Las diferencias entre el bautismo romano y el cátaro
En los registros de la Inquisición, se encuentran recogidas las palabras del cátaro Pierre Authié, quien al predicar en la casa de la familia Péire, en Arques, explicó las diferencias entre el bautismo Romano y el cátaro con las siguientes palabras:
Sibelly Péire, en su interrogatorio ante la Inquisición, cita las palabras pronunciadas por el mismo buen hombre respecto a la consideración que le merecían las iglesias católicas romanas.
El bautismo de la Iglesia romana no vale nada -–dijo así–, puesto que se hace en el agua materia y porque en el curso de este bautismo se dicen grandes mentiras; preguntan efectivamente al niño: ¿quieres ser bautizado? Y responden en su lugar que sí quieren, lo cual no es cierto, mientras él, por el contrario, llora. Luego, le preguntan también si cree esto o aquello y responden por él que sí cree y, sin embargo, no cree en nada, puesto que no tiene uso de razón. Le preguntan si renuncia al diablo y a sus pompas, y responden por él que sí, y, sin embargo, no renuncia a nada, puesto que empieza a crecer, a decir mentiras y a cometer diversas obras del diablo... En cambio, nuestro bautismo sí que es bueno, puesto que es de Espíritu Santo y no de agua, y porque somos mayores y estamos dotados de razón cuando lo recibimos, y por este bautismo, nos convertimos en Hijos de Dios...[i]....
(...) son las casas de los ídolos, explicaron, llamando ídolos a las estatuas de los santos que hay en las iglesias. Y los que adoran a estos ídolos son tontos, puesto que son ellos mismos quienes han hecho esas estatuas, ¡con un hacha y otras herramientas de hierro![ii]
El corazón del hombre es la verdadera Iglesia de Dios, no la iglesia material[iii].
La cita nos permite comprender que los cátaros eran muy concientes de que el hombre que busca a su Dios, no debe afanarse buscando fuera de sí, sino en lo más profundo de su corazón. Por otra parte, los cátaros no admitían que Cristo tuviera cuerpo humano, lo que equivalía a decir que Jesús no era Cristo. Tal concepción queda muy patente en las palabras de Raymonde Bézarza, quemada en 1270, quien dice:
“El Cristo no tuvo un cuerpo humano, ni una verdadera carne humana. La virgen María no fue verdaderamente, la madre del Cristo ni siquiera una mujer real. La Iglesia Cátara es la verdadera virgen María: verdadera penitencia, casta y virgen, que lleva al mundo a los hijos de Dios”.[iv]".
El gran inquisidor en el Sabarthez, Bernard Gui, en su Práctica inquisitionis, p. 238, recordando sus muchos interrogatorios de cátaros, escribe:
“En cuanto a la encarnación de Nuestro Señor Jesucristo, en el seno de la bienaventurada María, siempre virgen, ellos la niegan. Pretenden que el Cristo no ha tenido un verdadero cuerpo humano, ni una verdadera carne humana, como todos los otros hombres. Niegan que la Virgen María haya sido verdaderamente la madre de nuestro Señor Jesucristo, e incluso una mujer real. Dicen que es su propia secta la que es la Virgen María, es decir la verdadera penitencia, casta y virgen, que lleva al mundo a los Hijos de Dios”.
Los sacramentos cátaros
La deposición de Pierre de Gaillac ante el inquisidor Geoffroy de Ablis, nos permite entender el concepto que tenían los cátaros sobre la comunión y sobre la comunión católica romana:
El texto deja claro las diferencias que separaban a las dos iglesias. Los cátaros rechazaban categóricamente el milagro de la transubstanciación, estos es, de la conversión total del pan en el cuerpo de Cristo durante la Eucaristía.
[i] Deposición de Sibylle Péire, cita de “Las mujeres cátaras”, pág. 373 y 374
[ii] Deposición de Sibylle Péire, cita de “Las mujeres cátaras”, pág. 373 y 374
[iii] Deposición de Arnaud Sicre ante Jacques Fournier, cita de “Las mujeres cátaras”, pág. 384.
[iv] (Colección, Dota, 15, p.57) Cita de “La herencia de los cátaros. El druidismo”, pág.6
[v] Deposición de Pierre de Gaillac ante Geoffroy de Ablis, cita de “Las mujeres cátaras”, pág. 381 y 382.
[vi] Deposición de Pierre de Gaillac ante Geoffroy de Ablis, cita de “Las mujeres cátaras”, pág. 381 y 382.
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