Palestina está hoy en el centro del mundo, con un apoyo sin precedentesUnaune / Europa Press
Por Miquel Ramos
Se cumplen dos años de la operación militar israelí en Gaza tras los ataques del 7 de octubre, y las fotografías aéreas de la ciudad muestran un paisaje totalmente arrasado por las bombas. Hay más de 67.000 muertos identificados, pero se calcula que hay muchísimos más bajo los escombros, cientos de miles de heridos y toda una población desplazada, cuya vida está sometida al capricho de las bombas y los francotiradores y la hambruna provocada por la potencia ocupante. Las imágenes del genocidio son aterradoras, de una crueldad infinita, que lleva provocándonos una angustia insoportable desde hace tiempo. Pero ni las ruinas de Gaza ni las pilas de cadáveres que ha provocado Israel son ninguna victoria.
Israel ha destruido Gaza, pero no ha vencido. Empezando por el fallo de seguridad del 7 de octubre, todo el mundo se pregunta cómo la resistencia palestina burló a uno de los servicios de inteligencia más dotados y afamados del mundo, a pesar de tener a la población gazatí bajo control total. Más allá de los indicios o las teorías que pueda haber sobre la información que tuvieron antes del ataque, su materialización y la improvisación como respuesta destroza esa imagen de infalibilidad que siempre se había atribuido a la inteligencia y el Estado israelí. Israel respondió inmediatamente asesinando incluso a los suyos, la doctrina Hannibal, esto es, arrasar con todo desde helicópteros, para evitar que los combatientes se llevasen prisioneros vivos. Poco se habla de los israelíes muertos de aquel día por fuego israelí.
Lo que vino después, tras el shock causado por esta operación militar en territorio israelí y la toma de prisioneros, ha sido una consecución de torpezas, tanto militares como propagandísticas. Israel está en su peor momento desde su creación, por mucho que celebre su potencia militar y se jacte de su impunidad, por mucho que sus soldados se graben videos dinamitando barrios enteros mientras sonríen, bailan o se prueban la ropa interior de sus víctimas para sus fotos de Instagram. Ellos mismos han sido los notarios del genocidio, quienes han brindado al mundo las pruebas de sus crímenes. Un material que nadie ya puede borrar, que ya ha sido retratado en documentales como The Unit, de Al Jazeera, y que seguro habrá más. La cantidad de imágenes es incontable, y son un torpedo para toda la campaña propagandística sionista, que pretende presentar los hechos envueltos en el victimismo y en una supuesta superioridad moral que no es más que pura arrogancia colonial.
Todas esas pruebas serán irrebatibles ante la justicia internacional, y ya lo han sido para el juicio popular en el que el mundo entero ya ha dictado sentencia, dejando el apoyo de Israel en el mundo bajo mínimos. Esto, sumado a la inseguridad que atraviesa el país, lo han convertido en un activo tóxico, no solo a nivel político sino también empresarial. Decenas de miles de israelíes han abandonado ya el país, y se calcula que cerca de un 40% está pensando en hacerlo. De los 8 millones de ciudadanos israelíes que hay en el mundo, un millón ya vive fuera del país. Muchos de los soldados que regresan del frente lo hacen traumatizados por lo que han visto y hecho, y la tasa de suicidios se ha disparado desde que se inició la incursión en Gaza.
Según un informe de 2024 del Instituto para el Pensamiento Israelí, Israel ha retrocedido en los índices internacionales y ha alcanzado el último lugar de la clasificación de la OCDE en la mayoría de las áreas y parámetros. Estos datos no contemplan lo que sucedió después del 7 de octubre, antes de la polémica reforma judicial de Netanyahu y del genocidio en Gaza, por lo que, tal y como afirmaban los participantes en la presentación del informe en Tel Aviv en 2024, los datos actuales serán todavía peores. El turismo ha caído, muchas empresas ya no ven que sea un país seguro en el que invertir, y las campañas de boicot, encabezadas por el movimiento BDS, están teniendo efectos devastadores para su economía y su imagen. El genocidio, el apartheid y la limpieza étnica no sale gratis, y eso siempre es una buena noticia que nos devuelve un poco de esperanza.
Las guerras no se ganan solo mediante las bombas, la ocupación militar o el exterminio de un gran número de personas. Pero es que ni siquiera en estos dos años, las victorias militares de Israel van más allá de la destrucción del territorio y la masacre de decenas de miles de personas. Israel no ha acabado con la resistencia ni ha liberado a los rehenes, supuestos objetivos de esta incursión. Al contrario, la resistencia sigue golpeando a los ocupantes, difundiendo vídeos de combatientes descalzos corriendo hacia los tanques para volarlos con explosivos caseros, construyendo una imagen épica de irreductibilidad y dejando en evidencia al ejército israelí en el combate sobre el terreno, sin drones ni aviones. El mundo ve a través de esos vídeos que Israel, con uno de los ejércitos más poderosos del plantea, apoyado por las principales potencias occidentales, es incapaz de acabar con los nativos armados. Esta es una de sus principales derrotas, tanto en lo militar como en lo simbólico.
El presupuesto que destinan Israel y sus aliados a la propaganda es milmillonario. Y no es solo el Estado, sino que cuenta con un importante apoyo por parte de grandes fortunas, como David Hatchwel en España, presidente de la Fundación hispano-judía y dueño de la empresa Excem y fundador del grupo de extrema derecha sionista ACOM. Esta organización, tal y como publicó La Marea, pagó decenas de miles de euros a OKDiario para que este medio elaborase noticias favorables a Israel. El pago a periodistas y a personajes influyentes para la propaganda sionista es conocido, pero cada vez les resulta más difícil encontrar más allá de la extrema derecha a quien se preste a ello.
El aparato propagandístico proisraelí tiene como objetivo tanto blanquear y promocionar a Israel como criminalizar y perseguir cualquier crítica al mismo. Y aunque hayan logrado llevar a juicio a organizaciones y activistas propalestinos, la adhesión a la causa palestina no solo no ha dejado de crecer, sino que se ha vuelto cada vez más activa y más exitosa, como hemos visto en el caso de la Vuelta Ciclista en España y las manifestaciones masivas del pasado fin de semana en varias ciudades del mundo apoyando a la Flotilla. El equipo ciclista de la marca israelí ha anunciado que cambia el nombre y que se aleja de su vinculación con Israel, y todavía están pendientes todavía las competiciones deportivas, Eurovisión y otros escenarios que Israel usa para promocionarse, con miles de voces pidiendo su expulsión.
Más allá de los datos que confirman la derrota de Israel en esta guerra, la causa palestina ha resurgido hoy más fuerte que nunca. Ejerce como faro moral de nuestros tiempos, reactivando la empatía, la solidaridad y la movilización ante un mundo que parecía girar hacia el malismo y autoritarismo. Hay una nueva generación que está creciendo politizándose con un genocidio en marcha, y seguro que esta será una de tantas causas de las que abrazará, arrastrado por la solidaridad y la empatía que la causa palestina ha generado. Palestina está hoy en el centro del mundo, con un apoyo sin precedentes y una condena unánime del genocidio, y esa es, a pesar de todos sus crímenes, la principal derrota de Israel.
https://www.publico.es/opinion/columnas/arrasar-gaza-perder-guerra.html
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