La política argentina analiza con 'Público' la ofensiva de la ultraderecha en el ámbito global.
La política argentina Myriam Bregman.Cedida. |
Rocío Cruz Madrid-30/05/2025
Myriam Bregman (Timote, 1972) es abogada, activista y una de las principales referentes de la izquierda argentina. Fue diputada nacional por el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) y es referente en el Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT). Representa la oposición al Gobierno de Javier Milei, tanto en el Congreso como en las calles. Con una larga trayectoria en la defensa de los derechos humanos, participó en los juicios contra los responsables de la última dictadura cívico-militar en Argentina. También ha sido candidata a diversos cargos: vicepresidenta en 2015, legisladora porteña en 2017, diputada por la provincia de Buenos Aires y candidata presidencial en 2023.
En esta entrevista con Público, Bregman analiza el actual escenario político y social argentino, la resistencia popular, la ofensiva de la ultraderecha en el ámbito global y los desafíos de las izquierdas ante un modelo que amenaza con extenderse a otros rincones del mundo.
¿Cómo describiría el momento político que vive Argentina desde la llegada de Javier Milei al poder?
Javier Milei llegó al Gobierno impulsando un programa neoliberal en lo económico y conservador en lo cultural. Y sabe que tiene poco tiempo. Tiene plena conciencia de que, para imponer un ajuste tan feroz, necesita hacerlo rápido, sin margen para el desgaste. Por eso está intentando aplicar todo de forma acelerada desde el primer día. Es importante subrayar que Milei no tiene mayoría en el Congreso: no domina ni la Cámara de Diputados ni el Senado, no gobierna ninguna provincia y ni siquiera cuenta con legisladores en buena parte del país.
Entonces, ¿cómo puede avanzar a esta velocidad? Por la enorme complicidad de sectores de la oposición y de las conducciones sindicales. Argentina sigue teniendo un movimiento sindical fuerte, con dos centrales históricas, la CGT y la CTA. Sin embargo, las conducciones sindicales, mayoritariamente ligadas al peronismo, no le han planteado a Milei una resistencia real. Esa pasividad ha permitido que, durante estos meses, se destruyan derechos laborales y de la seguridad social sin una lucha organizada a la altura del ataque que estamos viviendo.
En 2023, definiste a Milei como "un gatito mimoso del poder económico".
En su momento, podía parecer una frase curiosa, pero fue muy precisa. Milei se autodefinía como un león, y yo respondí que no, que en realidad era un gatito mimoso… del poder económico. Y hoy esa imagen se resignifica: hasta en la calle, niñas y niños me paran para decirme "era un gatito mimoso". Creo que esa frase, que al principio podía sonar graciosa, terminó siendo una definición bastante exacta del Gobierno de Milei.
Milei se autodefinía como un león, y yo respondí que no, que en realidad era un gatito mimoso… del poder económico
Es un Gobierno que responde claramente a los intereses del capital financiero internacional y de los sectores más concentrados de la economía. Cuando habla de "motosierra", no habla de recortes para todos: lo que busca es desmantelar la salud y la educación públicas, sectores que han costado décadas de lucha sostener en Argentina. Mientras tanto, fortalece políticas que favorecen a los grandes grupos económicos. Hoy mismo vemos a docentes y trabajadores de la salud en la calle, peleando por sus derechos, mientras el Gobierno avanza con un ajuste brutal que no toca a los poderosos, sino que golpea a quienes más necesitan del Estado.
¿Qué sectores considera que están siendo más golpeados por las medidas del Gobierno de Milei?
Hay una cifra muy cruel en Argentina que hay que destacar: más del 60% de los niños y niñas viven en situación de pobreza y no tienen garantizadas todas las comidas diarias. Es desgarrador. Por eso me indigna tanto la pasividad de sectores que podrían convocar huelgas, rechazar las medidas de Milei en el Congreso y, sin embargo, especulan con sus intereses personales o electorales en lugar de enfrentarlo como deberíamos hacerlo hoy.
En Argentina, más del 60% de los niños y niñas viven en situación de pobreza
Yo tengo el orgullo de decir que formo parte del bloque del Frente de Izquierda, que no le votó ni una sola ley a Milei y que estuvo en la calle desde el primer día. Me parece fundamental destacar eso. Mientras tanto, las infancias lo están pasando muy mal, los jubilados también, y los trabajadores y trabajadoras siguen sin poder llegar a fin de mes. Aunque la inflación ya no esté en su pico, el problema real sigue siendo el valor del salario: no alcanza.
¿Qué opina sobre el protocolo antipiquetes de Patricia Bullrich y la criminalización de la protesta social?
El nivel de represión y persecución que estamos viviendo en Argentina es altísimo. Yo misma enfrento causas penales por haberme manifestado. Es una política que apunta a silenciar la protesta social, y que tiene un alcance muy preocupante. Patricia Bullrich quiere imponer a Argentina una figura que en Europa ya conocen bien: la criminalización de la protesta bajo acusaciones de "terrorismo". De hecho, estos días va a estar en Barcelona mi compañero Anasse Kazib, que está siendo acusado de terrorismo por manifestarse y por denunciar lo que considera un genocidio en Palestina.
Las movilizaciones masivas demuestran que el pueblo argentino no está dispuesto a ceder frente al avance represivo del Gobierno
Las leyes antiterroristas en nuestro país no son nuevas: fueron aprobadas hace años durante el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, por presión del Departamento de Estado de Estados Unidos. Esa normativa, que se expandió por toda la región, es la que hoy Bullrich utiliza para intentar criminalizar a quienes son detenidos en las manifestaciones. Pero la respuesta ha sido contundente. La reacción solidaria ha sido enorme, tanto en el ámbito nacional como internacional. Gracias a esa presión, hemos logrado que se libere a las personas que fueron detenidas por ejercer su derecho a protestar. Y lo más importante: las movilizaciones masivas en las calles demuestran que el pueblo argentino no está dispuesto a ceder frente al avance represivo del Gobierno.
¿Qué se puede aprender de las luchas y resistencias de la ciudadanía?
Creo que lo que estamos viendo en Argentina deja una gran enseñanza: cuando las convocatorias son firmes y desde abajo, la respuesta social es masiva. Lo vimos en las marchas universitarias, que fueron de las más grandes que se recuerdan. Lo vimos el 24 de marzo, en el Día de la Memoria, con movilizaciones impresionantes en todo el país. Lo vemos cada vez que se convocan acciones en defensa de los derechos de las mujeres y de la diversidad sexual.
La voluntad está. Lo que falta es decisión política por parte de muchas direcciones sindicales. No están poniendo todo el esfuerzo necesario para construir un verdadero plan de lucha que nos permita frenar el ajuste. Milei no trae nada nuevo: simplemente aplica al pie de la letra el plan del Fondo Monetario Internacional (FMI). El foco debe estar en quienes tienen el poder de convocar, de organizar, y no lo están haciendo. Esa es la verdadera traba para que el enorme potencial del movimiento obrero y social argentino se exprese con toda su fuerza.
¿Qué amenazas reales ve para los derechos sociales conquistados?
La amenaza contra los servicios públicos es permanente. En este mismo momento, trabajadores y trabajadoras de la salud están protagonizando una lucha crucial en defensa del Hospital Garrahan, un hospital infantil de referencia en toda América Latina que hoy está siendo desfinanciado. Mis compañeros del Frente de Izquierda están acompañando esta pelea en las calles de Buenos Aires. Lo mismo ocurre en el sector educativo, donde el ajuste ha provocado huelgas. Pero el gran problema es que estas luchas están fragmentadas. Las direcciones sindicales no unifican las peleas. Y eso debilita la respuesta.
Queremos recuperar los sindicatos como herramientas de lucha y que los centros de estudiantes vuelvan a ser espacios combativos
Imaginemos por un momento lo que sería una lucha común de la salud, la educación, el movimiento estudiantil y el feminismo. Sería una fuerza imparable. Y no es una idea abstracta: si uno observa bien, verá que esas luchas ya están profundamente conectadas. Las enfermeras, en su mayoría, son mujeres. Las docentes, también. Y son esas mismas mujeres las que sostienen el hogar, cuidan a sus hijos y enfrentan todos los días el ajuste de Milei. Nuestro compromiso es claro: recuperar los sindicatos como herramientas de lucha, que los centros de estudiantes vuelvan a ser espacios combativos, y unir todo ese potencial que el Gobierno quiere mantener dividido. Porque divididas nos quieren débiles, pero juntas podemos derrotar este plan de ajuste.
¿Qué papel debería adoptar América Latina en el actual contexto de crisis geopolítica global?
América Latina ocupa un lugar subordinado en el sistema global. Somos una región atravesada por la explotación de nuestros recursos naturales, como el litio. No solo destruyen el Medio Ambiente, sino que no dejan un solo dólar en nuestros países. Se trata de un verdadero saqueo sostenido por las potencias imperialistas. Hoy la disputa entre Estados Unidos y China por nuestras materias primas nos ha convertido en un territorio de negocios ajenos, donde la prioridad no es el bienestar de nuestros pueblos, sino los intereses de los grandes capitales.
En Argentina vivimos bajo una forma de colonialismo moderno, donde las decisiones centrales del país no se toman en Buenos Aires, sino en Washington, en las oficinas del FMI. Se discute en el Congreso una ley jubilatoria o educativa, y el Ejecutivo tiene que consultar si el FMI la aprueba. Esa subordinación no solo es escandalosa, es una tragedia democrática. No se puede construir un proyecto de país justo, soberano y ambientalmente sostenible con los condicionamientos de un organismo que responde al capital financiero internacional. Argentina necesita romper con esas ataduras imperiales si quiere recuperar su dignidad y su futuro.
¿Cree que los gobiernos progresistas de América Latina están teniendo una postura clara frente al conflicto en Gaza?
En América Latina, son muy pocos los gobiernos, incluso de los llamados progresistas, que se han pronunciado con claridad frente al genocidio en Gaza. En Argentina, el panorama es aún más grave: contamos con un gobierno ultraderechista completamente alineado con el Estado de Israel. Pero lo más alarmante es que este alineamiento atraviesa a todo el arco político tradicional.
El candidato peronista Leandro Santoro participó en una campaña de solidaridad con Israel
En las recientes elecciones de Buenos Aires, uno de los distritos políticamente más importantes del país, se vivió una escena paradigmática: los tres principales candidatos –de La Libertad Avanza, de Juntos por el Cambio y del peronismo– se manifestaron abiertamente a favor del Estado de Israel. El candidato peronista, Leandro Santoro, incluso participó durante la campaña en una reunión de parlamentarios solidarios con Israel. Esto sucedía al mismo tiempo que la catástrofe humanitaria en Gaza era ya innegable.
En ese momento, las imágenes de niños mutilados, de hospitales arrasados y del hambre como arma de guerra recorrían el mundo. Y aun así, sectores del peronismo optaron por alinearse con una potencia ocupante en lugar de con el pueblo palestino. Desde nuestra historia, esto es particularmente doloroso: Argentina conoce el significado del genocidio, porque lo vivió. Lo vivieron nuestros pueblos originarios durante la conformación del Estado Nación, y lo volvimos a vivir durante la dictadura cívico-militar de los años setenta. Sabemos lo que significa el uso del hambre como herramienta de exterminio.
Por eso resulta aberrante que, frente a semejante horror, los grandes partidos del sistema callen o incluso se solidaricen con los perpetradores. Lo que está ocurriendo en Gaza no admite neutralidad: exige una condena clara y un compromiso firme con los derechos humanos, venga de donde venga el poder que los viola.
¿Qué análisis hace del ascenso de gobiernos de ultraderecha en Europa?
Vivo con mucha preocupación el avance de la ultraderecha, y no solo como observadora: lo padezco directamente en Argentina, donde la represión y la persecución se intensifican, y la izquierda es uno de los blancos principales. Por eso escribí Zurda, un libro que acaba de salir, inspirado justamente en ese epíteto que Milei utiliza como insulto y amenaza. "Zurda" es como nos llama cada vez que promete perseguirnos hasta el último rincón del planeta. Lejos de amedrentarnos, decidimos responder con orgullo, reivindicando ese término desde la militancia, desde nuestras convicciones.
A la ultraderecha se la enfrenta con más organización, coherencia política y un proyecto de izquierda claro
Me interesa destacar algo que nos dejó una gran lección en Argentina. Frente al avance de la derecha de Mauricio Macri, se intentó construir un "cordón sanitario". Para ello se unió todo tipo de sectores en una única coalición: desde el peronismo de derecha hasta el que se dice de izquierda, pasando por sectores progresistas, feministas, ecologistas, las centrales sindicales… todos bajo el paraguas de Unión por la Patria. El resultado fue una gestión que generó tal nivel de frustración y desencanto, que lo que vino después no fue solo una nueva derecha, sino directamente la ultraderecha. La experiencia argentina nos deja una advertencia clara: no se derrota a la ultraderecha renunciando a las banderas de transformación. No se le gana cediendo todo al centro ni con acuerdos que diluyen las luchas. Se la enfrenta con más organización, más coherencia política, y con un proyecto de izquierda claro y sin concesiones al poder económico.
Desde Argentina, pero también mirando a Estados Unidos, vemos lo que producen los llamados gobiernos "progresistas" que generan grandes expectativas y luego no cumplen. Lo vimos con el Gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. Lo vimos con Joe Biden. Gobiernos que, en nombre de la unidad, continúan con las políticas neoliberales, maquilladas con otro discurso, y que terminan alimentando la frustración popular. Esa frustración no desaparece: la canaliza la derecha, y vuelve, pero más recargada. En Estados Unidos, eso se ve con el retorno de Donald Trump, o con figuras como Elon Musk jugando un rol político-cultural cada vez más agresivo. En Argentina, no solo volvió Macri, sino que vino Milei con una motosierra en la mano. La imagen no es metafórica: vino a destruir derechos con impunidad y complicidad de sectores que decían oponérsele.
Milei vino a Argentina a destruir derechos con impunidad y complicidad de sectores que decían oponérsele
Entonces, el ejemplo argentino nos deja una lección fundamental: los famosos cordones sanitarios contra la derecha no funcionan si solo son alianzas electorales vacías, si no hay un cambio de fondo. No hay alquimia electoral que detenga a la ultraderecha. Lo que puede frenarla es una organización real, desde abajo, desde las bases, con una izquierda coherente, que no le haga concesiones a la derecha, ni discursivas, ni políticas. No se combate a la ultraderecha aceptando su agenda, sus términos o su marco. Se la enfrenta en la calle, en los lugares de trabajo, en las escuelas, con un programa claro en defensa de la clase trabajadora, de las mujeres, de las diversidades, del Medio Ambiente y de la soberanía.
¿Qué horizonte de esperanza ve frente al avance de discursos reaccionarios en Argentina y el mundo?
El mundo está viviendo una crisis profunda, pero también una enorme oportunidad. Frente al avance de gobiernos de ultraderecha, crece la solidaridad internacional. Lo estamos viendo con el pueblo palestino: el movimiento estudiantil, desde Estados Unidos hasta Europa y América Latina, ha salido a las calles como no se veía desde la guerra de Vietnam. Jóvenes de todas partes del mundo se ponen de pie frente a una limpieza étnica televisada en tiempo real. Esa solidaridad muestra que hay fuerzas sociales dispuestas a enfrentar al poder y al horror.
Hoy, más que nunca, necesitamos organizarnos desde abajo. Construir una fuerza propia, desde la juventud, desde el movimiento obrero, desde el feminismo, desde el ambientalismo y desde la solidaridad internacionalista. No hay solución sin ruptura con este sistema que ya ha demostrado que solo puede ofrecer explotación, guerra y miseria. El futuro será de quienes se atrevan a construirlo con las manos, con los pies en la calle, y con las ideas claras de que otro mundo no solo es necesario, sino urgente.
Rocío Cruz
Redactora de Sanidad, Educación y Servicios Sociales en 'Público'. Licenciada en Periodismo y Humanidades por la UC3M, escribió y fundó la revista digital 'En el vértice', especializada en Humanidades, Ciencia y Periodismo. Aprendió sobre marketing y comunicación en Omnicom Pr Group.
No hay comentarios:
Publicar un comentario