Alejandra Pizarnik y otros marginados ilustres

 Los herejes, proscritos y “raros” de ayer tarde son los ‘ciudadanos ejemplares’ del mes que viene

Miguel Ángel Ortega Lucas 10/12/2023


El pasado mes de mayo, la escritora argentina Alejandra Pizarnik (Buenos Aires, 1936-1972) fue distinguida, medio siglo después de dimitir de este mundo, “ciudadana ilustre post mortem” de la provincia de Buenos Aires, su ciudad natal. 

El último día de 1960, con 24 años de frío en ebullición, Pizarnik escribía en su diario íntimo, en París –seguramente con aguacero–: “Viernes, 31. / El año pasado, hace un año, estaba en mi piecita de Buenos Aires esperando la llamada de Susana. Lloré y sufrí hasta decidirme a llamarla yo y decirle que viniera a mi casa, puesto que las dos estábamos solas, ese 31 de diciembre tan solitario para las dos. Pero no quiso venir. (…) Lo que más me dolió siempre en mi vida de Buenos Aires era la vergüenza de mi soledad. Si nadie me llamaba y me pasaba el sábado y el domingo sola en mi pieza, me daba miedo y vergüenza ante mis padres. Además, en Buenos Aires no se puede ir sola a un cine, a un teatro. Mi abandono era una enfermedad visible. Pero anoche pensé en volver a Buenos Aires. Lo pensé con la misma angustia que hace un año pensé en venir aquí. ¿Qué puedo hacer yo en Buenos Aires?”. 

Alejandra Pizarnik no fue nunca “ciudadana ilustre” de Buenos Aires: cómo iba a serlo quien no era siquiera ciudadana de este mundo. Si en su cuarto la soledad la ahogaba de vergüenza, en la calle era el acecho de los otros, como un espejo maligno en que sus complejos se agigantaban de manera monstruosa: “Qué culpable me siento, desarreglada, despeinada, triste, con mi expresión neurótica, y mi ropa ambigua, en medio de mujeres como flores, como luces, como ángeles”, diría también en su diarioLa ciudad, por supuesto, es inocente aquí. Somos nosotros quienes proyectamos en los rostros, en las paredes y en los espejos (diabólicos) de los escaparates nuestro desamparo y nuestra arrogancia, nuestra fe y nuestro rencor. 

La ciudad de Buenos Aires, bendita por tantas cosas, no era la responsable de que Alejandra perteneciera al linaje de los “sifilíticos espirituales”; los que necesitan tomar un aire que no existe para poder tragar los aires extraños de este mundo (por buenos que parezcan a priori). Días antes de esa Nochevieja, el domingo 27 de noviembre de 1960, escribía“El sentimiento de la soledad y del abandono es una enfermedad. Es algo que ocurre a algunos, como al ‘soñador’ de Dostoievski: una inadaptación, una rebelión, una lucidez, un ser muriéndose como una tortuga… lleno de ternura que dar, de amor, y no obstante (…) condenado a una soledad sin remedio. He aquí lo incomprensible, viviendo como un criminal. Es el verdadero ‘maldito’”.

Pizarnik no fue nunca “ciudadana ilustre” de Buenos Aires: cómo iba a serlo quien no era siquiera ciudadana de este mundo

Hay un pintor español, muerto hace poco, cuya obra recibió en vida, por parte de su pueblo natal, un descuido directamente proporcional a la desvergüenza con que acudirían algunos a su entierro en procesión (es de esperar que saquen su efigie a hombros en Semana Santa). En otro orden, Van Gogh no vendió un cuadro en vida y los niños se reían de él mientras pintaba: estaba “loco”, a todas luces francesas. La buena sociedad mexicana tardó un rato largo en permitir que Chavela Vargas cantara en el Teatro Bellas Artes del D.F. (era a todas luces borracha). Charles Bukowski es hoy reverenciado por jovencitas que se hubieran tapado la nariz con solo vislumbrarlo de lejos. César Vallejo –muerto en París un jueves de hambre y aguacero y profecía– volvería a morirse hoy igual de anónimo por no saber “vender” sus poemas en Instagram –le importaría un cuerno eso, en primer término–. Giordano Bruno, que besó con furia heroica las llamas de la hoguera defendiendo sus teorías cosmológicas, sería hoy condenado por una turba similar, con teléfonos móviles en vez de antorchas, por arriesgar intuiciones que desafiarían, en un nuevo salto cuántico, a la Santa Inquisición materialista. Porque muchas cosas que ayer eran extravagancias, estupideces, delirios o atentados al pensamiento unicelular del rebaño, hoy son Ley indiscutible: y, así, lo que hoy parece un disparate puede ser Ley grabada en piedra mañana… Pero eso: mañana. Hoy no, por favor, que nos joden el parchís.

Hermann Hesse, en El lobo estepario: “Por eso el burgués quema hoy por hereje o cuelga por criminal a quien pasado mañana ha de levantar estatuas”. Porque el ser humano no es más que “una posibilidad lejana”, cuyo camino “sólo se va recorriendo a pequeños pasos, y bajo terribles tormentos y éxtasis, precisamente por aquellas raras individualidades a las que hoy se prepara el patíbulo y mañana el monumento”.

El gobierno (inocente, sin metafísica) de la provincia de Buenos Aires nombró a Alejandra Pizarnik ciudadana ilustre aduciendo “su destacado aporte a la cultura”. Esto es lo que escribía Alejandra Pizarnik el 24 de noviembre de 1960, en París –seguramente con aguacero–, doce años antes de dimitir de la ciudadanía toda de este mundo:

“No creo en nada de lo que me enseñaron. Sobre todo, no me importan los convencionalismos y el demonio sabe hasta qué extremo infecto somos convencionales. Hasta el ser joven es un convencionalismo. Y la rebelión y la anarquía pueriles. Y el mito del poeta. El mito de la cultura… Yo estoy en contra. Ni religión ni política ni orden ni anarquía. Estoy contra lo que niega la verdadera vida. Y todo la niega… Las contiendas poéticas de Buenos Aires me hacen reír, ahora que estoy lejos. Todo es tan imbécil. Como si alguno hubiera despertado, una mañana, con ganas de bañarse en alcohol y prenderse fuego porque las palabras no dicen, y el lenguaje está podrido, está impotente y seco. Mis jóvenes amigos vanguardistas son tan convencionales como los profesores de literatura. Y si aman a Rimbaud no es por lo que aulló Rimbaud: es por el deslumbramiento que les producen algunas palabras que jamás podrán comprender”.


https://ctxt.es/es/20231101/Firmas/44985/Ortega-Lucas-Alejandra-Pizarnik-marginados-poesia-Buenos-Aires-ciudadana-ilustre.htm#md=modulo-portada-bloque:4col-t2;mm=mobile-medium


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