El gobernador reelecto de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, celebra su victoria en las elecciones, este domingo. |
El actual gobernador, Axel Kicillof, consigue la reelección con el 45% de los votos de la demarcación más poblada del país
El peronismo ha vuelto a la vida este domingo y disputará una segunda vuelta presidencial contra la ultraderecha el próximo 19 de noviembre. El milagro lo ha encabezado su bastión histórico, la provincia de Buenos Aires, donde mantendrá el poder pase lo que pase en la elección final de noviembre. El gobernador, Axel Kicillof, ha sido reelecto con el 45% de los votos, según el escrutinio provisional. Es un balón de aire enorme: en Buenos Aires, la demarcación más poblada del país, vive el 38% de los 46 millones de argentinos y vota el 37% del padrón electoral. Kicillof ha encabezado una hazaña: mejoró por casi 10 puntos su resultado de las primarias de agosto y retuvo el poder pese a los escándalos de corrupción que golpearon su campaña en las últimas semanas.
Antiguo ministro de Economía de Cristina Kirchner, Kicillof volverá a gobernar la provincia más poblada del país tras cuatro años en el cargo. Era el favorito, pero superó incluso los menores pronósticos. Las encuestas le daban la victoria con algo más del 30% de los votos y consiguió el 45%. En segundo lugar, quedó el conservador Néstor Grindetti, con casi el 27% de los votos, y tercera la candidata del ultra Javier Milei, Carolina Píparo, con el 25%. Había pocas dudas de que Kicillof, que había sido el candidato más votado en las primarias del 13 de agosto con el 36%, no sería reelecto, pero la campaña se le había hecho cuesta arriba en las últimas semanas.
El gran escándalo de corrupción de estas elecciones lo protagonizó su jefe de gabinete, Martín Insaurralde, que fue obligado a renunciar a su cargo a finales de septiembre tras la filtración de unas fotografías en las que se lo veía de vacaciones en un yate de lujo, acompañado de una modelo, en la costa sur de España. El golpe podría haber sido durísimo. Insaurralde, hombre fuerte del kirchnerismo, era intendente en licencia de uno de los municipios más poblados de Buenos Aires, Lomas de Zamora, y las fotografías de regalos carísimos y comidas de lujo mientras cuatro de cada diez argentinos vive en la pobreza podrían haber sido el golpe de gracia a un peronismo que intenta retener el Gobierno en medio de la crisis económica. El escándalo alimentó a la oposición, que usó el tema para atacar al candidato oficialista, Sergio Massa, en los debates presidenciales e incluso buscó ganar votos en ese municipio, llevando sus últimos mítines bonaerenses a Lomas de Zamora.
“Ver una foto de un dirigente político, de un funcionario, que está en una situación tan alejada de la realidad, y sí, es algo que enoja y levanta preguntas”, había dicho Kicillof sobre el escándalo en una entrevista con EL PAÍS. Insaurralde había sido una “recomendación” del kirchnerismo para su gabinete, pero Kicillof no quiso echar culpas. “Yo formo parte de un Gobierno de coalición. Insaurralde, intendente de Lomas de Zamora por muchos mandatos consecutivos, cuarto distrito más grande de la provincia, con una gestión que tiene para mostrar, es parte de esa coalición”, dijo en esa entrevista.
El escándalo, finalmente, no lo hirió. Y Kicillof es ahora más fuerte que nunca. Con Cristina Kirchner fuera de escena y con el peronismo nacional tirado más al centro con la candidatura de Massa a la presidencia, el gobernador de la provincia de Buenos Aires es hoy uno de los referentes más importantes del peronismo que mira desde la izquierda. Y sabe que le tocará liderar un cambio de época: ya en campaña destapó la olla de la necesidad de “componer nuevas canciones” para renovar su fuerza política.
La presidencial todavía está abierta, y Massa, ganador con el 36% de los votos en las elecciones de este domingo, irá a una segunda vuelta con el ultra Javier Milei, segundo con el 30%. Pero retener la provincia es un alivio: sea para garantizarse cierta gobernabilidad, o para reagruparse y resistir durante los próximos cuatro años, el peronismo se ha asegurado su bastión por los próximos cuatro años.
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