Nuestros comienzos en la vida – Patrick Modiano
No quiero contar los años… Me parece que todo sigue tan vivo… No pertenece al pasado… Pero cuando pienso de nuevo en ello, noto una repentina sensación de vacío… No queda nadie con quien hablar de esto… Además, solo habría querido hablar contigo… Temo que se me hayan olvidado unos cuantos detalles… Pasado el cuartito donde estaba el regidor del teatro… Más alto, como si se dirigiera a alguien: Se llamaba Bob Le Tapia, ¿verdad? (Una pausa.) No puedes contestarme… Llevaba siempre un terno de pana negra… Después del cuartito ese, se subían unas escaleras hasta el pasillo de los camerinos… Tu camerino estaba a la derecha… Pero ya no sé si era la primera puerta o la segunda… ¿La primera puerta o la segunda? Solo tú podrías habérmelo dicho… La luz sube poco a poco. En una esquina del escenario, la sección de un camerino de teatro. Un joven está sentado en un sofá muy bajo y pegado a la pared. En la zona del espejo y de la mesa de maquillaje, un altavoz con el que se puede seguir el ensayo que transcurre en la sala. Se trata de La gaviota de Chéjov.1 Se oye la voz de Dominique interpretando el papel de Nina. NINA Mi padre y su mujer no me dejan venir a su casa… Dicen que aquí la vida es muy bohemia… Les da miedo que se me ocurra hacerme actriz. TREPLEV Estamos solos. NINA Me parece que por ahí anda alguien… TREPLEV Nadie. VOZ DE SAVELSBERG, EL DIRECTOR Y ahora os besáis. NINA ¿Qué árbol es ese? TREPLEV Un olmo. NINA ¿Por qué está tan oscuro? VOZ DE SAVELSBERG, EL DIRECTOR No. «¿Por qué ES tan oscuro…?» TREPLEV Porque ya anochece y, al anochecer, todas las cosas se vuelven oscuras. ¡No se vaya todavía! ¡Se lo suplico! NINA ¡Imposible! TREPLEV ¿Y si me fuera con usted, Nina? Me quedaría toda la noche en su jardín, mirando su ventana.
NINA Imposible. Lo vería el guarda. Y Trésor todavía no lo conoce… TREPLEV ¡La quiero! VOZ DE SAVELSBERG, EL DIRECTOR Dominique, te has saltado un trozo de frase: «… Y Trésor todavía no lo conoce y empezaría a ladrar.» Venga… Está muy bien, chicos… Hacemos un descanso. Al cabo de un instante, entra Dominique en el camerino. Se desploma en la silla que está delante de la mesa de maquillaje, como si estuviera agotada. DOMINIQUE Nunca lo conseguiré… JEAN Claro que lo conseguirás… DOMINIQUE Me da la impresión de que Savelsberg no está contento conmigo. JEAN Te equivocas… He estado oyendo el ensayo… Lo que pasa es que es un hombre muy meticuloso… Quiere que los actores den lo mejor de sí mismos… Dominique se vuelve para mirar a Jean. DOMINIQUE ¿Tú crees? ¿De verdad? JEAN Convéncete de que vale más seguir las indicaciones de Savelsberg que las de Caveux… Junto a él, en el sofá, hay una cartera a cuya asa va unida por una cadena una manilla como la de unas esposas. Se la señala a Dominique.
¿Ves?… Aquí guardo mi manuscrito… Cuando voy de un sitio a otro, me llevo siempre la cartera, sujeta a la muñeca… Me da muchísimo miedo que Caveux encuentre el manuscrito cuando yo no esté…, igual que ocurrió la semana pasada… Es capaz de romperlo… DOMINIQUE Pero ¿por qué es tan severo contigo? JEAN Me lo he preguntado muchas veces. DOMINIQUE ¿Se lo has dicho a tu madre? JEAN Siempre le da la razón. Hace diez años que viven juntos… (Pensativo.) Una curiosa pareja… DOMINIQUE Hace un rato, antes del ensayo, me he cruzado con tu madre por la calle… Me ha echado una mirada dura… Llevaba un paraguas… Me ha entrado miedo de que me diera con él en toda la cara. JEAN Me temo que nos la vamos a cruzar muchas veces… Qué mala suerte, hay más de cincuenta teatros en París y ha tenido que venir a trabajar en el teatro que está al lado del tuyo… Dos teatros tan cerca y tan diferentes… La prueba es que tú trabajas en La gaviota de Chéjov y ella en Buen fin de semana, Gonzales…, y te la tiene jurada por eso… DOMINIQUE Pero no es justo… JEAN Y, sin embargo, el teatro es el teatro… Y las obras que ponen pueden ser diferentes, pero siguen siendo los mismos bastidores, los mismos camerinos, el mismo terciopelo rojo, la misma angustia antes de salir al escenario… Me han dicho que hay un pasadizo secreto que une tu teatro con el otro… Espero que mi madre no esté enterada…, porque, si no, es capaz de aparecer de golpe en tu camerino para darte paraguazos… DOMINIQUE Y Caveux te vendrá a buscar aquí para sermonearte… JEAN Ya he tomado mis precauciones. Se arrima la cartera y se coloca la manilla en la muñeca. La pulsera, al cerrarse, hace un ruido metálico. Estira el brazo y la cartera le cuelga de la muñeca. Espero a Caveux a pie firme… La última vez, me hizo una pregunta insidiosa para saber cuántas páginas llevaba escritas… Se encogió de hombros… Tenía la cara más chupada que de costumbre mientras daba una calada a la boquilla. Sé de antemano, me dijo, que ese manuscrito es malo porque a tu edad se desconoce el oficio… y escribir es cuestión de oficio, igual que el baile clásico.
DOMINIQUE Mi pobre Jean… ¿Y tienes que oír esas cosas? Se levanta y va a sentarse en el sofá junto a Jean. Coge la cartera, que está colgando, y se la pone a Jean en las rodillas. Hace un rato, durante el ensayo, se me ha ocurrido algo… Los personajes de La gaviota tienen cosas en común con nosotros… En la obra, la madre es actriz y la hija quiere ser escritora…, como tu madre y tú… Y Caveux, el amigo de tu madre, también es escritor, como Trigorin, el amigo de la actriz. JEAN Caveux no es escritor…, periodista y gracias. DOMINIQUE Y Nina, el papel que interpreto yo, es actriz…, como yo… JEAN Entiendo tu punto de vista… Pero en nuestro caso sería una versión un poco pobre y deslucida de La gaviota. DOMINIQUE ¿Por qué «pobre y deslucida»? JEAN No estoy hablando de ti. Te he oído hace un rato, durante el ensayo: eres el personaje de Nina… Es cuestión de voz, de entonaciones… Tienes la voz del personaje… En lo que a mi madre se refiere, es lo opuesto a la actriz de la obra de Chéjov… Y Caveux no se parece ni pizca al escritor Trigorin… DOMINIQUE Pero ¿nosotros? Nosotros somos como los personajes de La gaviota, ¿no? JEAN Tú sí…, pero yo…, con esta cartera vieja y esta manilla en la muñeca… Cuando voy por la calle, la gente me mira con una cara muy rara… Y, además, no me apetece suicidarme como el joven de La gaviota. Tengo confianza en el futuro. DOMINIQUE Yo también. JEAN Un día ya no tendré que llevar una manilla en la muñeca para proteger mi manuscrito.
Y tú no correrás el riesgo de que mi madre te pegue paraguazos por trabajar en una obra de Chéjov… DOMINIQUE Por mí no te preocupes. Me he visto en otras…, soy una chica de campo. JEAN Son cosas que deben de pasar muchas veces en la vida… Te dejas la ventana abierta… y unas cucarachas rojas aprovechan para meterse en tu cuarto…, unos abejorros muy gordos…, unas cucarachas negras…, unas aves de mal agüero… Dan vueltas a tu alrededor… Tienes que quedarte quieto con los brazos cruzados. Sobre todo no hacer ningún gesto que les llame la atención… Acabarán por irse de la habitación…
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