Una investigadora granadina analiza la obra del novelista cubano
"Las rememora, las celebra o, por lo contrario, polemiza con ellas, las escudriña y juzga, en ocasiones a través de la parodia o la ironía", señala López Calahorro, cuyo libro constituye una contribución definitiva al estudio de la significativa presencia de los clásicos en Carpentier, a la vez que reflexiona sobre la obra del novelista cubano.
La autora del libro defendió hace seis años en la Universidad de Granada una tesis doctoral que llevaba por nombre De la tarea del hombre y otras maravillas. Una lectura de Alejo Carpentier desde el Mundo Clásico, en la que daba cuenta de la grata labor que para ella había supuesto el hecho de relacionar la obra del cubano con el mundo clásico.
Pero pese a esta importante presencia, la investigadora aclara que "el supuesto y probable universalismo de Carpentier no implica en absoluto un proceso de asimilación cultural". Es evidente que aunque exista la necesidad de un modelo, Carpentier no tardará en entender que todo lo que ha aprendido de acuerdo con el modelo europeo existe también en América.
"Me dije: Bueno, pero esto, en el fondo, responde a los mitos universales. Esto es la Guerra de Troya. Y a partir de ese momento empecé a verlo todo en función americana: la historia, los mitos, las viejas culturas que nos habían llegado de Europa", afirmó Carpentier en 1981. Ante ese descubrimiento de su propia realidad, Carpentier empieza "a traer Europa hacia acá y a verla de aquí hacia allá", como el propio novelista afirma. De este modo, no existirá un proceso de asimilación cultural sino un entendimiento entre las culturas convertidas de este modo en complementarias.
Por estos motivos, es fácil reconocer en Carpentier que la utopía se materializa en uno de los dos espacios sometidos al enfrentamiento. Es decir, el cubano considerará que América es el continente del porvenir puesto que es el único espacio donde lo fabuloso tiene cabida, ya que "todo futuro es fabuloso". Como afirma López Calahorro en su ensayo, "aunque a Carpentier no se le reconozca un papel de transculturador en sentido absoluto, lo que es innegable es su pretensión de describir su realidad desde su espacio y su lenguaje".
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