A 80 años de la muerte de Trotsky

León Trotsky: a 80 años, se refuerza su legado universal y la vigencia de la lucha por el socialismo

Su mayor legado para las futuras generaciones y la lucha por el socialismo fue la fundación de la IV Internacional y el Programa de Transición.


León Trotsky

 Trotsky: ficción o realismo socialista El Trotsky de Netflix despertó una ola de críticas de intelectuales de Izquierda Hoy se cumplen 80 años del asesinato de León Trotsky, ocurrido en 1940 en México, donde el dirigente de la revolución rusa se encontraba exiliado, a manos de Ramón Mercader, militante del Partido Comunista enviado por el estalinismo. La fecha sirve de soporte para balancear su legado político y teórico y evaluar la vigencia de sus planteos. León Trotsky ha sido uno de los personajes más emblemáticos de la historia del siglo XX. Junto con Lenin, lideró la revolución rusa, la primera revolución socialista triunfante que cambió el curso del siglo. Su vida se desarrolló atada al devenir de la lucha de clases y la política mundial. Con una actividad y protagonismo incesante que atravesó países y continentes, su mayor legado para las futuras generaciones y la lucha por el socialismo fue la fundación de la IV Internacional y su programa, el Programa de Transición. Literatura y realidad: el asesinato de Trotski por Leonardo Padura La fundación de la IV Internacional, organización mundial de la clase obrera, fue necesaria para superar la III Internacional que bajo la dirección de Stalin había traicionado los principios socialistas y revolucionarios al alentar el desarrollo de una burocracia en la Unión Soviética y que selló su punto de no retorno al colaborar con su política al ascenso del nazismo. A mediados de la década de 1930 León Trotsky pronosticó la posibilidad de la restauración capitalista en la URSS en caso de que no ocurriera una revolución política que barriera con la burocracia, anticipando su carácter restauracionista. El trotskismo y la IV Internacional representan en la actualidad la continuidad de la lucha por el socialismo, en las condiciones históricas concretas. El Programa de Transición parte de la premisa de que asistimos a la etapa de agonía mortal del capitalismo, afirmando que están dadas las premisas objetivas de la revolución socialista. Es una tesis de fondo, que delimita campos en la izquierda y en la clase obrera.     Este análisis, que une la agonía del capitalismo con la posibilidad de una restauración capitalista, se encuentra en la base de la comprensión de la restauración capitalista operada a partir de la disolución de la URSS y del resto de los Estados obreros, incluido China, de manera contradictoria. Mientras la derecha auguraba el “fin de la historia” -o sea, la victoria final del capitalismo- y una parte muy considerable de la izquierda se pasaba abiertamente a la defensa del régimen burgués, el Partido Obrero de Argentina, siguiendo los pronósticos y elaboraciones de León Trotsky, sostuvo que la oportunidad que le abría al capital la restauración en los Estados obreros estaba condicionada por sus propios límites: la incorporación a la órbita de la explotación capitalista de millones de obreros y de zonas geográficas enteras tenía como contraparte la aparición de nuevos competidores en un régimen social signado ya por una sobreproducción de capitales y mercancías. Todas las crisis capitalistas posteriores, cada una más aguda que la anterior y separadas entre sí por períodos cada vez más breves de crecimiento, confirmaron este análisis. que se manifiesta también en las hambrunas que alcanzan a una parte considerable de la población mundial; en los choques entre los monopolios y los Estados asociados a ellos como consecuencia de la sobreproducción mundial; en la tendencia a las guerras y en la hipertrofia especulativa, que es la contracara de la huelga de inversiones que alcanza a todas las economías capitalistas, empezando por la de Estados Unidos. El sueño eterno de la revolución En este cuadro, la lucha por la unidad de la clase obrera, por el gobierno de los trabajadores y por el socialismo internacional se demuestra completamente vigente. Cuando se cumple el aniversario ochenta del asesinato de León Trotsky, el capitalismo se encuentra atravesado por una profunda crisis, de alcance mundial, que pandemia mediante, ha superado todos los registros existentes en materia de destrucción de empleo y caída del producto mundial, dejando a nuevos millones de personas en la más absoluta pobreza. Las condiciones objetivas de la revolución, que estaban maduras en aquél entonces, han comenzado a descomponerse, mostrándonos cotidianamente la barbarie a la que nos lleva la continuidad de un régimen social caduco. El tiempo transcurrido permite realizar un análisis retrospectivo y resaltar la actualidad de la obra política de León Trotsky, uno de los más grandes revolucionarios de la historia. En ella se inscribe la perspectiva y la lucha del Partido Obrero en la Argentina.   * Diputada nacional del Partido Obrero en el FIT-U. Secretaria General de SUTEBA La Matanza. Profesora y docente de historia. @RominaDelPla (Fuente www.perfil.com). 

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80 años del asesinato de León Trotsky

Gustavo Buster 

Daniel Raventós 

16/08/2020
El conde Czernin fue un reaccionario sin fisuras. Entre su hoja de servicios cabe destacar que fue el representante austríaco en las negociaciones de Brest-Litovsk en 1918. La otra parte era la delegación de la reciente revolución rusa. Este conde tan harto quedó de la inteligencia e inflexibilidad de Trotsky como comisario del pueblo de asuntos exteriores y jefe de la delegación soviética, que expresó más de una vez su deseo ardiente de que apareciera una Charlotte Corday que eliminara al jefe revolucionario. El 20 de agosto se cumple el 80 aniversario del asesinato del fundador del Ejército Rojo y “su” Charlotte Corday fue el militante del PSUC Ramón Mercader, cumpliendo el plan de asesinarlo que Stalin empezó a concebir solamente 13 años después de las negociaciones de Brest-Litovsk y que se empezó a preparar concienzudamente desde 1934.
El asesino de Trotsky, Ramón Mercader, murió en La Habana el 18 de octubre de 1978, después de recibir en 1961 en Moscú la medalla que suponía la mayor distinción en la URSS desde 1934 a 1991: la estrella de Héroe de la Unión Soviética.

Sobre la vida y la obra del revolucionario ruso se ha escrito tanto que cualquier pretensión de decir algo nuevo es precisamente una pretensión. Un buen resumen de los distintos aspectos de su obra puede leerse en el libro de Ernest Mandel que publicó Sin Permiso hace cinco años. Allá se recogen las principales aportaciones teóricas y los momentos más importantes de la vida del revolucionario. Son muchas las distintas aportaciones teóricas de Trotsky que han sido debidamente reconocidas, y no únicamente por trotskystas. Por citar dos de especialmente destacadas: la teoría de la revolución permanente que fue la que aportó las mejores herramientas analíticas y que más precisamente previó la Revolución de Octubre, fue formulada en 1905-06, cuando Trotsky solamente tenía 26 años; y el posterior análisis del ascenso de la burocracia soviética surgida por distintos factores, pero destacadamente por la gran pérdida de cuadros bolcheviques durante la guerra civil posterior a la revolución, por la derrota de las revoluciones europeas y por la consolidación en el poder de los más directos representantes de esta burocracia cuya cabeza visible fue Stalin.
¿Qué había ocurrido en la URSS entre 1918, cuando el conde Czernin anhelaba un asesino para Trotsky, y 1940, cuando Mercader logra asesinar al veterano revolucionario? De forma directamente relacionada con lo que nos interesa: 1) la derrota de las revoluciones europeas, especialmente la alemana, 2) el mencionado ascenso de la burocracia en la URSS sobre los hombros de una clase obrera diezmada por la Guerra Civil, 3) el aniquilamiento de la vieja guardia bolchevique, 4) la victoria del fascismo en Italia en 1922, del nazismo en Alemania en 1933 y de la dictadura franquista en 1939, 5) el inicio de la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939.
Sobre el ascenso de la burocracia en la URSS, solamente dos datos. El primero: en 1923 el partido bolchevique tiene 370.000 afiliados de los cuales solamente 35.000 son obreros, las dos terceras partes de la afiliación son asalariados del partido, del ejército (aunque Trotsky es el jefe formal del mismo aún en 1923 y goza de gran prestigio entre los veteranos de la guerra civil, Stalin ya ha colocado a sus fieles en los puestos clave para minar su autoridad), de los sindicatos, de los organismos estatales. El segundo: ya a finales de 1926, un militante a sueldo del partido del nivel más bajo gana entre 5 y 6 veces más que el salario medio obrero.
Sobre el aniquilamiento de la vieja guardia bolchevique, solamente un dato: a finales de los treinta, el 90 por ciento de los miembros que formaban parte del Comité Central bolchevique que protagonizó la revolución de 1917 fue exterminado por Stalin. Pero faltaba liquidar al principal responsable de todos los crímenes habidos y por haber según el régimen estalinista, este no era otro que Trotsky.
Muy poco antes del inicio de la gran carnicería bélica mundial, el 25 de agosto de 1939, el embajador francés en Berlín, Robert Coulondre, intenta disuadir a Hitler de que invada Polonia. La guerra, como fue el caso de la de 1914, puede ser el preámbulo de la revolución y ello encoge algunos espíritus. La forma de expresarlo del embajador francés ante Hitler es: “Temo que al término de una guerra no haya más que un vencedor: el señor Trotsky.” ¿Cómo era posible que el viejo revolucionario ruso, recluido en un barrio de la ciudad de México, calumniado por el mayor aparato de propaganda de un Estado que jamás haya existido y odiado por casi todos los gobernantes del mundo, despertara estos temores entre los poderosos del momento? Se recordaba que la Primera Guerra Mundial trajo el triunfo de la Revolución Rusa y que un puñado de internacionalistas revolucionarios, todos en el exilio, fueron los que la encabezaron. Y Trotsky fue ante el mundo la cabeza visible, junto a Lenin, de aquella revolución. Lenin había muerto en 1924, pero Trotsky aún vivía en 1939. De ahí las aprensiones de Coulondre.
Para analizar la aportación de Trotsky en su evaluación teórica del estalinismo puede ser útil la distinción entre dictadura soberana y dictadura comisaria. Y de paso nos servirá para apreciar una de las aportaciones de Marx que más incomprensiones ha tenido: la dictadura del proletariado. Incomprensiones tanto por parte de críticos acérrimos de Marx, como de dogmáticos seguidores suyos. Años de crítica filológica de sus escritos políticos hacen hoy incuestionable que Marx y Engels identificaban el concepto de dictadura del proletariado no con una forma de gobierno, sino con la hegemonía social y política de la clase trabajadora. Y recordaban que las clases no gobiernan, sino los partidos y los aparatos del estado. Para sus herederos teóricos, como Kautsky y como Lenin, la forma más propicia de ejercer esa dictadura de clase no era otra que la república democrática, parlamentaria o soviética, dependiendo como todo gobierno de la correlación de fuerzas política y los mecanismos de representación históricamente existentes.
Como nos recordaba Antoni Domènech, la noción de dictadura comisaria viene de la república romana. Cuando se llegaba a una situación muy extrema de guerra civil, el Senado podía nombrar por seis meses a un dictator. Éste se hacía cargo de esta situación crítica. El dictador comisario era un mero agente de quien le ha dado el cargo. Transcurridos los seis meses, el dictador comisario debía responder y dar cuenta ante el Senado de todos los actos políticos que había emprendido. La diferencia entre la dictadura comisaria y la dictadura soberana es decisiva. El dictador soberano “tiene majestas y gobierna pro arbitrio suo”, como Antoni Domènech escribió en El eclipse de la fraternidad. El dictador comisario clásico es un “mero comisario del pueblo”.
El estalinismo es un ejemplo de dictadura soberana, como lo fue el caso del nazismo en Alemania desde 1933 hasta su caída y también el de Franco (este no tuvo caída y parte de los males del régimen actual del 78 son producto de este hecho, sea dicho aquí solamente de pasada). Marx y Engels, como buenos conocedores de los clásicos, entendían la dictadura del proletariado dentro de la tradición republicana de la dictadura comisaria y democrática. Trotsky analizó el estalinismo con otro instrumental analítico, pero creemos que puede adaptarse a lo apuntado: se trató de una contrarrevolución que fue imponiendo una dictadura soberana. De ahí que utilizara el término Thermidor para referirse a esta contrarrevolución. Efectivamente, Thermidor significó una contrarrevolución, pero mantuvo en gran parte las conquistas socioeconómicas de la revolución francesa. El estalinismo fue la contrarrevolución de la revolución soviética, pero no supuso una restauración de las relaciones de propiedad y producción prerrevolucionarias. Como Thermidor, la dictadura soberana estalinista no pudo acabar con todas las conquistas de la revolución de octubre de 1917.
El 20 de agosto de 1940 Trotsky era herido de muerte por Ramón Mercader, un día después moría. Ahora se cumplen 80 años.

PD. A través de la Fundación Andreu Nin, nos llega la campaña de la Casa Museo León Trotsky de Coyoacán, donde reposan sus cenizas, para recoger fondos para el mantenimiento de sus actividades. Nos sumamos a ella. Nuestros lectores pueden hacer su aportación a través de la cuenta de la Fundación Andreu Nin (ES60 1491 0001 2621 4238 1520), identificando el motivo de su transferencia: “apoyo CMLT”.
 
es editor de Sin Permiso
 
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