La IA ya es capaz de razonar y detona la batalla entre empresarios y científicos por los riesgos (y va ganando el dinero)

 El experto en inteligencia artificial Joaquín Peña analiza las claves del culebrón del despido y vuelta de Sam Altman y las razones de la batalla interna en la empresa creadora de ChatGPT.

Sam Altman, CEO de OpenIA, en un montaje elaborado por la redacción de 'Público'.
Sam Altman, CEO de OpenIA, en un montaje elaborado por la redacción de 'Público'.  Joel Saget / AFP

El mundo tecnológico todavía sigue en estado de shock por el culebrón protagonizado en los últimos días por Sam Altman, la cara más visible de la empresa OpenAI, creadora de la famosa herramienta ChatGPT.

Altman fue despedido el pasado viernes de OpenAI con el argumento de que no había sido transparente en sus comunicaciones con la junta directiva, por lo que ha perdido su confianza. El único miembro de la junta que se mostró en contra de esa drástica decisión fue el presidente Greg Brockman, que renunció a su puesto.

Al día siguiente, Microsoft anunció el fichaje de Altman para liderar un nuevo departamento enfocado en la Inteligencia Artificial. Pero la presión de varios fondos inversores en OpenAI y la amenaza de boicot por parte de la gran mayoría de trabajadores de la empresa, propiciaron un golpe de efecto y la vuelta de Altman solo cuatro días después.

Pero, ¿qué hay detrás de este extraño movimiento?, ¿cuál es el origen de OpenAI y cómo funciona?, ¿hacia dónde camina la tecnología de la inteligencia artificial? A estas preguntas responde en este vídeo el experto en inteligencia artificial Joaquín Peña, que deja algunas aseveraciones muy inquietantes:

Origen como asociación sin ánimo de lucro

Peña recuerda que OpenAI se originó en 2015 después de que en una cena benéfica Elon Musk, Sam Altman y otras personas decidieran crear una sociedad sin ánimo de lucro que desarrollara la inteligencia artificial y la pusiera a disposición de la sociedad. Eso sí, vigilando que los posibles efectos que tuviera no fueran negativos para la humanidad.

En 2017, Microsoft decide invertir en esa sociedad con 5.000 millones de dólares. Para que esa inversión fuera posible, tuvieron que crear una empresa y la asociación se quedó como garante de cómo iba avanzando la empresa. En ese momento, Musk se desvincula de OpenAI.

La junta directiva, explica Peña, estaba compuesta desde entonces por académicos y científicos sin grandes vinculaciones con el mundo empresarial y que se mostraban preocupados por ir avanzando con cautelas hacia la inteligencia artificial. Y ahí, radica el origen del conflicto.

La batalla interna en OpenAI

Pocos días antes de que Altman fuera despedido, investigadores de OpenAI enviaron una carta a la junta directiva en la que advertían de que "habían conseguido que la inteligencia artificial razone" y que "esto podría ser muy peligroso" para la humanidad. 

Ahí salieron a la luz las dos caras de OpenAI y el germen del culebrón de los últimos días. Por un lado, los miembros de la junta que velaban por pisar el freno y manejar con mucha precaución cualquier avance que supusiera un riesgo potencial para la humanidad.

Y, por otro, Altman, con una visión más empresarial, que abogaba por exprimir el desarrollo de la IA. Incluso, se deslizó que Altman estaba trabajando en crear una empresa de fabricación de microchips para rivalizar con Nvidia, la única capaz hasta la fecha de crear chips de inteligencia artificial.

La nueva junta directiva

La guerra abierta en OpenAI ya sabemos quién la ha terminado ganando. La vuelta de Altman como consejero delegado ha supuesto la salida de toda la anterior junta directiva y el nombramiento de una nueva que estará presidida por Bret Taylor, junto a Larry Summers Adam D'Angelo.

Taylor es un conocido empresario tecnológico que hasta hace poco codirigía el gigante Salesforce y que fue uno de los creadores de Google Maps; Summers es exsecretario del Tesoro estadounidense; y D'Angelo es el consejero delegado de la compañía Quora.

"Parece que la batalla por decidir cómo se va a desarrollar la inteligencia artificial la han ganado los que quieren pisar el acelerador", resume Peña a modo de conclusión que pone los pelos de punta.


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