Los emprendedores sociales

 

INTRODUCCIÓN

PRÁCTICAMENTE CUALQUIERA QUE HAYA USADO UN ­teléfono móvil o un ordenador, que haya publicado algo en Facebook o enviado un tuit, entiende perfectamente la velocidad a la que está cambiando el mundo. La vieja forma de hacer muchas cosas ha evolucionado, se ha acelerado, transformado, reorganizado y reestructurado. De los arrabales de la India a las montañas del Nepal, de las granjas de Kenia a las calles de Nueva York y la pampa argentina, todas las vidas se han visto impactadas de algún modo por el reciente y vertiginoso cambio tecnológico y los avances de la electrónica. De manera simultánea y también consecutiva, y en consecuencia, «los tiempos están cambiando» y, en gran parte del mundo, estamos viviendo nuestras vidas de modo muy distinto a como lo hacíamos incluso hace tan solo cinco o diez años. Junto con estos cambios, asistimos a progresos de tipo económico, político y social. Ahora bien, al mismo tiempo, este rápido crecimiento también supone una gran presión para otros sistemas que se superponen a los mencionados y, a pesar de que el progreso mitiga infinidad de problemas sociales, el hecho es que exacerba otros. Para que se produzca un cambio sostenible, positivo, que se perpetúe, es necesario gestionarlo bien, y hace falta que responda a las necesidades presentes sin comprometer las futuras. El cambio entraña nuevas exigencias para nuestra capacidad de resolver los problemas de modo creativo, para la forma en que nos relacionamos con los demás, para los sistemas en que hemos acabado apoyándonos y para nuestra capacidad como miembros de la especie humana de adaptarnos a todo aquello a lo que nos expongan tanto la naturaleza como el aprendizaje.

A medida que los problemas sociales y medioambientales evolucionan a la par con otros rápidos cambios a los que estamos asistiendo, el número de emprendedores sociales que están liderando cambios sistémicos ha ido aumentando también y, a medida que el alcance geográfico de sus ideas se ha ido expandiendo cada vez a más velocidad, se ha multiplicado el ritmo al cual se descubren nuevas soluciones a los problemas sociales. Es en tiempos como estos en los que los emprendedores sociales prosperan; ellos ven la falta de igualdad, acceso y oportunidades y ayudan a garantizar que el equilibrio y la igualdad sean principios fundamentales sobre los que se sustenten sus soluciones innovadoras.

Como resultado, todo tipo de personas, pequeñas empresas, grandes corporaciones e inversores participan y se sienten atraídos por las nuevas ideas, las perspectivas novedosas y el potencial para hacer progresar innovaciones que cambian los sistemas. De manera colectiva, deciden correr el riesgo de encaminar sus pasos en una nueva dirección al tiempo que se implican, participan e interactúan entre sí de un modo nuevo, lo cual implica nuevas acciones que sin duda pueden cambiar el mundo. Estas son las personas y organizaciones que Ashoka llama impulsores del cambio o agentes del cambio, los que abordan directamente los problemas sociales o lo hacen de manera indirecta a través de una estrecha colaboración con emprendedores sociales para que las ideas de estos se hagan realidad y sus programas tengan éxito. A medida que aumenta el número de impulsores del cambio se intensifica el impulso de su labor, se crean movimientos sociales y se transforman los sistemas sociales. «Desde una perspectiva histórica, los cambios fundamentales de esta envergadura se han ido produciendo con regularidad, impulsados por el agravio, espoleados por uno o unos cuantos visionarios y beneficiándose de la intersección de la crisis con la oportunidad».2

Todo este proceso es enormemente contagioso y, cada vez más, están surgiendo impulsores locales del cambio a los que «les ha picado el gusanillo». Algunos de ellos aprenden de los principales emprendedores sociales, cuyas filas suelen acabar engrosando ellos mismos. En la medida en la que tienen éxito a nivel local, están dando alas al emprendedor cuya idea han adoptado, animan a sus vecinos a convertirse también en agentes del cambio y, de manera acumulativa, van forjando las instituciones y las actitudes que progresivamente hacen el cambio local más fácil y más respetado. Todo esto facilita las tareas a que se enfrenta la siguiente generación de solucionadores de problemas sociales a través del cambio de los patrones primarios. Este círculo virtuoso, cuyo catalizador son los principales emprendedores sociales y los impulsores locales del cambio, es el principal motor que mueve el mundo hacia lo que Ashoka denomina un futuro en que «todo el mundo es artífice del cambio», un mundo que será eminentemente más seguro, empático y equitativo; más feliz y más exitoso que el actual; un mundo en el que la palabra mañana empiece a ser sinónimo de un futuro mejor.

Telón de fondo

Hay gente que contempla cómo pasa.

Hay gente que dice: ¿qué ha pasado?

Hay gente que dice: ¿ha pasado algo?

Hay gente que ni se ha dado cuenta de que ha pasado algo.

Hay gente que sencillamente hace que pase.

ANÓNIMO

Hace unos cuantos años descubrí Ashoka a través de una colega que se había presentado a un proceso de selección con ellos y me llamó para ver si yo conocía la organización y, cuando le dije que no, me contó con gran entusiasmo lo que ella sabía. Tenía tantas ganas de que le dieran el trabajo —a pesar de que suponía una incursión fuera del circuito corporativo, además de una significativa reducción de sueldo—, que hizo que me picara la curiosidad y me recordó algo que había oído hacía años:

Si quieres hacer el bien, tienes tres opciones:

  • Conviértete en activista o defensor de una causa.
  • Conviértete en proveedor de un servicio para beneficio de los demás: médico, abogado especializado en derechos civiles, profesor.
  • Conviértete en catedrático, investigador, académico.

Pero ahora, por lo visto, había una cuarta categoría: conviértete en un emprendedor social.

Me intrigó lo que parecía ser una combinación de palabras interesante (emprendedor social) y decidí averiguar más sobre el tema. Me informé sobre Ashoka y vi que, pese a que se presentaba como la mayor asociación de emprendedores sociales del mundo, a mí me daba la impresión de que en realidad era un think tank dedicado a encontrar soluciones alternativas para problemas sociales de difícil resolución y que, gracias al impacto colectivo de su trabajo, Ashoka parecía operar en un ámbito mucho más amplio, más bien como una organización híbrida que salvaba la distancia entre un think tank enfocado en la innovación y un acelerador de acciones centrado en un futuro alternativo. Estaba más que intrigada: me había enganchado; tenía que averiguar más cosas sobre esta nueva especie de innovador en soluciones sociales.

Posdata: unos pocos meses más tarde me presenté como candidata a un puesto en Ashoka. El resto es historia: dejé un trabajo bastante bien remunerado en el sector con ánimo de lucro y me uní a Ashoka como vicepresidenta de marketing global.

¿Qué fue lo que me motivó tanto de los Emprendedores Sociales de Ashoka? Lo primero que me llamó poderosamente la atención fue que parecían lograr cosas que siempre me había imaginado que me habría gustado hacer a lo largo de mi vida. Todos daban la sensación de haber empezado como críticos: sentían una profunda indignación o un profundo interés por algún tema y, para hacer oír su voz en defensa de sus valores, traducían la indignación o profundo interés en acciones, en vez de ignorar el problema o quejarse sobre ello. Daban un paso más y hacían algo al respecto. Se decían  a sí mismos.

Me recordé siendo todavía pequeña, fregando los platos mientras escuchaba la radio, y oír que Estados Unidos había invadido Cuba en la bahía de Cochinos (que fue el nombre con que se empezó a conocer el ataque) y que el entonces primer ministro ruso Nikita Kruschev, muy dado a golpear la mesa con el zapato cuando se enfadaba, estaba haciendo precisamente eso. Era el momento álgido de la Guerra Fría y las tensiones entre los dos países eran tremendas. Como niña que era, oír aquello en la radio me asustó.

Seguí fregando los platos y recuerdo que me puse a fantasear con la idea de enviar al primer ministro Kruschev una carta que lo calmara y trajera la paz entre nuestros dos países. Estaba yo soñando despierta en secreto, viéndome salvar al mundo y a punto de ser reconocida como la niña estadounidense cuya carta había evitado una guerra nuclear, cuando entró mi madre en la cocina e interrumpió mis ensoñaciones. Volví a pensar en la carta en unas cuantas ocasiones después de aquello pero nunca llegué a enviarla, y por supuesto mucho menos la escribí. Acabé haciendo lo que tanta gente con una gran idea que se les ocurrió un día: nada. Así que, cuando empecé a profundizar en el trabajo de los emprendedores sociales, me fascinó darme cuenta de que todos parecían tener muy claro que la clave para conseguir que se produzca un cambio es no solo imaginar y articular la sensación de posibilidad, sino además visualizar la senda hacia ella y convertirla en acción.

De fallos en el funcionamiento a avances decisivos

Los emprendedores sociales empiezan por tener en mente una imagen clara del fin, entendiéndose por el fin el surgimiento de un fenómeno social que no puede revertirse. Hacen lo que yo siempre confié en poder llegar a hacer: se enfrentan a cuestiones difíciles y persiguen de manera activa la consecución de un mundo más justo, seguro y sostenible. Al negarse a aceptar las cosas tal como son, logran romper con los paradigmas actuales y desafiar las convenciones, pensar de modo contrario a la intuición y reconsiderar las soluciones.

Son excelentes a la hora de encuadrar nuevamente viejas formas de pensar. Por ejemplo: utilizan su consciencia más evolucionada y su innegable sentido de la empatía para ver el autismo como una «distracción positiva» y no una desventaja, o consideran a la gente que no ve como dotados de capacidades diferentes y no como discapacitados, tal y como se verá en las historias de Thorkil Sonne y Andreas Heinecke. Son gente que logra descifrar las estructuras económicas y captar las posibilidades de la microfinanciación, como Greg Van Kirk y Pradi Sarmah, y convertirlas en nuevas formas de acceso a la vivienda, las oportunidades comerciales y la seguridad financiera. Como Mary Gordon y Abdelfatá Abusrour, ven caminos muy trillados que llevan a la violencia y la agresión, y crean un espacio para que se pueda producir una realidad diferente.

Todos tienen una gran idea innovadora y todos se dedican discretamente a ponerla en práctica. Su porqué y su cómo se funden generando un misterioso campo magnético que atrae a otros hacia ellos. Crean círculos virtuosos de asociaciones de beneficio mutuo, creando para ello una codependencia de propósito. Inspiran a la gente, espolean a otros para generar un cambio y luego los ayudan a promoverlo a su vez en otros también. Son humildes, se les conoce más por lo que logran que por quiénes son. Pero, para mí, la gran revelación fue darme cuenta de que no se sientan a considerar sus acciones en términos de «debería o no». Y tampoco consideran sus ideas como un riesgo. Sencillamente ven algo que debe cambiar y se ponen manos a la obra. Tan sencillo, elocuente y alucinante como eso. No parecen necesitar nunca subirse al trampolín, sencillamente se tiran a la piscina; de corazón, no de cabeza.

La gente me suele preguntar si un cambio concreto es posible. Yo contesto que no es la pregunta correcta. En vez de eso, lo que todos nos tenemos que preguntar es con qué nos comprometemos
y sobre qué vamos a actuar. Una vez nos comprometemos, siempre encontraremos
la manera de ser eficaces.

ROBERT THEOBALD, THE RAPIDS OF CHANGE

Pese a las sutiles diferencias que existen entre las distintas definiciones publicadas de emprendedor social, hay más acuerdo y coincidencia que discrepancias en torno a la idea de que esta gente provoca disrupción, al tiempo que reposicionan los sistemas para que sustenten mejor la igualdad y crean cambios sociales significativos. Ahora bien, algunas definiciones introducen matices que se centran más en qué es lo que se logra y sus características únicas, y otras en cambio combinan el qué se logra con el quién lo logra.

A fin de cuentas, la mayoría de las diferencias entre definiciones están reduciéndose a medida que estas van convergiendo, y cada vez se presta menos atención a la clasificación y tipificación de la organización que lleva a cabo el cambio, ya sea una organización ciudadana, una entidad con ánimo de lucro o un modelo de empresa social. En mi opinión, las características definitorias de la persona que lleva a cabo la innovación y el motivo subyacente a esta se han convertido en cimientos imprescindibles que deben estar presentes antes de poder colocar sobre esta base cualquier capa de matices definitorios.

Mucha gente tiende a llamar emprendedor social a cualquiera que cree una organización que haga algo por los demás, pero yo no considero que necesariamente lo sea en el sentido de «solucionador de problemas a nivel mundial, innovador y orientado a soluciones». En cambio, sí creo que todos ellos son impulsores del cambio o innovadores en soluciones sociales, es decir, gente que crea, desarrolla o construye una organización o un negocio basándose en una propuesta de valor que lleva a cabo acciones en nombre de otro a cambio de una tremenda satisfacción personal y con una ganancia financiera limitada. Otro género de personas y entidades impulsores del cambio son los que trabajan con emprendedores sociales y los ayudan a expandir sus innovaciones e impacto a otros lugares, personas y sectores. Ya sean individuos, empresas o donantes, mantienen la labor viva, vibrante y plena de sentido. Esta es la gente y las entidades que dan un paso al frente para compartir la carga de asumir el trabajo que implica cambiar la vida de otros.

Ashoka delimita de manera más amplia la actividad del emprendimiento social concibiéndola como un proceso que también debe ser tremendamente contagioso (en el sentido no sanitario del término) y que se replique por sí solo y por tanto tenga más probabilidades de éxito. Para que se cierre el círculo virtuoso, será absolutamente necesario incrementar la proporción de seres humanos que saben que pueden generar un cambio. Esto se traducirá inevitablemente en un efecto multiplicador que, a su vez, nutrirá un suministro siempre creciente de impulsores del cambio. Este libro se centra en estudiar a esos actuales y futuros impulsores del cambio y los emprendedores sociales con los que trabajan.

Cuando los sueños desafían a la realidad

Hoy en día, el emprendimiento social es un movimiento social tanto o más que un campo de actividad. Toda una generación de agentes del cambio ético —ya sea en los negocios, en el mundo académico o en los medios— está creando una nueva sensibilidad en torno al modo en que vivimos e interactuamos. Para mucha gente, «ahora el emprendimiento social es una opción de carrera profesional viable y atractiva en la que el trabajo no es solo una actividad a la que te dedicas sino más bien lo que eres».3

Todos los Emprendedores Sociales de Ashoka (la gente que Ashoka considera líderes en emprendimiento social y que selecciona para incluirlos en una red de por vida que reúne a personas que comparten una determinada forma de pensar) generan un efecto dominó que propaga su innovación por toda la sociedad al influir en otros emprendedores sociales, en el proceso de desarrollo de políticas y en las acciones del sector privado. Cuando conocí a los emprendedores que he entrevistado para este libro me di cuenta de que todos ellos y ellas, como mínimo, poseían cuatro cualidades intrínsecas:

  • Propósito
  • Pasión
  • Patrón
  • Participación

Estas características se han convertido en mi manera favorita de establecer si, de partida, la persona cuenta con las características definitorias de lo que constituye un emprendedor social.

Propósito

Nunca me he encontrado con ningún Emprendedor Social de Ashoka que no pusiera a la sociedad por delante de los intereses personales y que no se centrara enteramente en el desempeño del papel que había elegido para sí. Los emprendedores sociales pueden seguir un sinfín de caminos para llegar a su objetivo, pero este es el sacrosanto para ellos, y no permiten que las piedras del camino desvíen su rumbo. La claridad con que conciben su propósito es a menudo el factor decisivo que reúne los esfuerzos individuales y de la organización porque esa claridad define por qué trabajan para lograr algo y por qué merece la pena trabajar en ello de forma colectiva. El propósito se convierte en la cola invisible que pega las diferentes acciones y actores, y al mismo tiempo vincula a todo el mundo con la inspiración. El propósito infunde coraje y un riesgo calculado, y crea lealtades al ayudar a la gente a comprender por qué su contribución es valiosa y valorada. El propósito quita el miedo y permite que la inspiración lo sustituya por acción. El propósito conduce a la sensación de posibilidad.

Pasión

No estoy segura de poder separar la pasión del propósito porque he llegado a la conclusión de que ambos están presentes por igual, estrechamente interconectados e indisolublemente unidos. Como si fueran secuencias de ADN (de las que la pasión y el propósito podrían de hecho ser parte), no se pueden separar. La pasión conecta con el espíritu y está relacionada con la fuerza: fuerza en el carácter, determinación, conexión con los demás. La pasión enciende y alimenta una valentía de carácter del tipo «sigue a tu corazón». Los Emprendedores Sociales de Ashoka me han enseñado que la verdadera fuerza no reside en lo físico sino en un espíritu indómito, en la pasión intensa y la determinación orientada a objetivos.

Patrón

Todos los emprendedores de este libro estructuran su propia innovación con patrones que se basan en el propósito, la pasión y la personalidad pero, en un sentido más amplio, estos patrones se convierten en modelos o guías para que otros las sigan. Las características particulares de cada uno de estos patrones son muy diferentes y, de hecho, esa individualidad es en lo que se resume la naturaleza de un emprendedor: cultivan nuevos territorios y crean nuevas combinaciones de soluciones (o tal vez sencillamente se les ocurre una solución nueva que nunca nadie ha configurado así con anterioridad. Estoy tentada de decir que «construyen una ratonera mejor» pero en realidad, en esencia, ¡lo que hacen es eliminar la necesidad de las ratoneras al encontrar la manera de reducir la población de ratones!)

En vez de intentar aliviar los síntomas de los problemas, sus organizaciones están intentando identificar los patrones sociales que revelarán las pistas que permitan resolver los problemas subyacentes. Para generar cambios significativos y de largo alcance, los emprendedores sociales deben comprender y en ocasiones modificar el sistema social que crea y sostiene los problemas en primer lugar. Esta forma de analizar lo que ocurre «río arriba» con el objetivo de ir a la raíz del problema es mucho más sostenible que mirar río abajo e intentar poner un parche al resultado. Tal y como suele decirse en el ámbito de la salud pública, «no basta con curar el síntoma; para que una cura sea sostenible hay que tratar la enfermedad subyacente. De otro modo, el ciclo causa-síntoma-enfermedad seguirá evolucionando y provocará una espiral de problemas exacerbados relacionados».4

Participación

Todos los emprendedores sociales o fellows que se mencionan en este libro poseen cualidades de liderazgo. Suelen ser líderes inesperados pero, tanto si se ven a sí mismos como líderes como si no, su capacidad para influir en otros y lograr que crean, sigan y se unan, es un atributo completamente natural y un componente necesario para obtener un impacto. Es esa cualidad la que lleva a la implicación y en última instancia se transforma en participación cívica.

Desde luego, la lección de los acontecimientos de 2011 sobre la fuerza y los logros de la participación cívica en Egipto debería hacer que resultara obvio por qué esta última característica desempeña un papel tan importante en un programa de Emprendedores Sociales de Ashoka. Ya lo expresa muy bien el viejo dicho de que «la unión hace la fuerza». Los papeles del ciudadano, el padre, el hijo, el vendedor ambulante, el profesor, el gobierno oficial, la persona con capacidades diferentes o que tiene distracciones positivas para cambiar un patrón cultural firmemente arraigado son todos igualmente significativos. Resultan esenciales tanto el número de participantes como la calidad de la participación para que se dé un cambio social apoyado y sostenido. Para pensar con valentía, actuar a nivel local y elevar a escala global, los innovadores necesitan algo más que sus esfuerzos individuales; necesitan también implicar a multitud de personas que vean su visión con sus mismos ojos, crean en la posibilidad, la apoyen activamente y participen en la creación del cambio ellos mismos. Los líderes sociales mismos saben que, para dejar una mínima marca en la historia, no pueden actuar solos. Hay un punto en el que todos saben que deben dar un paso atrás y deshacerse de cualquier limitación impuesta por el ego sobre la propiedad de las ideas si van a implicar a otros y fomentar la aparición de impulsores del cambio que pueden ayudar a propagar la semilla del cambio y hacer que crezca hasta transformarse en un movimiento.

La capacidad de los emprendedores sociales para incrementar la escala de sus programas depende de la fuerza de la participación de la gente y su habilidad para crear movimientos que sean lo suficientemente fuertes como para remover los cimientos de la pobreza y desigualdad en el mundo entero. Pero, ¿qué es lo que verdaderamente hace únicos a los emprendedores sociales? ¿Dónde consiguen su inspiración y su pasión? ¿Cómo convierten esa inspiración en propósito y quién les confiere el poder necesario para pensar de maneras tan novedosas? ¿Cómo podemos clonar a esta gente para que terminemos con un mundo mejor para todos?

La aparición de líderes inesperados

La magia comienza cuando el ciclo de vida de una idea y un emprendedor se cruzan. Hay quien lo llamaría el momento ¡aja! o el punto de inflexión. Todos los emprendedores sociales que se presentan aquí empezaron siguiendo un camino completamente diferente en la vida y, al doblar una esquina, se dieron de bruces con su pasión y propósito vitales. No lo vieron venir ni lo anticiparon ni lo esperaban, ni tampoco lo entendieron al principio en la mayoría de los casos. Isaac Durojaiye (DMT Mobile Toilets, capítulo 11) era guarda de seguridad y Ursula Sladek (EWS, capítulo 2) era «solo un ama de casa alemana» recuperándose de una fractura de fémur cuando su propósito se materializó. Pero, de algún modo, el interruptor de la compasión orientada hacia fuera se emparejó con el receptor sensorial de la pasión interior y simplemente les pareció que saltarse el guion y refutar la sabiduría y lógica convencionales para abordar un problema social de raíces profundas era el camino natural a seguir. Así ocurre también con el camino de muchas personas que o bien trabajan con emprendedores sociales o ven como se produce un cambio en sus vidas gracias a ellos.

En los últimos años se han publicado una buena cantidad de libros y artículos de calidad sobre el trabajo de los emprendedores sociales por todo el mundo. Incluidos los más populares de todos ellos, Cómo cambiar el mundo de David Bornstein y Social Entrepreneurship: What Everyone Needs to Know [Emprendimiento social: lo que todo el mundo debe saber], que escribió en colaboración con Susan S. Davis.

Muchos de los emprendedores sociales que he tenido el privilegio de conocer son ellos mismos, en muchas ocasiones, líderes inesperados, es decir, que nunca imaginaron que su futuro sería su presente.

BILL DRAYTON

Y, mientras tanto, John Elkington y Pamela Hartigan han escrito El poder de la locura, que se centra en el «fenómeno» del emprendimiento social combinado con soluciones para problemas sociales basadas en el mercado.5 Cada uno de estos libros habla de una faceta diferente del cambio social: desde la definición de qué es un emprendedor social y cómo pensar en convertirse en uno, hasta cómo el movimiento está generando nuevos modelos transaccionales que están cambiando los negocios por todo el mundo.

Efecto dominó te lleva en otra dirección diferente y explora los cinco mecanismos estratégicos con los que los emprendedores sociales cambian los sistemas sociales, ya sean negocios sociales o modelos sectoriales ciudadanos. Su enfoque se centra en los círculos virtuosos de cambio que hacen que cada uno de estos mecanismos sea estable y duradero. Este libro examina el pensamiento de vanguardia que acompaña a la capacidad de dar completamente la vuelta al statu quo y la sabiduría convencional, e imaginar un nuevo paradigma de cómo deberían ser las cosas. La Primera parte: Reestructurar las reglas institucionales, muestra cómo interactúan, se interrelacionan y evolucionan los viejos patrones hasta generar nuevos estándares de prácticas socialmente beneficiosas; la Segunda parte: Cambiar las dinámicas del mercado, explora las oportunidades de sinergia que surgen cuando el éxito en los negocios y los valores sociales se combinan de forma creativa; la Tercera parte: Usar las fuerzas del mercado para crear valor social, y la Cuarta parte: Avanzar en el ejercicio de la ciudadanía plena, analizan los cambios a gran escala que surgen como resultado de la expansión de las opciones, las variantes entre las que elegir y el empoderamiento de personas que tradicional y culturalmente no han sido precisamente los depositarios de esta posibilidad de elección. Por último, la Quinta parte: Cultivar la empatía, considera en miles de contextos poco habituales cómo el hecho de exponer a los jóvenes de forma creativa al contacto con personas que no se parecen en nada a ellos y ayudarlos a sustituir la ira y la agresión por emociones más equilibradas, está logrando reducir drásticamente e incluso revertir su tendencia a etiquetar a la gente como «los demás». Efecto dominó hace hincapié en cómo estos enfoques, literalmente, convierten el «así es» y el «y si fuera» en «lo que puede ser».

Hay muchas semillas en una manzana…
Pero, ¿cuántas manzanas hay en esas semillas?

La pobreza es desorganización y los problemas sociales a menudo son la causa subyacente de la inestabilidad social, pues fomentan el desacuerdo, el descontento y la agitación. Hoy en día, a medida que la brecha entre países, sociedades y clases socioeconómicas se agranda y generaliza, para nosotros se hace más imperiosa que nunca la necesidad de retar a una porción mayor de la población y dirigirnos a ellos directamente. Ashoka presta su apoyo argumentando que, si bien en sus primeras fases el ámbito del emprendimiento social se centraba en identificar y apoyar a líderes en innovación social, el nuevo objetivo del movimiento es crear una sociedad en la que «todo el mundo puede cambiar el mundo y en la que la gente siente que goza del poder necesario para generar cambios.

Las cinco secciones en que se divide este libro representan cinco ondas expansivas en el estanque de la pobreza, la desigualdad y el acceso insuficiente a las oportunidades. En todos y cada uno de los ejemplos de cambio de sistema que se mencionan, la inspiración, la innovación, el impacto global y local y la voz de los impulsores del cambio se articulan claramente. Esta particular confluencia de elementos crea círculos virtuosos de beneficio social que comienzan cuando la gente se convierte en agentes del cambio ellos mismos y a su vez influyen en otros para que hagan algo parecido. De este modo, se desencadenan oleadas de movimiento que se perpetúan a sí mismas y entrañan transformación tanto vertical como horizontal, en el presente y también de cara al futuro. En el caso de Isaac Durojaiye, una de sus franquiciadas, una mujer cabeza de familia monoparental con catorce franquicias de alquiler de baños portátiles, ha podido enviar a sus cuatro hijos al colegio gracias al dinero que ha ganado como franquiciada, y dos de ellos van a ir a la universidad. Este es un logro monumental en sí mismo, pero donde verdaderamente empieza el efecto dominó es cuando su hijo mayor, que está a punto de graduarse en la universidad, acude a Isaac para pedirle ayuda porque va a aplicar el modelo de la franquicia de baños a un programa de limpieza de calles que quiere desarrollar en colaboración con los comerciantes del mercado de Lagos. ¿Limpieza de las calles en Lagos? ¿Cuántos niños criados en condiciones adversas habrían tenido una idea de tanta envergadura y que implica un cambio cultural tan grande? Seguramente ninguno de no haber recibido la influencia del mundo del emprendimiento social o haber participado en él. Ahora los impulsores del cambio y la gente de sus propios círculos cotidianos sobre la que impactan serán los encargados de propagar la idea de Isaac y utilizarla para producir un efecto dominó social y cultural en África.

Más allá de los emprendedores sociales cuyos perfiles aparecen en este libro, los impulsores del cambio invisibles y los de la siguiente generación son en muchos sentidos los verdaderos impulsores de este movimiento. Se trata de las empresas que adoptan una nueva manera más sostenible de hacer negocios, de los donantes que quieren que su dinero impacte de forma ética y eficaz en la vida de las personas, gente común y corriente que, independientemente de la cultura en la que viven inmersos, del grupo socioeconómico al que pertenecen o de lo poco que tengan, están tratando de mejorar no solo sus propias vidas sino también las de sus familias, sus vecinos y sus comunidades. Tal vez vivan en y con la pobreza, pero no son pobres en imaginación. Tienen esperanza y creen que un mundo mejor es posible. Y, lo más importante de todo: acaban pasando a la acción, ya sea solos o con la ayuda de los emprendedores sociales. Junto con el liderazgo empresarial, esta es la gente que conforma la nueva estructura que lleva al establecimiento de la innovación y la transforma en una institución social. El orgullo, empoderamiento y valor que los impulsores del cambio sienten en relación a sí mismos se propaga hacia fuera en una onda expansiva y crea un ciclo de influencia que se convierte en algo mucho mayor de lo que jamás podrían soñar en conseguir solos.

La mejor manera de predecir el futuro es crearlo.

DIVINE BRADLEY

¿Y cómo se produce exactamente el cambio de un sistema social? ¿Cómo se convierte la movilización en favor de un salario justo para los productores de café nicaragüenses en el movimiento del «comercio justo» en Estados Unidos? (Paul Rice, capítulo 10). ¿Cómo acaba la preocupación de un psicólogo bonaerense ante las tasas de recaída en un hospital psiquiátrico resultando en un programa de radio dirigido y realizado por pacientes con enfermedades mentales y cuya emisión de los sábados por la tarde cuenta con una audiencia de 3 millones únicamente en la zona de Buenos Aires, y que ahora está empezando a conocerse y copiarse por toda Latinoamérica como una manera de reconectar e integrar a los enfermos mentales en la sociedad de un modo sostenible y pleno de sentido? (Alfredo Olivera, capítulo 16). ¿Cómo desarrolla una trabajadora social canadiense profundamente alarmada ante el aumento del acoso escolar en los colegios un movimiento mundial en torno a la inclusión a nivel pedagógico de la empatía como un eficaz reductor de la agresión infantil, que se enseña llevando bebés a las aulas? (Mary Gordon, capítulo 17).

A lo largo de todos estos proyectos y otros que se explican en este libro, los cinco enfoques del cambio sistémico se funden con la sustancial contribución de los impulsores del cambio para crear un campo magnético que ayuda a transformar una solución para una necesidad específica de determinada área geográfica en parte de una panacea que funciona en el mundo entero.

Los acontecimientos del 11-S cambiaron el mundo y ahora nos toca a todos nosotros cambiarlo otra vez para mejor. Si este libro impulsa tu andadura para convertirte en un artífice del cambio o te anima a serlo más, te rogaría que me lo hagas saber y que compartas tu cambio a través de la web www.changemakers.com/Rippling.

El mundo es mi país, la humanidad entera mis hermanos y hacer el bien mi religión.

THOMAS PAINE


2. WHITE, Allen L., «The Future of the Corporation», Leading PerspectivesBusiness for Social Responsibility, otoño de 2005, p. 5. Disponible en línea en www.bsr.org/reports/leading-perspectives/2005/2005-fall.pdf [Consulta: 1 de octubre de 2011]

3. SCHWARTZ, Beverly. «The Freedom to Innovate: The Contributions of social Entrepreneurs to the Field of Global Public Health». En: GAIST, Paul. A. (ed.), Igniting the Power of Community: The Role of CBOs and NGOs in Global Public Health. Nueva York: Springer, 2010, p. 81.

4. SCHWARTZ, Beverly. «The Freedom to Innovate», p. 81.

5. BORNSTEIN, David. How to Change the World: Social Entrepreneurs and the Power of New Ideas. Nueva York: Oxford University Press, 2004.

BORNSTEIN, David y DAVIS, Susan. Social Entrepreneurship: What Everyone Needs to Know. Nueva York: Oxford University Press, 2010.

ELKINGTON, John y HARTIGAN, Pamela. The Power of Unreasonable People: How Social Entrepreneurs Create Markets That Change the World. Boston: Harvard Business Press, 2000.

TRADUCCIONES:

BORNSTEIN, David. Cómo cambiar el mundo. Barcelona: Debate, 2012.

ELKINGTON, John y HARTIGAN, Pamela. El poder de la locura: empresas rentables que cambian el mundo. Barcelona: Deusto, 2008.



https://reader.digitalbooks.pro/content/preview/books/42074/book/OEBPS/Efecto_domino-9.html





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