Divina comedia. Dante Alighieri

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Narrada en primera persona, la obra adopta la forma de un viaje escatológico (en torno a la muerte y el más allá). El relato comienza en una «selva oscura», símbolo de la vida pecaminosa en la Tierra. Dante intenta ascender a una montaña buscando el camino que le saque del bosque, pero se ve interceptado por unos animales salvajes (representación de los pecados). Desesperado, débil y necesitado de guía espiritual, se encuentra con el poeta latino Virgilio, quien ha sido enviado para guiarle por Beatriz, el amor perdido de su pasado. Para Dante, Virgilio representa el pensamiento clásico, la razón y la poesía. Virgilio le asegura que obtendrá la salvación…, pero solo después de haber atravesado el más allá. Así, ambos comienzan su viaje, que empieza con el descenso al Infierno.

No Cierres los ojos –  Grupo Akal

Político, filósofo y escritor, Durante degli Alighieri (conocido como Dante) nació en Florencia (Italia) en 1265, en una familia acaudalada largamente implicada en la política florentina. Fue prometido en matrimonio en 1277, pero por entonces ya estaba enamorado de Beatrice Portinari, que se convirtió en su musa y a la cual dedicó numerosos poemas amorosos.

Trágicamente, ella murió en 1290, y Dante, afligido por la pena, se volcó en la vida política, llegando a ser priore (alto funcionario) en 1300 y embajador ante el papa Bonifacio VIII durante el alzamiento de Florencia. Mientras estaba en Roma, la facción rival florentina se hizo con el poder y Dante fue exiliado de Florencia, adonde ya no regresaría. No se sabe exactamente cuándo empezó a trabajar en la Divina comedia, pero debió de ser hacia 1304. Falleció en 1321 en Rávena (Italia).

  • Enfoque: Epopeya posclásica

Antes:

  • 800 a.C. El poeta griego Homero compone la Odisea, epopeya de gran influencia en la literatura occidental.
  • 29–19 a.C. El poeta latino Virgilio escribe la Eneida, que será modelo para las epopeyas latinas del periodo medieval.

Después:

  • 1572 El poema épico Los Lusiadas, del portugués Luis de Camões, sigue la tradición de Dante, entretejiendo ficción, historia y política en un relato de los viajes de descubrimiento portugueses.
  • 1667 El último gran poema épico en inglés, El Paraíso perdido, de John Milton, refleja el papel emergente de Gran Bretaña como potencia mundial.

La epopeya

La epopeya fue la forma literaria elegida por algunos de los mayores poetas de la antigüedad. Concebidos para celebrar los logros de un héroe –a menudo semidivino o poseedor de un valor y una fuerza excepcionales–, los relatos épicos solían ser alegorías de hitos históricos, como el nacimiento de una nación o la victoria sobre un enemigo. La Ilíada de Homero, por ejemplo, es la historia del héroe Aquiles, pero también es, y sobre todo, la de la derrota de Troya frente a los poderosos ejércitos griegos. Estos poemas entretejen a menudo lo contemporáneo con lo mítico, y sus héroes desempeñan papeles clave en la construcción de la civilización.

Mucho después de la caída de las civilizaciones clásicas, el poema épico seguía siendo la forma literaria preferida para celebrar el poder nacional. Así, la epopeya del poeta inglés Edmund Spenser La reina de las hadas (1590) es un panegírico sobre la ascendencia de Isabel I y sobre su país, y el Orlando furioso (1516) del italiano Ludovico Ariosto rinde homenaje a la Casa de Este y a su creciente influencia.

Divina comedia, una epopeya divina

La Divina comedia de Dante encaja en la tradición épica posclásica: es larga, heroica, alegórica y con frecuencia nacionalista –reflejando el activo papel de Dante en la política florentina–. Sin embargo, también es original e innovadora en diversos aspectos. Así como en las epopeyas clásicas el narrador omnisciente permanecía fuera del relato, Dante introduce al narrador en el texto; utiliza audazmente el toscano en vez del tradicional latín; y fuerza el molde de la epopeya combinando el pensamiento clásico y los motivos mitológicos con la filosofía europea contemporánea y el simbolismo cristiano.

Dante lleva al lector en un viaje a través del Infierno, el Purgatorio y el Paraíso –del pecado y la desesperación a la salvación final–, dibujando al detalle la geografía de cada esfera y evocando una realidad casi física. Su obra recuerda a muchas epopeyas clásicas que relatan viajes al inframundo y, como otras anteriores, es una alegoría: el viaje por el inframundo simboliza la búsqueda de sentido personal por parte de Dante.

Originalmente, Dante tituló su obra simplemente Commedia, término usado en su época para aquellas obras en las que las dificultades o los retos enfrentados por el protagonista se resolvían en un final generalmente feliz (a diferencia de las tragedias clásicas, centradas en la pérdida y el sufrimiento). El primero en llamar «Divina» a esa Commedia fue el poeta del siglo XIV Giovanni Boccaccio, aludiendo tanto a su contenido espiritual como a la extraordinaria belleza de su estilo.

Política y poesía

En el momento en que Dante empezó la Divina comedia –un trabajo que le llevaría doce años completar– ya era un poeta reconocido que practicaba el dolce stil novo (dulce estilo nuevo), caracterizado por la introspección y el uso frecuente de metáforas y símbolos. Los temas de su poesía eran la política y las pasiones personales, y la Italia de finales del siglo XIII le proporcionaba material abundante.

El propio Dante estuvo implicado en la vida política de su amada Florencia, la cual se hallaba envuelta, como el resto de Italia, en luchas de poder entre la Iglesia (el papa) y el Estado (el emperador del Sacro Imperio). En la Divina comedia aparecen retratadas figuras clave de la época, y la inclusión de esos personajes reales aportaba un grado de sensacionalismo que contribuyó al éxito del poema. Dante fue finalmente exiliado de Florencia por su filiación política y, aunque ello le causó gran dolor, su apartamiento de los asuntos públicos le ofreció la distancia necesaria para componer su célebre alegoría sobre la filosofía, la moral y las creencias de su mundo medieval.

La Divina comedia está estructurada en tríadas, lo que recuerda la importancia del número tres en la teología cristiana (donde simboliza la trinidad de Padre, Hijo y Espíritu Santo). El viaje comprende tres libros («Infierno», «Purgatorio» y «Paraíso»), cada uno con 33 cantos o capítulos, más uno introductorio, para completar el centenar. Está escrita en un estilo métrico desarrollado por Dante llamado terza rima, un esquema de tercetos encadenados.

Dante recorre las nueve esferas del Paraíso, cada una de ellas vinculada a un cuerpo celeste, de acuerdo con la idea geocéntrica medieval del universo, y a una jerarquía angélica. Más allá de las esferas está Dios en el Empíreo, un Cielo más allá del espacio y el tiempo.

Narrada en primera persona, la obra adopta la forma de un viaje escatológico (en torno a la muerte y el más allá). El relato comienza en una «selva oscura», símbolo de la vida pecaminosa en la Tierra. Dante intenta ascender a una montaña buscando el camino que le saque del bosque, pero se ve interceptado por unos animales salvajes (representación de los pecados). Desesperado, débil y necesitado de guía espiritual, se encuentra con el poeta latino Virgilio, quien ha sido enviado para guiarle por Beatriz, el amor perdido de su pasado. Para Dante, Virgilio representa el pensamiento clásico, la razón y la poesía. Virgilio le asegura que obtendrá la salvación…, pero solo después de haber atravesado el más allá. Así, ambos comienzan su viaje, que empieza con el descenso al Infierno.

Infierno de Dante

El primer libro describe los círculos del Infierno y la forma en que los castigos se ajustan a los pecados de los individuos. Las almas de los aduladores, por ejemplo, pasan la eternidad enterradas en excrementos como recordatorio de las palabras que profirieron. Los seductores son atormentados por diablos cornudos que descargan sobre ellos sus látigos hasta convertirlos en masas de carne tumefacta. Con sus viscerales descripciones de los castigos del Infierno, Dante invita al lector a reflexionar sobre sus propias faltas, a cambiar de rumbo y a vivir en armonía con los otros y con Dios

El Infierno de Dante se sitúa bajo la ciudad de Jerusalén, y forma un gigantesco embudo que conduce al mismo centro de la Tierra. Su entrada es un «vestíbulo» donde penan las almas de aquellos que, en vida, nunca hicieron nada bueno o malo. El Infierno en sí está formado por nueve círculos que acogen a las almas de los pecadores, desde los menos repudiables (los no bautizados) a los más perversos (los traidores). Una muralla custodiada por demonios separa el Infierno superior del inferior, donde son castigados los pecados de violencia y de malicia. En el fondo del Infierno, atrapado en hielo, se encuentra Lucifer.

El Monte Purgatorio y el Paraíso

El Purgatorio es una montaña de terrazas escalonadas donde las almas de los penitentes soportan distintos tipos de sufrimiento para purificarse de su pecado y entrar en el Paraíso

Una vez concluido su viaje hasta lo más profundo del Infierno, Dante y Virgilio inician el ascenso por las terrazas circulares del Monte Purgatorio, un lugar destinado a los pecadores que vivieron con egoísmo en la Tierra pero que mostraron un remordimiento suficiente como para que se les ofrezca la esperanza de la salvación. En el Purgatorio pueden purgar y prepararse para entrar en el Cielo. A medida que ascienden la montaña, atravesando los siete niveles que representan los pecados capitales, Dante y Virgilio se encuentran con individuos que trabajan penosamente para superar los defectos que dieron lugar a sus pecados. Las almas orgullosas, por ejemplo, cargan enormes piedras en la espalda para aprender la humildad.

Una vez fuera del Purgatorio, la guía de Dante será Beatriz, pues Virgilio vivió antes de Cristo y, por lo tanto, no puede entrar en el reino de los santos. Beatriz viene a representar la eterna guía femenina, el corazón y el alma de la humanidad. Ella es la que intercede por la salvación de Dante, y es a través de ella como Dante llega a entender el amor de Dios.

El legado de Dante 

Dante adaptó la forma de la epopeya clásica, con sus héroes aventureros y sus múltiples dioses, para expresar una profunda visión del destino cristiano, incorporando al relato sucesos tanto personales como históricos. Innumerables escritores y artistas han hallado inspiración en la Divina comedia, a la que el poeta estadounidense T. S. Eliot se refirió como «el punto más alto que la poesía ha alcanzado o tal vez pueda alcanzar nunca».

El texto y las imágenes de esta entrada son un fragmento de: “El libro de la literatura”

Fuente original del texto: http://www.nocierreslosojos.com/

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