Las listas de espera de la sanidad británica causan 14.000 muertes «evitables» al año

 

Tras un devastador informe sobre el sistema de salud nacional, el primer ministro Keir Starmer promete reformas profundas antes de destinar más fondos

Inglaterra ya no es la meca de los sanitarios españoles

Keir Starmer analiza, hoy en Londres, el informe de Lord Darzi sobre el sistema de salud británico EP

Catorce mil muertes evitables al año. Esa es la cifra que destaca el Royal College of Emergency Medicine como el costo humano de las largas esperas en el servicio de urgencias del sistema público de salud (NHS) en el Reino Unido. Un número devastador que encapsula el estado crítico en el que se encuentra el sistema sanitario del país, al borde del colapso, y que es el tema central de un nuevo informe encargado por el gobierno a Lord Ara Darzi, un cirujano de renombre mundial y ex responsable de Salud. Su diagnóstico no deja lugar a dudas: el sistema está gravemente dañado, y la falta de inversión desde la década de 2010 ha dejado al NHS en una posición de profunda vulnerabilidad.

El informe revela que, desde esa década, Inglaterra ha invertido casi 40 mil millones de libras menos que naciones pares como Alemania, Francia o Australia, en activos de salud e infraestructura. Esta falta de gasto en modernización ha agravado las listas de espera, que actualmente afectan a 7.6 millones de personas. Los equipos médicos esenciales, como las máquinas de resonancia magnética o de tomografía computarizada, están obsoletos o son insuficientes, lo que retrasa los diagnósticos y tratamientos. Según Darzi, si Inglaterra hubiera igualado los niveles de inversión de estas naciones, esos 40 mil millones de libras podrían haber financiado las 40 «nuevas» instalaciones hospitalarias que prometió Boris Johnson en 2020 y que aún no se han materializado. Además, ese capital habría permitido reconstruir o renovar cada consulta de médico de cabecera en el país.

Oportunidad para reinventar el sistema

El primer ministro Keir Starmer, tras la publicación del devastador informe sobre el estado del NHS, ha sido contundente en su respuesta, afirmando que no habrá una inyección de fondos adicionales sin antes implementar reformas profundas. «No podemos simplemente arrojar más dinero al problema y esperar que se resuelva», declaró. «Lo que el sistema de salud necesita es una transformación radical, la mayor desde su creación, para garantizar que esté preparado para enfrentar los desafíos del siglo XXI».

Añadió que su gobierno está comprometido a llevar a cabo cambios estructurales y tecnológicos, y que «sólo después de ver avances concretos en la modernización del NHS podremos considerar un mayor financiamiento». Para el primer ministro, este momento representa una «oportunidad histórica» para reinventar el sistema, priorizando la prevención y el cuidado comunitario, en lugar de seguir dependiendo del modelo hospitalario tradicional que, según él, ya no es sostenible.

La crisis sanitaria que se vivió durante la pandemia de Covid-19 dejó al descubierto la fragilidad del NHS, que colapsó mucho antes de que el virus comenzara a propagarse. La cancelación masiva de tratamientos rutinarios y operaciones programadas no fueron sólo por causa del coronavirus, sino el resultado de años de falta de inversión en personal, equipos y capacidad hospitalaria. El país llegó al 2020 con una de las tasas de ocupación hospitalaria más altas de Europa, y el impacto fue desastroso. Durante los peores momentos de la pandemia, el NHS canceló más procedimientos rutinarios que cualquier otro sistema de salud comparable, lo que amplificó una crisis de listas de espera que ya estaba fuera de control.

A pesar de que Inglaterra ha mantenido un nivel de gasto en salud en línea con otros países desarrollados, alrededor del 10.9% del PIB en 2023, comparado con el promedio de la OCDE del 9.1%— el problema radica en cómo se ha gastado ese dinero. El informe concluye que el NHS no ha sabido gestionar de manera eficaz sus recursos, gastando en soluciones a corto plazo y dejando de lado las inversiones necesarias para asegurar un servicio moderno y eficiente. El resultado ha sido un sistema estancado en el pasado, con infraestructuras y tecnologías obsoletas. El informe de Darzi también apunta a las reformas de salud de 2012 como un «desastre sin precedentes a nivel internacional». Estas reformas, destinadas a modificar la estructura de gestión del NHS, «distrajeron al sistema de sus verdaderos problemas» y lo «debilitaron» en el momento en que más necesitaba fortalecerse.

El nuevo ministro de Salud, Wes Streeting, fue categórico al describir al NHS como «roto». Desde su nombramiento en julio, ha prometido hacer frente a las listas de espera para tratamientos no urgentes, pero también ha reconocido que el sistema necesita reformas profundas. A pesar de sus promesas, el gobierno laborista ha puesto en pausa la tan esperada «nueva ola» de hospitales que se anunció en 2020, lo que genera dudas sobre la viabilidad de las soluciones a largo plazo.

Descarga de culpa al Brexit

El informe de Darzi también echa por tierra la idea de que Brexit sea la causa principal de los problemas del NHS, a pesar de que la salida del Reino Unido de la Unión Europea ha dificultado la contratación de personal en el sector de la salud. En su lugar, coloca la responsabilidad en una década de austeridad, que desvió fondos críticos de las inversiones en infraestructura hacia soluciones de emergencia a corto plazo. Y ahora, con una economía que enfrenta un déficit de 22 mil millones de libras, el reto de corregir los errores del pasado parece abrumador. «No podemos cambiar el pasado, pero debemos aprender de él», advierte el informe, subrayando que si no se toman medidas inmediatas, el NHS seguirá caminando por una cuerda floja, con miles de vidas en juego.


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