José de Jesús Flores Figueroa jose.flores@uacj.mx
El entorno cotidiano, la estética kitsch y su relación con los diseños
Nóesis. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, vol. 25, núm. 49, pp. 98-120, 2016
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez
Recepción: 09 Septiembre 2013
Aprobación: 27 Agosto 2014
Resumen:Algunos productos del diseño gráfico parecen reflejar directamente el entorno cotidiano de los seres humanos. El hogar es el primer lugar que se modifica de acuerdo con la percepción estética de sus habitantes. La estética kitsch está presente en la decoración de los hogares, pues es la que requiere menor esfuerzo tanto para aprenderse, como para realizarse. Los investigadores encontramos que usualmente hay cinco grupos de objetos en los hogares de las personas: religiosos, místicos, evocativos, naturales y utilitarios. Al analizar la organización de estos objetos aparece un orden, un acomodo reticular, una concordancia de color y una saturación. Por otro lado las portadas de las revistas de espectáculos en México presentan composiciones similares a las encontradas en las casas visitadas, tanto en el agrupamiento de objetos, como en la variedad y en la heterogénea calidad de las imágenes presentadas.
Introducción
El hábitat es un concepto universal para los seres humanos. Sin importar si su entorno cotidiano es rudimentario o sofisticado, cada persona busca modificarlo en función de su gusto con una firme intención: apropiarse de él. Esta es la razón por la cual en la época actual, en la segunda década del siglo XXI, donde abundan los desarrollos habitacionales creados bajo los mismos patrones, una de las primeras cosas que hacen sus noveles propietarios es modificarlos para hacerlos suyos en concordancia con su bagaje estético.
¿Los productos de la estética kitsch son de mal gusto o son parte de una discriminación cultural? La estética fue conceptualizada y definida por los griegos y en su traducción al latín se le precisa como dotado de sensibilidad o percepción. En consecuencia, el significado original de la palabra estaba fuertemente enraizado al concepto de la sensibilidad. Sin embargo, y con el transcurso del tiempo, la concepción y significación de la palabra se modificó. Así, durante años el concepto de la estética se relacionó única y exclusivamente a la belleza y al arte, de esta forma se puntualizó a la estética como el tercer elemento de la trinca (belleza-arte-estética). Durante el siglo XIX las nociones antes mencionadas empezaron a ser cuestionadas y tanto el arte como la estética se redefinieron. En esa centuria el artista se consolida como un ente tanto o más importante que el propio arte, pues no sólo puede elegir la técnica por medio de la que se expresa, sino que también puede escoger el tema, así como la manera de conceptualización de su obra. Por su parte, la función de la estética fue reencaminada a través de los replanteamientos de filósofos y se inició el divorcio parcial entre esta disciplina y el binomio belleza-arte. Así, este último binomio, contemplado como único valor aceptado capaz de dar placer estético a los seres humanos, perdió vigor en la segunda mitad del siglo XX. También este siglo genera las condiciones, a través de la expansión de los medios de comunicación masiva, para el florecimiento del kitsch en el arte en términos también masivos. Esto no quiere decir que el kitsch en el arte naciera con el siglo XX. A través de la historia aparecieron expresiones que fueron calificadas como de mal gusto por el canon tradicional y que, con el paso del tiempo, lograron imponerse por su propuesta, verbigracia el expresionismo, el churrigueresco, el pop art, etcétera. Como consecuencia de estos cambios, surgieron pensadores que afirmaban que si bien es cierto que el ser humano necesitaba alimentarse intrínsecamente de belleza, el arte no era la única opción para satisfacer ese deseo fundamental de las personas. Desde nuestro punto de vista, estas reflexiones son muy acertadas, ya que si cavilamos un poco, de inmediato surge la pregunta acerca de cuántas veces acude una persona promedio a un museo o a una sala de conciertos para admirar una escultura, una pintura, un concierto de música clásica, una función de ópera o de ballet, es decir, para contemplar o tener contacto directo con obras consideradas arte desde el punto de vista del canon. Las cifras resultantes son abrumadoras, pues nos dicen que una inmensa parte de la población no sólo no acude a contemplar arte por motu proprio a los lugares donde se le atesora, sino que un porcentaje marginal de seres humanos apenas tiene acceso a estas instancias culturales. A pesar de las estadísticas tan desfavorables en el acercamiento al arte, este resultado no quiere decir que las personas que están alejadas del arte se queden sin placer contemplativo de belleza que se puede traducir como goce estético. Como una respuesta alternativa al requerimiento de placer cotidiano de las personas, aparece el kitsch como vena de goce estético cotidiano.
De manera contraria al arte, las propuestas de la estética kitsch son masivas, sin distingo de clase social ni de nivel cultural, el nivel educativo o la cosmovisión quedan fuera para la creación y la contemplación de productos kitsch. Por otro lado, uno de los atributos más característicos e interesantes de los objetos kitsch y su estética, es que las propias personas no sólo escogen temas, técnicas y conceptualización de la propuesta, sino que muchas veces son esos mismos seres quienes las llevan a cabo, en muchos casos de manera inconsciente, lo que lo hace a ese placer estético más espontáneo y liberal. Dicho de otra manera, si una persona acude a un recinto cultural depositario de arte, sólo lo hace en términos contemplativos y no participativos, es más un ser pasivo y no un ser activo. En esos espacios formativos, todo le es dado al visitante o espectador: ambiente, obra, estilo, tema, técnica, etcétera. Por el contrario, en el espacio kitsch1 esa misma persona reúne los elementos para crear su propia obra y la convierte en fuente de goce estético. Por otro lado, el resultado del proceso kitsch pocas veces pretende quedar inserto en un recinto cultural. Así un individuo decora su entorno cotidiano primario como las paredes de la sala, recámara o cocina con los elementos que le gustan, que pueda recolectar en un proceso corto o que tiene a la mano. Claros ejemplos de este tipo de arreglos sincréticos son: la composición de una fotografía de boda colgada junto a una imagen religiosa y que al mismo tiempo comparten espacio con un cartel masivo y comercial del deportista idealizado y endiosado. Libreros baratos, de poca calidad con pobres diseños que contienen de todo, menos libros, pero que guardan desde una colección ecléctica de minúsculas figuras de porcelana hasta recuerdos religioso-conmemorativos de eventos que pocos o casi nadie recuerda. Paredes coloridas incompatibles con teorías complementarias o análogas pero que provocan en su propietario-creador la calidez e identificación necesaria para sentirse cómodo, confortable y en su elemento. En cuanto al mobiliario se puede encontrar viviendas con combinaciones poco acertadas, en concordancia con los estilos señalados por los expertos, pero para los propietarios de los espacios dichos muebles cumplen de manera eficiente su cometido. Las mezclas no sólo se dan en términos de estilos, sino en los materiales que las componen estructuralmente. Sillas de plástico, estantes de latón, repisas metálicas o de vidrio, colguijes de tela o materiales naturales. Mesas de madera, plástico o aleaciones impares de metales. Del mismo modo, las personas se rodean de música comercial alejada de la profunda y pensada música culta. Estas expresiones melódicas no son necesariamente masivas, pues pueden incluir obras de músicos extraordinariamente marginales y que son por mucho, desconocidos para la mayoría de las personas. Así y en muchos sentidos el kitsch se presenta como el discurso contestatario2 hacia el poder político, cultural y económico que tradicionalmente pretende imponer sus parámetros estéticos-estilísticos. Esta presión cultural se expresa, en muchos casos, descalificando al resto de expresiones que no cumplen sus requisitos ni es creada por los artistas validados por sus curadores, expertos y críticos. El adjetivo más usado para calificar estos productos es: mal gusto. Incluso muchas personas educadas, con una trayectoria añeja en el ámbito de lo cultural y estéticamente correcto puede y seguramente tiene un “placer culposo” de lecturas, música, imágenes y/o expresiones artísticas-culturales denominadas incultas y que mantiene en un ámbito estrictamente discreto, en su entorno personal.
Cuando hacemos este análisis es factible pensar si los productos y la estética kitsch aparecen en una disciplina formal que en muchos casos refleja y respeta los cánones de la estética artística: el diseño gráfico.
¿Hay productos kitsch creados de manera deliberada en el diseño? Prácticamente todas las metodologías del diseño indican que debemos conocer puntualmente al usuario final, antes de generar los productos que serán dirigidos a él. Sin embargo, habrá que hacerse la pregunta:
¿hasta qué punto seguimos este consejo o diseñamos únicamente por nuestro gusto o sentido común, sin el apoyo de la teoría o del empirismo de la observación? Para responder esta pregunta es conveniente recordar que los seres humanos (en este caso los diseñadores) recibimos nuestras primeras lecciones de estética en el hogar materno. Esta educación va, en un gran sentido hacia lo kitsch, por lo que Giesz nos dice que lo kitsch es “una cuestión de pedagogía popular”3 (Giesz, 1973: 24). Cada casa es el caldo de cultivo donde el ser humano define sus primeros parámetros de lo agradable, sustentados en la seguridad y la felicidad tempranas. Así, cada vivienda es “el espacio donde se sitúa la actividad personalizada del hombre”4 (Moles, 1973: 24), lo que con- vierte a su hogar, de origen o actual, en el ancla sobre la cual sustenta muchas de sus decisiones en cuanto al goce estético. Sobre esta base es posible deducir que muchos productos del diseño son creados para tocar la sensibilidad más primaria y auténtica del ser humano, cuyos parámetros se basan en la estética kitsch. Pero poco se ha reflexionado acerca de cómo relacionar el ambiente cotidiano de origen con los productos del diseño que sustentan su estética en lo kitsch y que por definición se contrapone al concepto de estética predominante que “al irse volviendo hegemónico progresivamente, el moralismo intelectual tiende a volverse intolerante”5 (Maffesoli, 2003: 54) y al llegar este punto usa una de sus principales herramientas: la descalificación. De allí la enorme cantidad de apelativos que se dan a los productos kitsch y obviamente son contagiosos a los usuarios o creadores de estos. Pero a pesar de esta embestida de lo “estéticamente correcto”, es imposible negar que la estética kitsch es el primer contacto que tienen los seres humanos con la sensación de placer y se da precisamente en el hogar, como dijimos anteriormente.
En la segunda década del siglo XXI los gustos y conceptualizaciones de las personas tienden a cierta homogeneización. Esta nivelación en la forma de percibir el mundo se da en primera instancia como resultado del desarrollo y expansión de los medios de comunicación masiva, cuyos mensajes (conscientes e inconscientes) tienden a estandarizar opiniones y formas de respuesta de los espectadores. Así, cada día la narrativa de estos medios se repite en términos de tramas, pero más importante, al menos para nuestro tema, retransmite una y otra vez conceptos plásticos que tienden a conformar un gusto en los espectadores. Se dan pues dos caras de la misma moneda: el idílico que presentan los medios de comunicación masiva y el cotidiano donde el ser humano vive y se desarrolla. El primero representa decoraciones equilibradas y armónicas en concordancia con la estética hegemónica. El segundo presenta el caos de una vida cotidiana real.6 Al seguir con esta línea de pensamiento tenemos que ligar por fuerza, dado que es el tema de nuestra reflexión, al entorno habitacional con el diseño. Para empezar, podemos decir que la vivienda urbana se ha multiplicado exponencialmente y ha rebasado por mucho a la vivienda rural a nivel mundial, es decir, en la segunda década del siglo XXI hay muchas más casas en zonas urbanas que en zonas rurales. A partir de la segunda mitad del siglo XX los fraccionamientos y unidades habitacionales se volvieron más frecuentes en muchos países del mundo, especialmente en América Latina. Como respuesta a la demanda de vivienda estas edificaciones fueron en su momento adecuadas, sin embargo, con el tiempo se descubrió que al construirse de manera tan estandarizada las personas tenían la imperiosa necesidad de modificar de manera personal esos espacios para poder llamarlos hogar. Este proceso de apropiación y personalización de la vivienda (construida masivamente o de manera individual) se dio a través de la decoración con objetos y procesos que derivaron en lo kitsch. En términos de vivienda, esta forma de creación y expresión estética es la más accesible y espontanea para cualquier persona, por la facilidad que ofrece para modificarse, tanto en lo estructural como en lo conceptual. Por esto es posible decir que la estética kitsch que podemos encontrar en muchas viviendas de zonas urbanas, se ve reflejada en productos del diseño,7 no necesariamente creado por usuarios comunes, sino por diseñadores profesionales y con experiencia profesional.
Para recolectar material y la consecuente realización de este artículo, en el año 2012 se visitaron siete casas8 de Ciudad Juárez en el estado mexicano de Chihuahua con el fin de fotografiar el decorado tanto de paredes como de mobiliario. Con base en esto se hizo un análisis y clasificación de los objetos encontrados. Asimismo, se examinó la composición de elementos que ofrece este decorado espontáneo para finalmente comparar los decorados de los hogares con algunas portadas de revistas mexicanas de espectáculos con la finalidad de encontrar elementos afines en ambos contextos.
En primera instancia, al visitar los domicilios de los voluntarios fotografiamos una serie de objetos, a través de los cuales, las personas componen su medio ambiente inmediato. En términos de estética el resultado de estas composiciones se puede definir como productos kitsch. Al analizar detenidamente las tomas fotográficas, descubrimos que los objetos en esas casas se podían agrupar bajo los siguientes parámetros:
1- Objetos religiosos:
Estos elementos se pueden definir como todos aquellos que representan formalmente a la religión que practica o con la que simpatiza la familia que habita ese espacio en particular. Imágenes de Jesucristo, de santos, de vírgenes, crucifijos, veladoras, altares, nacimientos,9 representaciones de la Última Cena, libros sagrados como la biblia, estrellas de seis puntas, menorás, etcétera (figuras 1 y 2).
Figura 1
Figura 2
2- Objetos místicos:
Denominamos místicos a todos aquellos elementos que no forman parte de una cosmovisión expresa y explícitamente religiosa con la que la familia está comprometida. Con base en el sincretismo, los habitantes de la casa se adoptan parcialmente y sin un compromiso formal a otras ideologías, religiones o incluso tradiciones paganas. Encontramos objetos místicos como campanas tubulares, budas, santa closes, símbolos del ying y el yang, elefantes para la buena suerte, soles artesanales, unicornios, cupidos, ángeles estilizados, figuras de fantasmas, modelos festivos del día de muertos o día de brujas, gnomos, etcétera (figuras 3 y 4).
Figura 3
Figura 4
3- Objetos evocativos:
Definimos a estos elementos como todos aquellos cuerpos que rememoran eventos o personas significativas en la vida de los habitantes de esas casas. Estas personas no familiares o familiares ausentes usualmente se evocan a través de fotografías o documentos tanto oficiales como informales. Entre este tipo de elementos están los trofeos de cualquier clase. Fotografías (viejas o recientes) de familiares, amigos y conocidos. Fotografías y recuerdos de eventos relevantes en el núcleo familiar como ceremonias religiosas, como por ejemplo bodas, primeras comuniones y bautismos. Fotografías de ceremonias civiles como graduaciones, titulaciones, así como fiestas de aniversarios. Imágenes de familiares y/o personajes famosos (actores, actrices, cantantes, deportistas, etcétera) en eventos deportivos y/o sociales (figuras 5 y 6) y que no necesariamente son fotografías, pues en esta clasificación aparecen las pinturas e ilustraciones de los personajes antes mencionados.
Figura 5
Figura 6
4- Objetos naturales:
En esta categoría incluimos a todos aquellos elementos que son o representan objetos naturales. Entre las cosas que sí son naturales destacan plantas, pequeños árboles y arbustos, flores ya sean plantadas en macetas o recipientes similares o en floreros, etcétera. Con respecto a las representaciones de cosas naturales aparecen plantas, árboles, arbustos hechos de plástico o materiales similares, figuras de frutas y flores. Del mismo modo encontramos fotografías de animales, flores, paisajes boscosos, desérticos, cascadas, ríos, mares, montañas, etcétera (figuras 7 y 8).
Figura 7
Figura 8
5- Objetos utilitarios:
En esta categoría incluimos a todos aquellos elementos que se encuentra en las casas habitación y que tienen un uso práctico, además de decorativo. En la lista podemos anotar a los relojes, los candelabros, las velas, los floreros (con o sin flores), los servilleteros, las lámparas, los radios, los libros, las televisiones, los calendarios, etcétera (figuras 9 y 10).
Figura 9
Figura 10
La totalidad de los objetos encontrados en las casas, sumando la disposición y acomodo dado por sus habitantes, crean una decoración kitsch. Podemos decir que en términos generales los objetos, que conforman a la composición kitsch en las casas visitadas, se destacan por ser de bajo costo y de una producción masiva. Una de las características más destacables es la mezcla de materiales y estilos en los utensilios. Aparecen materiales como el plástico, el vidrio, distintos tipos de metal y la madera, lo que genera, en primera instancia, un aparente carácter caótico y sincrético de los objetos.
En segundo lugar, analizaremos a la composición como uno de los elementos más característicos en la producción de la estética kitsch, en la decoración de hogares. La colocación de elementos (sin importar motivo, tamaño o ubicación) parece, en primera instancia, aleatoria. Sin embargo, es factible encontrar una estructura lógica o al menos que sugiera esa coherencia. Iniciemos el análisis de la composición con los objetos en los hogares que visitamos. En función de la clasificación que acabamos de hacer no sólo existen los cinco tipos de objetos, sino que en términos de composición podemos señalar que aparecen constantemente las siguientes disposiciones de elementos:
1- Orden (manera en la que están acomodados los objetos):
Los objetos están usualmente agrupados (en uno o varios puntos de la casa) en concordancia con la clasificación antes mencionada. Es decir, en un espacio específico de la casa, pocas veces hay un objeto religioso solo o un artículo natural aislado. Por el contrario, se encuentran varias de estas manifestaciones decorativas agrupadas en un mismo punto (ver figura 1 y 2) Esta situación se repite en cada uno de los niveles de la clasificación expuesta anteriormente (ver figuras 3 a 10). A este fenómeno lo denominamos como conglomerados temáticos.
2- Acomodo reticular (manera en que se ubican en el espacio):
En general, los adornos y objetos analizados de las casas se encontraban colocados entre los 40 y los 180 centímetros de altura.10 Dividimos todos los artículos encontrados en objetos de dos dimensiones (colocados en las paredes) y los objetos tridimensionales (colocados en mesas, anaqueles, libreros, etcétera). La razón de esta división no se dio pues, en función de los objetos en sí, sino de la superficie donde se les colocó. Así, los cuadros eran colocados por sus propietarios con una intencionalidad de encontrar un orden armónico que diera como resultado armonía y equilibrio entre objetos y espacio. Este propósito no siempre se consiguió, dado el espacio disponible y la tentativa de aprovecharlo al máximo. Es posible que esta sea la razón por la que algunos de los objetos bidimensionales no están en una horizontal perfecta o en una perpendicularidad exacta al piso, es decir, se notan inclinaciones11 que rompen con la que podría llamarse composición canónica que indica una tendencia al balance perfecto (ver figura 6). Este efecto es más marcado en los objetos tridimensionales, ya que al tener tres dimensiones (largo, ancho y alto) para coordinarse, es mucho más sencillo perder esta propuesta de equilibrio en cuanto a la verticalidad-horizontalidad “estéticamente correcta” (ver figuras 5 y 7). En consecuencia, tanto en el acomodo reticular bidimensional como en el tridimensional, los espacios y la alineación entre objetos no son constantes ni armónicos, pero más por los objetos mismos que por la intención del propietario. Todos estos se suman para presentar una imagen donde, a primera vista, no hay equilibrio.
3- Color (irisados de los objetos y su combinación):
En contraste con el punto anterior y en referencia a los colores en los muros, usualmente las casas sí presentan armonía. Ya sea por combinación de colores análogos o por la base de colores neutros como el blanco, a partir del cual se creaban ambientes con colores claros.
Sin embargo, por lo que toca a objetos que decoran los hogares, suelen ser disímbolos dado su origen y conformación en cuanto a materiales, tal como se mencionó líneas arriba. En consecuencia, se generan combinaciones que tienden mucho más a la armonía por complementariedad que por la analogía hablando en términos cromáticos. Este tipo de combinación12 es la que más resalta cuando se mira la totalidad del conjunto en los hogares.
4- Saturación (mayor o menor cantidad de objetos agrupados en un mismo espacio):
La tendencia natural del kitsch es precisamente la saturación que como diría Eco: “…un estímulo ayuda a otro por medio de la repetición y la acumulación” (2001: 86). Entendemos a la saturación como al acopio y agrupamiento de objetos que de entrada no guardan una relación armónica en colores, materiales o formas y su aparente anarquía en la colocación, así como la falta de balance entre cada objeto y al conjunto en general. Asimismo, en la saturación destaca la hipotética desalineación de los cuerpos en relación con otros objetos de alrededor. El conjunto parece no guardar coherencia (excepción hecha la horizontal del techo o la vertical de los muros) entre sus componentes. Tampoco el tamaño de los objetos indica una planeación concienzuda para la ubicación ni para la composición, pues objetos grandes, medianos y pequeños encuentran su lugar en función del espacio residual en lugar de una planeación evidente. En los hogares fotografiados se encontraron múltiples islas desbordadas por los objetos contenidos, en mayor o menor medida (fotos 1, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 10). Los extremos más visibles de esta tendencia son las figuras 2 y 5. En la número 2 se aprecian espacios vacíos entre los objetos, mientras que en la número 5 son tantos los objetos que unos a otros se tapan a la vista del espectador.
Finalmente, comparamos los decorados kitsch de las casas, con las portadas de revistas mexicanas de espectáculos con el fin de descubrir si existen similitudes:
TVnotas editada por Grupo Editorial Notmusa. El número analizado está fechado el 16 de noviembre del 2010 y fue impreso el 31 de octubre del 2010. ISSN: 1665-2320. No hay una circulación mencionada.
TVyNovelas está editada por Editorial Televisa. El número revisa- do está fechado el 1 de noviembre del 2010. No se menciona la fecha de impresión. ISSN: 1665-3602. No hay una circulación mencionada.
La revista Nueva está editada por Grupo Editorial Notmusa. El número analizado está fechado el 2 de noviembre del 2010 y fue impreso el 27 de octubre del 2010. ISSN: está en trámite [sic]. No hay una circulación mencionada.
El análisis derivado de la detección de las similitudes encontradas entre los decorados de las casas y las revistas arrojó los siguientes resultados:
1- Orden:
Podemos afirmar que en las portadas no se repite el fenómeno de conglomerados temáticos (en términos visuales) como se presentan en las casas visitadas. Sin embargo, sí aparece el acomodo aparentemente anárquico tanto en objetos (textos y fotografías) como en colores que aparentemente no guardan una relación armónica.
2- Acomodo reticular:
En lo que respecta a este rubro, en las tres revistas hay un elemento que destaca de inmediato: el nombre de la publicación, que se ubica en la parte superior de la portada. Asimismo, en los tres casos aparecen cintillos (por encima del nombre de la revista) donde se destaca una nota del interior. En cuanto al resto de los elementos, a primera vista, su acomodo parece anárquico, sin embargo, sí se aplican retículas de sección áurea13 (figuras 11, 12 y 13). Encima de las portadas encontramos que prácticamente todos los elementos encuadran en dicha red áurea. Esta colocación parece coincidir con la intencionalidad de los habitantes de las casas visitadas en el sentido de la ubicación de las pinturas, fotografías y cuadros en general que, como dijimos líneas arriba, buscaban armonía y equilibrio entre el tamaño y la forma de los objetos con el espacio disponible, aunque pareciera que no siempre se lograra ese propósito. Del mismo modo, las revistas presentan inclinaciones en algunos textos,14 estás desviaciones de la horizontal sí parecen totalmente arbitrarias, pues van desde los 2.5° hasta los 5° sin que aparezca una razón ni visual ni de composición para tales inclinaciones. La coincidencia con el decorado de las casas radica en la inclinación de algunos cuadros que cuelgan de las paredes y en los objetos tridimensionales ubicados en los estantes y libreros. En consecuencia, el aparente caos de las imágenes colocadas en las revistas, parece divorciado de un equilibrio canónico, sin embargo es claro que en ambos casos (revistas y decorados) sí hay un balance intrínseco.
3- Color:
El total de las revistas analizadas presentan el fondo en un color cálido (rojo). El resto de los elementos gráficos (recuadros, textos y cintillos) se dan en colores complementarios en una secuencia que parece no guardar ningún orden específico. Es factible que la intención no sea lograr una armonía en tonos análogos, sino por el contrario, alcanzar la mayor cantidad de contrastes tonales para llamar la atención. En cuanto a los tonos blanco y negro, son muy poco utilizados y su aparición parece deberse más que nada a que surgen incidentalmente en las fotografías. Esta misma lógica parece regir la combinación del decorado en los hogares visitados.
4- Saturación:
En este punto se dan la mayor parte de las coincidencias entre las portadas de las revistas de espectáculos y la decoración de los hogares visitados. En las revistas no sólo hay multiplicad de colores sin una relación aparente, sino que se agrupan diferentes formas geométricas usadas como recuadros de las imágenes y los textos, así como fotografías recortadas y que se colocaron sobre fondos de colores disímbolos. La cantidad de elementos visuales que se presenta en este tipo de medios parece rebasar el promedio tácito para hacer atractivo un producto del diseño canónico, por lo que es factible suponer que se aleja del objetivo de ofrecer una lectura fácil tanto en imágenes como en textos a cambio de llamar la atención de los lectores potenciales. En contrapartida, también parece existir una lógica escondida detrás de este rebosamiento. En los tres ejemplos analizados de revistas, hay una figura que resalta por su tamaño y características: son imágenes de mujeres atractivas, vestidas con poca ropa y que van del 40% al 80% de la altura total de la portada. Son fotografías retocadas y ubicadas sobre plastas de colores planos, es decir, completamente descontextualizadas de un fondo natural, a diferencia de algunas fotografías de tipo periodístico y que también aparecen en el frente de la revista. Esta sensación de “hartazgo visual” se ve reforzada por la discrepancia en la calidad de elementos visuales que conforman la portada. Fotos borrosas, con iluminación deficiente, imágenes que invaden el espacio de otras, etcétera. La mayor parte de estos ejemplos de atiborramiento visual se repiten en las casas visitadas. Multiplicidad de colores sin una relación aparente y que se puede atribuir a la falta de planeación en la adquisición de objetos y que una vez colocados juntos provocan una irisada amalgama inarmónica. Asimismo, colores apagados por el uso y la falta de remozamiento. Rebosamiento de elementos (fotos, miniaturas, recuerdos familiares, imágenes religiosas, etcétera), tantos que la suma de todos hace imposible poner atención a un solo objeto. Disparidad en la calidad de fabricación de los objetos, así como en los materiales con que fueron producidos, etcétera.
Figura 11
Figura 12
Figura 13
En conclusión, creemos que el kitsch es una respuesta espontánea y sincera de muchas personas para lograr el goce estético en su mundo cotidiano, alejado de las obras artísticas relacionadas tradicional y formalmente con la estética y el placer contemplativo que se supone debería dar a todo ser humano. Al realizar el análisis fotográfico de las cosas encontradas en las casas juarenses encontramos una enorme cantidad de elementos decorativos, sin embargo, creemos que todos estos artilugios se pueden agrupar para su estudio en: objetos religiosos, objetos místicos, objetos evocativos, objetos naturales y objetos utilitarios. Asimismo, examinamos dichos objetos desde cuatro perspectivas relacionadas con los diseños para tratar de encontrar una relación más allá de lo aparente: orden, acomodo reticular, color y saturación. Con base en el análisis de los decorados de algunas viviendas mexicanas en Ciudad Juárez, encontramos que dicha expresión estética se ve reflejada en las portadas de revistas de espectáculos en México. Aunque no nos atrevemos a afirmar que el diseño de dichas cubiertas sea creado a propósito, sí creemos que es muy factible que dichas cubiertas generadas por diseñadores profesionales estén basadas en la estética kitsch que se encuentra en las casas promedio del país y que ese decorado hogareño está hecho, indiscutiblemente, por las personas en su búsqueda cotidiana de goce estético. En concreto, el denostar un producto kitsch, como los productos creados por las masas de manera personal en su casa, desde una perspectiva que detenta el poder económico, político o social no demuestra la falta de validez de tales expresiones. Asimismo, este tipo de estética se deviene en productos de diseño de acuerdo con los usuarios finales. Todo sobre la base de la necesidad innata de las personas para satisfacer su goce estético no canónico.
Referencias
Eco, Umberto. 2007. Apocalípticos e integrados. Cuarta edición. Barcelona: Tusquets editores.
Giesz, Ludwing.1973. Fenomenología del Kitsch. Barcelona: Tusquets editor.
Maffesoli, Micheal. 2007. En el crisol de las apariencias. Traducción de Daniel Gutiérrez. México: Siglo XXI editores.
Moles, Abraham. 1973. El Kitsch. El arte de la felicidad. Buenos Aires: Paidós.
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