Este miércoles las agencias internacionales estaban publicando que "el gobierno de Perú declaró el estado de emergencia nacional por 30 días".
Suspendieron los derechos de reunión, de inviolabilidad de domicilio (es decir, las 'fuerzas del orden' ahora pueden entrar a casa de cualquier peruano sin su consentimiento), y el derecho de libertad de tránsito. No descartan declarar también el toque de queda, aunque todavía no han llegado a ese punto. Se hace en respuesta a las protestas 'antigubernamentales', citan agencias de información internacionales al 'gobierno de Perú'.
Y claro, yo aquí me pregunto: ¿qué gobierno de Perú declara el estado de emergencia? ¿Contra qué gobierno hay protestas? ¿De qué gobierno estamos hablando?
Pedro Castillo, el presidente que fue elegido por más de ocho millones de peruanos y ganó a la derecha fujimorista en las urnas, lleva detenido desde hace más de una semana. La fiscalía pide para él 18 meses de prisión preventiva por rebelión, después de que el pasado siete de diciembre tomara la decisión -incomprensible- de disolver el Congreso.
Mientras Castillo estaba siendo arrestado sin juez y sin defensa, su vicepresidenta, Dina Boluarte, la misma que hace un año aseguraba que si le declaraban vacancia a Castillo, ella dimitiría, tomaba las riendas del país. Y no tardó, junto con su Ministro de Defensa, en desplegar militares y policías en las calles de las regiones más rebeldes para apaciguar el levantamiento de los sectores populares. Sectores que no parecen estar muy contentos ni con la detención de Castillo, ni con la asunción de Dina Boluarte, ni con que el legislativo obstaculice permanentemente la gestión del ejecutivo, amparándose en quimeras de la constitución del criminal convicto Alberto Fujimori.
Hay un descontento popular evidente, y como no está funcionando muy bien lo de intentar aplastarlo por vía policial y militar, pues se enfocan en criminalizarlo. Los manifestantes son tachados de senderistas, terroristas, vándalos. Escuchen cómo interpreta las demandas populares el jefe de la unidad antiterrorista de la Policía.
Así, ese ejercicio de la democracia se ha saldado ya con ocho muertos. Ocho muertos en las zonas más pobres del país, del Perú profundo, que votó a Castillo y sale ahora a defender su voto. Un joven murió después de que le dispararan una bomba lacrimógena directamente en la cara. La mayoría de las víctimas son literalmente niños: hay de 15 y de 18 años. Ha habido tomas de aeropuertos, plazas, bloqueos de carreteras y barricadas.
Dina Boluarte anunció elecciones democráticas anticipadas para abril de 2024, pero parece demasiado lejana la fecha vista la profundidad de la crisis.
No solo piden presidenciales anticipadas, sino también las legislativas, es decir, un nuevo Congreso. Según una reciente encuesta del Instituto de Estudios Peruanos, el Congreso tiene un 86% de desaprobación popular. Una cifra que contrasta y mucho con el 31% de la aprobación que le otorgaba a finales de noviembre esa misma encuesta a Castillo.
Piden una Asamblea Constituyente para redactar una Nueva Carta Magna que permita la gobernabilidad y elimine la herramienta de vacancia del presidente por incapacidad moral, a la que el Congreso ha pillado el gusto de recurrir.
También solicitan la renuncia de Dina Boluarte, a la que muchos tachan de traidora por darle la espalda a Castillo. Ahora, con ocho muertos en protestas son cada vez más frecuentes las comparaciones con el triste papel desempeñado por Jeanine Añez en Bolivia.
Castillo está publicando en su Twitter cartas públicas desde la cárcel. Su principal mensaje es que está "humillado, incomunicado, maltratado y secuestrado", y que sigue siendo presidente. Acusa a Boluarte de usurpar el poder, y nuevamente, llama a la Asamblea Constituyente.
Toda esta crisis política también, por enésima vez, nos muestra lo dividido, desigual y 'limacentrista' que es Perú. La mejor ilustración de ello es este corte de un noticiero en el que una manifestante le explica a la presentadora que a ese presidente lo eligió el pueblo. Un pueblo que "los pitucos de Lima" parecen no tener mucho en cuenta.
No es casual que las protestas que tuvieron lugar en Lima se dieran alrededor de las sedes de medios de comunicación. Esos medios que azuzaron contra Castillo desde el día uno de su gestión y siguen con la cantinela de tirano, dictador, y comunista, mientras sacan del aire a los que les "faltan el respeto" por decirles tres verdades en la cara.
Es difícil prever qué va a pasar en los próximos días. Pero sí se puede sacar de estos días una serie de conclusiones:
1) Castillo tiene todavía mucho poder de convocatoria. No estaba muerto, andaba de parranda, como dice la canción. Y es probablemente la gran sorpresa de esta semana: un presidente al que el Congreso mantuvo asfixiado durante algo más de un año de su gestión, una vez apartado y recluido, desde la cárcel, genera un movimiento popular capaz de generarle bastantes molestias a una oligarquía acostumbrada a unos 'impeachment' limpitos y rapiditos.
2) El 'terruqueo', esa costumbre de la derecha de tildar de senderista o terrorista a cualquier sujeto descontento con el poder, está algo desgastado. Da la sensación de que cada vez menos personas lo compran.
3) El pueblo llano, el Perú profundo, parece tener más vocación democrática que las clases acomodadas limeñas. Su reclamo es que su voto se respete, algo incomprensible para los pitucos.
Que el voto de los cholos se respete, aunque votaran mal, como dijo su afamado compatriota.
¿Cómo se atreven estos igualados? Pues sí, se atreven y se les escucha desde aquí. A ver si se les oye en Lima.
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