Bolívar no es Santo de mi devoción
(Discurso
pronunciado en la Sociedad Bolivariana de La Guayra a 183 años de la muerte de
Simón Bolívar)
Consciente del escenario en el que me
encuentro y del provocativo título de mi ponencia, quiero comenzar mis palabras
pidiéndoles que no se precipiten a lanzarme un objeto contundente. Sé que estoy
entre Bolivarianos. Pero a lo largo de la Historia de Venezuela, sobre todo a
partir del centenario del natalicio de Simón Bolívar, esa palabra ha adquirido
las más variadas connotaciones, siempre militante, no siempre desprovista de
intenciones manipuladoras. A eso quisiera referirme.
Por allá por el año escolar 1992-1993
trabajaba en un proyecto financiado por el CENAMEC (Centro Nacional para el
Mejoramiento de la Enseñanza de las Ciencias) y dirigido por una educadora,
dueña a su vez de un colegio privado. Para quienes no lo vivieron o no lo
recuerdan en tiempos de la depravada Cuarta República los gremios profesionales
podían declarar paros y huelgas para luchar por reivindicaciones laborales, sin
que se les acusara de golpismo, fascismo y otros ismos nefastos. Reconocimiento
que hace un detractor del pacto de punto fijo, que hoy reconoce sin tapujos,
que ahora conocemos peores cosas que el régimen bipartidista de entonces. En
todo caso, los gremios que agrupaban a los profesionales de la educación se
declaran en huelga y por algo más de un mes el liceo público, en el que se
ejecutaba el proyecto como prueba piloto, se mantiene cerrado. Para seguir
avanzando en la parte de investigación, quienes trabajábamos en el proyecto de
CENAMEC, seguíamos reuniéndonos y trabajando en el colegio privado de la
directora del proyecto. Inevitables fueron los contactos con los estudiantes,
diálogos, discusiones y regaños se hicieron cosa común. En uno de esos diálogos
debo haber pronunciado, parafraseando al profesor Manuel Caballero, la frase
que titula estas palabras: “Bolívar no es santo de mi devoción”. Siendo como
era, joven, impetuoso, e irreflexivo, probablemente lo dije de manera altanera
y provocadora, sin percatarme que el presidente y promotor de la Sociedad
Bolivariana bajaba las escaleras que pasaban cerca de donde me encontraba
reunido con algunos de los más aventajados estudiantes del colegio. El
resultado fue una “chismazón” impresionante que terminó poniéndome ante la
directora del colegio y explicando mi grosera sentencia que “confundía a los
jóvenes y debilitaba sus convicciones patrióticas y bolivarianas”.
Mis argumentos en ese momento, y ahora para
repetir, que Bolívar no es santo de mi devoción, nada tienen que ver, como
pudiera intuirse con algunos hechos turbios de la vida de El Libertador.
Tampoco titulo estas palabras como las titulo,
por la poca simpatía que me produce el fusilamiento de un guerrero ejemplar,
Libertador de Guayana y primer liderazgo importante de los pardos y los
sectores populares en el ejército patriota. El fusilamiento de Piar,
justificado con una frase tan genérica como “el general Piar ha formado una
conjuración destructora del sistema de igualdad, libertad e independencia”
resulta como mínimo poco convincente. Las muchas conjeturas sobre el parentesco
de Piar y Bolívar, lejos de intentar una explicación solo arroja más oscuridad
sobre el hecho del que con toda razón, se arrepentirá Bolívar hasta sus últimos
días.
El fusilamiento del Almirante José Prudencio
Padilla tampoco es el motivo por el cual digo que Bolívar no es Santo de mi
devoción. A pesar de que junto a la muerte de Piar parece configurar una falta
de compasión, sobre todo cuando los acusados no son blancos ni mantuanos, pues
ninguno de los dos era blanco y ninguno de los dos recibió el trato clemente
que otros acusados si recibieron del otras veces magnánimo Simón Bolívar.
Tampoco la famosa Masacre de Pasto alienta mi
título. Este oscuro honor que comparten Sucre y Bolívar, duramente criticado
por el santanderista José María Obando, pero también por hombres de la
innegable lealtad y compromiso de Florencio O´Leary:
“[…] en horrible matanza que siguió, soldados
y paisanos, hombres y mujeres, fueron promiscuamente sacrificados y se
entregaron los republicanos a un saqueo por tres días, y a asesinatos de
indefensos, robos y otros desmanes”
Habría que preguntarse si tan cruel
comportamiento hubiera sido posible si los ciudadanos de Pasto, en lugar de
indígenas y mestizos hubieran sido blancos criollos.
Y es que Bolívar era un hombre de su tiempo,
con sus virtudes y defectos. Quienes magnifican los defectos que aquí hemos
mencionado, descontextualizándolos de las circunstancias cometen un gravísimo
error. Bolívar como todo hombre, lo es con sus circunstancias y solo es posible
entenderlas en medio de una cruenta guerra y en un tiempo en el que la crueldad
no estaba normada como hoy. No había convención de Ginebra y el concepto de
Derechos Humanos no existía. Pero además, combatían fuego con fuego, Monteverde,
Boves, Morales... no eran precisamente un modelo de clemencia y benevolencia.
Repito: Bolívar era un hombre de su tiempo,
con sus virtudes y defectos. Quienes magnifican sus virtudes hasta santificarlo
y construir una leyenda dorada, también cometen un error, pero quienes lo hacen
de manera interesada, para construir un culto que le permita eternizarse en el
poder, no cometen un error sino, que planean una emboscada política utilizando
la imagen de Bolívar.
De regreso a la anécdota con la que inicié
estas palabras, mis argumentos en el ámbito de aquel Colegio fueron sencillos
pero los ha ratificados la historia reciente. En primer lugar, no puede Bolívar
ser santo de mi devoción pues afortunadamente no fue santo, por el contrario,
como diría NIETZSCHE, fue Humano demasiado Humano, un “espíritu libre” menos
atado por las convencionalismos sociales que la mayoría de sus
contemporáneos... y es justamente eso lo que hace que sus virtudes, su empuje y
perseverancia, resalten infinitamente mas que sus defectos, que los tuvo, sin
lugar a dudas. Por otra parte, no puedo ser un devoto, pues esto convertiría a
Bolívar en el icono de una religión patria y tales religiones son una coartada
ideológica que manipula la figura de un hombre muerto para beneficio de algunos
hombres vivos, en el sentido “criollo” de la palabra viveza.
Y no nos referimos aquí a un acto individual
de excesiva admiración hacia un hombre en el que reconocemos un poco común
cúmulo de virtudes, sino a un sistema articulado de ideas y propaganda
predicada desde las alturas del poder, que ni respeta ni se preocupa por
rigurosidad histórica alguna. Por el contrario, su fin es el mantenimiento y la
legitimación del grupo entronizado en el poder, con la bendición del Padre de
la Patria.
Esta especie de religión oficial bolivariana,
sería mejor decir esta interesada e ideológicamente sesgada religión
bolivariana, se inicia, o mejor dicho, se impulsa como razón de estado en el
gobierno de Guzmán Blanco, quien aprovecha el primer centenario del nacimiento
de Simón Bolívar para utilizar ingentes recursos destinados a un tiempo a
impulsar la iconografía, pinturas, escultura e imaginería bolivariana
confundiéndola en la Exposición Nacional de 1883 con la propaganda e
inauguración de las obras de su gobierno. A decir del Historiador Pedro
Calzadilla, hoy Ministro del Minpopo para la Educación Superior:
“ ¿Qué significa esta mezcla de imágenes?
Sugiere sin duda una lectura de la memoria bolivariana metida en nueva piel: no
se trata de acudir al culto patriótico nacional para legitimar la
independencia, fustigar la herencia colonial y conjurar los peligros
monárquicos, ahora se trata de darle soporte al modelo de orden y progreso que
montado sobre el carro del positivismo se enseñorea de las élites intelectuales
y políticas. ¿Poca cosa? No parece serlo, sobre todo en la medida que ambos
ejes, tanto el culto bolivariano como el proyecto de orden y progreso
perdurarán en lo porvenir y edificarán la Venezuela que se enrumbará hacia el
moderno siglo XX. Bolívar propicia el clima al cumplir sus cien años, pero la
ocasión se aprovecha para afianzar los pilares de la memoria nacional y los
ejes de la identidad de los venezolanos”. Y Agrega para terminar “Es uno de los
tantos mecanismos de funcionamiento del llamado Culto a Bolívar y una de las
claves de su penetración en todo el territorio”
Mas adelante, iniciado el siglo XX y
necesitando el poder mecanismos distintos a los de la dictadura de Juan Vicente
Gómez, la dictablanda del General en Jefe Eleazar López Contreras volverá a
protagonizar otro momento estelar del Culto a Bolívar con la creación de la
famosa Agrupación Cívica Bolivariana.
Nuevas maneras de hacer política presionaban
el panorama nacional, la generación de 1928 había comenzado la constitución de
Partidos Políticos Modernos, el tema electoral presionaba por un salto
cualitativo democratizador. En las manifestaciones antigomecistas del 14 de
febrero de 1936 por primera vez la calle habla con una violencia urbana, no ya
la violencia de los caudillos rurales a lomo de caballo y por primera vez
aparece un bloque (el Bloque de Abril) opuesto a un régimen que es a su vez
prolongación y cambio del gomecismo. Pese a que se jugaba con normas y leyes
arbitrariamente construidas para que no hubiera oposición, aparecieron
curiosamente en las listas de Presidentes de Estado electos a dedo por el
Ejecutivo nombres como el de Romulo Gallegos, Jovito Villalba, Raul Leoni,
Gonzalo Barrios e Inocente Palacios. La reacción no se hizo esperar y casi
todas sus credenciales fueron anuladas aprovechando el artículo 32 de la
Constitución vigente que prohibía las ideologías comunistas. Seguidamente se
prohíben ciertos partidos y se manda al exilio a 47 de sus dirigentes.
A pesar de estas maniobras judiciales y
represivas que intentaban desalentar el crecimiento electoral, la oposición
moderna crece y se hace presente en distintos Parlamentos y cuerpos
legislativos.
El régimen ve entonces la necesidad de formas
diferentes de acción política y una vez mas, se acude al expediente bolivariano.
No para enaltecerlo sino para utilizarlo. Se crean entonces las Cívicas
Bolivarianas para darle al gobierno una estructura de organización electoral y
utilización de los dineros públicos para favorecer descaradamente, una opción
política. Bolívar aparece como coartada. López Contreras convierte por decreto
la fecha del natalicio de Bolívar en el Día del Obrero y el 17 de diciembre en
el día de la Madre y el Niño. A diferencia de los tiempos actuales en los que
por una magia ideológica Bolívar es socialista, para las cívicas bolivarianas y
para López Contreras, también en acto de prestidigitación... Bolívar era
anticomunista, Así la Cívicas se convirtieron en defensoras del orden, la
propiedad y las “buenas costumbres” y en comunicación constante con el despacho
presidencial daban parte de los avances de su organización.
Las denuncias no se hacen esperar y en el
Diario Ahora escribía Juan Oropeza “Las Bolivarianas vienen trabajando hace
tiempo amparados por el favor oficial que se traduce en toda clase de
facilidades. Gastan a manos llenas un dinero cuya procedencia no es secreto
para nadie” (1940) Al mismo tiempo denuncia las manipulaciones electorales y la
represión contra los opositores e incluso el encarcelamiento de dirigentes que
postularan candidatos para las elecciones de 1940. Así la participación de las
Cívicas Bolivarianas se convierten en un instrumento decisivo para el triunfo
de Medina Angarita, candidato apoyado por Eleazar López Contreras, al punto que
en 1942 con descaro digno de estos tiempos reconocen:
Es cierto que la Agrupación Cívica Bolivariana
ha enviado
una circular a los empleados públicos
pidiéndoles su apoyo
en las próximas elecciones. A nombre del
gobierno a quien
sirven y de quien reciben puntualmente su
paga. (Diario El
Heraldo, 1942)
Sin embargo, el gobierno de Medina Angarita
hace un balance de lo que significaron las Cívicas y se inclinaron por sincerar
las cosas y crear una agrupación llamada Partidarios de la Política del
Gobierno. Que después dio paso al PDN, Partido Democrático Nacional.
Hemos tomado estas dos experiencias para
dialogar informalmente sobre las formas que ha tomado a lo largo del tiempo la
manipulación grotesca de la figura y el nombre del Simón Bolívar. Sin embargo,
no son las únicas. Pérez Jiménez también acarició la idea de usar la figura de
Bolívar, no con poco éxito, la disciplina y el militarismo fueron las virtudes
que la última dictadura del siglo XX destacó del prócer de la independencia.
Pero nada hasta hoy tan grotesco como la manipulación actual de la figura y
pensamiento de El Libertador.
Durante los nunca bien ponderados 40 años de
puntofijismo la figura de Bolívar se caracterizó por ser visualizada desde las
mas diversas perspectivas. Cada venezolano parecía tener una visión bastante
personal y generalmente con muy poco fundamento histórico del Padre de la
Patria. Así como cada venezolano tiene una visión cosmogónica que incluye una
especie de dios particular, que se ajusta a las propias necesidades
espirituales y materiales. Que recibe solicitudes y saca de aprietos. Un dios
bastante mas flexible que el de la tradición católica, apostólica y romana, que
ve todas nuestras creencias, brujerías, santería y magias ...de cualquier
naturaleza con tropical indulgencia. Así cada venezolano tenía, y aún persiste
pese al intento oficial, un Bolívar pana al que le colocaba o le coloca las
características con las que somos mas empáticos cada venezolano se había
inventado su propio Bolívar. Unos lo veían con la cara de emperador romano que
tiene el perfil grabado en las monedas, otros lo veían como el libertador de
esclavos en Carupano, otros como un macho de infinita capacidad sexual que
aplazaba batallas por los favores de una dama, no faltaba el ateo, el Bolívar
masón.
Cuarenta años sin hegemonías altisonantes
produjeron un Bolívar para cada gusto tanto en la cultura popular como en la
historiografía. Un Bolívar de las dificultades, capaz de sortearlas todas para
alcanzar la anhelada independencia de la América Hispana, Un Bolívar “precursor
del pensamiento antiimperialista” que con una frase nos alerta sobre la
potencia del norte destinada por la providencia a plagar de miseria la América
en nombre de la libertad. Un Bolívar racista que ya insinué, que despreciaba a
los pardos al punto que a los únicos, de entre sus muchos patriotas oponentes,
a los que envió al paredón eran de piel oscura: el Almirante Padilla y su
“sangre” Piar. Uno infalible y otro que comete errores. Uno de bronce y otro
Bolívar de Carne y hueso. Algunos osan sentenciarlo traidor porque entregó a
Miranda en La Guaira después de la capitulación frente a Monteverde (esto
también lo había insinuado).
Hay un Bolívar periodista para los periodistas
y se abunda en la extraordinaria influencia del Correo del Orinoco en la gesta
emancipadora, la chispa decimonónica que encendió la pradera americana. Hay un
Bolívar jinete muy admirado por los lados de la Rinconada, que de no haber
existido, no hubiera podido cabalgar la Libertad.
Pero seguramente hay un Bolívar ecologista,
uno deportista precursor de los deportes modernos.
No estoy banalizando nada, Bolívar simbolizó
durante mucho tiempo la unidad de los venezolanos con una lectura
multidimensional, diversa. Hubo mil formas de ser bolivariano e incluso mil
formas de no serlo. Recuerdo una polémica memorable entre José Ignacio Cabrujas
y Manuel Caballero, por una parte y Aníbal Romero por la otra. Se dieron muy
duro, pero desde las ideas. Nadie impuso su autoridad, ni pretendió universal
validez para su postura, era un debate de iguales.
Pero desde 1998 un proyecto político se
apropia paulatinamente de Bolívar, el que unificaba a todos los venezolanos, no
porque unificaba el pensamiento sino porque encarnaba los sueños y aspiraciones
de los más disimiles venezolanos. Ese Bolívar que representaba la unidad en la
diversidad, fue secuestrado por un sector. Se convirtió en una marca
registrada, todo lo que es ahora calificado con el adjetivo bolivariano o
bolivariana, desde un museo hasta la Fuerza Armada esta siendo tácitamente
alineado con el proyecto político de quienes gobiernan el país desde hace casi
14 años.
Bolívar es ahora socialista, vaya
extemporaneidad, representante de los pobres, parecen haber olvidado que
también fue un godo, un amo del valle. Un Oligarca, el insulto preferido de
este gobierno. En algún momento Bolívar y el adjetivo bolivariano comenzó a
representar solo a los que se identifican con el difunto Hugo Chávez a quienes
ahora desean equiparar. Olvidan que el propio Marx desde una perspectiva
eurocéntrica y racista coloca a Bolívar en una sociedad sin clases y lo compara
con Napoleón, en un alarde de ignorancia. Sugiere William Ospino que
probablemente Marx rechazaba, como es natural en un hombre de izquierda, los
alardes de sacralizadores e impulsores del culto a la personalidad de los
biógrafos de Bolívar.
El Libertador que todos abrazaban y el que a
todos representaba, de pronto deviene unidimensional y socialista. Así Bolívar
se confunde y amalgama con el “Presidente Eterno”. Y como es lógico se pretende
olvidar al Bolívar mas republicano, al de Angostura que señaló que no se puede
dejar mucho tiempo en el poder a un solo hombre, porque se acostumbra a mandar
y el pueblo a obedecer. Se olvida, al Bolívar que convoca al la Unidad y se le
usa para dividir a los venezolanos, otra vez, en Patriotas y Realistas como en
sus tiempos, otra vez en Federales y Centralistas, otra vez en un maniqueo
Buenos y Malos traicionando su último deseo, su legado y sobretodo intentando
echar por tierra el Bolívar múltiple y diverso del imaginario popular.
Sacralizando a Bolívar pretenden justificar la
sacralización de Chávez, impulsando el culto a a personalidad de uno justifican
el culto a la personalidad del otro.
El, o los gobiernos, de estos 14 años han
mostrado, con sobrada evidencia una aspiración homogeneizante y hegemónica sin
paralelo en ningún momento de la historia. Aspiran un pensamiento único, un
partido único, un liderazgo único, el control absoluto de cada espacio de poder
y por si fuera poco aspiran a un Bolívar único, al punto que intentaron
recientemente confiscar la CARA de Bolívar. Anular no solo al Bolívar diverso,
sino confiscar la cara de la iconografía, la que está en la memoria de la
gente, la de los pintores de su época. En nombre de la ciencia forense
construyen un rostro único, que desean imponer como el único verdadero. Todos
los demás son falsos, al Bolívar único lo convierten en símbolo de campaña
electoral de octubre del 2012 y en icono de cada oficina publica, confunden la
mirada de Bolívar con la vigilante mirada de Hugo Chávez que cual Big Brother
orweliano nos vigila desde la eternidad. Vacían de contenido y de pensamiento
la ”acción y utopía” bolivariana para iniciar un culto fetichista que deja en
pañales el culto de las cívicas bolivarianas de López Contreras, el uso
disciplinario de Bolívar que hace Pérez Jiménez. Hasta el mismísimo Guzmán
Blanco inventor del culto, quien por primera vez convierte en ideología el uso
partidario de El Libertador, es superado por la idea retorcida de ponerle una
sola cara a Bolívar. El Bolívar resurrecto por los patólogos, se parece
bastante al Bolívar de siempre, salvo por los labios gruesos que todas las
descripciones y pinturas de la época contrarían abiertamente. Pero ¿para que
pagar tanto dinero en una exhumación y reconstrucción de un rostro que
finalmente no difiere mucho del de siempre? Pues, quien ordena el estudio, paga
a los artistas y científicos y quien reproduce la imagen por millares, pretende
ser dueño del nuevo y único rostro de Bolívar para convertirlo en el icono que unifica
en el imaginario popular al Libertador y al Presidente eterno, el icono que
unifica a un bando político y por lo tanto divide al país, con la mas brutal
utilización de la figura de Bolívar en toda la historia de Venezuela,
convirtiendo la nueva devoción Bolivar-Chavez en un ejercicio de culto a la
personalidad con precedente solo en países como Corea del Norte o Turkmenistán.
Finalmente, quisiera señalar que se ha puesto
de moda como una reacción al culto a la personalidad escribir, en la tradición de
Marx y Madariaga, textos críticos y a veces grotescos contra Bolívar, que
ofenden la memoria de un hombre cuyo temple, dedicación y desprendimiento
liberaron buena parte de Nuestra América. Pero por otra parte, este culto
interesado y manipulador, esta devoción que pone a Bolívar al servicio de un
proyecto político, que en nombre de los humildes restringe las libertades públicas
e instaura un curioso régimen de autoritarismo electoral, como mínimo ofende de
igual manera y deja una nefasta herencia en la América que Bolívar soñó libre.
En un día como hoy, a 183 años de la muerte de
Simón Bolívar cabría resaltar que mientras ese burdo ejercicio de culto a la
personalidad y apropiación interesada de la imagen de Bolívar persista y divida
a los venezolanos en dos bandos irreconciliables, será imposible que aquel que
pedía en Santa Marta el cese de las divisiones... se encuentre tranquilo en el
sepulcro.
Gracias
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