Una historia cultural de Alemania


Uno de los libros que más me ha interesado y absorbido los que he leído últimamente es El misterioso caso alemán de Rosa Sala. Es también uno de los que tengo la sensación que me ha aportado más, en forma de informaciones, de análisis, de comprensión y síntesis de una serie de temas fundamentales de la cultura y la literatura alemanas. Rosa Sala es ensayista y traductora. Además de El misterioso caso alemán , ha publicado Diccionario crítico de mitos y símbolos del nazismo y Lili Marleen. Canción de amor y de muerte . Entre sus traducciones destacan Poesía y verdad de Goethe y Conversaciones con Goethe de Johann Peter Eckermann. Tiene también un blog: Blog de Rosa Sala Rose.

Inicialmente, El misterioso caso alemán es un intento de contestar como es posible que los alemanes cayesen en la barbarie del nazismo y en el exterminio de millones de seres humanos. Rosa Sala intenta buscar una respuesta a esta pregunta, que es la que pone en marcha el libro y la que hace de hilo conductor, no a partir del análisis de los factores sociales, económicos y políticos, sino desde la literatura y la crítica cultural. Puede haber una alianza entre la cultura y el mal? Como se forja esta compatibilidad entre la cultura y la barbarie extremas? La literatura alemana preparó el camino al Holocausto? Es posible que allí se escondiera el huevo de la serpiente? 

Rosa Sala justifica su aproximación señalando que la literatura ofrece una valiosa información sobre las prisiones mentales que determinan nuestro comportamiento. No es sólo la expresión de unas determinadas mentalidades, sino que también contribuye a aumentar la importancia. «Resulta, por tan -afirma-, un error Frecuente, indigno de Quienes verdaderamente la aprecian, trivializar super enorme importancia cultural y super Capacidad de configuración al declararlo inocente en los procesos históricos sin molestarse en exigir sume testimonio. Precísamente la literatura podría ofrecía una valiosa declaraÂción sobre las Prisiones mentales que determinan Nuestro Comportamiento, pues no Solo es la expresión de los paradigmas de una sociedad determinada, sino que també contribuye a incrementar la importancia de dichos paradigmas ya anclarlos en el inconsciente colectivo ». Y advierte: «En este ensayo nos Hemos Propuesta llamar la literatura a declarar».

De entrada, reconozco que soy un poco escéptico respecto a esta virtualidad de la literatura, aunque esto seguramente es una consecuencia de habitar en el área peninsular, tradicionalmente inmune a las malas influencias de la letra impresa. Pero enseguida me viene a la cabeza un ejemplo paradigmático de la influencia de la literatura en la vida, y es alemán: el Werther de Goethe. Esta obra, a la que Rosa Sala dedica unas páginas muy pertinentes, hizo aumentar notoriamente el índice de suicidios en Europa durante una buena temporada, lo que demuestra tanto la incidencia de la literatura en el comportamiento humano como el hecho de que mucha gente alfabetizada no sabe leer realmente. 

Entre los motivos culturales examinados por Rosa Sala que llegan -conduciendo? - de una manera más evidente hasta el nazismo, que los sigue y los refuerza a su manera, está el filohelenismo y, posteriormente, el germanismo, con toda la parafernalia de Wotan y Walhalla. Filohelenismo y germanismo eran dos maneras de buscar un origen para los alemanes que justificara su identidad nacional, una especie de coartada para distanciarse de Francia y reinventarse como nación. Aunque el examen más superficial revela estas concepciones como mutuamente incompatibles -unos germanos bárbaros, por muy naturales y primigenios que fuesen, eran la antítesis de unos griegos armónicos y 100% clásicos- los nazis resolver esta contradicción declarando que tanto los germanos como los griegos eran arios.

Esta tendencia a perder el contacto con la realidad a la hora de buscar unos referentes para la identidad nacional, esta tendencia al idealismo, es una constante de la historia cultural alemana y, particularmente, de la literatura. Auerbach observó que la sociedad, que constituye el foco de la tradición realista de las literaturas europeas, es la gran ausente de la literatura alemana. Se consideraba que los llamados valores espirituales eran los únicos dignos de una plasmación literaria hasta el punto que entre los hombres de letras alemanes ser llamado realista era prácticamente un insulto.

Para Rosa Sala, esta atrofia del realismo en las letras alemanas es una consecuencia, en parte al menos, del hábito de mirar hacia adentro, una característica alemana que contribuye a pasar por alto la complejidad social y, por tanto, el sentido de la realidad. Lutero había abierto la puerta a una reflexión autónoma y diversa sobre los asuntos religiosos, y liberó así el creyente de unos dogmas de fe incontestables. Al hacer desaparecer la confesión como sacramento, promovió el libre examen y la sensación de responsabilidad individual frente a Dios. Más tarde, en la segunda mitad del siglo XVII, la aparición del pietismo, corriente religiosa que surgió en el seno del luteranismo y que ponía el acento sobre la experiencia religiosa personal, permitió el desarrollo de la infinita riqueza de matices de el universo sentimental humano. Sala explica muy bien la profunda influencia de este movimiento religioso en la literatura y la mentalidad alemanas. Esta influencia, sin embargo, tenía un inconveniente, porque si bien el pietismo había abierto un universo de exploración individual, lo había hecho en una nación que, como la alemana, ya diferencia de los franceses y los británicos, carecía de una sociedad bien estructurada que en constituyera el trasfondo y una escala para calibrar adecuadamente el alcance del propio yo. El idealismo, o la falta de realismo, y la concentración en la exploración del yo se reforzaban así mutuamente. Para Rosa Sala, este absolutismo del yo triunfa frente al absolutismo de la realidad y culmina en la poesía expresionista y en porque si bien el pietismo había abierto un universo de exploración individual, lo había hecho en una nación que, como la alemana, ya diferencia de los franceses y los británicos, carecía de una sociedad bien estructurada que en constituyera el trasfondo y una escalera para calibrar adecuadamente el alcance del propio yo. El idealismo, o la falta de realismo, y la concentración en la exploración del yo se reforzaban así mutuamente. Para Rosa Sala, este absolutismo del yo triunfa frente al absolutismo de la realidad y culmina en la poesía expresionista y en porque si bien el pietismo había abierto un universo de exploración individual, lo había hecho en una nación que, como la alemana, ya diferencia de los franceses y los británicos, carecía de una sociedad bien estructurada que en constituyera el trasfondo y una escalera para calibrar adecuadamente el alcance del propio yo. El idealismo, o la falta de realismo, y la concentración en la exploración del yo se reforzaban así mutuamente. Para Rosa Sala, este absolutismo del yo triunfa frente al absolutismo de la realidad y culmina en la poesía expresionista y en o la falta de realismo, y la concentración en la exploración del yo se reforzaban así mutuamente. Para Rosa Sala, este absolutismo del yo triunfa frente al absolutismo de la realidad y culmina en la poesía expresionista y en o la falta de realismo, y la concentración en la exploración del yo se reforzaban así mutuamente. Para Rosa Sala, este absolutismo del yo triunfa frente al absolutismo de la realidad y culmina en la poesía expresionista y enAsí habló Zaratustra de Nietzsche.

Y todo esto, ¿qué tiene que ver con el surgimiento del nazismo? Nada, por supuesto, pero el hábito de rehuir la confrontación con el test de la realidad facilitó la propagación de construcciones ideológicas descabelladas y consolidó el hábito, el mal hábito, de ignorar y sublimar los conflictos sociales. Paradójicamente o no, la maniobra de retirada de la realidad no dejó de tener consecuencias, a la larga, sobre la misma realidad. 

Creo que, si he leído bien este libro, la autora no pretende trazar una simple relación de causa-efecto entre la cultura alemana y el nazismo, sino de hacer ver como todo un entramado de referencias y de ideologías creó una especie de humus que lo facilitó. Pero que no vertía necesariamente. Hay un punto concreto del libro de Sala que me ha trastornado particularmente y que ilustra lo que quiero decir: el asesinato del dramaturgo Kotzebue por un estudiante llamado Sand, que le acusaba de ser un «traidor la patria». No conocía este episodio concreto y me ha puesto los pelos de punta por su combinación de irracionalidad y de salvajismo. Nos podríamos tranquilizar pensando que Sand era un pirado, que lo era, pero, como cuenta Sala, su ejecución provocó una ola de admiración por el terrorista, que lo elevó a la condición de santo y de héroe. ¿Cómo se hace el salto desde unas ideas irracionales y deletéreas (el ideal de la muerte por la patria, etc.) a la barbarie del asesinato de Kotzebue? La relación, creo, no es tan mecánica ni tan obvia como podría parecer. Para mí, se trata de unsalto y no de un paso de una cosa a otra. Quizás voy equivocado y soy un poco ingenuo. En todo caso, el estudiante Sand inauguró una tradición alemana: después de la Primera Guerra Mundial, Rathenau fue asesinado por otro estudiante, tan pirado o más que Sand.

La aproximación de Rosa Sala al misterioso caso alemán, como era de esperar, ha recibido algunas críticas. Jordi Ibáñez ha afirmado  en una reseña que El misterioso caso alemánes un libro brillante con un único defecto: que pretenda ser una respuesta a la pregunta de cómo fue posible que la culta Alemania cayera en la barbarie nazi. Básicamente, dice Ibáñez, porque este tipo de preguntas ocultan el presupuesto de que, si la cultura implica altura moral, se pueden considerar todos los hombres incultos como moralmente irresponsables, o inferiores, o más adecuados para hacer el cafre, a diferencia de los que sienten Schubert o saben tocar el violín. Desde este punto de vista, las matanzas de Ruanda serían menos escandalosas que Auschwitz. Jordi Ibáñez denuncia en su texto la cómoda asunción de que la cultura inmuniza contra la barbarie. Ni inmuniza ni nos hace mejor como personas. No habría tal misterio, pues. 

La crítica es obvia, pero quizás un poco precipitada. Aunque no exista una relación necesaria entre la excelencia cultural y la altura moral, lo que convendría discutir con calma, la pregunta que se plantea Rosa Sala no es ni ingenua ni hipócrita. Más aún: es imposible no plantearse-la. La cultura no es un antídoto contra la barbarie, y su libro lo recuerda a cada momento, pero hace más grave la responsabilidad de quienes cayeron. El caso alemán, por muchas vueltas que le demos, sigue siendo la Esfinge de nuestro tiempo, en palabras de la autora, una Esfinge sin Edipo.

Me atrevería a apuntar algunas cuestiones. Hasta qué punto el caso alemán es único? Mientras leía El misterioso caso alemán no podía evitar tener in mente, de reojo, otros casos de otras latitudes. José Conejo, en una detallada y profunda reseña de este libro , hace referencia pertinentemente al novecentismo catalán ya la generación del 98 española. La misma Rosa Sala, al analizar el filohelenismo alemán, no se olvida de señalar que este fenómeno también se dio en Inglaterra: dosis ingentes de latín y griego era la formación que recibían los que debían administrar el Imperio británico. 

Tampoco el irracionalismo y la atracción por el mal no son exclusivos de la literatura alemana. Buena parte del modernismo literario europeo expresa la idea de que lo que llamamos el mal es de hecho el bien, que el primitivismo es superior a la civilización y la pasión superior a la razón. Lionel Trilling remarcó que desde El sobrino de Rameau de Diderot hay una línea de la literatura y del pensamiento europeos que expresa una fascinación por el mal, y mencionaba tres relatos bien representativos de esta actitud: las Memorias del subsuelo de Dostoievski, el corazón de las tinieblas de Conrad y La muerte en Veneciade Mann. Los personajes protagonistas de estas obras son hombres civilizados y responsables, pero sus destinos sugieren que la civilización es impotente ante la crueldad, el deseo y la violencia que configuran nuestros bajo secretos y verdaderos. Y si la civilización hace el hombre enfermo, no sería mejor deshacerse de ellos? Para Trilling, esta es la cuestión central de la literatura moderna, que se plantea de formas diversas desde Diderot a DH Lawrence. 

El análisis del caso alemán se complica aún más porque, si bien es cierto que los nazis se erigían en defensores de la cultura, amenazada, según ellos, por el bolchevismo y por el arte degenerado, esta posición iba de lado con un marcado antiintelectualismo. La frase, apócrifa, atribuida malévolamente a Göring y Goebbels ( «cuando oye la palabra cultura, me lleve la mano a la pistola») no deja de subrayar un aspecto esencial del nazismo y, por extensión, del fascismo. 

La verdad es que el libro de Rosa Sala me ha interesado mucho más como historia cultural de Alemania que como un aporte a la comprensión del surgimiento del nazismo. Entre los puntos que han despertado más mi atención están los comentarios que hace la autora a lo largo de su libro y las informaciones que proporciona sobre autores de la literatura alemana, algunos muy conocidos, como Goethe, Herder y Mann, y de otros no tanto, como Klopstock, Lenz o Stifter. De El veranillo de San Martín de este último (una lectura que tengo pendiente desde hace mucho tiempo), dice que es la única novela sin conflictos de la historia de Occidente. Y del Anton Reiser de Moritz, que es la primera novela psicológica propiamente dicha, en el sentido de que es analítica y no únicamente expositiva.

Para suerte de cualquier lector digno de este nombre, Rosa Sala ha escrito este libro de una manera deliberadamente antiacadémica. El rigor y la profundidad de su investigación se expresa con un estilo ensayístico, el propio de la República de las Letras. 


Nota
Para quien quiera profundizar y obtener más información sobre este libro de Rosa Sala le recomiendo que visite el bloque LEC (Lecturas En Común) , donde encontrará la reseña de Josep Conejo a que me he referido antes , así como las intervenciones de los participantes en este foro. 

LEC es el bloque de la iniciativa que lleva adelante un grupo de amigos, entre los que hay Guillem Calforra, José Conejo, Xavier Cervera, Fèlix Edo Tena, Miquel Filosofía, Francisco López Martín, Ana Salomé y Montse Casaku, con el objetivo de leer y comentar conjuntamente una serie de libros.

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