2.3.14
"ELLA.- Soy de dudosa moralidad, ¿sabes?
ÉL.- ¿A qué llamas tú una dudosa moralidad?
ELLA.- A dudar de la moralidad de los demás."
Diálogo de Hiroshima, mon amour, de Marguerite Duras. Solo que la moralidad de los demás también es la nuestra. Luego dudamos también de la nuestra. De la aceptación o no de cada acto de gravedad que se cuela diariamente por las relaciones que establecemos. Hiroshima, mon amour fue también una película del director de cine Alain Resnais, muerto ayer. Estética impecable e implacable para los que buscábamos en los 60 del siglo pasado otros lenguajes cinematográficos -con todo un contenido ideológico implícito también- no tan al uso como el que dominaba en el mercado de masas. Novela y película donde al mundo simbólico que se decía antes de los elementos constitutivos de la naturaleza -agua, fuego, tierra, aire- se le puede añadir un paralelismo con el hombre y la cultura humana. Donde más allá de los elementos naturales se manifiestan otros con diversos rostros: el amor y la compañía, la guerra y la dominación, el espacio donde trabajar y vivir y la libertad a la que se aspira. Sobre estos elementos giran los personajes del film. Hiroshima no es un referente cualquiera. De modo análogo a Auschwitz significa también holocausto, hecatombe, horror. Y supervivencia, y recuperación, y la rueda de la vida que sigue girando. Que Duras eligiera una de las ciudades de Japón sacrificadas ferozmente para construir una historia de amor fugaz que tiene lugar varios años después de la barbarie -y no solo de mero amor fugaz, pues dentro de ella se narra también la historia de la mujer protagonista- es clave para recordarnos a todos cómo juegan los elementos de la naturaleza humana y social cuya vorágine se precipita, y que tanto nos recuerda sucesos que vivimos en el presente:
"ELLA.- ¿Contra quién, la cólera de ciudades enteras? La cólera de ciudades enteras tanto si lo quieren o no, contra la desigualdad establecida como principio por ciertos pueblos contra otros pueblos, contra la desigualdad establecida como principio por ciertas razas contra otras razas, contra la desigualdad establecida como principio por cierta clases contra otras clases."
Hiroshima, mon amour: cuando el amor es también objeto de devastación, pues ¿acaso se iba a librar éste cuando una guerra acecha y ataca de plano cualquier conducta humana? Y las devastaciones tienen larga mano. No en balde la mujer protagonista ama en su aventura japonesa con una peculiar obsesión, que lleva a preguntarse al lector o espectador: ¿a quién ama realmente en ella?
Abajo: Fotograma de la película.
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