Todo lo sólido se desvanece en el aire; todo lo sagrado es profano, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas K.M.

 Brahms - Symphony No.2 in D Major, Op. 73, II.  Adagio non troppo




"una definición de melancolía lo invito a escuchar el segundo movimiento de la  Segunda Sinfonía en D Mayor, Opus 73, del compositor alemán Johannes Brahms, heredero directo del genio de Mozart, Haydn y Beethoven."

"Sólo la música, con su capacidad para desvelar el hondo sentido del silencio puede aproximarnos  a esas  simas  que podemos encontrar en las novelas de los escritores que se asomaron al corazón herido de los hombres y mujeres que vieron y padecieron el desplome del Imperio Austrohúngaro.

Es decir, al crepúsculo de un mundo que se desvanecía en el aire, para utilizar- una vez más- la brillante frase de Karl Marx."

Me refiero a escritores como Robert Musil, Joseph Roth, Heimito von Doderer y Thomas Mann, todos ellos portadores del virus de la melancolía y por eso mismo los únicos capaces de beber hasta las heces el cáliz de un mundo en irremediable disolución: el de los valores aristocráticos, incapaces ya de resistir los embates de la vulgaridad y el pragmatismo burgués.

Todos ellos, en algún momento de su vida, reconocieron su deuda con la música de Brahms

(https://lacebraquehabla.com/johannes-y-la-melancolia/)



“… Para el espíritu moderno, para el que construir puentes sobre los océanos y los continentes es un juego, nada resulta tan imposible como tomar contacto con las almas que viven a la vuelta de la esquina”.

Robert Musil 



La corriente del tiempo es una corriente que arrastra sus propias riberas.

                     

                    Hay que negarse a todo aquello en lo que no se pone toda el alma.

                       

                    Un hombre sin atributos no dice No a la vida, sino: Todavía No

                                             

                                               Robert Musil

Tumba de Heinrich von Kleist y Henriette Vogel a las afueras de Berlín, junto al Pequeño Lago Wannsee, tras la reforma de 2011


"El centenario de la muerte del escritor alemán Heinrich von Kleist, el 21 de noviembre de 1911, no pasó desapercibido para Franz Kafka. Dos días después anotó en el Diario que los descendientes de su aristocrática familia habían colocado una corona sobre su tumba a la orilla del lago Wannsee, entre Potsdam y Berlín, con la inscripción: “Al mejor de su linaje”. Hacía un siglo que el poeta, de 34 años, se había matado pegándose un tiro junto al lago, después de disparar contra Henriette Vogel, tres años menor que él, casada con Louis Vogel, poeta y amigo de Kleist, y madre de una niña.

Enferma de un cáncer de útero incurable, la mujer se prestó al pacto de suicidio que le propuso Heinrich. Se habían conocido tres años antes y compartían la misma pasión por la música –a él le encantaba tocar el clarinete- y el gusto por la esgrima, en la que ella deseaba que la iniciara.Kafka tuvo la oportunidad de visitar la tumba del dramaturgo, donde permaneció un largo rato “sumido en honda meditación”, según el testimonio de Erna Bauer, la hermana de su novia Felice, que lo acompañó. Junto a Grillparzer, Flaubert y Dostoyevski, Kleist era uno de los autores a los que Kafka consideraba maestros y hermanos literarios. De ellos le llamaba la atención que sólo el ruso se casara, como le recordó a Felice.

Por lo que respecta a Kleist, creía que halló la salida correcta cuando se pegó un tiro, “apremiado por aflicciones internas y externas”. De este cuarteto de autores, fue el único que murió joven, angustiado por un creciente desajuste entre su mundo personal y la realidad, empezando por la familia. Sus obras teatrales nunca fueron representadas y sus contemporáneos leyeron con estupor los relatos que publicó. Al menos Grillparzer recibió el reconocimiento público al final de su larga vida.

Kafka tuvo que sentirse identificado con él por la precisión de su prosa, por el cultivo del detalle y la riqueza de su imaginación literaria, y por su problemático modo de ser consigo mismo y en el mundo. Los dos trasladaron esa visión conflictiva a sus obras, en las que a menudo se dirimen pleitos en los que el acusado se defiende ante alguna instancia poderosa de la injusticia que inexplicablemente se le ha infligido."

( https://enlenguapropia.wordpress.com/#jp-carousel-12201)


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