Han Kang, premio Nobel de Literatura 2024: “En medio del embate de la oleada neoliberal, todavía quedan restos de una cultura tradicional hecha trizas”

 Este año el Premio Nobel ha premiado a una autora especializada en buscarle las cosquillas a los peores tics de su país, Corea del Sur.

 

Texto: Milo Krmpotic   Foto: PRH

  

Han Kang ganó anteriormente el premio Booker con La vegetariana, una novela que cuenta la historia de una mujer que se revela contra su rol social negándose a comer carne… hasta que le crezcan raíces, si es necesario. Publicamos la entrevista exclusiva para LIBRÚJULA que concedió a nuestro subdirector la escritora surcoreana en su visita a España.

 

Sus obras muestran la cara más difícil de Corea del Sur. Espero que la mejor noticia acerca de su país no radique simplemente en que no se trata de Corea del Norte…

No pienso que La vegetariana sea un retrato de la sociedad coreana. En la novela presento situaciones retorcidas y exageradas a posta. No la escribí pensando en mi país, sino en algo más universal. De todos modos, la sociedad coreana no es nada fácil. En medio del embate de la oleada neoliberal, todavía quedan restos de una cultura tradicional hecha trizas. Es una sociedad en la que hay que vivir superando cambios vertiginosos, una actividad frenética, el cansancio y los daños. Aun así, existe al mismo tiempo una rica contracultura que se resiste a esta tendencia mayoritaria. Por ejemplo, últimamente están abriendo muchas pequeñas librerías, como si fuera una especie de movimiento cultural. En general, artistas de todos los ámbitos llevan adelante sus ideas con una pasión realmente increíble.

 

Puesto que soy de ascendencia argentina pensaba que tenía los genes más carnívoros posibles, pero su retrato de Corea del Sur ha hecho que me replantee esa idea. Sé que la usa a modo de símbolo, pero… ¿es de verdad la carne tan importante allí?

En 2013 estuve en la Feria del Libro de Buenos Aires para presentar La vegetariana y la impresión que recibí es que es un país donde se come realmente mucha carne. En Corea, en cambio, la carne no es tan importante, puesto que se come básicamente arroz, tofu y verduras. De todos modos, el declararse seguidor de principios diferentes a los demás –como, por ejemplo, el ser vegetariano– no es del todo fácil desde el punto de vista cultural. Rechazando la carne, Yeonghye, la protagonista, rechaza la violencia del ser humano. Como no puede alimentarse de piedras, vidrio o tierra, el ser humano tiene que comer indefectiblemente a otros seres. En consecuencia, la violencia está en todas partes, y Yeonghye sufre por esta situación.

 

Cuenta la historia de Yeonghye a través de diversos testimonios. ¿Por qué decidió estructurar La vegetariana a modo de tríptico?

Desde el principio quise que Yeonghye no tuviera voz y que fueran las personas que la rodean las que hablaran en su lugar. La única parte de la novela en que Yeonghye habla en primera persona es cuando relata sus pesadillas. En el resto de la novela es objeto de observación, existe como blanco de la incomprensión y el odio, de la lástima y la compasión, y de una extraña afinidad. Únicamente la imaginación del lector puede acercarse a ella y llegar a conocerla de un modo íntimo. La determinación de Yeonghye de rechazar la violencia y la condición humana es tan radical y atípica que pensé que esa era la única forma de relatar su historia.

 

Suele usted añadir pequeños guiños fantásticos en sus novelas. ¿Los usa como puntos de fuga para escapar a la dureza de las situaciones que narra?

Muchos años antes de La vegetariana, escribí un cuento llamado El fruto de mi mujer, donde una mujer se convierte realmente en árbol. Se puede decir que fue la semilla que dio origen a La vegetariana. A diferencia del cuento, en La vegetariana no se produce ningún hecho sobrenatural, sino que es su imaginación lo que lleva a Yeonghye al extremo de creerse una planta. No utilizo la fantasía o lo sobrenatural en todas mis novelas. Sin embargo, lo hago cuando la verdad que se expresa en la obra me lo exige. A veces siento que no soy yo la que decido, sino que es la novela o el cuento que estoy escribiendo lo que me exige determinadas cosas.

 

Y no podemos olvidarnos del elefante en la habitación: ¿qué tal sienta recibir todo un Man Booker International?

El bullicio se está acallando, por eso he podido retomar la escritura a partir de este otoño. Siempre he tenido una vida muy privada, por eso he hecho todo lo posible para volver a ella cuanto antes. He tratado de evitar entrevistas y actos públicos para preservar mis momentos de tranquilidad. Afortunadamente, nada ha cambiado después del premio. Como siempre, lo que espero y deseo es poder seguir escribiendo como hasta ahora. 


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