Prefacio a: Franz Kafka, El proceso, traducción de Gabriel Ferrater

Franz Kafka y su «Proceso»
             Gabriel Ferrater
 Prefacio a: Franz Kafka, El proceso, traducción de Gabriel Ferrater (Barcelona: Ediciones Proa, 1966. Biblioteca A Tot Vent 119).

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Franz Kafka nació en Praga, el 3 de julio de 1883. Era el primer hijo de Herrmann Kafka, un comerciante (mayorista de «requiebros», como llamaban entonces, o sea de artículos de moda femenina) que empezaba a prosperar, y que pocos años después hizo una fortuna considerable. Pero Herrmann Kafka había comenzado la vida en plena miseria, en un ínfimo pueblecito del sur de Bohemia, y el recuerdo de sus primeros años atroces y la enorme agresividad que necesitó para salir le dejaron un séc de dureza que después marcó también profundamente la vida y el carácter de su hijo. Y Herrmann Kafka era judío. Las insanitats de que nuestra época ha hecho víctimas los judíos nos han tapado casi el recuerdo de la insalubridad anterior, pero el hecho es que los judíos de la «cazan», el imperio austro-húngaro, no tuvieron muchos años de respiro . El padre de Herrmann Kafka no se pudo casar hasta que tenía cincuenta y tres años, en 1848, para que antes de la emancipación llevada por la revolución del 48 un judío no tenía en principio ningún estatuto jurídico, y no le era permitido casarse -se (en el campo, la excepción eran los judíos acogidos al servicio de una finca nobiliaria -lo que seguramente es la base argumental de la última novela de Franz Kafka, el castillo).Cuando Herrmann Kafka, un año antes del nacimiento de su hijo, abandonó el campo y se estableció en Praga, las mejores posibilidades comerciales de la capital no eran ciertamente su motivo único. Alrededor de 1880 se levantó una ola de antisemitismo por toda la Europa oriental. De entonces son los terribles pogroms rusos, y, de pogromos más o menos cruentos, hubo por todo el mundo eslavo y alemán. Herrmann Kafka en atravesó algunos, y se salvó porque su lengua primera era el checo, y los campesinos eslavos identificaban siempre los judíos con la lengua alemana (el sarcasmo de la sanguinaria estupidez de los alemanes de nuestra época es que destruir los únicos islotes de cultura alemana en el mundo eslavo, y así hicieron nada, para siempre, la esfuerzo de los alemanes de muchos siglos para ganar terreno hacia el este). La madre de Franz Kafka, Julie Löwy de nacimiento, era también judía, pero de una condición cultural muy superior a la del padre. Venía de una familia de rabinos, y de sus cuatro hermanos uno era abogado, otro médico, y los otros dos emigraron y hacer fortuna lejos: el uno en el Congo y en Francia, y el otro finalmente en España, donde fue director del ramal de ferrocarriles de Madrid- Cáceres-Portugal.
No director general de los ferrocarriles españoles, según repiten los biógrafos de Kafka. Dec el detalle en una encuesta amablemente empresa para la sen actualmente María Luisa Gefaell de Vivanco, quien ha aclarado también que Alfred Löwy debía haber emigrado primeramente en Francia, porque tenía la nacionalidad francesa, y que hacia el final de su vida se hacer católico. Pero la información poco satisfactoria es que parece que el tío Alfred vivió los últimos años en un hotel, lo que prácticamente pulveriza la remota esperanza de que en alguna buhardilla de Madrid hubiera un paquete de cartas de Franz Kafka.]
 «El tío de Madrid», que era soltero, fue una figura mítica en la juventud de Franz Kafka, y una esperanza frustrada: Franz soñó muchos años que el tío lo llamaría con él, y que le permitiría salir de el ahogo de la familia y de la dureza de la vida en Praga.
Dureza que no se debía primariamente a la falta de independencia económica en la que, como veremos, vivió siempre Kafka, sino a la compleja y poco normal estructura social de la ciudad. Vale la pena de decir algo, porque El proceso es muy específicamente una novela · la de Praga, tejida bien espesa con la experiencia de la ciudad. Según el censo de 1900, de los 450.000 habitantes de Praga sólo 34 .000 eran de lengua alemana, y aunque esta cifra es ilusoriamente alta, porque más del ochenta por ciento de aquellos que se contaban como alemanes eran judíos y, como el mismo padre de Kafka, se contaban sin mucha referencia a la realidad, para trepar por la escala social. El hecho es que Praga y todo el país bohemio eran gobernados por una colonia ínfima, de 10.000 personas mal contadas pero que, seguramente por su misma necesidad de afirmarse, era muy activa y vivía a alta presión .Egon Erwin Kisch enumera que los alemanes de Praga tenían «dos teatros opulentos, una inmensa sala de conciertos, dos universidades, cinco Gymnasien y cuatro escuelas de comercio», y así sucesivamente. Y la calidad de lo que se movía dentro de aquellas conchas era alta. Desde Anton Marty hasta Albert Einstein, pasaron por Praga, y Kafka las trató, grandes figuras del profesorado alemán. La Praga alemana no era provinciana, o, mejor dicho, sí lo era, pero para inversión: era agresivamente anti-provinciana, siempre en estado de defensa, en el orden cultural como en todos los demás, contra su estrangulamiento por un contorno hostil. La latencia de la guerra civil era sentida por todos (y si cuando finalmente estalló no ser, en sí misma, cruenta, es porque la sumergió el baño de sangre de 1914-1918).combinadas: la nacionalista y la social. El proletariado era, naturalmente, del todo checo. Pero, de burguesías, había dos de paralelas, y parece que se fusionaban muy escasamente. Dentro todo aquel sistema, la posición de equilibrio más difícil era la de los judíos. Los que prosperaban (moderadamente como Herrmann Kafka, o inmensamente como Tomás Bata, el «rey de los zapatos») probaban de asimilarse a la burguesía alemana. El apellido de Kafka es bien checo (kavkasignifica una especie de gralla, y al papel de cartas de la firma comercial del padre había como emblema el dibujo de una corneja, lo que contribuye a explicar la abundancia de animales protagonistas de los cuentos de Franz Kafka, tan propenso a bautizar a sus protagonistas haciendo juegos con su propio nombre), pero Franz Kafka no aprendió el checo literario hasta que era ya adulto, por decisión deliberada; ya hemos dicho que su padre hablaba esta lengua mejor que el alemán, pero parece que la destinaba sobre todo a insultar a sus empleados (los «enemigos a sueldo», como él llamaba). Y para acabar de complicar (más específicamente: para acabar de complicar la infancia de Franz Kafka), estaba la cuestión de la religión. No parece que Herrmann Kafka fuera nada devoto, y más bien parece que era todo 
lo contrario, pero en todo caso, quizá por influencia de su mujer, o quizá porque no creía poder renunciar aún al apoyo de la comunidad judía, hizo instruir a su hijo en la obediencia judaica. Desde sus primeros años, pues, el niño excesivamente sensible que era Franz Kafka se encontró exhortado a despreciar e ignorar la gran mayoría de la gente que lo rodeaba, a considerarse perteneciente a una cierta minoría, pero no dar ningún valor, ya destinarse a ingresar dentro de otra minoría mucho más pequeña todavía y por la cual era despreciado. Y todo ello por prescripción de su padre, que de hecho pertenecía a la mayoría que había que despreciar, que despreciaba igualmente la primera minoría a la que se resignaba a pertenecer, y que casi ni hablaba la lengua de la segunda minoría dentro de la cual había que ingresar . ¿Qué tiene de extraño, pues, que el niño Kafka sintiera que el mundo era constituido ante todo por una ley y que la ley era constituida ante todo por la imposibilidad de penetrar la y de ajustarse a ellas o ajustarse-la? Es todo el esquema de la situación delProceso. Aunque no tiene valor documental en cuanto a la génesis de la novela, porque es escrito cinco años después de la novela misma y no hace sino elaborar la imagen ya fijada, conviene aducir un pasaje de la famosa ( demasiado famosa) «carta a su padre» de 1919:
(...) el mundo se me dividió en tres partes, una donde vivía yo, el esclavo, sometido a leyes que sólo se habían inventado para mí ya las que, aún, sin yo saber por qué, nunca no podía corresponder del todo, y luego en un segundo mundo, infinitamente lejos de mí, donde tú vivías, ocupado en el gobierno, a dictar las órdenes y con la ira porque no eran obedecidas, y finalmente en un tercer mundo, donde las demás personas vivían felices y libres de ordenar y obedecer. Yo era siempre lleno de vergüenza, porque o bien obedecía tus órdenes, y era una vergüenza, porque sólo valían para mí, o bien me resistía, y era también una vergüenza, porque como se podía concebir que te me resiste, o bien no era capaz de obedecer (...), y eso era la peor de todas las vergüenzas.
Si he introducido desde el contexto social la referencia a este conflicto del Kafka niño y adolescente con su padre, y si no tengo ninguna intención de insistir en el aspecto psicológico, es porque me parece que, de psicología sobre Kafka, no se ha hecho sino demasiado. Tal como él mismo decía, «la psicología es impaciencia», una hipóstasis de los variados procesos de una vida bajo la ficción de un residuo anímico, «una prematura ruptura del método, un aparente clavar la estaca del hecho aparente». Es mejor seguir simplemente el curso de la vida de Kafka y señalar sólo los nudos de la madera, los conflictos de los que podemos documentar que han formado los temas mayores de la obra. Fue, naturalmente, a escuelas alemanas. La primaria, de 1889 a 1893, años durante los cuales nacieron sus tres 
hermanas, Elli (1889), Valli (1890) y Ottl (1892). Eran frecuentes los combates de calle con los chicos de las escuelas checas, en uno de los cuales perdió la vista Oskar Baum (1883-1940), que luego fue también escritor y amigo íntimo de Kafka. 1893 hasta 1901, el Gymnasium. La enseñanza secundaria no era tan definidamente segregado, pero los 24 chicos, uno de ellos Kafka, que hicieron juntos el último curso, había 17 de religión judaica y 7 de católicos; 22 de lengua alemana y 2 de checos. La enseñanza era reseco, insuficiente en las ciencias y pedante en las letras, pero debía ser eficaz, porque Klaus Wagenbach, el mejor biógrafo de Kafka, encuentra todavía rastros de los libros de preceptiva escolar en toda su obra madura, y sobre todo les atribuye el hecho de que, hasta el año crucial de 1912, Kafka sólo escribió «descripciones», que según aquella preceptiva eran el único dominio lícito de la prosa: toda la gran literatura debía ser en verso. Quizás hay que contar como una prueba de la independencia de espíritu de Kafka el hecho de que escribió muy pocos versos. A los dos primeros de un poemita que debe ser de 1904 hay una buena imagen:
Y personas, todas vestidas,
hacen pinitos por llicorelles ...    
En 1896, Kafka recibió la Bar-mizwah, el equivalente judaico de la confirmación (y es significativo que en las tarjetas de participación que su padre hizo imprimir dice Confirmation).Pero dos o tres años después ya leía Darwin y Haeckel, y adoptaba un ateísmo beligerante que muy pronto se combinó con un socialismo tirando hacia el anarquismo. En 1900, parece, descubrió Nietzsche, y más o menos al mismo tiempo debía comenzar a leer Schopenhauer. Es el mundo ideológico donde permaneció hasta alrededor de 1910, cuando (en parte por influencia de Max Brod, que conocía desde 1902, pero con quien empezó a intimar en 1908) se fue interesante por la tradición judía. (Aparte de eso, tuvo toda la vida un tirón a adoptar pequeños fanatismos ya pasar temporadas vegetarianas o teosóficas.) Una vez terminado la enseñanza secundaria, el conflicto con su padre no fue peculiar de Kafka, sino el clásico de todo joven burgués que quiere ser escritor: la elección de la carrera. Ganó el padre, y Kafka estudió derecho, pero no sin resistirse: los dos primeros semestres (1901-1902) hizo incursiones hacia el estudio de la química, de la filología, de la historia del arte. El estudio del derecho le fue un tormento (que en 1905 le obligó a recluirse por primera vez en un sanatorio, con los nervios rotos), quizás redimido sólo porque su tutor en la preparación para el doctorado fue el gran economista y sociólogo Alfred Weber, que había llegado a Praga en 1904. Es difícil saber en qué medida Weber le influyó. Y es difícil, sobre todo, por una razón que afecta a toda la biografía de Kafka: la inmensa mayoría de todo lo que sabemos nos ha sido transmitida por Max Brod, y Brod es un hombre muy tancadament literario y estudio de la química, de la filología, de la historia del arte. El estudio del derecho le fue un tormento (que en 1905 le obligó a recluirse por primera vez en un sanatorio, con los nervios rotos), quizás redimido sólo porque su tutor en la preparación para el doctorado fue el gran economista y sociólogo Alfred Weber, que había llegado a Praga en 1904. Es difícil saber en qué medida Weber le influyó. Y es difícil, sobre todo, por una razón que afecta a toda la biografía de Kafka: la inmensa mayoría de todo lo que sabemos nos ha sido transmitida por Max Brod, y Brod es un hombre muy tancadament literario y estudio de la química, de la filología, de la historia del arte. El estudio del derecho le fue un tormento (que en 1905 le obligó a recluirse por primera vez en un sanatorio, con los nervios rotos), quizás redimido sólo porque su tutor en la preparación para el doctorado fue el gran economista y sociólogo Alfred Weber, que había llegado a Praga en 1904. Es difícil saber en qué medida Weber le influyó. Y es difícil, sobre todo, por una razón que afecta a toda la biografía de Kafka: la inmensa mayoría de todo lo que sabemos nos ha sido transmitida por Max Brod, y Brod es un hombre muy tancadament literario y quizás redimido sólo porque su tutor en la preparación para el doctorado fue el gran economista y sociólogo Alfred Weber, que había llegado a Praga en 1904. Es difícil saber en qué medida Weber le influyó. Y es difícil, sobre todo, por una razón que afecta a toda la biografía de Kafka: la inmensa mayoría de todo lo que sabemos nos ha sido transmitida por Max Brod, y Brod es un hombre muy tancadament literario y quizás redimido sólo porque su tutor en la preparación para el doctorado fue el gran economista y sociólogo Alfred Weber, que había llegado a Praga en 1904. Es difícil saber en qué medida Weber le influyó. Y es difícil, sobre todo, por una razón que afecta a toda la biografía de Kafka: la inmensa mayoría de todo lo que sabemos nos ha sido transmitida por Max Brod, y Brod es un hombre muy tancadament literario yreligioso, mientras que Kafka tenía una inteligencia realista y de registro muy ancho. De muchas cosas que interesaron Kafka, sobre todo en los órdenes del pensamiento y de la política, Brod o no supo nunca nada o no se fijó. Está claro que sería indecente de reprochar a Brod lo que ha omitido y de no agradecerle todo lo que ha preservado, que es mucho, pero hay que tener presente que su imagen es parcial. Por ejemplo, no se ha descubierto hasta hace poco (por Klaus Wagenbach) que, durante sus últimos años de universidad y los primeros de después, Kafka tomó una parte muy asidua en los trabajos de un círculo de fieles a la filosofía de Franz Brentano, orientados por Anton Marty. Brentano era ya casi ciego y vivía muy retirado, y Kafka no lo debía conocer, pero su filosofía, y particularmente su racionalismo ético, dejó ecos por toda la obra de Kafka. El primer relato que Kafka consideraba maduro se titulaDas Urteil (El juicio), y Urteiles el término central del vocabulario técnico de Brentano. Volviendo a Weber, no es gratuito suponer que cargó de lastre técnico el socialismo de Kafka, y que, al menos, Kafka le debe una buena parte de la gran eficacia que demostró, años más tarde, en su carrera como inspector de la industria. Kafka se doctoró en julio de 1906. Desde abril hasta septiembre hizo de «redactor» en el despacho de su tío Richard Löwy, el abogado, y desde octubre de 1906 hasta septiembre de 1907 hizo prácticas de judicatura, primero en un juzgado civil, luego en uno de penalti. Las prácticas eran obligadas para quien quería ejercer como abogado, pero de hecho esto no era el propósito de Kafka. Quería irse de Praga, y es la época en que «el tío de Madrid» le ocupó más la fantasía. Pero el tío no hizo sino recomendárselo al representante de las Assicurazioni Generali en Madrid, y el uno de octubre de 1907 Kafka se encontró, sin querer, empleado en Praga la agencia de aquella gran compañía. Las condiciones del trabajo eran brutales, y, desde el punto de vista de Kafka, sobre todo porque no le dejaban nada de tiempo para escribir (una jornada mínima de ocho horas y media, la obligación de aceptar cualquier número de horas suplementarias no remuneradas, una promesa de catorce días de vacaciones cada dos años, pero a la fecha que mejor conviniera para el "servicio"). En 1908 encontró la manera de seguir un curso sobre seguros obreras, ya finales de julio ingresó al Arbeiter- Unfall-Versicherung-Anstalt, el organismo estatal de seguros contra los accidentes del trabajo. allí, su jornada de trabajo se acababa a las dos de la tarde. Y aún, el trabajo era responsable y valioso. Kafka fue enseguida designado para el departamento más importante de la institución: el de la técnica de prevención de los accidentes. De hecho, la técnica consistía más que nada a imponerse a los empresarios, dedicados con la mejor tenacidad y la mejor astucia burlar las disposiciones de seguridad. Kafka hacía a menudo viajes de inspección en las zonas industriales del país, y en conjunto su trabajo era muy parecido al de los «inspectores de fábricas» del siglo XIX inglés, los autores de los legendarios la técnica consistía más que nada a imponerse a los empresarios, dedicados con la mejor tenacidad y la mejor astucia burlar las disposiciones de seguridad. Kafka hacía a menudo viajes de inspección en las zonas industriales del país, y en conjunto su trabajo era muy parecido al de los «inspectores de fábricas» del siglo XIX inglés, los autores de los legendarios la técnica consistía más que nada a imponerse a los empresarios, dedicados con la mejor tenacidad y la mejor astucia burlar las disposiciones de seguridad. Kafka hacía a menudo viajes de inspección en las zonas industriales del país, y en conjunto su trabajo era muy parecido al de los «inspectores de fábricas» del siglo XIX inglés, los autores de los legendariosBlue Books. Los informes de Kafka, precisos y extensos, eran publicados menudo en el anuario de la institución, y algunas veces se le encargó el informe general sobre la gestión del organismo. Se pueden encontrar frases muy cercanas a las que reconocemos como sus:
Los últimos informes habían logrado acallar todas las esperanzas en cuanto al futuro de nuestra institución. La institución no parecía sino un cuerpo muerto, pero aún con un miembro vivo: su déficit creciente.
Es quizás una lástima de destruir los cuentos con que se duermen los pequeños niños de Saint-Germain-des-Près, pero la verdad es que Kafka tocaba perfectamente pies en el suelo, y que su carrera profesional (que duró catorce años , hasta que la enfermedad le obligó a retirarse, dos años antes de morir) fue un éxito. Pero el punto interesante es que «el mundo de Kafka», el de su café tura, no es ningún mundo de sueño, sino precisamente el de su experiencia, en buena parte, profesional. Kafka ha sido tan adoptado por los partidarios de la ensoñación, que debe ser lícito simplificar por el otro lado, y de recordar, en cuanto al Proceso,que el Kafka real era un magistrado del tribunal, o en todo caso un abogado defensor, y no el acusado. Si los seguros obreras son hoy en día lo que son, no hay que esforzarse mucho la imaginación para concebir que debían ser cincuenta años atrás. Max Brod refiere que Kafka le decía una vez, «con los ojos muy abiertos»:
Que modestos que son esta gente ... Nos vienen a suplicar. En vez de asaltar la institución y de hacerlo todo añicos, vienen y suplican.
De 1908 hasta el año de crisis de 1912, Kafka siguió una rutina regular, pero de ninguna manera una vida retraída. Vivía con sus padres (hasta 1915 no se decidió a alquilar un cuarto independiente). Siempre escribió de noches, y las tardes y las noches tenía libre para frecuentar sus amigos, que formaban varios círculos muy distintos. Hasta, una temporada, se divirtió relacionándose con la aristocracia alemana. Había, naturalmente, los amigosliteratos. De los muchos escritores que la Praga de la época dio, los más destacados (Rilke, Werfel, Meyrink) dejaron pronto la ciudad. Pero los más cercanos a Kafka, Max Brod en primer lugar, hay permanecieron. Había, por otra parte, los círculos del nacionalismo checo y del anarquismo, que muy a menudo iban juntos, como en el caso de Jaroslav Hasek (el futuro creador del soldado Schwejk). Kafka ayudó Hasek a dar existencia legal a una enorme broma, el «Partido del Progreso Moderado dentro del Marco de la Ley», el primer mitin se consagró a discutir «el alcoholismo, la prostitución, el darwinismo y el rey de Bulgaria ». La relación de Kafka con los anarquistas fue muy estrecha alrededor de 1909, pero luego se fue separando. Más importante para él fue un hecho casual: el invierno de 1911 a 1912, una compañía de teatro ídix, venida de Polonia, trabajó en Praga. Kafka recibió una fuerte impresión: se hizo muy amigo del primer actor, Jizchak Löwy, ya través de él tuvo el primer contacto con los «judíos orientales», los judíos que podríamos llamar auténticos, sumergidos en una comunidad bien diferenciada, con unos modos de vida y unas tradiciones propias y conscientes. Desde entonces, Kafka se fue acercando cada vez más a los judaísmo: no precisamente a la religión, pero en todo caso a un sentimiento de solidaridad y de lealtad. sumergidos en una comunidad bien diferenciada, con unos modos de vida y unas tradiciones propias y conscientes. Desde entonces, Kafka se fue acercando cada vez más a los judaísmo: no precisamente a la religión, pero en todo caso a un sentimiento de solidaridad y de lealtad. sumergidos en una comunidad bien diferenciada, con unos modos de vida y unas tradiciones propias y conscientes. Desde entonces, Kafka se fue acercando cada vez más a los judaísmo: no precisamente a la religión, pero en todo caso a un sentimiento de solidaridad y de lealtad.
Los escritos de Kafka de antes de 1912 no son muy abundantes, hasta contando que ciertamente se han perdido. Salvo algunos pequeños artículos, los conservados son, por una parte, los fragmentos de dos relatos largos inacabados y publicados póstumamente: Descripción de una lucha (Beschreibung herramientas Kampf, de 1904-1905) y Preparativos de boda en el campo (Hochzeitsvorbereitungen auf dem Lande, de 1907); por otra parte, las pequeñas prosas que Max Brod le persuadió de reunir en su primer pequeño volumen, Contemplación (Betrachtung, 1912).
El 13 de agosto de 1912, Kafka visitó Brod, para darle el manuscrito de Betrachtung,que su amigo debía enviar al editor. En casa de los Brod se albergaba una invitada, Felice Bauer, una chica berlinesa. Desde aquella noche hasta cinco años después, la relación con aquella chica fue el centro de la vida de Kafka -pero no es una relación nada fácil de entender ni de resumir. Los hechos externos son: que Felice volvió a Berlín pocos días después de conocerse Kafka; que correspondieron asiduamente, pero sin la vista s, por espacio de más de un año; que se prometieron por carta, y que en mayo de 1914 Kafka y sus padres fueron a Berlín a formalizar el noviazgo; que Kafka lo rompió dos meses después; que ambos se vista, por poco tiempo, los veranos de 1915 y de 1916, y que se volvieron a prometer en julio de 1917; que el 4 de septiembre de 1917 Kafka supo que era tuberculoso, y que en diciembre volvió a romper, definitivamente, el noviazgo. Quizás es mejor empezar observando que el encuentro con Felice ocasionó una abundancia de productividad literaria, sin ninguna comparación con el ritmo de Kafka hasta entonces, pero que duró muy poco, unos tres meses. En una sola noche, del 22 al 23 de septiembre, Kafka escribióEl juicio, el primer cuento relativamente largo que llegó a terminar (publicado en 1913). Los meses de octubre y noviembre redactó prácticamente todo lo que existe de la primera novela, El perdido (Der Verschollene; publicada por Brod con el título de Amerika, porque aún no conocía las cartas donde Kafka le llama por el título) , inacabada como las otras dos posteriores. Kafka en separó el primer capítulo, El fogonero (Der Heizer), y lo publicó como un cuento independiente (1913) .Del Noviembre es también La transformación (Die Verwandlung,publicada en 1915). Y, después, Kafka pasó cerca de dos años sin escribir nada (si no es anotaciones en su diario). La segunda observación que se impone es que toda aquella creatividad, por enérgica que fuera, no era ciertamente optimista. El juicio y La transformación son una tentativa para liquidar, con un brutal ataque imaginativo, el vínculo con el padre y con la familia (y parece que la tentativa tuvo éxito, porque el tema no vuelve a ser central a ninguna obra posterior). El perdido ha podido ser interpretado por muchos críticos como una obra casi id í lección, pero probablemente les han engañado los ecos de Dickens (Kafka imitaba muy deliberadamente David Copperjield ) y la falta del final, que se anuncia ominoso. En todo caso, es significativo que Kafka pensó reunir El fogonero y los dos otros relatos en un volumen que debía titularse Hijos. Y , cinco años más tarde, Kafka hacía saber a Brod su tuberculosis en estos términos:
«Así no podemos continuar», dijo el cerebro, y pasados ​​cinco años los pulmones se muestran dispuestos a ayudar.
No quiero, aquí tampoco, hacer mucho psicología, pero me parece obvio que el hecho catastrófico, en cuanto a impedir que llegara a buen final la relación de Kafka con Felice Bauer, no fue sino aquella erupción de vitalidad creadora que el enamoramiento le provocar. Crudamente dicho, Kafka descubrió el talento y la fuerza realizadora, y se volvió avaro: sabía o creía saber que casarse significaba dejar de escribir. El diario lo dice bien claro. Y otra cosa, mucho más curiosa, que el diario revela, es que Kafka pensaba en la chica muy poco en términos de amor, y muy obsesivamente en términos de matrimonio. No paso buscando el matrimonio cuerno una comodidad, sino todo lo contrario: viendo un desafío que él tenía que hacer él mismo, un espantoso compromiso para comprobar si era capaz de hacer frente a la vida y soportar todo el peso de la realidad. Una apuntación dice:
La mujer, o dicho quizás con precisión, el matrimonio, es el representante de la vida con la que tienes que confrontar.
Y otra:
El celibato y el suicidio se sitúan en un mismo plano del conocimiento, pero de ninguna manera el suicidio y la muerte del mártir: el matrimonio y la muerte del mártir quizá sí.
Kafka eligió el suicidio, pero con arrepentimientos. En el año 1913 se le pasó desesperado, sin poder escribir, y huyendo de Felice. El corto viaje que hizo en verano, como era su costumbre de cada año, lo llevó a Italia. Para una extravagante coincidencia sarcástica (caro uno de sus motivos mayores para quererse casar era el deseo de tener hijos), parece que mientras estaba en Berlín para prometerse con Felice le nació un hijo, cuya existencia ignoró siempre (muerte cuando tenía siete años, antes de que él): era de una chica suiza que Kafka había conocido en Italia, rica e independiente, y que no se quiso ligar a través del hijo. Y, una vez roto el noviazgo, estalló una segunda época de productividad, que duró unos seis meses, toda la segunda mitad de 1914.El proceso y el cuento que es quizás el mejor de todos sus: En la colonia penal (In der Strafkolonie, publicado en 1919). En la colo nia penal fue escrito a principios de octubre, y me parece evidente que, en la medida en que es lícito atribuir sentidos concretos a las imágenes de Kafka, la «colonia penal» es la guerra, que había estallado dos meses antes. Kafka se de vía mirar la atrocidad colectiva como una especie de exteriorización de sus obsesiones, de la dialéctica de la culpabilidad que entonces le fascinaba. Gustav Janouch cuenta que, años después, hablándole del suicidio de Georg Trakl (que se mató ante el horror de la primera batalla a la que asistió), Kafka le decía:
Tenía demasiado fantasía ... Por eso no pudo soportar la guerra, que fue un resultado, ante todo, de una monstruosa falta de fantasía.
Sea como sea, es más razonable de interpretar En la colonia penal como una alegoría de la guerra, que no (según una especie de tópico que todos repite) como una profecía del nazismo: la gente de ahora tiende a creer que todo comenzó anteayer, hasta la ferocidad. En cuanto al Proceso, no es este el lugar para interponer una interpretación ante el lector. Por otra parte, el libro es bastante claro, sólo que se evite el simplismo romántico de leerlo como la historia de un inocente perseguido. El protagonista, Josef K., es realmente culpable. De qué? De ser demasiado inocente, ser mejor que todos los demás personajes, y de saberlo y de tener el orgullo hasta el último momento (cuando no se decide a coger él el cuchillo de los verdugos, y cuando muere con un grito de vergüenza porque muere). Un apólogo corto de Kafka manifiesta el razonamiento (Sobre las figuras).

Muchos se quejan de que las máximas de los sabios nunca son sino figuras, pero que no se aplican a la vida de cada día, que es la única que tenemos. Cuando el sabio dice: "Ve allá», no quiere decir que debemos pasar al otro lado, lo que después de todo aún podríamos hacer si el resultado valiera la pena, sino que habla de un allá de leyenda, de 'algo que no sabemos y que él mismo no puede señalar más de cerca, y que aquí, pues, no nos puede ayudar para nada. Propiamente, todas estas figuras no quieren decir sino que el inaferrable es inasible, y eso ya lo sabíamos. Pero aquello con lo que nos esforzamos cada día son otras cosas. Entonces hubo uno que dijo: «¿Por qué se resista? Si siguieseis las figuras, le volveríamos figuras vosotros mismos, y así os veríais liberados del esfuerzo de cada día ». Otro dijo: «Apuesto que esto también es una figura». El primero dijo: «Has ganado». El segundo dijo: «Sí, pero, por desgracia, sólo en sentido figurado». El primero dijo: «No, en realidad: figuradamente has perdido».
 Dentro de la moralidad, la moralidad es real, y nos libera de la sordidez de cada día: pero si la humanidad es sórdida, la moralidad es figurada en la humanidad, y es una liberación ficticio, o sea la culpa peor. Es un tema clásico del siglo XIX (en Dostoievski, por ejemplo), y Kafka no es un gran escritor porque ha extremado la paradoja, sino porque ha sabido tejer una imagen única con todos los hilos de su experiencia donde veía la paradoja realizada, y porque al mismo tiempo permite separarlos de y de identificarlos uno por uno. Enumerar ahora los que llego a reconocer es precisamente lo que no creo poderme permitir, pero tengo que anotar un par de puntos que la traducción, inevitablemente, borra. Que la «señorita BÜRSTNER» es Fräulein. BÜRSTNERy, en el manuscrito de Kafka, sólo «FB», las iniciales de Felice Bauer. Que el nombre del abogado, Huld, significa "gracia". Que el nombre del comerciante, Block, es un nombre eslavo, pero muchos alemanes lo confunden con el nombre judío, Bloch. Que el primer rayo del manuscrito describía la asamblea del tribunal «como una reunión socialista».
 Kafka no fue movilizado para la guerra, porque el clasificaron como funcionario «imprescindible». En 1915 y en 1916 escribió muy poco, pero desde finales de 1916 hasta junio de 1917 fue escribiendo con regularidad cuentos, la mayoría de los que compusieron el volumen Un médico rural (Ein Landarzi,publicado en 1919). Pero, según Brod, su angustia se iba exasperante, y parece que pensaba cada vez más alistarse como voluntario. En vez de eso, se refugió en el segundo y ya desconcertado noviazgo con Felice. Cuando constataron su tuberculosis, tuvo que pedir una licencia del trabajo, pero se negó a ingresar en un sanatorio. Pasó el último invierno de la guerra en el campo, con su hermana preferida, Ottl, que se había encargado de la administración de una finca para huir del padre (con quien se entendía peor aunque Franz). El verano de 1918 retomó el trabajo, pero lo tuvo que volver a dejar el invierno siguiente, y desde entonces alternó las estancias en el campo con períodos de trabajo cada vez más cortos, hasta que en 1922 se retiró definitivamente. El verano de 1919 se volvió a prometer, con otra chica, Julie Wohryzeck, y fue la ocasión del choque última y más violenta con su padre. Julie era hija delsacristán de una sinagoga, y para el viejo Kafka casarse con una chica como aquella significaba bajar de clase y perder el resultado de todo el esfuerzo para alejarse de la condición de judío El padre venció una vez más, pero la venganza de Franz fue la célebre "carta" de noviembre de 1919. Y luego, por otra de las sinuosidades del destino que hacen que la vida de Kafka se parezca tanto a una fantasía suya, fue los últimos años, cuando era ya un agonizante, que tuvo las dos relaciones amorosas más realizadas, y con es mujeres de mejor calidad, de toda su vida. La primera, Milena Jesenská (hay acentuar los dos nombres en la primera sílaba, como todas las palabras checos), era escritora, y había traducido algunos cuentos de Kafka. A comienzos de 1920 lo visitó en Meran, donde él reposaba, y la relación de los dos fue frecuente en verano y en otoño siguientes, durante el último periodo largo que él pasó en Praga. Pero Milena era casada y, aunque su matrimonio hacía tiempo que era un fracaso, no quería, por compasión, dejar a su marido, que vivía en Viena. En 1921 el pasaron separados (es la época cuando Kafka le dirigió la mayoría de las cartas) ,y en mayo de 1922 se vieron por última vez. Parece que es entre enero y septiembre de este año que Kafka escribió su última y también incompleta novela, El castillo (Das Schloss), donde Brod ve una transposición de la relación con Milena (en el personaje de Frieda, que abandona K. para volver al mundo del Castillo).
El verano de 1923, Kafka coincidió, en el pueblecito de Müritz con una colonia de vacaciones de un pensionado berlinés para niños judíos. Entre las profesoras había una chica de veinte años, Dora Dymant, judía «oriental », De familia cassídica (la rama de la tradición hebrea con la que Kafka sentía más afinidades). Cuando la colonia volvió a Berlín, Kafka siguió Dora, y desde septiembre vivió con ella. Pero, el invierno de 1923-24, Berlín era el peor lugar de Europa para un hombre sin salud. Era el momento más terrible de la inflación, no había manera de procurarse ni comida ni carbón, y Kafka no lo resistió. En marzo, Brod fue a recoger y se lo llevó a Praga. Pero en casa de sus padres Kafka no podía tener la compañía de Dora, y el mes de abril lo trasladaron a Viena. Murió el 3 de junio. Poco después salió el último volumen que había preparado para la imprenta, Un artista ayunadores (Ein Hungerkünstler).


2
 Es sabido que los manuscritos inéditos de Kafka pasaron a manos de Max Brod, que Kafka había pedido que fueran todos destruidos, y que Brod no lo hizo, sino que les ha ido publicando a partir de 1925, empezando por el Proceso. La decisión de Brod ha sido a menudo discutida en unos términos perfectamente inadmisibles, porque son perfectamente tontos: unos términos en que a nadie se le ocurriría discutir la decisión de Augusto, de no destruir la Eneidatal como Virgilio había pedido. Pero es que todo el mundo se piensa entender los motivos de Virgilio, y saber que eran sólo la dignidad literaria y la voluntad que el público no le conociera una obra inacabada, y en cambio, a Kafka, se le han atribuido no sé qué motivos extraños . La verdad es que el mismo Brod tiene una parte de culpa, porque siempre ha tendido a presentar Kafka como una especie de redentor religioso, y no como lo que era: un escritor muy hábil y muy concienzudo. Pero basta de comparar las obras publicadas por Kafka y las inéditas pedo a tranquilizar la conciencia más retorta. Los motivos de Kafka eran en efecto artísticos: todos los escritos inéditos, o bien son inacabados (las novelas, y unos cuantos cuentos comenzados poco antes de morir), o bien son muy inferiores a las obras publicadas. Así, pues, Brod obró bien o no? Todo depende del interés que se atribuya a Kafka, pero parece claro que en el mundo hay muchas personas que no querrían renunciar a haber leídoEl perdido, El proceso y El castillo.
 Hace varios años, de todos modos, que el ataque contra Brod tira por otro camino. Se le acusa de haber editado Kafka mal, de haber deturpar el texto y solicitado la interpretación. ¿Qué hemos de creer? Algo evidente es que Brod no es un filólogo, y que hasta es una de las personas menos capaces de hacerse: es romántico y confuso y razona por asociaciones y analogías, y extraer datos precisos de su biografía es un trabajo criptográfico bien angustioso. Pero la torpeza filológica y la falsificación de un texto son dos cosas muy diferentes, y no hay ninguna razón para creer que Brod haya pasado de la primera a la segunda. Friedrich Beissner, el gran editor de Hölderlin, ha comparado un texto original de Kafka con la versión de Brod, y su resultado, si bien ha de irritar un lector del original, no debe desficiar nada el de una traducción. Da la impresión que Brod se ha limitado, más bien cándidamente, a «corregir la gramática». A menudo, Kafka «hacía faltas», en parte seguramente porque quería, y en parte porque era de Praga y todos los alemanes de Praga hacían muchas. Por ejemplo, el maestro-pitas alemán insiste en quetrotzdem sólo puede ser una conjunción coordinando (equivalente a «sin embargo»), y cuando Kafka lo usa como subordinando (equivalente a «aunque»), Brod la reemplaza por un obwohl, que es la subordinando que da bueno al maestro -tites. Todo ello, nada que una traducción pueda recoger.
 Algo que afecta hasta las traducciones, en cambio, es la cuestión de la división de las novelas en capítulos, y el orden de los capítulos. Malcolm Pasley ha avanzado los resultados de su examen del manuscrito del Castillo, que está en la Bodleian Library de Oxford, y son más bien alarmantes. Ahora, para el Proceso (cuyo manuscrito tiene aún Brod), parece que la división es exactamente de Kafka, y que sólo el orden es discutible .Se han sugerido varias soluciones distintas de la de Brod, pero el mal es que, según Brod, el manuscrito indica, para ciertos capítulos, el enlace con el capítulo precedente, si bien nunca ha precisado qué capítulos son. El beneficio de toda duda, pues, hay que concederse a Brod. Yo diría, por ejemplo, que el capítulo «El bastonejador» debe seguir inmediatamente el de «Primer interrogatorio», pero quizás el manuscrito es concluyente en este caso. He conservado, pues, el orden de Brod, y me he limitado a sacar la numeración de los capítulos, lo que es seguro que no viene de Kafka.
 A partir de la segunda edición (1935), Brod unió a su texto un apéndice de fragmentos y de variantes. Aquel apéndice corresponde sólo en parte al de la edición que hoy publicamos. El primer texto del presente apéndice, Un sueño, es evidentemente un trozo del Pro proceso, pero fue publicado por el mismo Kafka como un texto independiente dentro del volumen Un médico rural (también había otro recorte, Ante la ley, que es el 'apólogo que el cura cuenta el capítulo «en la catedral»). Los cinco fragmentos proceden del apéndice de Brod, pero he eliminado uno muy corto y demasiado frágil para resistir una traducción. Las variantes, las he omitidas todas, salvo una que me ha parecido bastante consistente. Ninguno de los títulos de los fragmentos, trasUn sueño,no es de Kafka. Los pasajes entre corchetes son rayados al manuscrito. Quizás puedo añadir algunas palabras sobre la traducción. Kafka no es difícil de traducir; pero, si he de juzgar por las traducciones francesas, representa una constante tentación a corregirlo. Si hubiera sentido esa tentación, habría intentado resistir, pero la verdad es que ni tan siquiera la he sentido. Kafka es enormemente repetidor, pero no tengo nada que objetar a las repeticiones. Parodia constantemente el estilo administrativo, y su parodia me hace gracia. Es muy cómico, y no sé ver que una obra «seria» no tenga que hacer reír. La literalidad ha sido el artículo de mi fe, y si, por ejemplo, he conservado la manera alemana de marcar tipográficamente el diálogo (con comillas y no con guiones y apartados), es porque me
 1966.



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