EL CIBERACTIVISMO EN LAS REVOLUCIONES POSMODERNAS

 

EL CIBERACTIVISMO EN LAS REVOLUCIONES POSMODERNAS

DARÍO CORTES

Escuela Superior de Guerra de Colombia

TANNIA GARZÓN

Universidad Militar de Nueva Granada, Colombia

 

Title: Cyberactivity in Postmodern Revolutions

Resumen: Teniendo presente el contexto tecnológico en el cual gira el accionar de la sociedad global, y la influencia que la misma era digital sostiene sobre la cotidianidad humana, se puede llegar a inferir que el componente tecnológico ha alcanzado el carácter de factor influyente dentro de los fenómenos sociales, concernientes en la búsqueda de cambios sociales estructurales y que a la vez pueden producir preocupaciones y riesgos a la estabilidad de los sistemas de gobierno imperantes, para lo que se ha propuesto esta investigación con el fin de demostrar las acciones y factores que materializan los hechos anteriormente expuestos.


Para citar este artículo/To cite this article: Darío Cortes y Tannia Garzón, “El ciberactivismo en las revoluciones posmodernas”, Revista de Estudios en Seguridad Internacional, Vol. 3, No. 1 (2017), pp. 103-125. DOI: http://dx.doi.org/10.18847/1.5.6

 

Introducción

El siguiente documento, proviene de una iniciativa propuesta como complemento a la línea de investigación manejada dentro de la Escuela Superior de Guerra denominada “Mutación de las Revoluciones”, en el cual se propone un esquema que determina la relación entre el amplio mundo ciberespacial y el activismo, y como en la postmodernidad se da el ambiente propicio para desatar una revolución a partir de los dos elementos anteriores.

En primera instancia se hace una descripción de carácter evolutivo entorno al proceso tecnológico y digital de la era moderna donde las TIC representan y soportan el devenir de la sociedad alimentando su propio desarrollo, hasta llegar al punto de quiebre con la aparición del Internet. Desde allí se percibe una proximidad entre una nueva forma de pensar, el cambio social, y el actuar de la sociedad, generando nuevos conceptos trabajados a lo largo del documento.

Así mismo se procede a una serie de conceptualizaciones que fundamentan y enmarcan el cuerpo de esta investigación, donde el ciberactivismo como primera medida, protagoniza el eje principal de dicho documento, exigiendo un alto nivel en cuanto a contextualización y soporte teórico preciso, dando cabida a una amplia gama de expositores y expertos del tema, reconociendo así una proximidad más contundente y certera con respecto a la temática manejada, permitiendo ultimar y asemejar un concepto más propio.

Seguidamente, se da lugar a clarificar en los comienzos del protagonismo de este nuevo accionar que generan diferentes niveles de actuación o tipologías y un efecto posterior que repercute en acciones mínimas, como en escenarios de complejidad social y en la toma de decisiones de carácter individual y colectivo.

Al tener apropiación y dominio completo del concepto, se hace referencia a un especial análisis y propuesta de la incidencia del ciberactivismo en la vida cotidiana y las nuevas iniciativas a las que induce en el actuar colectivo, generando una serie de nuevos fenómenos que son identificados dentro de las maniobras de los Nuevos Movimientos Sociales, la expresión de los mismos y la motivación de un nuevo pensar dentro de las sociedades postmodernas, para lo que se identificó la existencia de diferentes pasos que dan como protagonismo al activismo y la era digital dentro de un escenario de entera postmodernidad. Entre la distinción de estas etapas se estructura lo siguiente: el ciberactivismo como generador de conciencia, el ciberactivismo como organizador, el ciberactivismo como fuente movilizadora, y el ciberactivismo como detonante insurreccional, permitiendo finalizar en una conclusión transmitida en el transcurso del documento de forma implícita, definiendo el ciberactivismo como una nueva forma de expresión revolucionaria y de incentivo  de la misma, viendo en ello un elemento crucial para la desestabilización de un Estado.

 

La evolución de las TICS al ciberactivismo

En medio de la evolución social y tecnológica, donde las TIC soportan el devenir de la sociedad, se considera de suma importancia comprender el progreso y desarrollo de estas herramientas, y como dichos elementos constituyen un nuevo fenómeno que se esparce y permea diferentes fronteras, facilitando la búsqueda de un cambio  contundente dentro de una esfera estatal. Dicha particularidad, hace referencia al término “ciberactivismo” el cual para tener plena comprensión de él, obliga a la caracterización del proceso evolutivo de los medios de comunicación y de expresión, lo que da lugar a la contextualización de su expresión más mínima hasta llegar a la más amplia, donde las TIC se consideran el primer pilar para la construcción de este nuevo fenómeno donde se dispone el espacio a la apertura de una nueva fuente de expresión en la sociedad.

Desde una visión general, las TIC son el conjunto de innovaciones tecnológicas basadas en medios con capacidad de captar información, almacenarla, elaborarla y difundirla, haciéndolas inteligibles y accesibles. Se caracteriza por su constante y oportuna evolución derivada de la necesidad del ser humano por un mayor y mejor tratamiento de la información, y a su vez de la comunicación. El conjunto de instrumentos generan un impacto significativo dentro del conjunto social, que se reduce a la constante utilización de los medios, convirtiéndose en un proceso cultural precedido de la emergente necesidad de la sociedad por acceder y hacer uso de los elementos tecnológicos y comunicativos (Parra, 2015).

Su trascendencia ha sido tal, que se empieza a destacar dentro del ámbito cultural a finales del siglo XX e inicios del siglo XXI. Se conceptualiza como las denominadas Tecnologías de la información (IT) a finales de los años 70, y alcanza su cúspide en la década de los 80 donde inicia el proceso para la afinación tecnológica en tres aspectos: la electrónica, la informática y las telecomunicaciones, involucrándolas dentro del concepto TIC (Tecnología de la Información y la Comunicación) a partir de los años 90 (ULC, 2009).

Desde la perspectiva de los docentes Duncombe y Heeks de la universidad de Manchester, las TIC se definen como:

Los procesos y productos derivados de las nuevas tecnologías (hardware, software y canales de comunicación) relacionados con el almacenamiento, el procesamiento y la transmisión digitalizados de la información, que permiten la adquisición, la producción, el tratamiento, la comunicación, el registro y la presentación de la información en forma de vos, imágenes y datos (1999: 2).

Teniendo en cuenta el modelo clásico de comunicación que se sustenta en un -emisor-canal- código- mensaje-receptor - se puede identificar diversos elementos básicos que bajo la idea de Duncombe y Heeks se pueden incluir dentro de las Tics, entre estos  destacan la prensa, la radio, la televisión, el cine y la red mundial, englobándose todos bajo un mismo patrón. Los medios de comunicación a través del desarrollo de diversos modelos y sistemas han logrado una multiplicación bastante considerable, asimismo, ha permitido la mejora en cuanto a calidad, velocidad, capacidad en la transmisión de la información y en la obtención de una cobertura cada vez más amplia (López, 2013).

Gracias al eventual desarrollo de los aspectos tecnológicos y comunicativos se ha logrado una integración tan importante, consiguiendo así, nuevas herramientas y servicios que mejoran la calidad y el funcionamiento de forma más compacta y sólida dentro de las TIC. Debido a esta unificación se ha conseguido el desarrollo de uno de los productos más revolucionarios de la época, la llegada de Internet.

Con este hecho que se da, y gracias a las bondades del computador personal, se dio la consolidación de nuevas redes informáticas y se generaron nuevos medios comunicativos, haciendo de la computadora e Internet medios masivos de comunicación. Es así como el fenómeno digital de Internet llega para irrumpir y permanecer en la mayoría de los aspectos y quehaceres de la vida de la sociedad moderna, donde situaciones tan importantes como la educación se ve seriamente influenciados por ello (López, 2013).

Durante mucho tiempo la forma de comunicación entre la sociedad se resume exclusivamente a medios masivos de comunicación entendiendo estos como “aquellos canales artificiales a través de los cuáles se transmiten mensajes que se dirigen a un receptor colectivo o social. En el proceso de comunicación de masas se traspasan las fronteras del tiempo y del espacio” (PPVJ, 2009: 1).

En un principio se pueden ejemplificar los medios masivos por la radio, la televisión, y la prensa, quienes no cumplían únicamente la función de fuente informativa sino que permitían crear un área de expresión dentro de la comunidad. Con la evolución de la tecnología y las comunicaciones aunadas a la fulminante llegada de Internet, se abre el espacio para que este integre también el conjunto de los medios masivos de comunicación. Enfatizando que ya los medios para este entonces (90s) no son exclusiva fuente de información, y por el contrario se les atañe el deber de permitir la expresión, catalogándose como los únicos instrumentos tecnológicos por los cuales la sociedad y diferentes organizaciones integradas dentro de ellas se podían manifestar. Desde este momento se busca el modo de lograr una difusión masiva de un mensaje que propaga un grupo particular de personas en su mayoría con ideologías y políticas específicas, dando lugar a lo que se conoce como nuevos movimientos sociales (en adelante: NMS) (Domínguez, 2012).

 Ante la notable evolución de la forma de comunicarse y expresarse, las nuevas tecnologías han permitido la difusión de mensajes en lugares inimaginables. En la actualidad se presenta una interconectividad entre millones de personas que tienen capacidad para relacionarse entre sí de una forma constante a través de diferentes medios, dándose de esta forma la distribución simultánea de mensajes con exposición a debates, reflexiones y nuevos aportes, creando la posibilidad de nuevas protestas y manifestaciones e incluso movilizaciones que se recogen en el término de ciberactivismo, fundamentándose en herramientas comunicativas, buscando una acción colectiva de manera pacifista dentro o fuera del espacio virtual (Leoni, 2010).

 De esta manera se demuestra el impacto que las herramientas tecnológicas presentan en la actualidad en la población a nivel general, sin embargo y de manera más activa se encuentra la población juvenil, quienes participan haciendo uso de instrumentos digitales como parte de su rutina. Su finalidad se basa en la comunicación, entretenimiento, el aprendizaje y participación dentro de acciones ciudadanas, políticas o culturales. El reflejo del cambio en la forma de expresión se evidencia en gran medida en la expansión de movimientos generados en los finales del siglo XX e inicio del siglo XXI con la pretensión de alterar algunas estructuras de poder. Dentro de esto, también cabe resaltar la influencia de los NMS que han trascendido y a la vez marcado la historia y la expresión en la sociedad. La integración de movimientos que si bien, la mayoría presentan diferencias en cuanto a su origen y su contexto social y político, se asemejan en la utilización de los medios tecnológicos y de comunicación para consolidar y organizar sus manifestaciones (González et al., 2016).

 Con la llegada y evolución de los NMS a las redes surgen nuevas formas activistas, una de las más representativas es el ciberactivismo, usada como una fuente a la búsqueda del cambio, donde algunos como el profesor David  De Ugarte lo catalogan como una estrategia donde la intención de la publicación hecha es que al ser leída sea expandida a otros (De Ugarte, 2007).

 

Ciberactivismo

Desde un marco conceptual el estudio de las nuevas tecnologías en la sociedad se soporta bajo la investigación de múltiples autores que dan cabida a una hipótesis general que se sostiene bajo el nombre de una nueva era o sociedad, caracterizada por su libre y fácil acceso a la información, generando diversos efectos e impactos dentro de la misma. La repercusión de dicha accesibilidad se resume en una marca que abarca diferentes esferas en las que se involucran significativamente la política, la económica, lo social y lo cultural, donde se reúne un conjunto de herramientas que pretenden impactar de alguna manera dichos entornos, es así como el ciberactivismo se abre campo dentro de la sociedad (Fernández, 2012).

Volviendo a Ugarte quien define el ‘ciberactivismo’ como “toda estrategia que persigue el cambio en la agenda pública mediante la difusión de un determinado mensaje y su propagación de forma verbal (boca a boca), multiplicado por los medios de comunicación y publicación electrónica personal” (De Ugarte, 2007: 85). Dentro de su concepto también afirma que existen dos formas de estrategia, la primera consiste en consolidar un eje, postular acciones propagando una idea, y por otro lado crear un debate social con cierto impacto.

Algunas de las características otorgadas a la composición del ciberactivismo se divisan en acciones tales como, la utilización de la red y la telefonía móvil como elemento fundamental, permitiendo así la reproducción masiva e instantánea de contenidos informativos. De otro lado se concibe como una forma de organización y protesta pacífica que pretende la denuncia persistente a los abusos de los derechos humanos, a su vez, es un acto colectivo que depende del impulso conseguido, es decir que, entre más lo integren, la presión y la fuerza que ejerce el movimiento es mayor, buscando adicionalmente el apoyo transfronterizo, y por ultimo da lugar al debate y la reflexión tanto individual como colectiva (Battocchio, 2014).

Para concluir con la definición de ciberactivismo, se puede apuntar que:

El ciberactivismo trata, por tanto, ante todo de difundir un mensaje valiéndose de las nuevas tecnologías aprovechando sus ventajas en cuanto a velocidad, viralidad, horizontalidad. […] Intenta hacer visibles las problemáticas que no están en la agenda pública, organizar acciones que busquen fortalecer una organización política. […] Acciones cuyo objetivo principal sea el cambio social y la participación colectiva activa. Es por ello que hoy día, Movimientos Sociales y Ciberactivismo, van de la mano (Fernández y Paniagüa, 2007: 13).

 

Tipologías del ciberactivismo

A esta nueva forma de protesta se atribuye una clasificación de tres pilares hecha por Juan Sebastián Fernández, sociólogo de la Universidad de Almería, donde se individualizan ciertos aspectos del ciberactivismo.

Dentro de la primera categoría se encuentra el activismo digital, net activismo o ciberactivismo, para este campo se refiere al uso de las herramientas digitales de manera pacífica, normal y no destructiva, tras un objetivo específico. Las actividades a aplicar dentro de este grupo son: la búsqueda de información, construcción de sitios web, divulgación de los sitios web, intercambio informativo a través de correos, el uso de la web como espacio público y para debates, integración y consolidación de grupos, planeación y coordinación de acciones (Fernández, 2012).

Dentro del segundo grupo encontramos el ‘hacktivismo’ o la denominada desobediencia civil electrónica, que básicamente es la combinación del activismo con el hacking, este incluye algunas tácticas de ‘hackeo’ en contra de algún sitio web con la finalidad de obstruir sus actividades sin consecuencias mayores, ejemplo de ello puede ser protestas web y bloqueos virtuales, bombas automatizadas de correo electrónico, intrusiones a computadoras, y virus/gusanos informáticos (Fernández, 2012).

Por último encontramos la categoría correspondiente al ciberterrorismo que se determina como la afinidad entre ciberespacio y terrorismo. Entendiendo así el ciberespacio como “un territorio multidimensional, poblado de maquinas, humanos y ciborgs, alimentado por imágenes, constituido por códigos, atravesado por flujo de signos. Un espacio no cartesiano, rizomático cuyas fronteras son interfaces, los bienes escasos, la atención y el tiempo” (Battocchio, 2014: 21). Dentro de esta categoría se incluyen aspectos de consecuencias más fuertes por medio de movilizaciones sociales y a través de las redes, el conjunto de estas acciones con incentivación política más el uso del hacking trascienden al punto de causar daños de fuertes consecuencias que incluyen desde afectación a bienes materiales hasta el atentar con la vida de las personas (Fernández, 2012).

 

Alcances ciberactivistas

Los alcances exactos del ciberactivismo son algo difíciles de establecer, puesto que hablamos de un fenómeno que trasciende sin medida, y no promete un fin cercano que de la posibilidad de determinar su repercusión puntual, sin embargo para dar respuesta a este aspecto se trabaja bajo una especulación del uso necesario de los medios digitales específicamente de carácter social, para la difusión de iniciativas que buscan un impacto en la sociedad. Desde este punto se le otorga cierto protagonismo a los medios y redes sociales que facilitan la propagación de mensajes de manera inmediata, extendiendo la información a más personas, construyendo así la base para lo que se puede consolidar como una movilización de carácter digital (Martín, 2013).

Teniendo en cuenta lo anterior, estas expresiones por medio de las redes pueden trascender a un objetivo claro que se remonta a la manifestación y forma de hacer protesta, que fácilmente puede concluir con la citación del público a la plaza a manifestar de forma presencial, por algo que ya se había exteriorizado a través de la red y que da cabida al punto máximo del ciberactivismo.

 Pero, ¿puede el ciberactivismo reemplazar las protestas? En el pasado Campus Party del 2011 en la ciudad de México, se trataron los diferentes alcances que obtiene el ciberactivismo, plantearon que simplemente el ciberactivismo es la evolución en la forma de manifestarse, ya que esta también va a mantener una posición ideológica fundamentada para la invocación de las protestas, va a facilitar los medios dentro de una movilización y permite hacer las cosas de manera diferente. Así, se sintetiza que el ciberactivismo no reemplaza una protesta, más bien antecede un conjunto de procesos que culminan en una eventual manifestación (Casanueva, 2011).

Para ello, también es necesario tener presente la evolución de las redes en los últimos 20 años y con ella la necesidad acrecentada de la sociedad por involucrarse con estas herramientas, tanto así, que se vuelve prioridad de los gobiernos enfatizar en sus proyectos, la extensión y capacidad de cobertura de las redes dentro de la población. Al incrementar la cobertura de redes se logra ampliar la participación de los ciudadanos a través de los medios digitales, que se resume a una mayor contribución de una sociedad más informada y con mayores medios para la expresión de inconformidades, originando iniciativas individuales, grupales o de sociedades que incentivan la convocatoria de una acción manifestante que impacte socialmente, dimensionándose como el foco del ciberactivismo.

 El poder que se ha conseguido con los NMS de la mano del activismo ha logrado una transformación considerable en la comunicación y un nuevo resurgir en el aspecto político para la sociedad, consiguiendo un desprendimiento de los medios tradicionales que siempre se hacían presentes, arrebatándoles a los medios masivos de difusión la hegemonía informativa y narrativa, dando espacio a un activismo comunicativo que busca una mejor y mayor forma de expresión. Es así como el efecto de la comunicación inmediata y propagada dentro de una sociedad carente de acción, información y comunicación, reacciona ante la opción de cambio. El actuar de las protestas sociales se reduce inicialmente a un encuentro tras pantallas que culmine con un acercamiento presencial trabajado por un hecho antecedido de forma tecnológica.

El ciberactivismo como ya lo habíamos nombrado, se caracteriza por incluir ideas opositoras en contra de ciertas estructuras, en su mayoría de carácter político, constituyéndose así como una acción con repercusión netamente política. Para otorgarle esta clasificación es importante definir el concepto de acción política donde según Eduardo Jorge Arnoletto la define como:

 Conjunto de actos dotados de sentido y significación política, o sea relacionado con la conquista y ejercicio del poder, para la construcción de un orden social deseable según la idea de quienes los realizan. Normalmente procura acrecentar las condiciones de seguridad y libertad para el disfrute de los valores sustantivos de la vida social (poder, respeto, rectitud, riqueza, salud, educación, habilidades, afecto) para el actor, su grupo o la sociedad en su conjunto (2007: 2).

 

Ciberactivismo y su incidencia en la política

Partiendo del contexto de una transformación de las sociedades modernas, que como consecuencia han incrementado la participación política tradicional y además han logrado nuevas formas de pronunciamiento y acción política que trascienden la militancia habitual o la participación en los procesos electorales, se busca un contexto que involucra el mundo ciber y la forma de hacer política.

Este tipo de cambios que han sido estudiados por diferentes autores como Habermas, quien indicó que esta situación en su momento podía generar “un nuevo paradigma político” donde los conflictos se llevarían a colación a través de medios muy diferentes a los convencionales, cuyos protagonistas son los ciudadanos más jóvenes, que en algunos casos cuentan con un nivel educativo y tecnológico mayor.

Gracias a Internet la ciudadanía ya no es únicamente la encargada de recibir el mensaje político, sino que tiene la posibilidad de ser el emisor, convirtiéndose en una sociedad activa, cambiando la forma de interacción entre la población y el gobierno. Así, enmarcamos un nuevo concepto denominado ‘ciberpolítica’, referido a los pronunciamientos políticos a través de las redes y medio por el cual de hace posible demostrar algunas pretensiones democráticas ya sean modernas o clásicas. En consecuencia la red promociona una democracia directa donde todos los ciudadanos pueden mantener un contacto en tiempo real en el mismo momento (Martínez, 2007).

 

Efectos del ciberactivismo y la movilización de las masas

Como primera consecuencia de la aplicación de la ciberpolítica, se logra determinar que la integración ciudadana a través de las redes denominada ‘ciberdemocracia’, es la acción de mayor incidencia dentro de este panorama.

Con una sociedad  ciberdemocratica y ciberactivista ya establecida, la utilización de Internet y los blogs para la difusión de discursos ponen a disposición de los ciudadanos herramientas que ofrecen poder y reconocimiento, proceso el cual De Ugarte lo considera como una organización en redes distribuidas de manera igualitaria, dejando la jerarquización de lado, abriendo campo a un nuevo concepto denominado ‘ciberturba’ que se asocia a las tecnologías informativas y de comunicación con finalidades políticas o sociales. De Ugarte considera que esta es una consecuencia de un proceso de disputa social llevado a cabo por los medios electrónicos, que culmina con movilizaciones en la calle. No obstante, antes del hecho de propiciar una ciberturba existe un proceso deliberativo, que no tiene mucho protagonismo para los medios de comunicación, en el sentido que ella antes de materializarse exige un proceso de ordenamiento logístico a través de las tecnologías, que inicialmente se daba por blogs como medio de conversación, pero en la actualidad se recurre a las redes sociales para tener un mayor impacto en esta fase de difusión. Las ciberturbas crean y generan la movilización desde la esfera de las redes informativas y es por ello que no se le otorga un organizador responsable (De Ugarte, 2007).

Esto demuestra que las redes y la tecnología han invadido el escenario político, influenciando de manera constante la acción de hacer política y causando efectos significativos en todos los elementos que se involucran. Es así, como la clase dirigente no puede actuar de la misma manera que en tiempos pasados, ellas deben responder a esta realidad de forma certera, ya que la sociedad no está dispuesta a soportar, por el contrario, cada vez se ve más motivada a levantarse en son de protesta. Ante este hecho, se demuestra la preocupación de la sociedad por los aspectos políticos, carácter que ausentaba en la mayoría de países latinoamericanos. Internet y las redes, han hecho que los partidos políticos pierdan el curso de la gente, abriendo una gran vacío que es reemplazado por las plataformas tecnológicas que les permiten a las personas organizarse de forma tal que puedan motivar y producir un cambio que en muchos casos los mismos políticos no pueden lograr. Acciones que solo a través de un click logran una participación activa demasiado amplia que contribuye al cambio que la sociedad busca (De Ugarte, 2007).

Con el conjunto de acciones que propone el ciberactivismo y teniendo en cuenta su finalidad, se plantean dos consecuencias importantes dentro del escenario político. La primera consiste en la esencia particular del ciberactivismo, de informar y generar opinión pública, crear conciencia y estimular a la movilización en busca de la satisfacción de intereses específicos pero sin trascender o afectar la esfera sistémica. Y una segunda que busca una transformación más profunda a la falta de respuestas de la acción anterior, que se basa en cuestionar la información, buscar la verdad, manifestar inconformidades y hacer llamado y efectuar la movilización, fomentar un desorden como forma de protesta y generar una condición social anti sistémica que incita a la revolución.

 

Ciberactivismo y revolución

Una vez abordada la revolución como una de las variables que en la posmodernidad puede derivar del ciberactivismo, cabe destacar que la revolución a la luz del análisis de los procesos sociales y del conflicto político está determinada por la lucha por el poder y el control del Estado, en el que dos bloques o fuerzas antagónicas con aspiraciones diversas producen la alineación de un sector significativo de la sociedad que contrariando las posiciones del sistema imperante produce cambios bruscos en la manera de gobernarse (De Andrés y Ruiz, 2009).

En este sentido se torna interesante determinar la forma como esta actividad social se transforma desde una simple protesta reivindicativa hacia la confrontación del sistema mediante acciones políticas de resistencia, que valiéndose de la revolución tecnológica y de las comunicaciones origina mutaciones en la manera de conducirse. Su impacto en la lucha revolucionaria se reflejará en la ampliación del escenario de agitación, la identificación y asignación del sujeto social, político y revolucionario, el lenguaje y la forma de protesta, las nuevas formas de acción política, la velocidad y amplitud en la propagación de los mensajes o consignas políticas en tiempo real y los mecanismos de convocatoria para la movilización insurreccional.

Respecto a la ampliación del escenario de agitación, la tradicional plaza pública de los centros de educación se complementará con uno nuevo conocido como el ciberespacio, donde las redes sociales sin pretender desplazar a la militancia cobra relevancia abriendo paso a la denominación del nuevo sujeto social del que evolucionara el nuevo sujeto político. Por lo tanto el ciberespacio se constituye en el espacio de libertad en donde se redimen las batallas de resistencia por la disputa del poder contra el sistema imperante, en el que se desplegarán expresiones de desobediencia civil electrónica, protestas, boicots o mítines (Vicente, 2004).

En la actualidad, el concepto “ciberrevolución” no dista mucho de las concepciones teóricas tradicionales las cuales determinaban a manera de condición el constituir un movimiento amplio, fracturar el orden político y jurídico vigente y luchar por la sustitución del orden político imperante (Villoro, 1992). Exigencias que solo podrían alcanzarse mediante la adopción de un proceso sistémico, que detalladamente de manera progresiva, ordenada y persistente aborde el discurso, la motivación, la organización, los medios, las formas de expresión, la convocatoria, y la movilización.  En síntesis se podría colegir que la ciberrevolución al igual que la teoría clásica se constituye en un medio para alcanzar objetivos políticos y sociales transformadores al mediano y largo plazo utilizando para ello las redes (Roca, 1997).

Así la “red” se ha constituido en el espacio de aventura donde la expresiones libertarias, la ruptura institucional, la igualdad y la relación horizontal, alientan el espíritu revolucionario por la emancipación de modelos preconcebidos por una sociedad que se ha limitado a una visión del mundo y en la que los nuevos movimientos sociales abanderados por las juventudes y las minorías, esgrimen alternativas de futuro.

 

El proceso ciberactivista revolucionario

Para poder comprender acertadamente que los eventos no responden a situaciones espontáneas, sino que se llevan a cabo bajo un planteamiento teórico consecutivo, se le da mención a la proposición del siguiente proceso, que define el origen de una idea de cambio y la máxima expresión de la misma a través de una secuencia de acciones y situaciones que precisan cada paso a seguir. Este hecho es de considerar un proceso, debido a su carácter evolutivo y progresivo en cada una de sus acciones (lo que más adelante se denominara etapas) que transforman de manera atributiva una sociedad gracias a la modificación que se busca para el régimen (Prieto, 2009). Para el caso del ciberactivismo como mecanismo que contribuye al desarrollo de los procesos revolucionarios, se puede determinar que este interviene de manera significativa en las etapas de generación de conciencias, organización de los activistas, la movilización y levantamiento insurreccional.

 

Primera Fase: El “ciber” como generador de conciencia

Responde a un proceso educativo y de creación de un sistema que enmarca el rumbo del grupo en acción política, con base a la búsqueda de una respuesta o solución a una necesidad, basada en herramientas tecnológicas tipo web. Sin una base ideológica, no existirá una lucha sólida y solo se dará al reclutamiento de presuntos rebeldes sin causa y ciberactivistas sin fundamento. Dentro de esta etapa se articulan diferentes actores que le dan cierta complejidad al proceso de consolidar una ciberevolución, con la unión de múltiples cuerpos como medios de cambio a través de la red, la cual permite que un sin número de entes virtuales se unan, se constituyan y combatan; y a la vez “permite que se entable un diálogo directo de transformación” (IV Congreso para la cibersociedad, 2009a: 5).

De esta manera aparecen nuevas aéreas públicas, descentralizadas, más autónomas y con mayor dinamismo con una funcionalidad más independiente ante las instituciones y con una afinidad tecnológica de carácter tele comunicacional e informático que va evolucionando. Las experiencias colectivas pasan a un plano virtual, en el que supedita la descomposición de una comunidad que actúa y piensa individualmente para la reorganización de una nueva comunidad que “siente, se comunica e interactúa en el ciberespacio” (Esteinou, 2003: 26).

De esta situación se desprenden las siguientes acciones:

Generación de conciencia: las redes sociales pertenecen a las redes de comunicación lo que exige tener un lenguaje simbólico, con respecto a los apremios de carácter cultural y a las relaciones de poder. Dichos sistemas no solo están en capacidad de incluir a los seres humanos sino también su lenguaje dirigido a la conciencia y a la cultura, por ende sus reproducciones comunicativas son constantes y con cabida al pensamiento y el significado, que dan lugar a nuevas comunicaciones  que generan reglas de comportamiento en todos los seres dentro de una misma red, que terminan compartiendo un conocimiento común que se convierte en realidad ante la producción de un sistema de “creencias, experiencias y valores compartidos” por el grupo común dentro de la red. Lo que representa que las redes generan constantemente nuevos caracteres mentales y pensamiento, que funcionan como coordinador del comportamiento de las personas (Luna, 2010). En este orden de ideas la confluencia histórica entre la evolución de las comunicaciones, la tecnología y la mutación del marxismo condensado en Gramsci no podían encontrar un escenario mas acorde para hacer viables sus contenidos teóricos, donde se propone un actuar de las conciencias colectivas  motivadas por un agente de cambio, es decir, no se considera que la sociedad por si sola logre la articulación a la revolución sin el requerimiento expreso de un alto actor intelectual que dirija la generación de conciencia y el proceso revolucionario como tal, en razón a que las ideas y opiniones no surgen de forma espontánea, sino que responden a la construcción en la praxis del sentido común o cotidianidad, llegando a considerarse que en el seno de la superestrucutura constituida por las instituciones de la sociedad civil como la familia, la iglesia, los centros de educación, entre otros, se concreta el espacio en el que se desarrolla la confrontación por las ideas y los valores donde surge como actor protagonista de la disputa por las verdades los medios masivos de comunicación (R. P. Saenz, s.f).

De esta forma el manejo de los medios se hace indispensable para la propagación de mensajes que incentivan de manera constante  acciones con un fundamento  insurreccional, donde el factor ideológico toma relevancia dentro del proceso revolucionario hacia la transformación de la sociedad  mediante la alteración del imaginario común, permitiendo deducir de ésta manera, que hoy en día el manejo de los medios de comunicación, son la forma más expedita y contundente de llegar a la conciencia social y por ende al poder (R. P. Saenz, s.f). 

Entre tanto y a través del activismo digital se ha logrado construir una nueva  visión paradigmática representada en nuevas dinámicas de expresión que despiertan y construyen conciencia (Tavarez, 2011). Estos nuevos espacios logran compactar nuevos imaginarios dentro de una colectividad, que busca un apoyo social para la materialización de unos objetivos específicos. Desde aquí se dará inicio a un proceso en ascenso entre redes, que busca captar la atención de una atmósfera identificada con la intención y que a la vez contribuya con la consolidación de sus fines. Para ello se plantean ciertas iniciativas que simbolizan en acciones la objetividad de una ideología naciente, en dichos actos existe una representación de una situación actual que haga referencia al porqué de una nueva forma de pensar y de actuar, llevando a cabo un discurso por medios tecnológicos que permita la implantación y difusión de su idea .

Con la nueva era tecnológica, el individuo común puede generar un diálogo con contenido de impacto a nivel global, haciendo alusión a un acto de carácter ciberactivista debido a la multiplicidad de escenarios o canales abiertos  en ascenso popular como Twitter, Facebook y Youtube (García et al. 2014). Lo que significa, que existen diversas formas de analogía, interacción, transmisión de información  e intencionalidad, desplegadas diversamente según el contexto social del momento, creando una fragmentación social conseguida de una división discursiva que tiene como objetivo la toma de conciencia, obteniendo la capacidad a su vez de generar nuevas redes (Dabas, 1995). Dicha conciencia también es generada por un factor vinculante diferente a la participación e incitación de las redes como la cimentación relativa de: “haber presenciado"; "haberse animado";"haber compartido"; "haber encontrado otros que pensaban y sentían lo mismo". El aprendizaje de "esto es posible", trasladado en una dimensión témporo-espacial incapturable a otras situaciones, con otros vínculos  (Dabas, 1995: 4).

Es así como la reflexión y toma de conciencia logra un espacio que gravita entre la propagación y difusión del mensaje a través de las redes, representando un factor clave en el éxito del llamado a la rebelión, ya que de la transmisión obtenida depende la participación y la inclusión de las personas, quienes efectuarían el reclamo a una solución, permitiendo el funcionamiento de una cadena que difunde un mensaje que evidencia lo que sucede, buscando fomentar una reflexión para un cambio social, que fácilmente se ejecuta dentro de las redes al compartir y comentar la información. De esta manera se amplía el discurso y el mensaje teniendo posibilidades de llegar a la mayoría del público de un modo casi inmediato. Para este propósito se considera como el medio más apropiado el empleo de las redes sociales, los sitios web propios y la publicidad virtual los que con un funcionamiento similar al de un virus digital invade y se propaga ilimitadamente.

Ante las acciones a ejecutar es preciso decir, que la importancia de éstas, radica en que la sociedad civil se entere de lo que sucede, respalde y apoye la iniciativa, primeramente a través de los mismos medios de difusión (IV Congreso para la cibersociedad, 2009a). “En suma, la existencia de la red está aportando embriones para la construcción de una nueva estructura de sociedad y de Estado” (Esteinou, 2003: 28).

División de opiniones: la opinión como una connotación cualitativa y de carácter propio, permite la división de las mismas, donde el sentir y percibir hace la diferencia, formando una opinión de conjetura, y otra de creencia, determinada por el conocimiento que  se tiene de las cosas cuando se perciben directamente y se hace juicio en torno a ello (Olleta, s.f).

Gracias a la pluralidad de iteracciones que se pueden presentar en medio de las redes, sobrevienen diversos mecanismos que dan lugar a una división del pensamiento, entre estas se ubica el componente de transmisión, donde un nodo dentro de la red, creador de un flujo, transmite un contenido con capacidad de influir sobre otro nodo, ya sea en su accionar o razonar, rechazando un pensamiento que no respalda la idea que en un momento se creó, o que difiere con la experiencias vividas de otro nodo perteneciente a la red (Peréz y Aguilar, 2012).

Ante el rechazo de posiciones se legitima una confrontación de ideas, se da una  fragmentación ideológica o de pensamiento con respecto al manejo del poder estatal y la aplicación ante la ciudadanía, diversificando la sociedad en torno a la división de opiniones, debido a las perspectivas que cada persona logra tener frente a la situación o la influencia externa de las redes para consolidar el pensamiento de un individuo con la implantación de una idea en cuanto al escenario.

Frente a la diferencia de percepciones y debido a la multiplicidad de relaciones dadas en los nuevos medios de comunicación, surgen diversos espacios en el mundo ciber que constituyen el escenario de controversia y contradicción entre opiniones, que cuestionan la posición de cada uno de los individuos, sobre la influencia del Estado sobre el conglomerado. Dicha confrontación busca superar la alienación que el sistema ha ejercido mediante el dominio de los medios de comunicación, así la legitimidad estatal disminuye a consecuencia de la denuncia social, que finalmente se constituye como una batalla por conseguir y reivindicar su legitimación.

Denuncia social: gracias a la inmediatez y la interactividad presente dentro de los medios masivos de comunicación como Internet y su incidencia en las redes sociales , se crean las condiciones para que de manera preferente estos encabecen la lista de instrumentos en cuanto a las denuncias sociales. Los interesados no solo desempeñan un único papel de receptores, sino que adquieren protagonismo en las diversas alternativas de emisores dejando de lado la comunicación interpersonal a una global. Las nuevas tendencias tecnológicas facilitan la vinculación entre diversas poblaciones e incluso conexiones globales que permiten la relación de compartir opiniones y experiencias, que en este caso buscan tener un impacto a nivel social. La nueva era digital a su vez incrementa las posibilidades de la emisión de un contenido en los que se hace efectiva la denuncia social, con la finalidad de incentivar a las personas a ser testigos y testificar ante una realidad social que necesita de toda la atención (García et al. 2014), y se le es retribuida con actos de solidaridad entorno al apoyo a la causa, lo que representa el impacto y la fuerza del mensaje denunciado.

Es así como la expresión básica e individual de inconformidad ante el Estado se materializa en una “micro acción” que se configura en la exposición de posiciones y eventos que identifican un pensar anti sistémico y que se fortifica haciendo uso de los medios virtuales, es decir, todo comentario, foto, video, tweet, expuesto en redes a manera de manifestación relegada para el estado.

Búsqueda de identidad: a partir de la interpretación dada a los eventos e información evidenciada en un mismo entorno, se da la construcción de identidad, es decir, con base a lo entendido y al adueñarse de los mensajes accesibles al ambiente social, donde los medios electrónicos proporcionan un discurso concentrado en información, a los que se recurre para dar respuesta a preguntas que giran en torno a la identidad (Morales et al. 2013). A su vez existe una adaptación donde un grupo de nodos construye una uniformidad desde un ajuste al ambiente social, dando presencia a similitudes en cuanto a contextos, experiencias, creencias, acciones y representaciones (Peréz  y Aguilar, 2012), que sirven como elemento para lograr una identificación y posteriormente una adhesión.

De esta forma se logra un discurso influyente hacia el público, generando una idea de cambio, lograda desde la base fundamental del apoyo social y que identifique las necesidades del circulo social, es decir, no solo es la intención de generar cambios, sino convencerlos de que son ellos quienes lo generan con una participación ingeniosa y voluntaria. Dentro de este discurso se trabajan los aspectos identitarios y el fervor nacional a través de la web que usualmente se aplica a medios de fin social (Esteinou, 2003), los medios que permiten un mejor impacto son las imágenes y vídeos que representen un entusiasmo patrio, o por el contrario, se utiliza un material que demuestre indignación ante lo que sucede dentro del Estado.

Tras un proceso precedido de adaptación, surgen los medios por los cuales se da dicha armonía, determinada por estrategias similares en las que se pueden consolidar lazos, donde la idea de un grupo de nodos establece uniones entre sí, contribuyendo a la adaptación de una nueva identidad con características diferentes a las que se contemplan en una percepción individual (Dabas, 1995). El inicio de un proceso identitario, forja la proyección de afianzar la intención de la causa, de esta manera, la sociedad busca la integración ideológica entre comunidades que visualicen, respalden y representen sus ideales (Jorquera et al. 2005).

En este caso se puede considerar el efecto de tan solo un emisor en el que la expectativa no supera una acción más positiva que el acceso a un sitio web oficial o promotor o el reconocimiento de un logo, permite articular infinidad de micro identidades que enfrentan la macro identidad estatal. De otra forma, existe una segunda instancia que enmarca medios más centralizados como Facebook y otras redes sociales, donde el emisor sigue siendo uno, sin embargo el público tiene posibilidad de responder en términos de aprobación o desaprobación haciendo uso de las herramientas facilitadas por los mismos medios y que pueden representar una forma de expresión con poco compromiso. Finalmente se podrían destacar interacciones en los que se evidencia una integración mucho más descentralizada, donde sigue existiendo una división emisor/ receptor, sin embargo el receptor adquiere un mayor grado de compromiso con la situación, ya que este puede hacer aportes mayores que por lo general involucra la generación de contenidos e información de carácter colaborativo, las herramientas más comunes son las que dan espacio a la descripción de documento y opiniones como contextopedias, ezines, wikis abiertas etc. (De Ugarte, 2007).

 

Segunda fase: Ciber como organizador

Independientemente de la tendencia anteriormente incentivada, es de destacar, que en la actualidad no hay iniciativa alguna que no use como recurso de propagación y difusión las herramientas tecnológicas facilitadas por internet, para su organización, ya que esta funciona como un elemento para obtener recursos e incluso motivar a la movilización, afianzando cada vez más una fuerte relación entre los nuevos movimientos sociales e Internet (IV Congreso de la Cibersociedad, 2009).

En este sentido, no existe una imposición jerárquica debido al ordenamiento común administrado por una herramienta que dinamiza la participación social, a su vez se retoma el discurso con tinte identitario, soportando así un nuevo elemento que contribuya a un discurso diferente con capacidad de incentivar el llamado a la organización a través de las redes para la movilización, desarrollando los siguientes eventos:

Articulación de intereses: Internet como herramienta fundamental de la organización de los nuevos grupos, permite que la acción ciberactivista tome mayor relevancia y participación dentro de la esfera, es así, como se genera una constante participación, dentro de la atmósfera ciber con capacidad no solo de interpretar la información, sino generar contenidos al libre albedrío de los usuarios, los cuales en torno a la situación generan un dialogo que culmina con la integración y consolidación de una comunidad con intereses comunes, con tan alta afinidad, que están en capacidad de ser diferenciadas de otras comunidades bajo una identidad propia, que se logra evidenciar desde la participación directa dentro de los medios electrónicos propios (Peréz y Aguilar, 2012). De esta forma se logra focalizar la participación e integración de todos aquellos que   encuentren una vinculación ideológica o identificación con la forma de pensar y actuar de los promotores de iniciativas, y de quienes sientan un respaldado de intereses, lo que crea una nueva zona de acción social múltiple, que permite una nueva organización, participación y expansión colectiva, accediendo al fortalecimiento de la participación ciudadana      frente al aparato estatal centralizado (Esteinou, 2003).

Para lograr una participación precisa y oportuna de las masas articuladas ideológicamente, se instauran mecanismos de comunicación que permiten la organización de una serie de eventos que representan el ideario del grupo, donde una vez más los medios electrónicos de tipo web obtienen el papel principal, como herramienta que permite ejecutar la acción. El trabajo en equipo y la estabilidad, son dos características fundamentales para la generación de debates y propuestas sólidas, que van enlazadas con los próximos eventos a realizar por el grupo (Tavarez, 2011). Los nuevos mecanismos de comunicación, permiten el direccionamiento de los diferentes eventos entre los que se relacionan todo tipo de video conferencias, convocatorias para acciones offline, coordinación por mensajería instantánea, las redes sociales como medios de propagación, y la búsqueda de mayor integración online (Esteinou, 2003), que dan lugar a la propagación de una indignación colectiva que motiva nuevos eventos, como mecanismo de reproche diferente a la manifestación y divulgación ante los medios electrónicos.

Formas organizativas del ciberactivismo: El espectro de las formas organizativas en el ciberespacio, trascienden el ámbito exclusivo de las estructuras tecnológicas, al observarse que para su conformación intervienen factores sociales y culturales que generan elementos identitarios ajustados a la posmodernidad. En la actualidad la transformación en la manera como se relacionan las personas ha conducido a la emergencia de formas organizativas virtuales, que permiten la flexibilización de manera reticular (tras la descomposición de las formas físicas de reunión y organización tradicionales). De ahí la prevalencia actual de los "arcoiris", "rizomas", "redes", "webs", etc., formas de organización muy blanda, muy flexible, con relativamente leve operatividad y poca constancia hasta ahora , y que señalan, la confluencia, al menos en parte, del "precariado" con el "cibertariado" (San Vicente, 2014: 43). Ante esta simultánea y moderna integración para la organización obliga a la búsqueda de mejores y mayores alcances organizativos, que ante la disposición tecnológica, los limites no son opción, facilitando así por medio de la web, las condiciones para optimizar los resultados de coordinación y permanencia del movimiento. Con dicho apoyo técnico, se ha logrado una reconfiguración conceptual dentro de los procesos comunicativos, gracias a las capacidades que ofrece como mecanismo preciso para mantener “interrelaciones” es así como Osvaldo León, Sally Burch y Eduardo Tamayo afirman que:

Así, el uso del correo electrónico, de las listas de intercambios y distribución y de las páginas Web ha pasado a ser parte de sus quehaceres cotidianos para intercambiar informaciones, compartir ideas y propuestas, organizar eventos y manifestaciones públicas, denunciar y expresar solidaridad. Todo ello, obviamente de manera muy particular a cada organización y conglomerado (2005: 184).

 

Tercera fase: Ciber como fuerza movilizadora

Bajo la concepción de unos objetivos concretos para la organización y a su vez de escenarios materiales con presencia de activistas  se avanza hacia la movilización de masas, donde se da “cuerpo a las redes virtuales, se crean y rebaten significados e identidades, y se representan ritualmente valores políticos”, lo que significa una plena acción directa autora de una agudo carácter exaltado que incita el trabajo constante de las redes dentro del globo público (Sandoval & Nachawati, s.f: 12).

Llamado a la movilización: ante las situaciones de carácter político acontecidas dentro de las redes, hay un contagio de indignación que traspasa las fronteras, y una influencia permanente de los portavoces ante los medios electrónicos que se convierten en forjadores de un eminente llamado a la movilización como respuesta a dicha indignación y donde la movilización de los ciudadanos permite el cierre de brechas entre el mundo presente y el que se anhela, demostrando una vez más el poder de las movilizaciones y la unión de la tecnología, admitiendo así, la construcción de un nuevo activismo que logra un impacto positivo (Tavarez, 2011).

La propagación de ideas toma su máxima expresión y el entusiasmo político e identitario hacen presencia incentivando la movilización, para lograr materializar una lluvia de ideas que representan una posición anti sistémica, basados en un lineamento filosófico (Patria y Resurgir, 2008). Igualmente se busca retomar la forma clásica de manifestación, donde se congrega a la sociedad para hacer presencia dentro de la plaza, con el firme objetivo de protestar por una causa específica, recordando que esta ha sido convocada explícitamente por medios virtuales y su organización se ha llevado a cabo de la misma manera.

La organización para el llamado a la movilización, se da en dos escenarios diferentes según Ugarte, el primero consta de la campaña cotidiana, donde se construye un eje para proponer acciones y difundir una serie de ideas, dando una activa participación a los individuos que a su vez visibilizan la operación, incitando a la gente a soldarse a la organización. Otra forma de organización, consiste en la creación de una discusión de carácter social, con consecuencias imprevisibles, que en general culminan con una “ciberturba” o un nuevo consentimiento social.

Agentes de cambio: Para generar las acciones agrupadas, es necesario la integración del conjunto social en una misma armonía, en el que es indispensable contar con un medio de comunicación que permita la organización de forma libre. De esta manera la sociedad logra una adaptación para posteriormente alcanzar su visibilización con la conformación de un nuevo movimiento social que gira en torno a las nuevas tecnologías, destacando a su vez la incidencia en los espacios públicos, donde su máxima expresión de descontento y organización ciudadana se ve presente en las calles y plazas. El factor a destacar de esta situación, es la influencia de Internet no únicamente como medio de comunicación e información, sino la esfera ciberespacial que crea para el pugilato social y llevar a cabo un accionar con tinte político (Díaz, 2016). Llevando a cabo la movilización, los activistas tienen oportunidad de crear nuevos espacios de comunicación haciendo uso de las nuevas tecnologías, con la finalidad de materializar sus ideales políticos de forma más duradera, donde se combinan herramientas comunicacionales como la radio, la televisión, Internet y la prensa, para lograr la mediatización necesaria que manifieste el apoyo y la “interacción con los poderes públicos y políticos” (Sandoval & Nachawati, s.f: 25).

Es así como toda una acción colectiva culmina con la concentración en la plaza con el fin específico de exigir una opción que fomente el cambio, en el cual los ciberactivistas protagonizan la escena, y empiezan a generar tensiones de control a nivel interno, obligando a las instituciones a generar soluciones que apacigüen las iniciativas insureccionales de los fervorosos congregados en la plaza .

De otro lado el ambiente cibernético proporciona un nuevo rumbo de la esfera pública a la vez que genera nuevos desafíos en torno a la movilización social. Los profesores Bernardo Sorj y Sergio Fausto, afirman en su libro “Intenet y Movilizaciones Sociales”,  que:

 Si bien por un lado favorece la coordinación de la movilización, por el otro, tiende a enclaustrar a los actores dentro de la propia galaxia Internet. Hay tantas cosas que hacer en la propia galaxia Internet que ésta no tarda en convertirse en una arena más o menos autónoma y paralela a la acción colectiva (2015: 81).

En este sentido es importante esclarecer que no todas las movilizaciones, promovidas por el ciberactivista conducen a la misma acción, en algunos casos los activistas tan solo se limitarán a mantenerse en la escena cibernética, lo que refleja una disparidad entre una minoría ciberactivista y las minorías activistas de los movimientos sociales (Sorj & Fausto , 2015).

 

Cuarta fase: Ciber como detonante insurreccional (levantamiento)

Los procesos revolucionarios clásicos han registrado variedad de detonantes que inician la insurrección, como el asesinato de un destacado líder, el incremento de tarifas de servicios públicos, el fraude electoral, la creación de nuevos impuestos, la privatización de las empresas de servicios públicos entre otras, situaciones que no distan de las motivaciones que pueden producir el levantamiento popular alentado por las redes sociales e Internet, que para el caso pueden constituirse en detonante, el corte de los servicios de Internet y las redes telefónicas, único medio de expresión del inconformismo que al faltar impulsará a las masas a tomar las calles.

En el desarrollo de los procesos revolucionarios, las circunstancias concretas del momento histórico inciden de manera significativa en la definición de la estrategia a ser adoptada. En la posmodernidad las condiciones demográficas en las que los jóvenes se constituyen en el mayor segmento de la sociedad que van en crecimiento y en exigencia de mejores condiciones hacia el logro de sus retos y aspiraciones, aunado a los avances tecnológicos y las contradicciones de los sistemas de gobierno, han producido el auge revolucionario del pueblo, ocasionando que la insurrección como estrategia general haya tomado primacía al promover los levantamientos masivos de la población que en poco tiempo se toman los centros del poder (Comandante Antonio, 1999), en el que el uso de los beneficios de Internet para la propagación de ideas, organización en redes sociales y movilización de las masas hacia el levantamiento concreta su intención revolucionaria.

En este sentido la insurrección que contempla las etapas de acumulación levantamiento y afianzamiento, enfatiza en la necesaria existencia de un detonante que produzca la explosión del inconformismo acumulado para el levantamiento masivo de la población, premisas en la que el ciberactivismo ha profundizado con la propagación de ideas, denuncias, promoción de discordias, inconformismos e indignaciones, lo que David Ronfeldt y John Arquilla significarían como la “Social Net War”, considerada como “una nueva forma de protesta desarrollada por diferentes grupos horizontales que adoptan múltiples formas de resistencia, entre las cuales Internet juega un importante papel, a nivel organizacional y comunicativo” (Treré & Barranquero, 2013: 35).

 

Conclusiones y consideraciones

La evolución tecnológica y de las comunicaciones logra su mayor impacto en las formas de relación social, al producir la mutación en las interacciones humanas y la configuración del espacio físico a un mundo virtual en el que se transforma la aproximación y cercanía con el otro, permitiendo mediante la virtualidad en un tiempo real, el intercambio informativo de forma instantánea así como la eliminación de fronteras que ante las crisis permiten la búsqueda de alternativas y la elaboración de propuestas claras construidas desde las herramientas que el mismo mundo ciber ofrece.

Ante el protagonismo de Internet, es importante recordar, que éste sólo hace referencia a una condición necesaria que funciona como el medio para la rebelión; sin embargo, el origen de ésta, engendrada en el agotamiento e indignación de diversos sectores sociales ante la opresión y la humillación que los impulsa a la configuración de un movimiento ágil y consistente encuentran en las capacidades tecnológicas herramientas que promueven y potencian su espíritu de resistencia y maximizan en menor tiempo y con mayor cobertura los efectos de la revolución.

Sin duda alguna, también es importante resaltar que la consolidación de la revuelta, exige de un proceso de transformación cultural como antesala a la construcción del ideario político y el logro de la hegemonía social. Proceso en el que se traslaparán tareas de demolición del viejo modelo con las de construcción del nuevo que lucha por nacer (Flores, 2009), y en el que la acción ciberactivista se constituye en el medio adecuado para incidir de manera persistente en las conciencias hasta alcanzar el objetivo. De este modo, la confluencia del ‘cibermundo’ con la pluralidad de cosmovisiones del espectro social, permite la generación y dispersión de propuestas y propósitos alternativos que contagiando a las masas se propagan como un virus que invadiendo las entrañas de la estructura de poder produce la transformación del pensamiento único, hacia la instauración de un nuevo orden.

Frente a esta dinámica también se debe advertir, la plena disposición a la manipulación tanto de los hechos, la información y la creación de conciencia social, que en muchos casos es representada por el manejo de los medios, organizados por entes institucionales que buscan una retaliación a los movimientos que ante sus ojos se levantan. Sin embargo pueden existir factores intrínsecos que buscan pretensiones específicas de forma interna, logrando de esta manera una asociación con la causa que busca recursos. Ante dicho patrocinio las dos partes se favorecen de forma reciproca, un ejemplo de ello se representaría en el apoyo de un tercer actor a los movimientos revolucionarios, donde se les prevé todos los recursos necesarios para que estos puedan alzarse en una revolución y derrocar a un poder que al Estado patrocinador no le conviene tener en el  orden.

Por último, el ciberactivismo se constituye en una nueva forma de expresión revolucionaria o forma de alentar la revolución, en medio de un universo en el que los intereses geopolíticos de las grandes potencias y actores, pueden hacer uso de ellas para promover e incitar las revueltas revolucionarias sin ofrecer rastro alguno, o por movimientos anti sistémicos que ven en el ciberactivismo la mejor forma de desestabilizar las formas de poder desde el descontento social y su accionar colectivo.

A manera de corolario se podría exponer que en el marco de las revoluciones, el ciberespacio se muestra como una “ventana para la sociedad” que da paso al llamado del cambio social actual enmarcado dentro de parámetros pluriculturales que incidiendo en la mente de la colectividad, logra que los movimientos ofrezcan posibilidades de crear un entorno diferente a la implantación de normas incorporadas dentro de las instituciones del Estado y de la sociedad en general. La diversa disposición de nuevos actores, mensajes, creencias y acciones que estos espacios de la sociedad civil genera, al incidir en la estructura de valores y realidades, alcanza el debilitamiento e inestabilidad de la sociedad política, para que en ella se produzca y allane el camino de la regeneración de la cultura democrática o que de sus entrañas se atente contra la misma. Algo no muy distante al registrarse en la actualidad diferentes eventos de desorden y manifestación que buscan un cambio político en diversos momentos y lugares del mundo mediante procesos insurreccionales, representando a nivel global un punto de quiebre en el sentido social y político, al consignarse la facilidad e influencia de Internet como las acciones de transformación más representativas en la determinación del concepto de revolución y la forma de llegar a ella (Castells, 2009) .

 

Nota sobre los autores:

Darío Cortes es docente investigador, Escuela Superior de Guerra de Colombia.

Tannia Garzón es Internacionalista de la Universidad Militar Nueva Granada, Colombia.

 

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