Albert Cohen, Bella del Señor (1968)

febrero 12, 2017

Albert Cohen, Bella del Señor (1968)

Segunda novela que comentamos en el blog y la más famosa de Albert Cohen (1895-1981). En ella nos describe todas las fases del amor que se dan entre una peculiar pareja. Desde los inicios de un enamoramiento absoluto hasta el final donde el aburrimiento y el hastío acaban con la relación. Todo un tratado que explora la relación amorosa, sobre la levedad del amor y la fragilidad de los seres humanos.

Argumento: un joven apuesto se dirige a una mansión, parece que pretende raptar a una joven, deja los caballos con su asistente y entra en los aposentos, oye a la joven tocar el piano y encuentra un cuaderno donde Ariane Cassandre Corisande d'Auble, que quiere ser escritora, cuenta la historia de su familia que forma parte de la aristocracia ginebrina. Sus padres murieron cuando los hermanos eran pequeños, son protestantes. Los chicos se crían con su tía Tantlérie mujer fría y sin embargo buena. Cuando accede a la mayoría de edad se marcha con su amiga Varinka, una revolucionaria rusa. A la muerte de esta por tuberculosis se casa con Adrien Deume. El joven intruso escucha la voz de la madre hablando por teléfono. Solal, el judío, se enamora de ella en una recepción de la embajada brasileña.

“Los demás tardan semanas y meses en llegar a amar, y amar poco, y necesitan charlas y gustos comunes y cristalizaciones. En mi caso fue cuestión de un parpadeo. Llámeme loco, pero créame. Un parpadeo de ella, y me miró sin verme, y fue la gloria y la primavera y el sol y el mar tibio y su transparencia junto a la orilla y mi juventud recobrada, y nació el mundo, y supe que no había existido nadie antes que ella, ni las otras de mi esplendor y juventud, todas de ella anunciadoras y siervas. Sí, nadie antes que ella, nadie después de ella”.1

El marido de Ariane, Adrien, es funcionario internacional en el Palacio de las Naciones y el subsecretario general es Solal, el judío intruso que pretende a Ariane. Solal asciende a Adrien, éste está fascinado con el personaje a quien admira. Adrien está envanecido creyéndose que los méritos son suyos.

Los cinco primos llegan a Ginebra: Saltiel, tío del apuesto Solal; Pinhas, alias Comeclavos; Mattathías; Michael y Salomón2. Saltiel visita a su sobrino en el hotel Ritz. Adrien ha invitado a su jefe a una cena en su casa. El tío Saltiel está pensando buscarle una esposa a su sobrino, que sea israelita para que olvide a la bella Ariane. Para eso prepara un anuncio, después piensa que tal vez sea mejor convertir a Ariane en israelita. Los preparativos de la cena continúan, pero resulta que el subsecretario dice que ha habido una confusión y que era el próximo viernes. Promete ir después de sus compromisos sobre las diez, pero no se presenta. El matrimonio con Adrien es para ella odioso, lo considera un extraño y cada relación como una violación.

Los cinco primos deciden visitar a Solal en la Sociedad de Naciones. Allí Solal encarga a Comeclavos una carta para la señorita Deume en la cual se disculpa por su ausencia a la cena. Solal sugiere que encarguen alguna misión Adrien para que permanezca fuera del país unos meses.

“A las mujeres no les importan el alma y las cualidades morales, sino el físico, la altura y una buena dentadura, noble prestancia y seductora sonrisa, que no seas gordo y si practicas deportes entonces vales para el combate y el engendramiento”.3

Después de una bella exhortación ella cae enamorada. Se intercala el viaje del marido y la primera cita de los amantes. El quiere llevarla a Cefalonia y recorrer sus playas y tumbarse en su arena. Ariane y Solal se hacen amantes. La condesa Isolda antigua amante y confidente de Solal queda relegada; la juventud puede con la vejez y la experiencia.

Solal es recogido en Berlín por la familia de una enanita jorobada después de ser golpeado por los nazis, esta le anuncia que los alemanes los aniquilaran. Marieta la criada de la señora Ariana está preocupada por el poco apetito de la señora, pero al final descubre el motivo: tiene un amor.

Ariane encarga varios vestidos para estar elegante para su Señor. Vende parte de sus acciones porque le falta liquidez. Está ansiosa por la llegada de Solal que ha permanecido unas semanas fuera. Le escribe largas cartas explicándole infinidad de cosas y cuánto lo ama y cuánto lo extraña. Pintan la habitación y el saloncito de Ariane para cuando vuelva Solal. Ella encarga vestidos nuevos para estar arrebatadora y esperarlo en la estación. Sin embargo, el marido, Adrien Deume, ha decidido adelantar una semana su llegada…

Comentario: la novela de Cohen, Bella del Señor, nos muestra una relación amorosa desde sus prometedores y mágicos inicios hasta su final, desagradable, cargoso y lleno de tedio. Es una novela sobre el amor pero no es una novela romántica. Entre medio se mezclan el antisemitismo, una sociedad burguesa en plena decadencia y una Sociedad de Naciones inoperante e incapaz de frenar la guerra que se avecina.

Está escrita con la maestría de un gran narrador. Lo que no deja que la novela sea un poco pesada en algunos momentos. Desde mi punto de vista es demasiado larga, casi ochocientas páginas, le sobran doscientas por lo menos. Me tranquiliza pensar que a otros lectores más exigentes que yo como Mario Benedetti también les ha sucedido lo mismo: “Esta objeción no apunta a su talante reflexivo, sino a la extensión desmesurada, que a menudo frena el devenir narrativo y tienta al lector a que se salte la correspondiente planicie de cavilación”.4

NOTAS:

1.- Albert Cohen, Bella del Señor, Anagrama, Barcelona, 2011, p. 35.

2.- Estos personajes son los protagonistas de la novela Comeclavos (1938) de Cohen.

3.- Ibídem, pp. 277-310.

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