Lo impensable: la aceleración del estímulo info-neural y el acto sin motivación | por Franco Berardi

 


“Solo queremos un poco de orden para protegernos del Caos. Nada es más doloroso que un pensamiento que se escapa a sí mismo, ideas que vuelan, que desaparecen tan pronto como se forman, ya erosionadas por el olvido o precipitadas en otras que ya no recordamos. Se trata de una infinita variabilidad, cuya aparición y desaparición coinciden… Solo pedimos que nuestras ideas estén ligadas entre sí según un mínimo de reglas constantes.” (Deleuze y Guattari: ¿Qué es la filosofía? Caos y cerebro).

En 1919, Sándor Ferenczi dijo que el psicoanálisis no poseía las herramientas para comprender y curar una psicosis de masas. La política tampoco poseía esas herramientas, y lo mismo podemos decir hoy, cien años después.

Lo que sucedió después de 1919 lo sabemos. Lo que sucederá en los próximos años solo podemos imaginarlo. Pero las herramientas conceptuales y terapéuticas parecen faltar hoy aún más que hace un siglo.

Pero, ¿qué significa “psicosis de masas”? La cita de Deleuze y Guattari nos acerca a comprender el sentido de la palabra psicosis: cuando el pensamiento se escapa a sí mismo, cuando la acción ya no es atribuible a una elaboración mental coherente. Cuando todo empieza a ir demasiado rápido para que podamos comprender y guiar la acción de manera coherente.

Deleuze y Guattari vinculan esta condición con la vejez, en la que perdemos la capacidad de elaborar a tiempo estímulos neuro-informativos que van demasiado rápido para nuestro cerebro enlentecido por la senilidad.


En cierto sentido, la aceleración electrónica contemporánea de los estímulos info-neurales produce un efecto de senescencia generalizada de la mente.

La generación que creció en un entorno donde la estimulación info-neural es hiperrápida está desarrollando ciertamente capacidades de procesamiento más rápido del estímulo proveniente del entorno electrónico conectivo. Pero una modalidad de elaboración rápida consiste precisamente en la eliminación de lo que frena: la emoción y la racionalización. La empatía y la interpretación coherente del estímulo.

El acto tiende así a carecer de espesor emocional y de motivación racional.

En nuestro tiempo convergen dos fenómenos: el envejecimiento de la población (con el efecto de confusión mental del que el Alzheimer es solo la manifestación extrema) y la emergencia de una población joven a la que se le ha quitado la posibilidad de elaborar con tiempo la emoción y las consecuencias de la acción.

Si es cierto que cada vez más a menudo los comportamientos políticos de la mayoría son inexplicables con las categorías de la política moderna (pensemos en un fenómeno como el trumpismo, el entusiasta apoyo de una población de insensatos a un idiota agresivo incapaz de conectar razonamientos sensatos pero perfectamente capaz de excitar sentimientos de frustración dirigiéndolos hacia fines imaginarios), también la psicología parece inadecuada para explicar lo que le sucede a la mente y al comportamiento contemporáneos.

Ocurren cada vez más a menudo episodios que la ciencia psicológica no es capaz de explicar con sus herramientas conceptuales. Pensemos en los episodios (cada vez más frecuentes) de violencia destructiva cometidos por jóvenes. Es particularmente significativo el caso ocurrido en Paderno Dugnano en septiembre de 2024: un triple homicidio cometido en pocos minutos por un chico que todos describen como normal. El joven, de diecisiete años, mató con un cuchillo de cocina primero a su hermano, luego a su madre y a su padre, en rápida sucesión.

No hay por su parte ninguna explicación de las motivaciones.

No hay motivaciones.

Lo hizo porque se encontró inmerso en una acción que no correspondía a una ideación.

Si se busca una explicación de tipo psicológico para eventos de este tipo, quizás la psicología no nos dice mucho. Son chicos normales, incluso demasiado, suponiendo que esta expresión signifique algo (no significa nada, lo sé, pero todos repiten esta frase).

Planteo la hipótesis de que el problema no es psicológico, sino más bien cognitivo. Cada vez más a menudo asistimos a actos que no son explicables con las categorías de que dispone la psicología, o el psicoanálisis o la psiquiatría, en fin, todas aquellas disciplinas que se ocupan del comportamiento psíquico.

Creo que la razón consiste en el hecho de que las categorías con las que describimos el funcionamiento de la mente humana ya no corresponden a la realidad de la mente formada en un entorno técnicamente cambiado.

Las modalidades cognitivas (percepción, verbalización, ideación, actuación) han sufrido una mutación, y es esta mutación la que debe ser analizada.

La psicología en general y en particular el psicoanálisis se refieren al marco cognitivo en el que la ideación precede al acto y de algún modo lo motiva. Por eso, para explicar un comportamiento estamos acostumbrados a interpretar las motivaciones conscientes y las inconscientes, los razonamientos y las emociones.

Pero esta explicación ya no funciona: el acto ya no es necesariamente precedido por la ideación, y probablemente el concepto de ideación y de motivación ya no corresponden a nada.

El modelo cognitivo que interactuaba con un entorno tecno-semiótico de tipo secuencial ha sido reemplazado en las últimas generaciones por un entorno tecno-semiótico instantáneo, simultáneo.

En el entorno comunicativo alfabético, en el ámbito de la familia tradicional, de la vida de pueblo o de la vida socializada en la ciudad, el niño aprendía el lenguaje de la voz de la madre, o en todo caso, de un hablante humano. En consecuencia, la disposición cognitiva se manifestaba a través de una sucesión de estímulo y respuesta, de ideación y actuación.

Pero cuando a lo secuencial alfabético le sucede lo simultáneo electrónico, entonces la velocidad del estímulo info-neural corta los tiempos para la elaboración ideativa del acto. En un videojuego no hay tiempo para pensar, solo para reaccionar instantáneamente al estímulo.

Además, cuando al aprendizaje materno del lenguaje le sucede el aprendizaje homologado por un dispositivo tecno-lingüístico des-realizante, el lenguaje ya no tiene carácter de singularidad afectiva, y el acto tiende a perder conciencia de sus consecuencias físicas. En un videojuego, los hombrecillos verdes que eliminas pulsando un botón son una entidad incorpórea, nunca mueren, o si mueren es solo por un instante, luego se levantan y vuelven a agitarse en la pantalla.

Estas dos reconfiguraciones de la relación entre ideación y ejecución han modificado de manera tan radical el funcionamiento cognitivo que los comportamientos de nuestros semejantes (semejantes hasta cierto punto) tienden a aparecérsenos cada vez más inexplicables.

Lo que necesitamos es una comprensión de la mutación cognitiva que ha terminado por estructurar un modelo psico-cognitivo incompatible con los modelos de que dispone la ciencia psicológica.

Ha emergido una generación que ha adquirido más palabras de una máquina que de la voz de un ser humano, y que ha adquirido sus competencias cognitivas en un entorno donde la acción carece de consecuencias físicas.

Debemos suponer que esta generación ha perdido la capacidad de percibir de modo profundo el efecto físico de una acción que no se desarrolla en la pantalla, sino en la cocina y en el dormitorio, o en una escuela, como en el caso del chico de Wilder que disparó contra sus compañeros matando a dos estudiantes y dos profesores.

Hay toda una nueva fenomenología del acto psicológicamente inexplicable.

En 2023 en EE.UU. hubo treinta y ocho casos de tiroteos en escuelas, por no hablar de los cientos de tiroteos con masacres que ocurrieron en otros entornos de la vida cotidiana, sin motivación.

Diría que estamos asistiendo a los efectos de la contracción del tiempo mental de elaboración (instantaneidad estímulo-respuesta), y a los efectos de la desensibilización a las consecuencias físicas (virtualidad de la experiencia percibida). Estas dos reconfiguraciones de la percepción-proyección de lo real reconfiguran la misma proyección mental del acto.

El tiempo necesario para la elaboración mental ha desaparecido, y la ejecución del acto queda aplastada en el instante. Al mismo tiempo, desaparece la profundidad que hace perceptible el efecto físico y emocional de un acto instantáneo que la mente registra como virtual.

Héroes. Asesinato masivo y suicidio

Héroes. Asesinato masivo y suicidio
 
   
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¿Qué relación hay entre capitalismo y salud mental? En este volumen, su libro más inquietante hasta la fecha, Franco «Bifo» Berardi se embarca en un estimulante viaje a través de la filosofía, el psicoanálisis y recientes acontecimientos en busca de las raíces sociales de la enfermedad mental de nuestra época.


A través del relato de una serie de horrores —la matanza perpetrada por Anders Breivik, las masacres en escuelas norteamericanas como Columbine, la epidemia de suicidios en Corea y Japón, o la última avalancha de suicidios de «la austeridad»—, Héroes se adentra con bravura en las regiones más oscuras de la obsesión contemporánea por competir y estar hiperconectados. Este volumen corona cuatro décadas del trabajo intelectual radical de Berardi, que desarrolla percepciones psicoanalíticas de su amigo Félix Guattari y propone una ironía distópica como estrategia para desembarazarnos del fatídico abrazo del capitalismo absoluto.


«Bifo es un maestro del activismo global en la era de la depresión. Su misión es analizar el capitalismo real de nuestros días. Que el lector respire entre estas páginas la desesperación de las revueltas y disfrute con este “trabajo de lo negativo”».
Geert Lovink, fundador y director del Institute of Network Cultures


«¿Busca algo que vaya más allá de la superficie de las cosas?… en última instancia, Bifo aboga por el poder ilimitado de la imaginación y la ironía como los únicos antídotos en un mundo que urge reconstruir desde cero». Bookslut


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