Martes, 07 de Diciembre de 2021,
El concepto que tenemos de Hitler y de su ideología está marcado por su obsesión racial, la guerra que libró en el Este y el Holocausto. En una biografía, Hitler: a global biography, el irlandés Brendan Simms rompe con muchos de los tópicos habituales sobre las intenciones y motivaciones del dictador nazi. Simms es profesor de Historia y Relaciones Internacionales en Cambridge. Hablamos con él.
XLSemanal. Hay multitud de obras sobre Adolf Hitler, el Tercer Reich y la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué es lo que lo ha llevado a sumar un título más a la larga lista?
Brendan Simms. Todas estas obras han hecho aportaciones decisivas. Sin embargo, en mi opinión todos estos estudios, por relevantes y significativos que sean, carecen de dos o tres dimensiones fundamentales.
XL. ¿Qué es lo que han pasado por alto?
B.S. Sobre todo, la violenta hostilidad de Hitler hacia el capitalismo internacional.
XL. Hitler participó en la Primera Guerra Mundial y luchó contra los británicos y los norteamericanos. ¿Pero cuando acabó la guerra no pensaba que el verdadero peligro era el ‘rojo’?
B.S. Para él, el enemigo principal seguía siendo el mundo angloamericano y el capitalismo internacional. Al bolchevismo solo lo consideraba un virus; un virus, eso sí, cuya propagación destruiría la economía alemana y de esa manera dejaría al país vulnerable para que fuera conquistado por las fuerzas del capitalismo internacional.
XL. ¿El bolchevismo era para Hitler un instrumento del capitalismo internacional…? Parece una idea bastante retorcida.
B.S. No lo es si tiene usted en cuenta la lógica de Hitler. Su argumento es que el capitalismo internacional y los angloamericanos utilizaban todos los medios posibles -los sindicatos, el liberalismo, la democracia, el marxismo y el bolchevismo- para destruir la economía alemana. Su pensamiento y la política del Tercer Reich fueron en esencia una reacción al enorme poder global del Imperio británico y de los Estados Unidos.
XL. Hitler sentía ante Gran Bretaña y Estados Unidos tanto temor como admiración. ¿A qué se debía?
B.S. Tuvo su origen en sus experiencias personales durante la Primera Guerra Mundial. Hitler hablaba a menudo de la tenacidad de los británicos tal y como la había conocido en el frente. Durante el verano de 1918, además, trabó contacto con los soldados norteamericanos, tropas frescas y enormemente motivadas. Entre aquellos soldados también había hombres de origen alemán. Hitler se refirió con frecuencia en sus discursos posteriores a cómo aquella experiencia le abrió los ojos: durante siglos, el Reich se había visto privado de sus mejores elementos raciales por culpa de la emigración.
“El Holocausto va inseparablemente unido a la hostilidad de Hitler hacia las altas finanzas internacionales. Fue un golpe preventivo contra la América de Roosevelt”
XL. Hoy, a aquellos emigrantes se los llamaría ‘refugiados económicos’…
B.S. En aquella época, Hitler veía dos potencias con unos recursos naturales y económicos aparentemente ilimitados que habían acogido a millones de personas de ascendencia alemana en sus inmensos territorios, el Oeste norteamericano, Canadá, pero también Australia y Nueva Zelanda, y los habían convertido en buenos ciudadanos de sus nuevos países para luego lanzarlos contra su patria de origen. Hitler desarrolló su visión del mundo y de la geopolítica como respuesta no a los bolcheviques de la atrasada Rusia, sino a los angloamericanos como epítomes de la modernidad.
XL. Por lo tanto, ¿veía a la Unión Soviética más como un botín que como un peligro?
B.S. Despreciaba a la Unión Soviética e infravaloraba sus capacidades. Este error de apreciación fue cambiando durante la guerra por razones obvias. Pero los adversarios máximos, los rivales absolutos, para él eran Gran Bretaña y Estados Unidos.
XL. ¿Los judíos no?
B.S. El antisemitismo de Hitler no se forjó durante sus años de juventud en Viena, tampoco durante la guerra, sino después. A ojos de Hitler, los judíos son los agentes del gran capital que financió la guerra de los aliados y estranguló la economía alemana. Conforme a su análisis, esto hizo de ellos un actor central en la alianza enemiga. Por eso hablaba de los norteamericanos y de los judíos casi en términos intercambiables.
XL. ¿Cuáles eran los objetivos de Hitler?
B.S. En un primer momento, lo que lo movía era la búsqueda de la paridad global, un reparto del mundo en el que Alemania dominara la Europa continental y con espacio suficiente como para afirmarse en un papel de potencia mundial en igualdad con las demás. Por eso, en sus planes la campaña del Este era un paso obligatorio, y prefería evitar un conflicto en el Oeste siempre que le fuera posible.
XL. ¿Aspiraba a ser potencia mundial, pero no a la supremacía mundial?
B.S. Con el comienzo de la guerra fue ampliando sus miras, pero no por codicia o delirios de grandeza, sino por necesidad, tal y como él lo veía. Al principio perseguía alcanzar una igualdad de rango en el escenario internacional. Para ello no bastaba restablecer las fronteras de 1914, hacía falta más. Veía necesario la adquisición de nuevos territorios. Creía que Alemania debía ser una potencia mundial o no ser nada. Británicos y norteamericanos habían demostrado que podían acorralar al Reich mediante una política de bloqueo, con lo que, en su opinión, amenazaban la capacidad de supervivencia de los alemanes. El espacio conquistado en el Este debía aportar profundidad estratégica al Reich y asegurarle el abastecimiento.
XL. ¿No le preocupa que con su teoría esté tapando el sinsentido de aquel régimen bajo una capa de racional realpolitik?
B.S. Yo la visión del mundo que tenía Hitler no la calificaría de racional, obviamente no lo era, pero sí que era coherente si la contemplamos conforme a sus premisas.
“A ojos de Hitler, los judíos son los agentes del gran capital que estranguló la economía alemana. Por eso hablaba de los norteamericanos y de los judíos casi en términos intercambiables”
XL. ¿Y no es peligroso buscar un supuesto núcleo verdadero, una esencia, en esta ideología y así alimentar sin pretenderlo el andamiaje intelectual de la extrema derecha?
B.S. No se trata de buscar un supuesto núcleo verdadero en el pensamiento de Hitler, lo importante es profundizar en lo que Hitler quería, es decir, el dominio alemán sobre Europa y la conversión del pueblo alemán en una raza de señores.
XL. En aquellos tiempos ya existía una idea alternativa a esa aspiración hegemónica: Paneuropa.
B.S. Hitler despreciaba la idea de buscar la salvación de Alemania en la integración europea. Desde su punto de vista, una Paneuropa libre no dejaría de ser una alianza de estados pequeños y marginales. No sería lo suficientemente fuerte como para reafirmarse ante Estados Unidos.
XL. ¿Cómo podía atribuirle al mundo angloamericano semejante fortaleza si al mismo tiempo lo consideraba controlado por los judíos?
B.S. Sí, de ahí surge un problema lógico. Hitler asociaba a los judíos, en tanto que presuntos amos de las Bolsas, con el capitalismo angloamericano de una forma tan estrecha que creía que la relación que había entre ellos era de naturaleza simbiótica. Para él, la llamada ‘lucha de razas’ a la que siempre se remitía también era, incluso en primer término, una confrontación entre alemanes y anglosajones. Estos sí que constituían la verdadera raza dominante, escalón al que el pueblo alemán debía auparse mediante un programa de mejora social, económica y eugenésica. La fascinación que Hitler sentía por los angloamericanos lo reforzaba en su contradictoria apreciación de la deficiencia racial de los alemanes.
XL. ¿En sus planes de expansión europea establecía una analogía con la conquista del Oeste americano?
B.S. Hitler veía las formidables inmensidades del continente norteamericano como algo sencillamente avasallador. Desde su perspectiva, el futuro pertenecía a los estados territorialmente grandes, siempre hablaba con admiración del coloso norteamericano y sus enormes riquezas. El motivo principal del poder de los Estados Unidos lo identificaba en la demografía, puesto que el continente lo habían abierto elementos ‘nórdicos’. Los nazis elaboraron planes para recuperar estos supuestos elementos raciales valiosos. Hitler se encontró ante la paradoja de que sus conquistas en favor de un ‘pueblo sin espacio’ finalmente llevaron a un ‘espacio sin pueblo’.
XL. Pero aquel espacio no estaba vacío…
B.S. Hitler estaba convencido de que se podía germanizar el territorio, pero no a las personas. Al principio se debatía entre los modelos británico y norteamericano de colonización: ¿razas sometidas como en la India o colonización de territorios vaciados mediante la violencia como en Norteamérica? Claramente acabó optando por el segundo. Sin embargo, con el transcurso de la guerra y obligado por la necesidad, puso en marcha un programa de asimilación que perseguía ‘germanizar’ a parte de la población eslava. La lógica de la guerra y de la expansión lo llevó a escalar el conflicto hasta que este terminó con la derrota ante los anglosajones.
“Para Hitler, el bolchevismo era uno de los medios que los angloamericanos usaban para destruir Alemania. Su política era una reacción al enorme poder del Imperio británico y Estados Unidos”
XL. Con esta afirmación parece cuestionar el papel militar central que tuvo la lucha contra la Unión Soviética. ¿No fue el Ejército Rojo quien tuvo más peso en la victoria sobre el Tercer Reich?
B.S. Hitler invadió el Este mientras -y porque- tenía la vista puesta en el Oeste. Estados Unidos se había sumado a la lucha contra Alemania desde marzo de 1941, a través de sus programas de ayuda a los británicos. Para Hitler, el ataque a la Unión Soviética se hizo más apremiante que nunca como forma de romper el bloqueo británico y asegurarse los recursos del Este. La idea no era ganar la lucha de poder con la coalición angloamericana, sino sobrevivir a ella.
XL. Sorprende que diga eso. Las derrotas nazis tuvieron lugar en el Este, Stalingrado se considera el punto de inflexión de la guerra. Tuvo que pasar bastante tiempo antes de que los aliados occidentales abrieran el segundo frente.
B.S. En el Este lucharon ejércitos formados por millones de hombres, pero el poder industrial, el poder de las máquinas, pesaba más que el número de efectivos en combate. La batalla determinante fue la batalla de la producción. Y, si se detiene en las cifras -aviones, submarinos, municiones, bombas volantes-, verá que la cuota principal del esfuerzo bélico alemán se dirigió a combatir a los angloamericanos.
XL. ¿Y las batallas de blindados en el Este?
B.S. Los panzer suponían una fracción pequeña del total de la producción bélica alemana. A partir de 1941, Hitler llevó a cabo dos guerras de aniquilación paralelas: una contra la Unión Soviética y la otra, que había empezado mucho antes, contra los angloamericanos y contra lo que él llamaba ‘el judaísmo internacional’, que acabó convirtiéndose en un genocidio.
XL. ¿Es posible que la lente bajo la que observa usted la Segunda Guerra Mundial sea una lente excesivamente británica?
B.S. Era el propio Hitler el que interpretaba el mundo desde una perspectiva anglocéntrica. Aprendió a temer y admirar su poder en la Primera Guerra Mundial. Durante mucho tiempo confió en llegar a un acuerdo para el reparto del mundo, pero no tuvo en cuenta que los británicos nunca permitirían que una única potencia -ya fuese Alemania o cualquier otra- dominara el continente. Su modelo y su enemigo eran los angloamericanos. Su proyecto del Tercer Reich era su respuesta a la supremacía de los británicos, de los estadounidenses y del capitalismo global.
XL. ¿Y el Holocausto?
B.S. El Holocausto va inseparablemente unido a su hostilidad hacia las altas finanzas internacionales, que a sus ojos habían matado de hambre y debilitado a Alemania durante y después de la Primera Guerra Mundial. En su concepción paranoica del poder del ‘judaísmo internacional’, el Holocausto fue un golpe preventivo contra la América de Roosevelt, a la que veía como su instrumento. Aquel que no esté dispuesto a hablar del anticapitalismo de Hitler haría bien en callar sobre su antisemitismo.
HITLER O LA FASCINACIÓN POR SÍ MISMO
A la vez que se publicaba el libro de Brendan Simms, Hitler: a global biography, antes de que el coronavirus ocupase todos los titulares, y en la que el autor aseguraba que sus principales enemigos no eran los judíos ni la Unión Soviética, sino el capitalismo y el mundo anglosajón, otra biografía sobre el dictador llegaba a las librerías, Hitler: a life, de Peter Longerich. Elaborada a partir de los diarios de Goebbels -7.000 páginas manuscritas y 36.000 dictadas escritas desde 1923 hasta 1945-, en los que Longerich es experto, y manuscritos del propio Hitler, lo describe de una manera muy distinta que Simms.
Según Longerich, Hitler estaba interesado en su propio poder y no en restaurar la gloria de Alemania. Su nacionalismo y su antisemitismo eran solo una estrategia diseñada con Goebbels, consciente de que ese discurso calaría en una población empobrecida. Pero era un plan tan ensayado como estas fotos tomadas en 1925 por Heinrich Hoffmann, amigo del Führer.
Muestran a Hitler mientras escuchaba la grabación sus propios discursos. Ensayaba los gestos que podían causar mejor efecto en el estrado.
https://www.elcorreo.com/xlsemanal/personajes/hitler-anticapitalismo-imperio-britanico-estados-unidos-brendan-simms-historiador.html
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