Por Rodrigo Naranjo Escovar - February 2, 2021
"Cuando alguien trate de convencerte de comprar un activo que haya tenido retornos de dos o tres dígitos el año pasado, pregúntale que activo te puede ofrecer que haya perdido durante ese periodo. Eso silenciará la alharaca”
Jason Zweig
Durante los últimos meses la prensa ha publicado noticias sobre la compra por parte de inversores extranjeros de algunos reconocidos negocios en Venezuela. Los casos de Seguros Caracas, y los de las operaciones locales de Cargill y Directv son los más emblemáticos.
Otras negociaciones importantes han ocurrido con mucha discreción lejos de la cobertura mediática. Estas negociaciones han representado un cambio en la propiedad de los activos, y no necesariamente un compromiso de realizar alguna inversión en nuevos bienes de capital.
Las valoraciones negociadas de estos activos han sido bajas en comparación con la que estos tenían hace algunos años, o, en relación con el valor de activos comparables en países latinoamericanos que gozan de un menor riesgo político que Venezuela. Las valoraciones recientes de activos ubicados en Venezuela reflejan no solo el bajo nivel de ingresos de los negocios venezolanos, sino también el hecho de que el “default” de la deuda pública externa lleva a Venezuela a exhibir el mayor riesgo país del mundo, y, como consecuencia, a que los activos venezolanos se sometan a una mayor tasa de descuento.
Dada la abundancia de titulares negativos generados en Venezuela, y las innegables complejidades de operar cualquier tipo de negocio en el país, cabe preguntarse: ¿Qué ven estos inversores extranjeros para apostar millones de dólares en activos en Venezuela?
Existen distintos tipos de inversionistas. Los hay locales y extranjeros. Institucionales y privados. Estratégicos y financieros, con mayor o menor tolerancia al riesgo. Inversionistas con horizontes de recuperación de su inversión a más largos o más cortos plazos.
En el caso específico de las recientes inversiones que se han venido realizando en activos ubicados en Venezuela, destacan inversionistas financieros institucionales extranjeros con alta tolerancia al riesgo y con un largo horizonte de inversión. Por su perfil, estos inversores son similares a quienes suelen invertir en países a los cuales se les encuadra, en el argot financiero internacional, dentro de la categoría de Mercados Frontera. Este segmento es realmente una subcategoría dentro del universo de Mercados Emergentes.
Venezuela es percibida por inversores extranjeros en una subcategoría que hoy engloba a la mayoría de los países africanos, algunos centroamericanos, y a varios países de Asia. Dentro de Mercados Frontera encontramos desde países poco cubiertos por los medios de noticias de negocios tales como Bangladesh o Sri Lanka, hasta algunas naciones todavía pobres pero muy pujantes como Vietnam. Se trata de un perfil de mercados considerados como más riesgosos y/o pequeños que el de la categoría de Mercados Emergentes, categoría en la cual los inversores globales ubican a Colombia, Perú, México, Turquía, Indonesia, o Tailandia, por mencionar algunos países mucho mejor percibidos que Venezuela.
En la constante búsqueda de diversificación y de mayores rendimientos por parte de los capitales internacionales, los Mercados Frontera representan una categoría a la cual se le asigna una porción de los portafolios de inversión. En un contexto global de tasas de interés históricamente bajas, cada vez existen más inversores institucionales enfocados a tiempo completo en buscar oportunidades de inversión en este tipo de países. Afortunadamente para Venezuela, lo visto en los últimos meses sugiere que ya algunos inversores de esta categoría han comenzado a descubrir que Venezuela, a pesar de la muy compleja coyuntura política, económica y social, tiene fortalezas y potencialidades, muy superiores a las de prácticamente todos los demás Mercados Frontera.
Venezuela tiene una infraestructura, que, si bien no ha tenido el debido mantenimiento, y en algunos casos presenta partes inconclusas, existe, y en magnitud es superior a la de la mayoría de los otros Mercados Frontera. Más aun, en muchos casos la infraestructura venezolana es superior o al menos similar a la de Colombia y Perú, países que son percibidos dentro de una categoría superior, y en los cuales los inversores globales están dispuestos a recibir menores tasas de retorno, o, dicho de otra manera, pagar valoraciones más altas.
Venezuela tiene más aeropuertos con pistas asfaltadas que ambos países, por ejemplo. Y según cifras de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense cuenta con una capacidad instalada de generación eléctrica cercana a los 31 millones Kw, muy superior a los 16,9 millones Kw de Colombia y 14,7 millones Kw de Perú. Es cierto que buena parte de dicha infraestructura esta hoy inoperativa, pero el punto es que la misma solo requiere reparaciones, y no su construcción desde cero, como es el caso en prácticamente todos los demás Mercados Frontera.
Ningún otro Mercado Frontera tiene el potencial de monetizar sus reservas minerales en un plazo tan corto y en la magnitud que pudiese hacerlo Venezuela. Venezuela no solo tiene las reservas petroleras más grandes del mundo, sino que, además, su ubicación está identificada, y el entorno físico de los yacimientos no es hostil. Las grandes empresas petroleras internacionales conocen la geología venezolana, la infraestructura petrolera básica existe -con menor o mayor requerimiento de reparaciones-, la ubicación del país es distante a zonas de conflictos globales, y la diáspora venezolana de técnicos y profesionales petroleros (muchos dispuestos a regresar) representa una cantera potencial de recurso humano con la cual no cuentan otros Mercado Frontera.
Según cifras de la OPEP, Venezuela tiene reservas de 5.705 millardos de metros cúbicos de gas natural, lo cual representa las reservas más grandes de América Latina y las octavas del mundo. Dada la disponibilidad de trenes de enfriamiento de gas natural licuado (GNL) en la vecina isla de Trinidad, Venezuela pudiese desarrollar una industria exportadora de GNL sin necesidad de realizar mil millonarias inversiones en trenes de licuefacción. Esto representa otra potencialidad para un negocio con magnitudes muy importantes para un país en la categoría de Mercado Frontera.
Nuestro país tiene una serie de ventajas geográficas y demográficas que pudiesen favorecer inversiones en agronegocios y otros sectores con vocación exportadora. Según el Centro de Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, el 56% del territorio nacional se encuentra a máximo 100 kilómetros del mar o de un río navegable, por ejemplo. Esto se compara con 28% del territorio en Colombia y 24% en Perú. Según la misma fuente, la distancia promedio desde cada centro poblado al puerto más cercano es de 3.530 kilómetros en Venezuela, lo cual es menos que los 4.030 kilómetros en Colombia y 5.940 en Perú.
A diferencia de otros Mercados Frontera con poblaciones similares o superiores, Venezuela está ubicada en el relativamente pacifico hemisferio occidental. Además, es el país suramericano que ofrece las rutas de navegación más cortas a los puertos principales de los mercados del sur y del este de los Estados Unidos, y de la Unión Europea. Como ejemplo, un carguero de contenedores demora solo 4 días desde Puerto Cabello o La Guaira hasta Miami, 7 días hasta Houston o Nueva York, y solo 15 días hasta El Havre, Amberes o Roterdam.
Debido a su nivel y tipo de urbanización, la distribución poblacional de Venezuela provee una gran oportunidad a negocios que requieran llegar a la mayor cantidad de consumidores con la menor inversión y esfuerzo posible. Con una tasa de urbanización superior al 85%, Venezuela es uno de los países más urbanizados del hemisferio. Tanto Colombia como Perú tienen niveles de urbanización inferiores a 75%. Venezuela tiene 10 ciudades con más de 500.000 habitantes. En comparación, Perú solo tiene 4 ciudades de tal magnitud, Argentina 5, y Chile 3. Todo esto representa un atractivo venezolano para proveedores de bienes y servicios de consumo masivo.
Desde el punto de vista de recursos humanos, Venezuela tiene en su diáspora, la cual pudiese ser considerada una de las mejor formadas del mundo, una cantera valiosísima de recursos potenciales. Comenzando en la década de los setenta con Fundayacucho, y finalizando en la primera década del presente siglo con el subsidio cambiario provisto por Cadivi, decenas de miles de venezolanos se formaron académicamente en universidades de distintas partes del mundo.
Si bien una importante proporción de esta base de profesionales con formación técnica internacional hoy se encuentra trabajando fuera del país, también es cierto que buena parte de ella pudiese comenzar a regresar en la medida que mejoren las condiciones económicas, profesionales, de negocios, políticas, y de seguridad personal en Venezuela. Difícilmente exista en la categoría de Mercados Frontera otro país que cuente con una base tan grande de profesionales ya formados que pudiesen progresivamente sumarse a un proceso de recuperación económica y asumir posiciones de liderazgo, trayendo experiencia práctica de distintas partes del mundo.
Venezuela también tiene una de las culturas más cosmopolita entre los Mercados Frontera y Mercados Emergentes. Las raíces históricas de la “cosmopolitanidad venezolana” están asociadas a la proximidad física con las Antillas Holandesas. Con estas islas existió comercio informal desde tiempos coloniales, y a través de ellas llegaron las ideas liberales a Venezuela en el mismo siglo XVIII, mucho antes que al resto de las colonias españolas en América.
Luego, con la prosperidad petrolera en el siglo XX, llegó una de las inmigraciones más grandes en la historia de América Latina, medida como porcentaje de la población existente. Dicho flujo se incrementó luego de la Segunda Guerra Mundial, creando una cultura que mezcló tradiciones locales con italianas, españolas, portuguesas, judías, alemanas, libanesas, sirias, y de muchos otros orígenes europeos, americanos, y del medio oriente.
La prosperidad económica vivida durante la mayor parte del siglo XX permitió a miles de venezolanos estudiar en otros países y viajar alrededor del mundo. La apertura y atracción del venezolano hacia culturas extranjeras representa un atractivo para inversionistas globales en busca de consumidores y socios con los cuales hacer negocios, debido a que facilita los entendimientos y reduce los costos de adaptación.
Nuestro país también destaca por sobre todos los demás Mercados Frontera y sobre la mayoría de los Mercados Emergentes en términos del tamaño de su ahorro privado en el extranjero. Según estimaciones hechas en el mundo de la banca privada internacional, el ahorro privado de venezolanos invertido fuera de Venezuela está entre los 450 millardos y los 500 millardos de dólares. Cualquier cifra en este rango es varias veces superior al ahorro privado externo de los peruanos y de los colombianos, por mencionar tan solo dos países con más población, y que hoy gozan de diversas ventajas con respecto a Venezuela ante los ojos de los inversores globales. Estos recursos representan una gran fuente de inversión potencial que en el tiempo pudiese complementar a las inversiones extranjeras. La magnitud de estos ahorros es tan grande, en relación a la economía venezolana, que la progresiva repatriación de una modesta porción de estos recursos tendría un importante efecto acelerador en un eventual proceso de recuperación económica.
Si bien durante más de dos décadas Venezuela ha mostrado algunos de los peores indicadores macroeconómicos del mundo, también es cierto que Venezuela ha demostrado durante el último siglo ser capaz de administrar una economía estable. Entre 1950 y 1979 Venezuela tuvo una inflación anual promedio de 0,3% mientras el Producto Interno Bruto creció a una tasa anual promedio de 6,2%. Dicha estabilidad, permitió, entre otras cosas, que Venezuela haya llegado a tener la calificación crediticia más alta que haya tenido país latinoamericano alguno (calificación “AAA” por Standard & Poors). A diferencia de muchos países en desarrollo que no pueden mostrar en su historia periodos de tiempo significativo con éxito y estabilidad económica, el pasado de Venezuela sugiere que es posible volver a lograrlo.
Claramente contamos con una serie de potencialidades y fortalezas que no solo deberían colocar a Venezuela como uno de los países más atractivos para inversores especializados en Mercados Frontera, si no que algunas fortalezas sugieren potencialidades superiores a las de muchos Mercados Emergentes, incluyendo a varios países suramericanos que hoy gozan de la predilección de los inversores globales activos en América Latina.
Si bien Venezuela no está hoy en el radar de las publicaciones y medios de comunicación enfocados en negocios y finanzas internacionales, eso pudiese cambiar (y seguramente va a cambiar).
El hecho de que durante los últimos meses se haya visto un importante incremento de inversores institucionales extranjeros analizando y ejecutando inversiones debe llevarnos a preguntarnos: ¿Será que estos inversores son los primeros en mucho tiempo en reconocer el gran potencial de revalorización de muchos activos en Venezuela? ¿Será que estas transacciones muestran el comienzo de un proceso de descubrimiento de Venezuela por parte del universo de inversores especializados en Mercados Frontera?
Cualesquiera que sean las respuestas, el hecho es que el interés de inversores institucionales extranjeros está despertando luego de más de una década de ausencia. Han aparecido inversores dispuestos a hacer apuestas a que en Venezuela pueden darse cambios que no solo mejoren el marco regulatorio para los negocios, si no, más importante aún, a que se negocie una solución pacífica y democrática a la situación política. Se trata de apuestas a que una solución política conduzca a ciertos gobiernos extranjeros a facilitar acuerdos entre Venezuela y sus acreedores internacionales, y permita a los organismos multilaterales con sede en Washington D.C. dar acceso a Venezuela a recursos económicos mil millonarios y a distintos tipos de asesorías técnicas.
Estamos entonces ante un renacer de inversiones extranjeras que representan apuestas a una serie de cambios que permitan una sana recuperación económica y una importante revalorización de los activos. Apuestas de muy alto riesgo, sin duda, pero con un potencial de rendimiento muy alto. Estamos ante inversores racionales y sofisticados que están viendo un creciente espacio para el optimismo, y están ya apostando.
https://www.elnacional.com/opinion/renace-la-inversion-extranjera-en-venezuela/
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