El siguiente artículo forma parte del prefacio de Diccionario gramsciano (1926-1937). Un laberinto de palabras y conceptos (Unica Press, Cagliari, 2022) de Guido Liguori, Massimo Modonesi, Pasquale Voza (edición en español a cargo de Maria Cristina Secci y Massimo Modonesi). Al final del mismo, se ofrece el link para descargar el Diccionario.
Frente al laberinto de papel de los Cuadernos de la cárcel han ido desarrollándose, de forma combinada o divergente según los tiempos y los casos, dos tipos de esfuerzos. El primero asumió la tarea de descifrar, a través de la labor filológica, la complejidad propia de la sofisticación intelectual que alcanzó Gramsci en las reflexiones que vertió en sus apuntes, el entramado de referencias, alusiones y fuentes que se plasman en una serie de cuadernos, conjuntos de hojas en las cuales colocó fichas de trabajos, apuntes pero también reflexiones más desarrolladas, borradores de ensayos. En la forma cuaderno —soporte material que refleja las condiciones de trabajo en la cárcel— se desplegó la arborescente agenda político-intelectual de Gramsci, dando luz a una obra que, también por su peculiar marxismo antidogmático e historicista, es abierta, no lineal y fragmentaria.
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Al mismo tiempo, una segunda tarea que asumieron los estudios gramscianos fue y sigue siendo mapear el laberinto, en la medida en que aparece surcado por recorridos ya trazados por el autor, itinerarios posibles e hipotéticas conexiones reticulares que han sido relevadas en distintos planos interpretativos, no solo aquellos de matriz estrictamente filológica sino también por intentos de traducción más teoréticos, historiográficos y obviamente político-estratégicos.
A lo largo de las ya varias décadas de recepción de la obra de Gramsci se han explorado diversos senderos de reconstrucción y representación que hicieran más digeribles los escritos y más accesible el pensamiento que allí germina y florece. Además de una infinidad de antologías, proliferaron varias introducciones a Gramsci en el afán de sintetizar su obra y sus contribuciones al marxismo y, en particular, a los estudios políticos y culturales, así como de las relaciones internacionales, la pedagogía, la antropología, entre otros campos disciplinarios en los cuales las intuiciones gramscianas suscitaron interés y estimularon perspectivas originales y a contracorriente.
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Entre estos ejercicios destaca el carácter único y original del Diccionario gramsciano. Una aproximación centrada en las palabras de Gramsci que emprendió la International Gramsci Society Italia a partir de un primer seminario sobre el léxico gramsciano iniciado en 2000, que desembocó en el monumental diccionario de 660 voces y 920 páginas, publicado en 2009 por la editorial Carocci en Roma.
Entre los criterios que establecieron los coordinadores de la obra, Guido Liguori y Pasquale Voza, figura el de circunscribir la selección de conceptos y voces a la elaboración de Gramsci en el periodo carcelario (1926-1937) y, por lo tanto, únicamente a los Cuadernos y las Cartas. Por otra parte, siguiendo los dictados filológicos en boga, la redacción de las voces fue realizada privilegiando la cita textual, para «sugerir una atención al texto que no siempre se encuentra en la crítica» y la secuencia cronológica que permitiera reconocer la «estrategia del pensamiento y de la escritura de Gramsci»[5]. La escritura de las voces aparece así, a los ojos del lector, lo más limpia posible, solo hilada por una intervención discreta de los autores y sin la interferencia de las referencias a los debates entre las diversas interpretaciones existentes en la literatura sobre los puntos, aspectos o conceptos expuestos.
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En el diccionario que aquí presentamos seleccionamos y tradujimos 100 voces de la versión italiana; 100 palabras fundamentales que constituyen, a nuestro parecer, la columna vertebral del pensamiento gramsciano. La selección se realizó a partir de un criterio convencional, es decir, eligiendo aquellos vocablos consabidamente reconocidos como parte substancial del léxico gramsciano y que corresponden a voces que en la versión italiana merecieron un texto «largo» y solo algunas de texto «intermedio» y una «breve», según la distinción establecida por los coordinadores de la obra original. Se agregó solo una voz, la de autonomía, que elaboré personalmente. Este agregado, consensuado con Liguori y Voza, quiere subsanar una laguna que señalé hace unos años en cuanto la noción/condición de autonomía constituye, en el pensamiento de Gramsci, un pasaje fundamental de la lógica de la constitución del sujeto político, a la par y como contrapunto y pasaje entre las de subalternidad y de hegemonía.
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La selección de estas 101 palabras de Gramsci recorta y simplifica pero, a mi parecer, no pervierte el sentido del diccionario original sino que opera en la misma lógica, ofreciendo, sin embargo, un recorrido más breve, más compacto y conciso, atreviéndose a proponer una síntesis, queriendo ser más operativo, menos enciclopédico. Se trata de una operación con doble filo, porque la obra de Gramsci invita a ser interpretada pero, al mismo tiempo, se resiste a representaciones que puedan ser reduccionistas o pretendan ser definitivas. De por sí la forma diccionario tiende a circunscribir y aislar los conceptos; si a eso le agregamos un recorte y una delimitación más estrecha, lo que ganamos en síntesis lo perdemos por ensanchar el margen de arbitrariedad...
Esperamos que este texto se inserte provechosamente en la porción hispanohablante del mundo, en donde los estudios gramscianos han tenido un desarrollo muy relevante en la última década. En efecto, tanto en el Estado español como en América Latina han surgido asociaciones gramscianas y han proliferado estudios en las tres direcciones que marcan un recurrente patrón tripartito que es ya, en los hechos, una agenda de investigación colectiva: a) estudios sobre la obra de Gramsci de tipo más filológico o más teorizante, según el caso; b) indagaciones sobre su recepción en autores, países y campos disciplinarios de carácter más panorámico o, en alternativa, de profundización en el terreno de la historia intelectual; c) aplicaciones de conceptos o enfoques al análisis de procesos sociales y políticos del pasado o del presente con un mayor o menor apego o coherencia con la letra, el texto y la perspectiva gramsciana original.
Este diccionario quiere contribuir directamente a la primera tarea pero, al mismo tiempo, propiciar de forma indirecta la tercera, es decir la aplicación rigurosa de las palabras y los conceptos gramscianos como imprescindibles claves de lectura y de acción colectiva en el «mundo grande y terrible» en el que vivimos.
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