En los ensayos de "Fuera de la ley", Mailer aborda sus pasiones y obsesiones

Fuera de la ley. Los mejores ensayos" es el genérico con el cual se bautiza esta colección de textos del escritor estadounidense Norman Mailer -publicados en revistas, o incluso como libro-, en una precisa traducción de Elvio Gandolfo, y prologados por el también escritor americano Jonathan Lethem.

Por Pablo E. Chacón

El libro, publicado por Emecé, hace honor a la asombrosa capacidad del autor para multiplicar palabras, ideas y conceptos sobre casi todos los objetos culturales de su tiempo, sin resignar nada de su acidez y muchas veces, de su falta de cortesía


Mailer nació en 1923 y murió en 2007. Es autor de al menos un par de novelas magistrales ("Los desnudos y los muertos", "Los hombres duros no bailan") y de crónicas como "Los ejércitos de la noche" y "El negro blanco", entre otras.

Pero como recuerda Lethem, esta suerte de animal literario no sólo participó de ese mundo sino que también lo hizo en la política, el activismo, el panfleto, la discusión pública, la crítica y de la invención, a su pesar o no, del llamado "Nuevo periodismo" -del cual participaron Tom Wolfe, Hunter S. Thompson y Truman Capote.

Estas páginas van desde 1948, cuando "Los desnudos…" lo convirtió, de un día para el otro, en una celebridad, recién llegado de la guerra, hasta artículos de sus últimos años. Y con el agregado de un inédito, sobre Sigmund Freud, de 1950.

A Mailer, que era un polemista feroz, le costó muchas páginas y mucho trabajo superar no sólo el éxito de su primera novela sino también la calidad de la misma. Habrá que decir que también era particularmente ingenioso a la hora de responder reportajes o de escribir sobre sí mismo.

Eso si es que alguna vez escribió sobre otra cosa que no fuera él, o sobre autores con los que se enfrentaba para medir su competencia, Ernest Hemingway en particular, pero también William Faulkner, Francis Scott Fitzgerald, Henry Miller, Capote, por supuesto, y más tarde, el Bret Easton Elllis de "American Psycho" y el Jonathan Franzen de "Las correcciones".

El suicidio de Hemingway, su condición de judío (de judío de la Costa Este norteamericana), los talentos diversos de James Dean y de Marlon Brando, el encanto sobrio, profundo, de Jackie Kennedy, el cine de Bernardo Bertolucci, las drogas, la homosexualidad, Vietnam, el feminismo, todas esas cuestiones son abordadas y vueltas a discutir en este libro.

El tono siempre es un tanto sardónico, patotero, vengativo, resentido, honesto. Así se explaya sobre las operaciones bélicas de su país en Afganistán y en Irak, también sobre la pena de muerte, con la que está de acuerdo en ciertos casos, sobre el Poder Negro y la figura de Malcolm X. Así también sobre la práctica del box y su ejemplo y numen, Cassius Clay.

En competencia, casi siempre, escribe un ensayo donde le aconseja al entonces presidente Richard Nixon que considere, para los negros, "soluciones negras", si no quiere verse envuelto, en algún momento, con algo más que disturbios. Y lo que hubiera hecho él si ganaba la alcaldía de Nueva York, por la que se presentó a principios de los 70.

Pero quizá Mailer no haya sido nunca tan Mailer como en "Advertencias a mí mismo", un librito del cual en este volumen se recuperan fragmentos, donde habla sobre la megalomanía, los editores, la marihuana, la sexualidad femenina y el matrimonio (el hombre se casó seis veces).

Podrá precisarse entonces que el autor de "La canción del verdugo" era un hombre de una inteligencia desmañada pero indudable, y que sus respuestas, polémicas en todos los momentos, no sólo no son tópicos sino desarrollos casi contraculturales sobre la marcha, capacidad que muchos de los escritores de su generación no cultivaron ni apreciaron.


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