontar el futuro con una mayor confianza. Este manifiesto tiene la ambición de abrir un debate sobre los efectos de la era informacional en los espacios públicos, la política y las expectativas sociales que de ella derivan en el marco de la Agenda Europea digital. Y desde una perspectiva a más largo plazo este Manifiesto3 aspira a fomentar una reflexión sobre la manera en que un mundo hiperconectado llama a repensar los marcos referenciales que alimentan la política.
El manifiesto. La modernidad, ¿un capítulo cerrado?
Ideas que impiden a la política afrontar los desafíos de la era de la hiperconexión
1.1 La filosofía y las ciencias humanas han desafiado y revisado, desde hace mucho, algunas de las asunciones fundacionales de la modernidad. Sin embargo, los conceptos políticos, sociales, legales, científicos y económicos y las correlativas narrativas subyacentes a la forma de ejercer la política siguen estando profundamente ancladas en cuestionables supuestos de la modernidad. La modernidad ha sido en todo caso una aventura magnífica que ha dado frutos de gran calidad en todos los aspectos de la vida. Tiene igualmente su contraparte. Independientemente de estos debates, es nuestra opinión que las constricciones y oportunidades de la era informacional desafían profundamente algunas asunciones modernas.
1.2 La modernidad ha suscitado tensiones entre el hombre y la naturaleza, caracterizadas por el deseo humano de descubrir los secretos de la naturaleza, al tiempo que la consideraba como una reserva pasiva e inagotable. El progreso ha sido la utopía principal, asociado al logro de una posición 4 omnisciente y omnipotente. Los avances en el conocimiento científico (termodinámica, electromagnetismo, química, fisiología…) han dado lugar a innumerables artefactos en todos los dominios de la existencia. Pero a pesar de la profunda imbricación de los artefactos con la naturaleza, seguimos asumiendo una clara delimitación entre ambos espacios. El desarrollo y difusión de las TIC han contribuido enormemente a erosionar esta separación, hasta el extremo de que continuar utilizándola como si todavía fuera operacional es ilusorio y contraproductivo.
1.3 La racionalidad y la razón desencarnada fueron en la modernidad los atributos específicos del ser humano que permitían distinguirlo de los animales. Como resultado, la ética se convirtió en una cuestión de sujetos autónomos desencarnados y racionales, más bien que un asunto de seres sociales. Más allá, los efectos producidos por los artefactos tecnológicos eran imputados a su diseñador, productor, vendedor o usuario. Las TIC ponen en cuestión estas hipótesis resaltando la noción de responsabilidad distribuida.
1.4 Por último, las cosmovisiones modernas y las organizaciones políticas fueron impregnadas de metáforas mecánicas: fuerzas, causalidades y, sobre todo, la importancia primordial del control. Los patrones jerárquicos eran modelos clave para el orden social. Las organizaciones políticas estuvieron representadas por Estados occidentales, ejerciendo poderes soberanos en su territorio. Dentro de esos Estados, los poderes ejecutivo, legislativo y judicial estaban pensados para equilibrarse entre sí y proteger contra el riesgo de abuso de poder. Al permitir a los sistemas multiagente y la apertura de nuevas posibilidades para la democracia directa, las TIC desestabilizan y exigen repensar las visiones del mundo y las metáforas subyacentes en las estructuras políticas modernas.
Entre Frankestein y Gran Hermano. Temores y riesgos en una era hiperconectada
2.1 Es significativo que la duda cartesiana y demás sospechas sobre la percepción sensorial entraña una dependencia creciente hacia el control en todas sus formas. En la modernidad, el saber y el poder están profundamente conectados al establecimiento y al mantenimiento del control. El control es al mismo tiempo buscado y rechazado. Los temores y riesgos pueden ser además percibidos en términos de control: demasiado, en detrimento de la libertad, o ninguno, en detrimento de la seguridad y estabilidad. Paradójicamente, en esta época de crisis económica, financiera, social, política y del medio ambiente, es difícil determinar quién controla qué, y en qué grado. Las responsabilidades son difíciles de atribuir de manera clara y de asumir sin ambigüedad. La distribución y reparto de estas responsabilidades puede ser entonces falsamente percibido como una licencia para actuar irresponsablemente; estas condiciones pueden llevar además a los líderes políticos y empresariales a posponer las decisiones complicadas y a generar así una pérdida de confianza.
2.2 Experimentar la libertad, la igualdad y la alteridad en las esferas públicas se convierte en problemático en un contexto cada vez más mediado por identidades e interacciones calculadas tales como perfiles, publicidad dirigida, o discriminación de precios. La calidad de los sectores públicos es aún más mermada por el aumento del control social a través de la vigilancia mutua o lateral (souveillance), que no es necesariamente mejor que el “gran hermano”, como muestra el ciberbullying cada vez más.
2.3 La abundancia de información puede resultar en una sobrecarga cognitiva, distracción y amnesia (el presente olvidadizo). Nuevas formas de vulnerabilidades sistémicas se derivan de la creciente dependencia hacia las infraestructuras informacionales. Los juegos de poder en las esferas en línea pueden acarrear consecuencias indeseables, incluyendo el desempoderamiento de la gente, a través de la manipulación de datos. La repartición del poder y la responsabilidad entre autoridades públicas, corporaciones y ciudadanos debe estar equilibrado de una manera más justa.
¡El dualismo ha muerto! ¡Larga vida a las dualidades! Afrontando los desafíos
3.1 A través de nuestro esfuerzo colectivo, una pregunta no ha dejado de surgir: ¿qué significa ser humano en la era de la hiperconectividad? Y aunque esta cuestión fundamental no tiene una respuesta definitiva, el simple hecho de hacérnosla se muestra útil para abordar los desafíos de nuestra época. Pensamos que el mejor modo de manejar estos desafíos es primando las dualidades más que las dicotomías contrapuestas.
Control y complejidad
3.2 En el mundo onlife, los artefactos han dejado de ser simples máquinas operando de acuerdo a instrucciones humanas. Pueden cambiar de estado de manera autónoma apoyándose en la crecientemente ingente cantidad de datos, cuya accesibilidad y explotación son facilitadas por la explosión y omnipresencia de las TIC. Los datos son grabados, guardados, procesados y reintroducidos en todo tipo de máquinas, aplicaciones y dispositivos de maneras inéditas, creando ilimitadas posibilidades para entornos adaptados y personalizados. Filtros de todo tipo continúan sin embargo erosionando la ilusión de una percepción objetiva y no sesgada de la realidad, mientras que al mismo tiempo abren nuevos espacios para las interacciones humanas y nuevas prácticas cognitivas.
3.3 Luego es precisamente en el momento en que la omnisciencia/omnipotencia podría ser percibida como accesible que deviene evidente su carácter quimérico, o al menos su inalcanzabilidad. Pues el hecho de que el entorno esté impregnado de procesos y de flujos de información no lo transforma automáticamente en omnisciente/omnipotente. Más bien reclama nuevas formas de pensamiento y de acción a múltiples niveles, especialmente en relación a las problemáticas de la propiedad, la responsabilidad, la vida privada y la autodeterminación.
3.4 Hasta cierto punto, la complejidad puede verse como otro nombre para la contingencia. Lejos de renunciar a la responsabilidad en sistemas complejos, creemos que es necesario volver a evaluar las nociones recibidas sobre responsabilidad individual y colectiva. La complejidad y el entrecruzamiento de artefactos y de seres humanos nos invita a repensar la noción de responsabilidad sobre tales sistemas distribuidos socio-técnicos.
3.5 La distinción clásica operada por Hayek entre kósmos y táxis, es decir, entre evolución y construcción, traza una línea de demarcación entre los órdenes espontáneo (supuestamente natural) y de normatividad humana (política y tecnológica). Hoy los artefactos, tomados en su conjunto y en tanto han escapado al control del hombre, aun siendo producidos por él, pueden ser explicados por esas mismas metáforas biológicas y evolucionistas. La pérdida de control resultante no es necesariamente dramática. Las tentativas ejercidas para retomar el control de manera compulsiva e irreflexiva son, sin embargo, ilusas y están destinadas al fracaso. Por eso, la complejidad de las interacciones y la densidad de los flujos de información no pueden ser reducidos a la sola táxis. Y eso porque, en la medida en que diferentes agentes intervienen en estos sistemas socio-técnicos emergentes, es necesario aprender a distinguir lo que puede ser considerado como kósmos, es decir, un entorno que sigue su propio modelo evolutivo, y lo que puede ser considerado como táxis, es decir, que depende de una construcción que responde efectivamente a las intenciones y/o finalidades humanas.
Público y privado
3.6 La distinción entre público y privado ha sido a menudo entendida en términos espaciales y de oposición: la casa opuesta a la plaza, la empresa privada a la institución pública, la colección privada a la biblioteca pública, y así. Sin embargo,
el desarrollo de las TIC ha acelerado la erosión de esta distinción en la medida en que se expresa en esos términos. Internet es una extensión importante del espacio público, al tiempo que es explotado y detentado por actores privados. Las nociones de lo público fragmentado, del tercer espacio y de los bienes comunes, y el papel cada vez más importante acordado al uso en detrimento de la propiedad, son otros tantos elementos que ponen en cuestión nuestra percepción actual de la distinción público-privado.
3.7 Sin embargo, consideramos esta distinción entre público y privado más pertinente que nunca. Hoy la noción de privado va asociada a la intimidad, a la autonomía y a la discreción, en tanto que el dominio de lo público es percibido como el espacio de la exposición, de la transparencia y de la responsabilidad. Se podría pensar por tanto que el deber y el control articulan la esfera pública mientras que la libertad rige en la esfera privada. Tal percepción de las cosas nos impide apreciar las desventajas de lo privado y las posibilidades de lo público, las cuales son igualmente constitutivas de una buena vida.
3.8 Creemos que todos tenemos necesidad tanto sea de protección como de exposición pública. La esfera pública debería así promover distintos modos de interacción tanto como compromisos para proteger la opacidad del yo, la necesidad de la autoexpresión, una experiencia de la propia identidad, la posibilidad de reinventarse, tanto como un derecho voluntario al olvido.
Propuestas al servicio de mejoras políticas. Cambios conceptuales con consecuencias relevantes para una buena gobernanza onlife
El yo relacional
4.1 Una de las paradojas de la modernidad reside en las dos representaciones contradictorias que del yo propone. Por una parte, en la esfera política, el yo es establecido como libre, y “libre” a menudo es entendido como autónomo, desencarnado, racional, bien informado y desconectado: un yo individual y atómico. Por otro lado, en términos científicos, el yo aparece como un objeto de investigación entre otros, y, de esta manera, es considerado plenamente analizable y previsible. Esta forma de saber, interesándose más en las causas y factores incitantes o disuasorios desde una perspectiva instrumental, tiende frecuentemente a controlar e influir en los comportamientos, tanto individuales como colectivos. Se da desde ese momento una oscilación constante entre, por un lado, la representación política del yo en tanto que sujeto racional, desencarnado, autónomo y desconectado, y, por otro lado, la representación científica de ese
mismo yo en tanto que heterónomo, resultado de contextos multifactoriales totalmente explicables por las distintas disciplinas científicas (sociales, naturales y tecnológicas).
.4.2 Creemos que es el momento de afirmar, en términos políticos, que nuestro yo es a la vez libre y social, es decir, que la libertad no es vacía sino que existe en un espacio de oportunidades y constricciones: si procede de la libertad, nuestro yo deriva igualmente de las relaciones e interacciones establecidas con otros yoes, lo mismo que con los artefactos tecnológicos y con el resto de la naturaleza. En esta medida, los seres humanos se benefician de “una libertad dotada de una cierta elasticidad”, por tomar prestada una metáfora económica. La naturaleza contextual de la libertad humana da cuenta así tanto del carácter social de la existencia humana como del carácter abierto del comportamiento humano, los cuales permanecen, hasta cierto punto, obstinadamente imprevisibles. La elaboración de las políticas en el espíritu de la experiencia onlife suponen por lo tanto el rechazo de la hipótesis de un sí-racional y desencarnado para esforzarnos más bien en establecer una concepción política del yo como intrínsecamente libre y relacional.
Hacia una sociedad digitalmente competente
4.3 La utopía de la omnisciencia y de la omnipotencia entraña a menudo un comportamiento instrumental en relación a los demás y una compulsión a transgredir las fronteras y los límites. Estos dos tipos de comportamiento son serios obstáculos para pensar y experimentar las esferas públicas bajo el ángulo de la pluralidad, en la medida en que los demás no pueden ser reducidos a un simple instrumento, requiriéndose más bien el autocontrol y el respeto. Las políticas deben construirse sobre la base de un examen crítico de cómo los asuntos humanos y las estructuras políticas están profundamente mediadas por las tecnologías. Asumir nuestra responsabilidad en una realidad hiperconectada supone aceptar que nuestras acciones, percepciones, intenciones, nuestra moralidad y corporeidad, en suma, son modeladas por las tecnologías en general y por las TIC en particular. El desarrollo de una relación crítica con las tecnologías no debería por lo tanto tender al establecimiento de un espacio transcendental más allá de estas mediaciones, sino a una comprensión inmanente del modo en que las tecnologías nos modelan como seres humanos, al tiempo que nosotros, seres humanos, modelamos críticamente las tecnologías.
4.4 Hemos encontrado útil pensar en reevaluar estas nociones recibidas y desarrollar nuevas formas de prácticas e interacciones in situ en la siguiente frase: “construir la balsa mientras se nada”.
Protección de nuestras capacidades atencionales
4.5 La abundancia de información, incluidos los desarrollos del llamado big data, provoca importantes cambios en términos conceptuales y prácticos. Anteriormente, las nociones de racionalidad asumían que la acumulación de información y conocimiento duramente adquirido conduciría a una mejor comprensión y, por lo tanto, a un mayor control. El ideal enciclopédico sigue vigente, y el foco sigue siendo adaptar nuestras capacidades cognitivas expandiéndolas con la esperanza de seguir al paso de una creciente infoesfera. Pero esta expansión sin límites está deviniendo cada vez más con menos significado y eficacia para describir nuestra experiencia cotidiana.
4.6 Creemos que las sociedades deben proteger, alimentar y cuidar las capacidades atencionales del ser humano. Eso no significa por otra parte renunciar a la búsqueda de mejoras, que será siempre útil. Afirmamos, más bien, que las capacidades atencionales constituyen un bien limitado, precioso y raro. En la economía digital, la atención es contemplada como un bien o intercambiable comercialmente o canalizable en los procesos productivos. Esta aproximación instrumental de la atención cercena, sin embargo, su dimensión social y política, es decir, el hecho de que la capacidad y el derecho de centrar nuestra propia atención son las condiciones fundamentales e indispensables para la autonomía, la responsabilidad, la reflexión, la pluralidad, el compromiso y la búsqueda de sentido. Igualmente que los órganos humanos no deben ser intercambiados en el mercado, nuestras capacidades atencionales merecen ser protegidas. El respeto de la atención debería ir asociado a los derechos humanos igual que la protección de la vida privada y la integridad física, pues la capacidad atencional constituye un elemento inherente al sí-relacional dado el papel que juega en el desarrollo del lenguaje, de la empatía y de la colaboración. Creemos que más allá de ayudar a elegir de manera informada, los parámetros por defecto y otros aspectos proyectados de nuestras tecnologías deben proteger y respetar las capacidades atencionales.
4.7 En resumidas cuentas, afirmamos que en tanto que atributo inherente al ser humano, del cual depende el desarrollo de las interacciones humanas y la capacidad de implicarse significativamente en el marco de la experiencia onlife, la atención propiamente dicha debería beneficiarse de una mayor atención colectiva.
El manifiesto es solo un comienzo…
Traducción al español realizada de manera colectiva y en línea los días 12 y 13 de agosto de 2015. Versión original: https://ec.europa.eu/digitaldagenda/sites/digitald agenda/files/Manifesto.pdf
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