Silencios y falsedades sobre la guerra en Ucrania

 VICENÇ NAVARRO

Un militar ucraniano inspecciona un agujero producido por un misil ruso cerca de Kiev (Ucrania). EFE/EPA/STR


El periodismo como propaganda política

Es reconocido que en situaciones bélicas una de las características del conflicto militar es la escasa veracidad de los mayores medios de información que en su vocación guerrera consideran la propaganda como práctica esencial en el "quehacer patriótico". Esto ocurre casi de manera natural sin que apenas se perciba pues es una practica (algo exagerada en tiempos de guerra) de lo que ocurre normalmente. Estamos viendo como la gran mayoría de los medios de información en España están denunciando, con razón, la falta de credibilidad de los medios de información en Rusia, (considerada como la fuerza enemiga) sin admitir que algo semejante también esta ocurriendo en este país (sin la necesidad del aparato represivo de la censura oficial que ocurre en Rusia), apareciendo claramente en el sesgo de las noticias y en los silencios  que acompañan sus reportajes sobre la guerra de Ucrania.

La movilización de los medios de información españoles en su cobertura de la guerra de ucrania

Como he indicado en otros artículos, una característica de la cultura política y mediática en España (consecuencia de un proceso de transición de la dictadura a la democracia en condiciones muy favorables a las fuerzas conservadoras que controlaban el Estado dictatorial), es su derechización, de manera tal que la derecha española es homologable, en el abanico político de la Europa Occidental, a su ultraderecha. España es el único país en la Europa Occidental en el que el partido conservador (PP, la derecha española) gobierna en muchas comunidades autonómicas con el apoyo de la ultraderecha (Vox), lo cual ha originado una protesta y denuncia por parte de dirigentes de partidos europeos conservadores, alarmados por este precedente.

Falacias comunes y no corregidas en los medios españoles

El sesgo tan extremista explica que según encuestas recientes el 44% de la población española cree que Unidas Podemos es el partido político más cercano y próximo a Putin, el presidente de Rusia,  lo cual no deja de ser sorprendente para cualquier persona que conozca bien lo que piensa y hace Putin en Rusia y lo que piensa y hace Unidas Podemos en España (que tiene como partido en tal coalición al Partido Comunista de España). Se asume que Putin es comunista y que por lo tanto la coalición de Unidas Podemos es la más próxima a él. Parecería lógico llegar a esa conclusión, excepto que es ampliamente conocido que Putin no solo no es comunista, sino que es profundamente anti-comunista y que la Unión Soviética dejo de existir ya hace mas de treinta años, siendo hoy uno de los países europeos  con un capitalismo mas desenfrenado.

La pregunta que debe hacerse pues es como una visión tan errónea de la realidad puede estar tan extendida en España. Un análisis de los contenidos de gran parte de los medios de información españoles permite entender que tal percepción errónea sea tan extensa. Una de las voces más conocidas de la derecha española, el señor Francisco Marhuenda, director del diario La Razón (un diario muy de derechas basado en Madrid), ha sido uno de los voceros de esta definición de Putin como comunista. Tal personaje, muy representativo de las derechas españolas, es acusado con frecuencia de mentir descaradamente. No estoy seguro, sin embargo, de que sea una mentira lo que está diciendo, pues para mentir se necesita saber la verdad. Si no se sabe la verdad, no se puede mentir. Y francamente dudo que conozca la verdad, es decir la realidad como es, pues es muy probable que se crea las falsedades que está promoviendo. Hay que reconocer que muchos de los dirigentes políticos y mediáticos de derechas se han formado en escuelas privadas, la mayoría de ellas religiosas, que tiene un sesgo dogmático y extremadamente conservador de la historia que les ha marcado para el resto de su vida y se creen lo que les conviene que crean para la reproducción de su realidad, y esto es lo que han aprendido. Se lo creen y asumen que el comunismo continua en Rusia. Y esta ignorancia dogmática puede ser más preocupante y dañina que la mentira pues es impermeable a la verdad. Por mucha evidencia científica que se les presente, jamás cambiaran, defendiendo sus tesis con gran hostilidad, interrumpiendo constantemente al que está en desacuerdo (definido como adversario, cuando no enemigo), dificultando cuando no impidiendo, el debate. Vean los mal llamados "debates políticos" en la Sexta Noche como ejemplo. Y es ahí donde el señor Marhuenda y sus colegas de la derecha española subrayan una y otra vez que Putin es comunista.

Falacias comunes y no corregidas: Putin es un comunista

Putin no es comunista. Putin es un anticomunista perteneciente a la sensibilidad de ultraderecha de un nacionalismo imperialista muy acentuado junto con un cristianismo ortodoxo ruso sumamente reaccionario profundamente anticomunista, que ha encarcelado y reprimido a dirigentes del Partido Comunista Ruso y qué en su día y como mano derecha del presidente Yeltsin, llevó a cabo una de las reformas más radicales de la propiedad del sistema económico soviético, privatizando la mayoría de los medios de producción y distribución, habiendo impuesto un modelo de "capitalismo salvaje" que creó una de las mayores crisis de salud (con mayor crecimiento de la mortalidad ) conocidas en la Europa del la segunda mitad del Siglo XX. Todo esto es, en general, muy conocido en la mayoría de los países a los dos lados del Atlántico Norte, excepto en España. En este país, para casi la mitad de la población (44%), la historia se detuvo en 1991 cuando colapsó la Unión Soviética y para algunos este colapso parece nunca haber ocurrido. No están pues mintiendo, sino que es una ignorancia alimentada por un dogmatismo que dificulta cualquier posibilidad de debate.

El silencio sobre lo ocurrido en Rusia: su transformación económica

Gorbachov fue el último presidente del gobierno comunista de la Unión Soviética. Gorbachov intentó una apertura de aquel régimen tanto a nivel político como a nivel económico. Ahora bien, su vía era lo que podíamos llevar en términos europeos, la vía social democrática. Tal vía no era ni la deseada por el gobierno de Estados Unidos ni la deseada por la oligarquía rusa que había ya comenzado a obtener elementos de propiedad dentro de los medios de producción rusos, controlando sectores de la economía y que querían formalizar esta propiedad a través de su privatización. Y fue Yeltsin el que llevó a cabo esa función junto con Putin siendo este su mano derecha.  Y para hacer ese cambio contó con la ayuda de Estados Unidos incluyendo a economistas ultraliberales conocidos en Estados Unidos como Jeffrey Sachs (que había también asesorado a varios gobiernos de derecha de países de América Latina en sus políticas privatizadoras).

Otra falsedad: Putin dice que ucrania es nazi, lo cual es una falsedad. Pero también es una falsedad decir que los nazis no pintan para nada en ucrania

Que Ucrania es nazi es una falsedad que está promoviendo Putin y que incluso utilizo para justificar su invasión con supuestos intentos de "desnazificar" a Ucrania. Tal acusación es también una falsedad. Ahora bien, también es una falsedad indicar que los nazis no tienen ninguna influencia en Ucrania, tal como ha indicado el embajador de Estados Unidos en Moscú, el señor Michael McFaul, subrayando que los nazis no pintan nada en Ucrania, lo cual tampoco es cierto. Sí que pintaron porque incluso estuvieron en el Gobierno y los datos hablan por sí mismos. La llamada Revolución Maidan en el 2014, reflejó una protesta frente al gobierno ucraniano ruso 9democraticamente elegido en 1991) en la que estuvieron activos fuerzas nazis, como el partido neo-nazi "Svoboda", cuyos dirigentes Oleh Tyahnybok y Andriy Parubiy, jugaron un papel importante en tal llamada revolución. Más tarde el gobierno de Yatsenyuk tuvo tres miembros de Svoboda en el nuevo gobierno, además del vice- primer ministro quien también era  miembro del tal partido. Es más, a los nazis se les cedió el control de un batallón del ejercito que lleva como tal el título de su formación política "Azov", siendo el único ejercito en Europa en el que esto ocurra (ver Medea Benjamin and Nicholas J. S. Davis " There is no wisdom in pretending that ucranian neo-nazis don’t exist", Portside, March 18, 2022).

Una de las primeras medidas del nuevo Gobierno fue eliminar el ruso como lengua oficial y además de hacer los nombramientos citados en el párrafo anterior, asignaron al batallón nazi la labor de batallar a los ucraniano-rusos secesionistas. Tal partido nazi y aliados consiguió un 10% de votos en las elecciones del 2014, ganando también en varios pueblos y ciudades de Ucrania en la que aparecieron ampliamente en el país estatuas de personajes nazis que habían luchado al lado de Hitler contra la Unión Soviética, como el famoso Stepan Bandera. Una cuarta parte de los judíos victimas del holocausto eran de Ucrania. Fue un gobierno que discriminó a la población rusa  y que creo grandes tensiones dentro de Ucrania. Desde su punto de vista económico era un gobierno ultra-liberal con medidas privatizadoras y claramente hostiles hacia los sindicatos y a los partidos de izquierda incluyendo el Partido Comunista Ucraniano, que en el 2002 había sido el tercer partido del país y que fue prohibido mas tarde.

Tanto el gobierno ucraniano ruso elegido en 1991 como el ucraniano nacionalista anti-ruso elegido en 2014 perdieron sin embargo el apoyo popular en parte debido  a las continuas tensiones de carácter étnico y cultural  y también en parte a la corrupción que caracterizó a ambos gobiernos, una característica del Estado Ucraniano.  El partido nazi bajó del 10% el 2014 al 3% en el 2019. Ahora bien, este descenso no indica que este partido dejará de tener cierto protagonismo en áreas importantes de la vida ucraniana. No es, pues cierto que el Estado Ucraniano sea nazi, pero tampoco es cierto que los nazis no pinten nada.

Cuando en 2019, Zelenskyy fue elegido (el candidato anti-stablishment), ganó por amplia mayoría con un programa que intentaba recuperar el ruso además del ucraniano como lenguas oficiales del país, y prometió resolver el problema de los pro-ruso independistas en Donbas, aunque el partido neo-nazi se opuso a que se uniera con los disidentes rusos secesionistas con los que quería negociar un pacto.

Otra falsedad:  la OTAN lucha por la libertad y por la democracia

Este percepción de lo que es La OTAN  es la que han utilizado ampliamente  los mayores medios de comunicación españoles, olvidándose del origen y el desarrollo de la OTAN el tema que he descrito en otro artículo (Causas y Consecuencias de la Guerra en UcraniaPúblico, Marzo 14 de 2022 ). En realidad, la OTAN ha sido un instrumento a favor de la perpetuación y expansión de los intereses económicos y políticos del gobierno federal de los Estados Unidos y en segundo lugar de sus gobiernos europeos, que ha determinado su política exterior y que se intentó justificar presentándose como organización creada para defenderse frente a la Unión Soviética, falsedad que quedó clara cuando siguió funcionando luego de que la Unión Soviética desapareciera. Más que anticomunista, era y es un movimiento político social encaminado a extender los intereses económicos y políticos estadunidenses y de sus aliados europeos. Era totalmente previsible, por lo tanto, que cuando el Presidente Clinton rechazó la propuesta que le hizo Putin de que una vez desaparecida la Unión Soviética, Rusia pasara a ser miembro de La OTAN, el gobierno ruso percibiera tal rechazo como muestra de que el objetivo real de La OTAN fuera no solo el de eliminar a la Unión Soviética (lo cual ya habían conseguido), sino también el de destruir a Rusia, rodeándola de bases militares con armamento militar apuntando a su país. Fue ese rechazo, que como ha indicado el New York Times recientemente (27 de Marzo de 2022), el que contribuyó al crecimiento del nacionalismo esencialista basado en la recuperación de la Rusia pre-bolchevique en el que el conservadurismo cultural, basado en el cristianismo ortodoxo ruso, adquiriera mayor potencia facilitando el desarrollo del Estado Ruso actual. De ahí la visión imperial de Rusia, anti-bolchevique en la que se veía a Ucrania como mera parte de Rusia, lo cual los bolcheviques nunca aceptaron. De ahí la crítica de Putin hacia los fundadores de la Unión Soviética. Y de ahí también su defensa de los valores conservadores religiosos que se refleja en el gran poder que tiene hoy la jerarquía de la iglesia cristiana ortodoxa rusa dentro del Estado, que la hace tan atractiva a las ultraderechas en el mundo, incluyendo las españolas, frente a la supuestamente "decadente cultura occidental".

Por otra parte, la OTAN ya ni siquiera intenta presentarse como anti-comunista, sino que ahora batalla en contra de aquellos considerados como "enemigos de la civilización occidental", estén donde estén. Solo hay recordar las invasiones a Afganistán, Irak y Libia, entro otras. Todas ellas lejanas de Europa, que se han justificado como en defensa de los supuestos valores de libertad y democracia de tal civilización, y que ha causado mas víctimas civiles que las que están ocurriendo ahora en Ucrania, siendo la única diferencia de estas guerras el color de la piel de sus víctimas. Hoy hay casos semejantes al de Ucrania, como en Yemen, que apenas son noticia en los medios de comunicación españoles. Y en tales medios ha tenido muy poca visibilidad el que el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, haya aceptado que el futuro del Sahara, ex colonia del Estado Español, no lo determine el pueblo saharaui, sino un pacto entre el es ex Estado colonial España, y el Reino de Marruecos, una dictadura no más blanda que la rusa.

Hoy la OTAN está dirigiendo un bloqueo contra la economía y contra la sociedad rusa, que están dañando enormemente el bienestar de las clases populares rusas y también indirectamente de las clases populares predominantemente de los países europeos, pero también de las clases populares de Estados Unidos, pues la carencia de productos que conlleva el embargo está afectando su vida y bienestar. Es más, la fobia anti rusa que alcanza niveles absurdos, como la retirada por Netflix de las obras de teatro de Tolstoi, están dificultando enormemente el desarrollo de las condiciones para que se pueda terminar la guerra, pues tal hostilidad parece confirmar el mensaje de Putin de que el objetivo de La OTAN según él es destruir a Rusia. La estrategia del Presidente Biden no es conducente al fin de la guerra sino a su continuidad creando una especie de Afganistán para Rusia que se eternizaría debilitando enormemente a Rusia como le ocurrió a Estados Unidos.

Por lo demás, la guerra de Ucrania ha permitido a Biden recuperar el liderazgo de La Alianza Atlántica, muy débil antes como consecuencia del fracaso y salida del ejército estadounidense de Afganistán. Hoy la OTAN ha adquirido una unidad y protagonismo que la ha reforzado. Es más, la guerra ha ido muy bien, para crear una colaboración con el Partido Republicano, siempre favorable al complejo industrial militar de Estados Unidos que tiene una enorme influencia en el Gobierno federal, y cuya importancia ha aumentado con la guerra de Ucrania. Y en la Gran Bretaña lo que ha salvado la vida política del Premier Johnson ha sido la guerra. En realidad, sin ella hoy tal personalidad no estaría gobernando hoy la Gran Bretaña.

¿Por qué no se habla de que el gobierno de Estados Unidos estaba preparando la integración de ucrania en la OTAN?

El resultado de las elecciones del 2019 significó cambios importantes en Ucrania. Zelenskyy, que había ridiculizado la clase política ucraniana cuando hacía su programa en televisión, se le veía como alguien nuevo. Zelenskyy significó un cambio significativo en la gobernanza de Ucrania. Desde muy al principio ya se opuso a la ley de hacer del ucraniano la única lengua oficial. Insistió en revertir la ley promoviendo de nuevo el uso del ruso en la televisión y la cultura y al que también se le considere lengua oficial. También criticó las estatuas y el uso de los nombres de los nazis en calles y edificios llamando a honrar en vez a nuevos héroes de la República. Ahora bien, el proceso de militarización significó un aumento de los gastos que se hizo en parte a costa de una reducción del gasto social reduciendo el empleo público un 20%, privatizando 342 empresas públicas con reducción de los salarios y de las pensiones y privatizando la sanidad pública, así como descendiendo la educación pública, medidas que fueron impopulares y qué redujeron su popularidad, entre otros factores, de un 73% a un 23%. Ahora bien, otra circunstancia fue que, a pesar de su compromiso de reducir las tensiones con Rusia, éstas continuaron aumentando, puesto que Ucrania había firmado con el Gobierno estadounidense en el 1 de septiembre de 2021 un acuerdo en el que se consideraba a Ucrania como entidad soberana qué  debería ser considerada como posible miembro de la OTAN para lo cual se aceptó la necesidad de incrementar la cooperación militar de los dos Estados convirtiendo a Ucrania como "partner" de la OTAN. Este documento era claramente opuesto al acuerdo de Minsk,( firmado en 2015 por Ucrania, Rusia, Alemania y Francia en el que se aprobaba que Ucrania se declararía libre de pactos militares renunciando  a ser parte de la OTAN) y era inaceptable para Putin. Era pues predecible que podría ocurrir lo que ocurrió, condenando la población ucraniana a sufrir lo que está sufriendo.

La respuesta de Putin con la criminal invasión no puede nunca justificarse. Pero era probable que ocurriese y así ocurrió. Tal acuerdo del 1 de Septiembre de 2021, significó alejarse (como bien ha dicho Noam Chomsky en un discurso reciente en Madrid en un foro sobre Ucrania organizado por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030) de la solución al problema de falta de seguridad tanto en la Europa Occidental como en Rusia.  Era y continúa siendo necesario establecer un sistema de seguridad desde el Atlántico hasta Los Urales. Este fue el proyecto que habían sostenido personajes como Willy Brandt de Alemania, De Gaulle en Francia y Gorbachov en La Unión Soviética. La OTAN no es el instrumento para proveer esa seguridad de Europa y tampoco de Rusia. La condición de seguridad basada en la fuerza militar es profundamente errónea. La experiencia muestra que es precisamente lo contrario. Los conflictos militares nunca resuelven estas situaciones. Son precisamente las negociaciones dentro de una cultura de pactos de las que se puede generar la seguridad. Y estas organizaciones de seguridad deberían también facilitar el desarrollo del bienestar social y calidad de vida de la mayoría de las poblaciones de los países afectados, dentro de unas reglas consensuadas a través de procesos participativos y preferentemente democráticos. Y esta necesidad es mas urgente que nunca. Y si se continúa ignorando estaremos yendo muy rápidamente a una guerra nuclear. Así de claro.

https://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2022/03/31/silencios-y-falsedades-sobre-la-guerra-en-ucrania/#analytics-sidebar:no-te-puedes-perder

La mundialización de la cultura

 

Las visiones apocalípticas de la globalización, como si ésta fuera una aplanadora de Estados Unidos que borra de la faz de la tierra cualquier expresión cultural que no esté relacionada con Walt Disney, Coca Cola o McDonald’s, no tienen sustento desde un análisis etnológico. Por el contrario, la humanidad es «una poderosa máquina de producir diferencia cultural», de acuerdo con Jean-Pierre Warnier.

Desde que terminó la Guerra Fría y el orden mundial bipolar, algo que ha venido llamándose globalización se ha vuelto el tema de nuestro tiempo. Su aspecto cultural, sobre el político y el económico, ha sido tratado exhaustivamente por varios especialistas destacados: M. Barbero (1987), M. McLuhann (1979), J. Baudrillard (1993), B. Barber (1995), A. Appandurai (1996), S. Huntington (1996), N. García Canclini (1999) y M. Castells (1999), entre otros. Por lo tanto, la pregunta inmediata es: ¿Qué méritos tiene este académico de la Universidad de París, autor de La mundialización de la cultura, para inscribirse entre los autores mencionados como interlocutor de primer nivel?

En primer lugar, el tratamiento crudo del tema de parte de Warnier, no en el sentido de crueldad, sino de realismo, gracias a sus estudios de campo en África, denota que hay múltiples y variadas mezclas de las culturas locales con los productos de las industrias culturales y demás formas de relacionarse con las manifestaciones identitarias occidentales que pasan inadvertidas para juicios a priori o ideológicos. Los anuncios apocalípticos venden más, llaman la atención y son comentados ampliamente, pero pocas veces tienen razón. En este caso, la globalización no es, ni parece que será, la tumba de la diversidad cultural y las identidades particulares de cada etnia.

Hay dos debates sobre la tensión existente entre las culturas a causa de la globalización: uno, el destino de las culturas tradicionales atrapadas por el mercado mundial de bienes culturales, y, otro, si las sociedades industrializadas acabarán homologándose o no a un modelo único trazado por Estados Unidos. Las ideas relacionadas con estas cuestiones han variado con el paso del tiempo. En los años sesenta, la teoría de la convergencia aseguraba que, por medio de la modernización, todas las culturas del mundo convergerían hacia un modelo impuesto por Estados Unidos, pero desde 1990 se ha podido comprobar que la modernización no produjo homologación alguna. Al contrario, se ha observado que «la humanidad está constitutivamente destinada a producir estratificaciones sociales, grupos que quieren conservar sus particularidades, distinción cultural, modos de vida y de consumo muy diversos», plantea Warnier, e incluso señala que en todos los países hay conservatorios culturales, es decir, espacios donde la sociedad civil transmite sus tradiciones a las nuevas generaciones y a los inmigrantes, o las presenta a los visitantes.

¿Por qué Warnier habla de mundialización y no de globalización? Es un asunto que no explica, pero que podría suponerse que es una manera de disentir de alguna concepción o interpretación de la globalización como un proceso omnipresente y total. Con el término mundialización este antropólogo expresa que la comercialización de los bienes culturales industrializados se realiza principalmente entre los países ricos, y que se distribuyen de manera desigual a su interior. En los países pobres sólo una pequeña minoría participa en estos flujos culturales, como podemos ejemplificar de inmediato en el caso de México.

No obstante, en mayor o menor grado, la modernidad (occidental) ha penetrado en todos los pueblos, a lo cual habría que agregar que también hay intercambios entre las culturas locales singulares y tradicionales, de modo que no existen culturas ciento por ciento puras ni tendría por qué haberlas, puesto que no es un anhelo ni preocupación para las etnias. Es excepcional que alguna de ellas se niegue a aceptar el cambio material occidental. Sin nostalgia alguna por el pasado, en todo el mundo hay demanda de los bienes tecnológicos, los servicios y los mensajes de la modernidad.

Gracias al desarrollo de los medios de comunicación y de los transportes, la producción industrial de bienes de consumo corriente distribuye objetos que compiten o se mezclan con los productos tradicionales de las culturas locales. Todo intercambio mercantil implica un flujo cultural, pues las mercancías llevan consigo los signos de la cultura que las ha producido. A esto hay que añadir que hay industrias destinadas ex profeso a la producción y reproducción de bienes culturales. Precisamente, el segundo mérito de Warnier es la introducción del tema de las industrias culturales como clave de las interrelaciones semiológicas entre los pueblos y sus identidades. Los países desarrollados distribuyen masivamente, por todo el mundo, elementos de sus culturas por medio de las industrias culturales, gracias a lo cual hay un mercado mundial de bienes culturales extraídos de su matriz social.

Las culturas tradicionales no ambicionan ni tienen los medios adecuados para volverse mundiales. En cambio, las culturas modernas sí, debido a que las industrias culturales desean acaparar todo el mercado mundial. Mientras las imágenes, la música y la palabra forman parte de las culturas tradicionales, las industrias culturales «producen y comercializan discursos, imágenes, artes y cualquier otra capacidad o hábito adquiridas por el hombre en su condición de miembro de la sociedad».

Las industrias culturales incluyen a la radio, a la televisión y a la cinematografía, así como a las editoriales, a las productoras de fonogramas, al turismo y a la publicidad. Con excepción del turismo, éstas se valen de una estructura o soporte material relativamente permanente para fijar contenidos. AI poner éstos a disposición de un consumo masivo, transforman las actividades en espectáculo (como los deportes) y dan lugar al fenómeno del estrellato y de los contenidos efímeros constantemente renovados (moda).

Por lo tanto, puede decirse que las industrias culturales se caracterizan por:

-Necesitar grandes medios de producción.

-Reproducir contenidos en serie.

-Mercantilizar la cultura.

-Transformar al creador en trabajador y a la cultura en productos.

La distribución mundial de estos productos, aun siendo desigual, detona contradicciones entre las culturas tradicionales (antiguas y locales)y las culturas modernas (industrializadas y mundiales), pero también propicia su amalgamiento.

Un tercer mérito de Warnier es que llama la atención sobre fenómenos que no siempre ponderamos como factores del intercambio cultural, como la biomedicina, que es una forma de curar el cuerpo sin tomar en cuenta al individuo como sujeto social, el cual se considera a sí mismo en relación con un mundo sobrenatural y poseedor de un alma inmortal. Su concepción de la enfermedad, el sufrimiento, la muerte y la curación es idéntica a la de sus congéneres, pero es muy distinta a la del médico. Esto se debe a que la cultura también es un factor de orientación de los actores en sus relaciones mutuas y con los ambientes que los rodean. Otro ejemplo es la mundialización de la agricultura y los alimentos, cuyo resultado es la mezcla y dislocación de las cocinas étnicas.

Sin embargo, las sociedades colonizadas no renunciaron pasivamente a sus identidades. «Lograron reinventar las tradiciones, domesticar el aporte occidental, apropiarse de él y volverlo contra el colonizador. Y participaron así de la producción identitaria que llevó al fracaso los intentos de uniformización a través de los flujos culturales.» En sentido inverso, después del colonialismo permanecieron agentes del cambio: colonos, administradores, médicos y demás «vectores de dinámicas llegadas desde fuera».

Por último, cabe señalar que la obra de este catedrático en universidades de Nigeria y Camerún se concentra más en los flujos culturales de los países industrializados hacia los países pobres, y deja de lado los flujos en sentido inverso, es decir; los que van de los países pobres hacia los industrializados por medio de fenómenos como el de las migraciones masivas, principalmente, tema al cual Warnier hace poca referencia. No obstante, nos permite entender la globalización como una nueva manera de significar y representar lo propio y lo ajeno, de apropiarse de lo ajeno y compartir lo propio.

Con facilidad el lector puede pasar a la reflexión sobre algunos asuntos que en México permanecen sin resolverse, propios de tensiones entre la localidad y la globalidad, y entre la tradición y la modernidad:

1. La autonomía de las comunidades indígenas y su interrelación con la democracia representativa y la economía de mercado: tensión entre localidad y lo global.

2. La importancia de las políticas públicas para la preservación del patrimonio histórico y lingüístico.

3. La insalvable erosión de las culturas singulares y la imposibilidad de preservar intactas las identidades tradicionales.

Con definiciones precisas de conceptos antropológicos básicos para el análisis y la discusión de estos temas  —como etnocidio, etnocentrismo, aculturación, genocidio y racismo—, el texto de Warnier constituye un referente meritorio para aproximarse a la reflexión de la globalización de la cultura.

 

Jean-Pierre Warnier, La mundialización de la cultura. Barcelona: Gedisa, 2002,124 pp.

LA MUNDIALIZACIÓN DE LA CULTURA WARNIER, JEAN-PIERRE PDF

 

por LA MUNDIALIZACIÓNMencionado por 708 — La mundialización de la culturaJean-Pierre Warnier. Título original: La mondialisation de la culture, Collection Repères. Ed. La. Decouverte. París, 1999.
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Visitaste esta página el 29/03/22.


En París se baila el tango argentino, en Dakar el bikutsi de Camerún, en Los Angeles la salsa cubana. MacDonald?s sirve sus hamburguesas en Pekin, desde Oslo a Ciudad del Cabo se come Pizza. En el mundo entero se visten los mismos jeans y las mismas camisetas.
Esta circulación cultural a escala mundial, muchas veces criticada como una "mundialización de la cultura", suscita reacciones contrariadas. Algunos ven en ella la promesa de un planeta democrático y unificado por una cultura universal. Otros creen que esta mundialización será la causa de una imparable y lamentable pérdida de diversidad e identidad. Finalmente hay grupos que militan para afirmar sus particularismos, incluso recurriendo a la violencia. ¿Dónde hay que buscar la clave para interpretar estos fenómenos? ¿Se halla en la estructura y la dinámica del mercado cultural mundializado o en las características del hecho cultural mismo? Las características peculiares de los bienes culturales no permiten reducirlos a mercancías corrientes. Teniendo en cuenta la función central que la cultura cumple en la vida en sociedad, sólo una reflexión a fondo sobre esta fundamental dimensión de la humanidad puede ofrecer las herramientas conceptuales para avanzar en el análisis de la situación actual. Esto es lo que se propone el presente libro, al mismo tiempo riguroso y estimulante en su riqueza de observaciones y la originalidad de sus interpretaciones.

AUTOR/A

WARNIER, JEAN-PIERRE

Nacido en 1939 en Reims, es profesor de etnología y antropología en la Universidad París-V-René Descartes y especialista en historia económica, antropología y cultura material de África, donde ha realizado estudios de campo durante varios años. Ha enseñado en la Universidad de Pensilvania y en universidades de Nigeria y Camerún y es autor de numerosas publicaciones sobre su especialidad.


CULTURA Y SIMULACRO (Audiolibro) Jean Baudrillard

Grandes Documentales: Nietzsche y Heidegger

Colin Wilson, el libertino de los sesenta entre sexo, sectas y espíritus

 
Daniele Abiati


30 noviembre 2021 - 06:00

Se publica el último volumen de la trilogía de Gerard Sorme, el alter ego (pícaro) del autor

Porfirio comienza la biografía de Plotino diciendo que "se avergonzaba de estar en un cuerpo". No porque el filósofo neoplatónico del siglo III fuera nihilista, al contrario: la vergüenza procedía de ser consciente de que su cuerpo, como todos los cuerpos, dependía del resto del mundo. Si alguien, después de Beyond the Robot: The Life and Work of Colin Wilson, de Gary Lachman (2016), quisiera escribir otra biografía del autor de The Outsider, podría apuntar alto y empezar parafraseando a Porphyry y diciendo que Colin Wilson "Se avergonzaba de escribir novelas". Incluso Wilson, como Plotino, no era nihilista, al contrario: su vergüenza procedía de ser consciente de que toda novela, aunque sea sin querer, cuenta una historia. Y los cuentos, todos los cuentos, incluidos Guerra y paz o Madame Bovary,

"Lo que me gustaría hacer -lo que siento que algún día se podrá hacer- es escribir la enana blanca de los libros, un libro tan denso que se pueda leer cincuenta veces", afirma en el Prefacio de su Hombre sin sombra (1963), titulado de otro modo, para gran decepción del interesado, el diario sexual de Gerard Sorme. Y, un poco más adelante: "Pero cuando pienso en el tipo de novela escrita por Dostoievski y Wells, pienso en un hacha que araña un árbol y lanza virutas: no una huida de la realidad o una descripción de ella, sino una atacarlo". Wilson también dice que fracasó, con Night Rites (1960), la primera novela de la trilogía de Gerard Sorme, la continuación de Man Without a Shadow, porque considera que ese libro es un compromiso entre contar una historia y exponer sus propias ideas.

Si uno más uno es igual a dos, dos más uno es igual a tres. Así podemos imaginar cómo se sintió Wilson en el fondo tras escribir el tercero de Gerard Sorme, Il dio del labirinto (1970), ahora publicado por primera vez en italiano por Carbonio Editore (pp. 315, 17,50 €, traducción de Nicola Manuppelli). Escucha lo que revela en la nota final: «La Secta del Fénix nació de una idea de Jorge Luis Borges (es el título de un cuento en Ficción, ed). De hecho, si Los parásitos de la mente y La piedra filosofal (otros dos libros de Wilson, ed) tomaron prestada la mitología de HP Lovecraft, se podría decir que este libro está basado en la mitología de Borges». No está mal, como punto de partida, Borges, o sea, quien de la invención, alias ficción, se quiso decir como nadie...

Sin embargo, habiendo archivado a beneficio de inventario el sentimiento de fastidio hacia sí mismo del novelista Wilson, debemos decir que en El dios del laberinto Gerard Sorme, aunque conservando sus propios rasgos distintivos, ha crecido, ya no se aburre. revoloteaba entre una chica y otra, entre excelentes lecturas y visitas a bellas exposiciones, entre pocas y poco fiables frecuentaciones y la ambición de consolidarse como escritor. Incluso se casó y tiene una hija de tres años. Y como escritor se impuso finalmente, precisamente con esos ritos nocturnos y sobre todo con ese diario sexual antes mencionado. Quiero decir, todavía se llama Gerard Sorme, pero oficialmente se ha convertido en... Colin Wilson.

De hecho, al principio lo encontramos en Estados Unidos, para una gira de conferencias sobre poesía, misticismo y demás intelectualizando. La historia, contada a posteriori, comienza en forma de diario como el Diario Sexual, pero pronto lo abandona y continúa, con ritmos apremiantes y pocas soluciones de continuidad, entre Londres e Irlanda. Es la carta recibida de una pequeña editorial neoyorquina la que pone en marcha un mecanismo que tiene el sabor picante de una mezcla de novela de apéndice, panfleto pornográfico, historia policiaca y misterio. El editor, diciendo que recordaba que la nota introductoria al Diario Sexual fue escrita en Moycullen, Irlanda (falso, está fechada en Gorran Haven, Cornualles), informa a Sorme que... "En el libro Memorias de un libertino irlandés, que publicaremos en otoño, Sorme, burlado por la "coincidencia" (repetimos, ingeniosamente creada) que lo puso tras los pasos del misterioso personaje, a pesar de haberse convertido en una firma célebre, conserva los genes y costumbres del Sorme que ya conocemos, en el que la sexualidad la curiosidad, no se desprende de un cierto grado de morbo, va de la mano con la fascinación que sobre él ejercen figuras malditas, cuando no criminales. Así, tras el Austin Nunne en Rites of the Night y el Caradoc Cunningham en Sexual Diary, he aquí un nuevo mal sujeto con el que medirse. El expediente de llamar a escena a un escritor-seductor-filósofo-maníaco-alquimista que vivió entre los siglos XVIII y XIX, amigo de Rousseau, despreciado por Samuel Johnson, apreciado y tal vez plagiado por Byron, es, independientemente de lo que pensara el propio Wilson, aún más ficcional y efectivo de los anteriores. L' De hecho, una investigación sobre Donelly lleva a Sorme a partir de uno de sus descendientes masoquistas y pirómanos, de otros dos bisnietos que quieren hacer un museo de su antigua residencia, de una pareja formada por un virago y un marica, de una especie de de escuela-municipio-prostíbulo new age y, finalmente, por los seguidores de la mencionada Secta del Fénix. Casi cooptado por el Gran Maestre de la sociedad secreta, Sorme se duplica y se convierte en... Esmond Donelly resucitado.

Como suele hacer al hablarnos en nombre de Colin Wilson.

Grandes Documentales: La Praga de Franz Kafka

COLIN WILSON LO OCULTO PARTE 1 AUDIOLIBRO

A PROPÓSITO DEL "OUTSIDER" (el Lateral)

 


Frases seleccionadas del prólogo al libro "La Religión y el Rebelde", del escritor británico Colin Wilson.

No me parecía un paso atrevido definir al Lateral como un síntoma de una civilización en decadencia: los Laterales aparecen como erupciones de una civilización moribunda. Un individuo tiende a ser lo que su contorno hace de él. Si una civilización está espiritualmente enferma, el individuo sufre la misma enfermedad. Si tiene la salud suficiente como para combatir, se convierte en Lateral.

En mi caso, la pregunta fundamental que existe detrás del Lateral es: ¿cómo puede el hombre ampliar su esfera de conciencia? Pienso que los seres humanos usufructúan una parte de conciencia tan angosta como las tres notas centrales del teclado de un piano. Que el área posible de los estados mentales es tan ancha como el teclado entero, y que el objetivo fundamental y el trabajo del hombre consisten en extender esa esfera de tres notas a todo el resto. Los hombres a que me referí en El Lateral (The Outsider) tenían en común: un conocimiento instintivo de que su esfera podía ser ampliada, y una persistente insatisfacción del ámbito de sus experiencias cotidianas.

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La mayoría de las personas que conozco, viven ejemplarmente así: trabajando, viajando, comiendo, bebiendo y conversando. El ámbito de la actividad diaria en la civilización moderna levanta un muro alrededor del estado ordinario de conciencia y hace casi imposible mirar más allá. Tal cosa es provocada por las condiciones en que vivimos. Es lo que ocurre en una civilización que siempre hace ruido como una dínamo, y que no proporciona ocio para la paz ni la contemplación. Los hombres comienzan a perder la intuición de modos desconocidos de ser, esa capacidad de construir que los llevaría a ser algo más que cerdos altamente eficientes. La pérdida de esa capacidad produce un horror contra el que el Lateral se rebela.


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Una tarde estaba pegando sobres con una esponjita húmeda, cuando un joven que parecía cómodo desempeñándose como mandadero comentó: Destruye el alma, ¿no es así? Una frase de lugares comunes, pero nunca la había oído antes, y la repetí como una revelación. No destrucción del alma, sino destrucción de la vida; la fuerza vital frenada produce un olor como el agua estancada, y el ser entero se emponzoña.

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El aburrimiento, sabía, quería decir no tener lo suficiente que hacer con las propias energías vitales. La respuesta a esto, sencillamente, reside en extender el radio de la conciencia, poner en circulación las emociones y hacer trabajar la inteligencia, hasta que nuevas áreas de conciencia sean incorporadas a la vida, así como la sangre que empieza a circular nuevamente por una pierna que ha estado entumecida. Eso era apenas el punto de partida. Disponer del ocio no es suficiente, el ocio es sólo un concepto negativo: el ancho y despejado terreno donde uno puede edificar casas decentes después de hacer quitado los conventillos. El problema siguiente es empezar a construir.

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Cuanto más se combate, mayor caudal de vida es posible. Por eso, para mí, el problema de vivir se resolvía en la cuestión de elegir obstáculos que estimularan mi voluntad. Instantáneamente, reconocí que nuestra civilización va en sentido contrario: toda nuestra cultura y nuestra ciencia están apuntadas a capacitarnos para realizar la menor voluntad posible. Todo se hace fácil y si, después de una semana de rutina oficinesca y de viajar en ómnibus, aún sentimos la necesidad de aplicar un exceso de energía, siempre podemos entretenernos con esos juegos asociados a obstáculos artificiales, donde la voluntad se aplica para derrotar a un equipo de jugadores de cricket, o fútbol, o simplemente a luchar contra la imaginaria Esfinge que inserta las palabras cruzadas en el diario.

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Cuando decía que Platón, Goethe y Shaw fueron existencialistas, implicaba que los tres fueron pensadores para los que pensamiento y vida son inseparables. El otro hombre para el cual pensamiento y vida resultan inseparables es el artista; su arte es el resultado del impacto de la vida en su sensibilidad.


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Resumiendo, el existencialista es el artista filósofo, y su medio natural es la Bildungsroman –novela educativa—; la novela o la obra que se refiere a la maduración de su personaje central a través del impacto de su experiencia. Ejemplos de esto: Wilhelm Meister de Goethe, Los hermanos Karamazov de Dostoievski, El proceso de Richard Feverel de Meredith, La montaña mágica de Mann, Demian de Hesse, Los caminos de la libertad de Sartre, Adiós a las armas de Hemingway, El retrato de Joyce, Inmadurez de Shaw. He citado aquí juntas las mayores y las menores para enfatizar la anchura de esta rama. Déjenme terminar dogmatizando: en el siglo XX, la única forma seria del arte literario es la Bildungsroman.

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Imaginación es el poder captar, sin esto el hombre sería un imbécil, sin memoria, sin premeditaciones, sin capacidad de interpretar lo que ve y siente. Cuanto mayor es el poder de captar, más alta es la forma de vida; y en el hombre, el captar se transforma en una facultad consciente, que puede ser denominada imaginación. Si la vida es avanzar hacia estratos más elevados, más allá del mono, más allá del hombre-trabajador e incluso del hombre-artista, esto se produce mediante un mayor desarrollo del poder de captar. El anhelo religioso es la búsqueda de una intensidad de imaginación más grande.

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En ese punto comencé El Lateral. Mi tesis era que la religión comienza con el estímulo del heroísmo reemplazando a la imaginación. Los Laterales de los primeros capítulos eran hombres hambrientos de heroísmo, encallados en una era no-heroica. Su anormalidad como Laterales residía en sus intentos de fabricar su propio heroísmo. La queja de Roquentín –La náusea de Sastre— era: No hay aventura, e implicaba que esto es verdadero en la civilización moderna.
Traté de demostrar que el ansia por una mayor intensidad de imaginación –de vida— toma la forma de una búsqueda del heroísmo. Este hambre de lo heroico era completamente visible en las vidas de Van Gogh, T. E. Lawrence, Rimbaud, Gauguin. Guido Ruggiero ha llamado a Gauguin y Rimbaud Santos existencialistas, y declaró –con completa precisión— que el existencialismo toma a la vida como una novela de aventuras.

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Nietzsche sabía que el ideal de una paz universal es un ideal falso; el hombre siempre intentará crear oportunidades para lo heroico. Las guerras del siglo XX son la expresión de una frustración inconsciente. Kierkegaard tenía razón cuando dijo que el aburrimiento es el verdadero mal del mundo. Una religión es el receptáculo de lo heroico, el símbolo de la necesidad del hombre de luchar por la captación. Las guerras mundiales y el fracaso de la religión son compañeros inevitables.

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El Lateral debía ser considerado como un fenómeno de la civilización moderna. Se llegaba a esta conclusión: es el síntoma de una civilización en decadencia. Pero, al menos, es un signo de salud.

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En cualquier época, la religión más pura está en manos de sus rebeldes espirituales. El siglo XX no es una excepción.

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Cada vez que una civilización llega a un punto crítico, es capaz de crear un hombre mejor. La respuesta exitosa a la crisis depende de la creación de un nuevo ser. No necesariamente el Superhombre nietzscheano, sino un tipo de hombre con una conciencia más amplia y un sentido de sus propósitos más profundo que nunca. La civilización no puede continuar en el presente embrollo, este desfile de miopes que producen mejores y mejores refrigeradores, pantallas de cine más y más anchas, secando constantemente en los hombres toda vida espiritual. El Lateral es un intento de contrabalancear esta muerte de los propósitos. El desafío es inmediato y exige respuesta a todos los que sean capaces de entenderlo.


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Si nuestra época está al borde de su última decadencia, como la civilización griega en los tiempos de Platón, el Lateral sólo puede observarla con curiosidad científica, y continuar -como Platón- meditando en problemas no tan inmediatos. Este separarse es la básica condición del sobreviviente, un signo de optimismo fundamental:


Todas las cosas caen y son construidas nuevamente.
Y aquellos que otra vez las construyen están contentos.

Así decía Yeats.

Los Laterales aparecen como erupciones de una civilización moribunda

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Colin Wilson
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[Todas estas frases fueron extraídas del prólogo al libro titulado La Religión y el Rebelde, de Colin Wilson, que fue publicado en una antología de prosa de varios escritores preparada por Miguel Grinberg. El libro -la antología- se tituló Visionarios Implacables, y fue editado por Mutantia en el año 1994].

CONCERTTANTE ENCUENTROS - Ep.15: COLIN WILSON

LA HISTORIA DE COLIN WILSON Un genio bajo presión

 


DOMINGO, 6 DE AGOSTO DE 2006






Con ironía, la Biblioteca Pública de Londres ubicaba alfabéticamente sus ejemplares del libro de Colin Wilson, The Outsider (traducido por Emecé en 1957 como El Disconforme) en el estante correspondiente a la letra G de “Genio”, entre “Gas” y “Geología”. En aquel entonces, The Outsider era por cierto una rareza bibliográfica –una obra filosófica que terminó convirtiéndose en superventas–. En los primeros meses, alcanzó 16 ediciones y había vendido 40 mil ejemplares en tapa dura.

Pero por los sucesos de Suez no había mucho que festejar. Wilson era “un genio de apenas 24 años”, como anunció en tapa The Daily Express. Había dejado la escuela a los 16 porque los exámenes eran muy difíciles. Su padre trabajaba en una fábrica de zapatos en Leicester y nunca ganó más de cinco libras por semana. El joven Wilson se casó, se separó, vivió en la calle, dormía en los parques, comía pan. Llegaba temprano a la mañana en bicicleta al British Museum, allí leía y escribía como un maniático. Al igual que otros “iracundos”, coincidió generacionalmente con la primera oleada de adultos que había hecho su escuela primaria en establecimientos del Estado –los más favorecidos habían llegado a graduarse en las universidades gracias a la educación pública y gratuita–. Los tiempos parecían reclamar con urgencia escritores que dieran una voz al descontento indistinto de su generación.

El mundo literario de Londres en 1956, según el propio Wilson, “tenía la consistencia de una polilla” y necesitaba que le dieran una buena sacudida. Wilson, con su pelo sucio y anteojos de intelectual, “el filósofo que dormía en una bolsa de dormir en Hampstead Heath” –según la maliciosa descripción de Osborne–, parecía enviado por el cielo para desempeñar ese rol en la comedia londinense.

El Disconforme comenzaba de un modo que luego se hizo tan famoso como el comienzo del Manifiesto Comunista: “A primera vista, el outsider es un problema social”. Recibió elogios de todo el mundo. Con nacionalismo, The Observer proclamaba que era mejor que Jean-Paul Sartre. The Sunday Times lo encontraba “notable” y el reseñista del The Listener declaró que se trataba del libro “más notable” que le había tocado en suerte.

Wilson ahora era célebre: daba entrevistas temerarias, se peleaba con los demás iracundos. El establishment filosófico reaccionó de modo diferente, pero no menos cruel: A. J. Ayer dijo que Wilson era “un perrito que baila”, uno de esos canes que saltan en los circos, infatuados consigo mismo y con libros difíciles que ni siquiera podía entender. Cuando Wilson ya no fue tan joven, ni tan angry, la gente comenzó a olvidarlo. Había que estar ahí, contestan quienes preguntan cómo pudo The Outsider convertirse en lo que se convirtió. Al cerrar The Outsider, al menos los chicos sabían pronunciar las palabras Sartre, Camus, Nietzsche y esos otros filósofos cuyos nombres nunca estaban seguros de pronunciar bien.

Además estaba la jactancia de Wilson, que se consideraba “el escritor más importante del siglo XX” y un “Elvis Presley intelectual”. En el capítulo cinco, Wilson escribió: “El outsider no es un freak, sino sólo más sensible que la medida”. Todo joven romántico en el verano de 1956 podía verse reflejado. Una frase a la que recurre Inglaterra en tiempos difíciles es Grace under The Fire (mantener la gracia bajo el fuego). Su historia lo demuestra: en los peores momentos, los ingleses no abandonaron la gracia, los modales. Este es también un gesto de valentía, de autocontrol, que reniega de la reacción de opereta, tan argentina o latinoamericana. En este sentido, cuando los tiempos ya no fueron buenos para el pobre Wilson, hay que decir que se comportó como un argentino más.


https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/subnotas/2181-262-2006-08-06.html