El París de Cortázar. Juan Manuel Bonet

Cortázar en los puestos de libros antiguos del Quai de Conti © Pierre Boulat  
4, Jun, 2019 


A Cortázar le gustaba pasear sin rumbo por París, como si coleccionase postales de lugares por descubrir lo que luego también le servía para hacer literatura con la gente y escenas que vistas. Pero también reencontrarse con algún protagonista o hecho conocido en las lecturas previas a su llegada a la ciudad. En algún modo, París también era para él una especie de museo de paisajes y retratos, bien fotografiados, bien pintados, que a veces deparaba grandes sorpresas. Es lo que ocurre cuando viajamos desde lo imaginado a lo real. Creemos conocer bien lo que veremos pero la realidad siempre agrega un elemento novedoso, extraño. A través de ello se cuela lo literario, como Cortázar hizo en sus novelas y libros más parisinos ya fuese Rayuela 62 modelo para armar.
El París de Cortázar del escritor Juan Manuel Bonet es un libro hermoso, en lo gráfico y el contenido. Nos ofrece una serie de entradas exhaustivas sobre Cortázar que van más allá de su relación con la ciudad, en la que se instaló en 1951 y vivió hasta su muerte en 1984. Un libro diccionario que sirve de guía para recorrer el mundo del escritor argentino y que pueden retrotraernos hasta el París mágico y ocultista del pasado medieval, que tanto gustaba a Cortázar, o Notre Dame, de la que afirma en una carta a un amigo, citada en este libro, que en la noche parisina parece un caballero medieval velando a caballo con todas sus armas.
Si permanecemos en el espacio de las devociones, hubo un tiempo en que muchos escritores latinoamericanos y españoles deseaban ser un trasunto de Cortázar en París. Su valía literaria, su compromiso político, el vanguardismo que le condujo a coquetear con varios movimientos artísticos aunque nunca hizo adhesión de fe a ninguno. Por eso ahora, recordar a Cortázar en este libro es como mirar un trozo del Sena sin ver su totalidad. Observamos  el detalle de una curva donde las ramas de un árbol parecen  querer bañarse en él, lo mismo que Morelli, el personaje de la novela cortazariana y parisina por excelencia, Rayuela, encontraba su «contento» en el detalle.
Juan Manuel Bonet
Juan Manuel Bonet tira del hilo para sacarnos del laberinto cortazariano con perspectivas distintas pero con el común  denominador de aparecer en la  obra y vida del escritor argentino. Excelente conocedor de París (fue director del Instituto Cervantes y nació en la capital francesa) Bonet organizó una ruta turística por los sitios que aparecen en Rayuela.  Con este motivo redactó un pequeño glosario sobre lo más destacado que ahora ha ampliado y cuyo resultado es  El París de Cortázar.
Todo ello acompañado de fotos e ilustraciones que son de por sí una maravillosa serie de imágenes que van desde las fotografías más o menos conocidas de París, hasta las portadas de libros y discos de Jazz o carteles y cuadros. Pero esto sería poco sobresaliente si no lo acompañase una disposición grafica del texto muy visual y donde la imagen no distrae del contenido.
Un libro que viene a ser como uno de esos pasajes de la capital francesa del Segundo Imperio, que tanto amaba Cortázar y que incluso aparecen en  un cuento del escritor argentino, en El otro cielo. Allí el protagonista pasa de la Galería Güemes en  la época peronista a la Galerie Vivienne en 1870 el año que murió el Conde de Lautréamont, al autor de Los cantos de Maldoror y tan admirado por Cortázar. Pasajes de París que como reconoció Aurora Bernárdez, la primera mujer de Cortázar, en El libro de Aurora  “Julio tanto amaba”. En el pasaje, la galería, dice ella, “nada  parece definitivo: todo lleva a otra cosa, todo es un  paso». Como en este buen libro de Juan Manuel Bonet.

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