La Ignota Lingua de Hildegarda de Bingen: una sinfonía para renombrar el universo (1)

 


 He dedicado varias entradas en este blog a la gran Hildegarda de Bingen (o Hildegard von Bingen, según la traducción), un personaje que me fascina, tanto que también le dediqué mi trabajo de final de carrera. En concreto, de los mil temas que se podrían tratar sobre ella, yo escogí del que menos sabía y del que más quería aprender: su lengua inventada (o evocada, o revelada, eso se tratará después) que ella llamó ignota lingua o "lengua desconocida", tema que ya traté hace muchos años en un breve artículo. La razón es que también soy muy fan de las lenguas y las escrituras creadas, y esto me permitió buscar y conocer cantidad de referencias y obras de las que aprendí mucho sobre el tema, y sobre Hildegarda.

Quiero publicar aquí y compartir este trabajo, resumido y sin referencias (lo siento, a los que hacen corta y pega, que sepan que el original es mucho más completo y mejor), así que durante las próximas entregas, iré subiendo los diferentes apartados, que profundizan en la monja sabia, en sus obras, en la glosolalia, en sus orígenes bíblicos, en el mundo medieval, y en todos esos temas maravillosos y olvidados.

 

INTRODUCCIÓN

El siglo XX trajo un nuevo interés por Hildegarda de Bingen (1098-1179), su persona y sus obras, tras un olvido que se extendió sobre ella a lo largo de los siglos, reconociendo el mérito y la originalidad de una mujer del siglo XII que, además de tener visiones y escribir profecías, también (posiblemente) pintaba, escribía libros de medicina, componía música, predicaba, gobernaba monasterios, y se carteaba con autoridades.

 

Sin embargo, de todas sus creaciones, la más extraña y desconcertante es la que ella llamó Ignota Lingua, un listado de más de mil palabras en un idioma desconocido. Siempre se ha considerado una obra menor y tangencial de su producción, sobre todo por la dificultad de encontrarle un sentido. Las lenguas desconocidas en un contexto cristiano y medieval se encuadran habitualmente en el fenómeno de la glosolalia o carisma de hablar en lenguas. Pero la creación de Hildegarda no encaja fácilmente en esta definición. 

 

A continuación analizaremos la Ignota Lingua, y las principales características de la glosolalia, para encontrar qué argumentos se pueden dar a favor y en contra de su adscripción a este fenómeno. Para finalizar, consideraremos otras posibilidades acerca de esta lengua desconocida.

 

Hildegarda de Bingen: una vida fecunda


  Nacida en 1098 en Bermersheim, en la Renania, décima hija de los nobles Hildebert y Metchilde, fue entregada como “diezmo” al servicio de Dios. A partir de aquí, los ochenta y un años de vida de esta mujer están tan llenos de sucesos y obras, que cualquier resumen que pretenda ser breve debe fracasar en el intento: había tenido visiones desde que era muy niña, pero no hablaría de ello hasta muchos años después; a los ocho años fue puesta al cuidado de Jutta von Spannheim, con la cual tiempo después se trasladaría a una ermita adosada a los muros del convento masculino de Disibodenberg; allí Jutta reunió a un grupo de hijas de familias nobles, a las que educó, y que acabaron formando una rama femenina del convento, en donde Hildegarda profesó a los quince años; a la muerte de Jutta, en 1136, fue elegida abadesa.
 

En 1141 tuvo lugar su experiencia visionaria más intensa, a partir de la cual empezó a escribir su primera gran obra, Scivias, que concluyó en 1151; parte de su obra fue presentada al Papa Eugenio III en el Sínodo de Tréveris (Trier), en 1147-48, con la recomendación de San Bernardo de Claraval, siendo completamente aprobada. El impulso fue importante para Hildegarda, que decidió independizarse de Disibodenberg para fundar un convento propio en Rupertsberg, consagrado en 1150.

 

Más tarde escribió sus otras obras visionarias, el Liber Vitae Meritorum (Libro de los Méritos de la Vida, 1158-1163) y el Liber Divinorum Operum (Libro de las Obras Divinas,  1163-1173/74). También su obra musical, Symphonia armoniae celestium revelationum (Sinfonía de la Armonía de las Revelaciones Celestiales, h. 1150), y su obra médica Liber subtilitatum diversarum naturarum creaturarum (Libro de las Sutilezas de las Diversas Naturalezas de las Criaturas, 1151-1158), que se suele dividir en dos partes, Physica y Causae et Curae (Causas y Remedios). Su obra literaria se completa con varios tratados menores, y su abundante correspondencia.

 

Realizó cuatro grandes viajes entre 1158 y 1171 para predicar en iglesias y abadías, a pesar de sufrir constantes enfermedades. En 1165, al hacerse demasiado grande el convento de Rupertsberg, fundó uno nuevo en Eibingen. Allí se encuentran sus reliquias, trasladadas en el siglo XVII tras la destrucción de Rupertsberg, donde había sido sepultada a su muerte en 1179.

 

Conocemos muchos detalles de su vida gracias a las biografías que se escribieron sobre ella en vida o poco después de su muerte. Su secretario Volmar posiblemente redactó una primera biografía bajo su supervisión, que incluía una serie de escritos autobiográficos recogidos por el monje, de manera casi telegráfica. Otros secretarios de Hildegarda habían reunido escritos, como los monjes Gottfried (m. 1178) y Guibert, de la abadía de Gembloux, que la había servido hasta su muerte y había iniciado una biografía suya en 1177, sin acabarla. Y hacia 1183-1187, el monje Theoderich de Echternach redactó una Vida de Santa Hildegarda, que debía contribuir a su canonización, basándose en muchos de los textos de los anteriores.

 

La Ignota Lingua: códices

El listado de palabras que componen la Ignota Lingua se encuentra recogido en dos códices:

 

El Riesencodex (R) o códice gigante, que hoy en día se encuentra en la Biblioteca del Land de Hesse, en Wiesbaden. El texto se divide en seis secciones marcadas por seis grandes iniciales en rojo. El códice se cree compuesto en Rupertsberg en vida de la abadesa, entre 1177-1180.

 

El Códice de Berlín (B), ahora en la Preussische Staatsbibliothek. Procede del monasterio de S. Maria de Pfalzel, tal vez copiado en Rupertsberg entre los siglos XIII y XIV. Contiene las cartas de Hildegarda, la Vita de Theoderich de Echternach y otros resúmenes y textos alrededor de ella, así como una colección de profecías compuesta por el monje Gebeno de Eberbach, Speculum futurorum temporum, hacia 1220. No se considera una copia de R, sino de otra versión desconocida.

 

Se conoce la existencia de otro manuscrito que desapareció en Viena en 1830. Se encontraba en la Österreichische Nationalbibliothek, y antes de su desaparición, un tal Michael Denis tomó algunas notas de él, afirmando que incluía la Ignota Lingua a partir del folio 499, con la misma rúbrica que el Riesenkodex y la misma cantidad de palabras, de las que anotó las primeras doce y las correspondientes a los meses, así como las ignotae litterae

 

Aparte de los listados de palabras, se conoce un único uso del vocabulario en una antífona que se encuentra en varios manuscritos (en el Riesenkodex aparece dos veces), pero quizá el más antiguo es el que se encuentra en Stuttgart (S), en la Württembergische Landesbibliothek, (también llamado Zwiefalten) que se cree contemporáneo a Hildegarda. Se trata de la antífona titulada O Orzchis Ecclesia, que incluye cinco palabras en Ignota Lingua, con sus traducciones (de las cuales, cuatro no aparecen en los listados). Este códice contiene además una línea escrita en las ignotae litterae.

 

Otras menciones

Si en alguna época se había discutido la autoría de la Ignota Lingua, una serie de menciones permiten corroborar, no sólo que se trata de una obra de Hildegarda, sino que era conocida en su tiempo. Por parte de Hildegarda tenemos:

 

La carta al papa Anastasio IV, de 1153, donde le dice: “Pero Aquél Quien es grande y sin defecto alguno ha tocado ahora el pequeño habitáculo, para que viera los milagros y formara letras desconocidas y dejara oír una lengua ignorada. Y le dijo: Aquél que tiene la lima no descuide la tarea de pulir y adaptar a la voz humana esto que le dirás, y que te fue revelado en una lengua manifestada a ti desde lo alto y no según la forma acostumbrada entre los seres humanos, porque ésta no te ha sido dada.”

 

El prólogo del Libro de los Méritos de Vida, de 1163, comienza: Esto me pasó a mí, una simple mortal, el noveno año después que la aparición verdadera me manifestara revelaciones auténticas por las que padecí durante diez años. Me pasaba desde el primer año, desde que esa aparición se me manifestara para explicarme las cualidades de las diversas naturalezas de las cosas creadas, y respuestas y consejos para muchas personas tanto de rango distinguido como inferior, y la sinfonía armónica de las revelaciones celestes, y escritos e incluso una lengua desconocida con algunas otras explicaciones.”

 

Y existen otros testimonios, como la carta de Volmar a Hildegarda, hacia 1173, donde se maravilla: “¿De dónde te viene una melodía nunca oída? ¿De dónde te viene una lengua nunca oída?”; sus biógrafos Gottfried y Theodoric de Echternach, que hablan en la Vita de “letras nunca antes vistas, con una lengua nunca antes vista ni oída”; y el Acta Inquisitionis, que entre sus obras enumera libros de medicina, de explicaciones de los evangelios, cantos de la armonía celeste y una lengua desconocida con sus letras


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