The Beatles: A day in the life. Edward Hopper y Mario Levrero

 

Edward Hopper: Stairway. 1919

… pero es sabido que el dolor que nos causa una muerte ajena se debe a la referencia implícita a la muerte propia, y por qué la idea de la propia muerte ha de espantarnos es algo que todavía no llego a comprender del todo. En mi caso probablemente se trate del miedo a lo desconocido, a verme privado de los puntos de referencia que me resultan imprescindibles. Morirse debe de ser como salir a la calle, cosa que me cuesta cada día más, pero sin la esperanza de retornar a casa. Tal vez en mi inconsciente se forme la imagen de mí mismo, muerto, como una especie de fantasma errante y desconsolado que no encuentra su lugar, del mismo modo que tampoco he logrado encontrarlo aquí en la vida. Es posible que la muerte asuste porque se la percibe como un nuevo nacimiento, ya que el no ser no tiene nada de aterrador porque no hay qué aterrar; y ante la idea de un nuevo nacimiento uno se agarra la cabeza y exclama «¡Oh, no! ¡Otra vez no!». Esto no quiere decir que tenga grandes quejas contra la vida; al contrario. Solo lamento haber estado siempre tan angustiado por el temor a lo imprevisto, a lo desconocido, todo el tiempo, incluso en momentos en que no hay mayores motivos para pensar en alguna irrupción desagradable.

Mario Levrero: La novela luminosa

The Beatles: A day in the life / Un día en la vida 

(Traducción personal. Se aceptan sugerencias)

Hoy leí algo en el periódico, Dios santo / acerca de un hombre a quien le tocó el gordo. / Y aunque la noticia era bastante triste, / bueno, no pude evitar la risa, / al ver la fotografía.

Se había volado los sesos dentro de un coche, / no se dio cuenta de que había cambiado el semáforo. / Un montón de gente se paró a mirar, / habían visto su cara antes. / Nadie estaba realmente seguro de / si era un miembro de la Cámara de los Lores.

Hoy he visto una película, Dios santo / el ejército inglés acababa de ganar la guerra. / Una multitud de gente apartó la mirada, / pero yo no tenía más remedio que mirar, / porque había leído el libro.

Me encantaría que te enrollaras

Desperté, salté de la cama, / me pasé un peine por el pelo. / Bajé al piso de abajo y bebí una taza de té. / Levanté la vista y me di cuenta de que llegaba tarde. / Encontré mi abrigo y agarré mi sombrero, / llegué al autobús en cuestión de segundos. / Subí al piso de arriba y di una calada, / alguien habló y empecé a soñar.

Hoy leí algo en el periódico, Dios santo / sobre cuatro mil agujeros en Blackburn, Lancashire, / y aunque los agujeros eran bastante pequeños, / hubo que contarlos todos. / Ahora ya saben cuántos agujeros / hacen falta para llenar el Albert Hall.

Me encantaría que te enrollaras


https://clivis.wordpress.com/2020/01/09/a-day-in-the-life-edward-hopper-y-mario-levrero/

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