Redacción
Sonó por primera vez en España en 1968, pero menos de un año después ya había sido terminantemente prohibida por el gobierno de Francisco Franco.
Eso, sin embargo, no hizo sino aumentar la popularidad de L'estaca, la canción antifranquista de Lluis Llach que más de 50 años después también se está haciendo escuchar en las protestas en Bielorrusia.
Y ese no es, ni mucho menos, el único levantamiento popular que durante el último medio siglo ha hecho suyo el llamado a la rebelión del cantautor catalán.
"Es curioso que, con el tiempo, esta canción se ha cantado en varios países y en varios idiomas, siempre como símbolo de rebeldía de los pueblos", destaca el propio Llach en un libro publicado en 2007.
"Lo más raro y lo más bonito que me ha pasado con ella ocurrió a mediados de los años 90, durante un viaje que hice a Polonia. Casi todo el mundo allí pensaba que L'estaca era una canción popular polaca, porque el sindicato de Lech Walesa, Solidaridad, utilizó durante los años 80 una adaptación que de ella hizo Jacek Kaczmarski, a la que tituló Mury", cuenta el cantautor en "Lluis Llach: siempre más lejos", de Omar Jurado y Juan Miguel Morales.
L'estaca también se volvería protagonista de la Primavera Árabe en la versión de Yasser Jeradi y Lakadjina titulada Dima Dima, todo un himno de la revolución tunecina que encendió la mecha de aquella ola de protestas.
Y mucho antes de popularizarse en Bielorrusia -donde antes de las polémicas elecciones una traducción de la versión polaca ya era entonada en los mítines de la candidata opositora Svetlana Tijanóvskaya- otra versión en ruso -más fiel a la letra original, del grupo Arkadiy Kots- también había hecho parte de la banda sonora de las protestas en contra del encarcelamiento del colectivo punk Pussy Riot, entre otros ejemplos.
De hecho, aunque el mismo Llach ha descrito a L'estaca como "una canción de izquierdas y anticapitalista", su discurso libertario le ha valido asociaciones con todo tipo de reivindicaciones, incluyendo el independentismo catalán, del que Llach es partidario.
En español, por ejemplo, una de las versiones más populares en español es la del grupo cubano "Porno para Ricardo" que ha popularizado "La estaca"en círculos disidentes cubanos y venezolanos.
Y en 2012, el mismo Llach desautorizó su uso por parte de la Policía Nacional española, que la entonaba durante marchas en reclamos de mejoras salariales y laborales.
"Por aquellos días había en Barcelona una reunión de jefes de Estado y la policía iba por la tarde a pegar a los grupos antiglobalización, y después cantaba L'estaca. Les negué mi permiso intelectual y mis derechos de autor, para que no la vuelvan a utilizar jamás", explicó el cantautor en un reportaje sobre la canción publicado en 2017 en el periódico El Español.
"Yo no puedo prohibir que la canten, pero como autor les desautoricé. Hombre, que cante L'estaca un cuerpo represivo…", dijo.
Lo que dice L'estaca
Compuesta en idioma catalán -lo que ya de por sí representaba un acto de disidencia en la España franquista-, L'estaca toma la forma de un diálogo inspirado en conversaciones con el abuelo de un amigo de Llach.
"¿No ves la estaca a la que estamos todos atados? Si no conseguimos liberarnos de ella, nunca podremos andar", le dice al cantante "el viejo Siset".
"Si tiramos fuerte, la haremos caer. Ya no puede durar mucho tiempo. Seguro que cae, cae, cae, pues debe estar ya bien podrida. Si yo tiro fuerte por aquí, y tú tiras fuerte por allí, seguro que cae, cae, cae, y podremos liberarnos", le promete.
"¡Pero, ha pasado tanto tiempo así! Las manos se me están desollando, y en cuanto abandono un instante, se hace más gruesa y más grande", se lamenta el cantante.
"Ya sé que está podrida, pero es que, Siset, pesa tanto, que a veces me abandonan las fuerzas. Repíteme tu canción", le pide entonces, para no dejar de luchar.
Y al final de la canción, el cantante cuenta que con el viejo Siset ya desaparecido -"se lo llevó un mal viento, él sabe hacia donde"- él continúa bajo el mismo portal, "y cuando pasan los nuevos muchachos, alzo la voz para cantar el último canto que él me enseñó".
"Si tiramos fuerte, la haremos caer. Ya no puede durar mucho tiempo. Seguro que cae, cae, cae, pues debe estar ya bien podrida", insiste Llach.
Estacas y muros
Esta poderosa promesa explica por qué L'estaca se ha convertido en el himno de tantos levantamientos populares y se sigue haciendo oír con tanta fuerza como aquel 13 de diciembre de 1969, cuando durante su primer concierto en el Palau de la Música de Barcelona, Llach informó que le habían prohibido su interpretación.
Para evadir la censura, el cantautor -que tiene 72 años- interpretó una versión instrumental y el público asistente, de pie, se encargó de poner la voz.
Y desde entonces no ha dejado de sonar, aunque las palabras a menudo cambian con los idiomas.
En la versión tunecina Dima, dima ("Siempre, siempre"), por ejemplo, en el coro la canción promete que "Volveré siempre, siempre, siempre; aunque el camino esté repleto de espinas, aunque los días me lleven a otro sitio. Volveré a ti siempre, siempre, siempre, y regaré tu campo con mis lágrimas".
"Arráncale a los muros las rejas dentadas. Parte las cadenas, rompe el látigo. ¡Y los muros caerán, caerán, caerán! Y sepultarán el viejo mundo", dice por su parte el coro de la versión polaca, titulada precisamente "Muros".
Y eso es lo que también cantan los manifestantes que desde hace varios días piden el fin de más de 25 años de gobierno de Alexander Lukashenko en Bielorrusia.
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