"IL POLITECNICO" DE VITTORINI Y EL NUEVO INTELECTUAL

 


No se puede imaginar un perfil intelectual para la realidad del tercer milenio, sin confrontar algunas personalidades que con denuedo han librado batallas decisivas en nuestro siglo. Una de estas personalidades es sin duda Elio Vittorini, un incansable creador de cultura que, en un período complejo de la historia italiana y europea, ha elaborado una propuesta contracorriente, crítica con las ideologías imperantes, libre de cualquier tipo de mistificación.
La larga experiencia intelectual y civil le ofreció la oportunidad de arrojar luz sobre un tema que, en la inmediata posguerra, era particularmente importante. Nos referimos a la relación político-cultura, que Vittorini sustrae de interpretaciones equívocas, restituyendo la dimensión cultural
El aporte de reflexión que nos ofrece el escritor, nos permite sobre todo dibujar el perfil del intelectual que nuestro tiempo siente con fuerza la necesidad: un hombre que no se doblega a las modas y a las categorías ideológicas dominantes, sino que busca tenazmente en la profundidad del ser humano aquello por lo que vale la pena luchar.
Sorprende que el silencio haya caído sobre uno de los más grandes escritores del siglo XX y que, a pesar del trigésimo aniversario de su muerte este año, acaecida el 12 de febrero de 1996, no haya habido un debate adecuado. Solo unos pocos han hablado de ello: entre ellos recordamos a Gian Carlo Ferretti, quien subrayó la disparidad de trato de que gozaba Pier Paolo Pasolini en comparación con Vittorini, cuya producción, en el vigésimo aniversario de su trágica muerte, fue objeto de numerosas celebraciones y amplias comparaciones. Ferretti cree que una explicación de la escasa atención que hoy se presta a la figura de este protagonista del siglo XX "puede provenir de la imagen del felizmente 'irregular', 'inquieto', 'impuro' intelectual y escritor Vittorini, capaz de arriesgarse continuamente ,
Eso sí, tenemos razón al pensar que se trata de “una imagen poco acorde con el panorama literario y cultural actual, compuesta en gran parte por obras predecibles y carreras sabiamente gestionadas” 2.
Con mayor razón, Vittorini, creador de "Il Politecnico", "protagonista apasionado y lúcido del debate sobre la relación (o el desapego) entre política y cultura, el perturbador deslumbrante de la quietud del público literario, el intelectual capaz de vivir activamente la contradicciones y modos de algunas décadas de la historia italiana, parece ciertamente ajena a una situación como la actual, en la que el enfrentamiento problemático, la verificación crítica y la tensión ideal vienen mostrando desde hace algún tiempo signos generalizados de crisis, desamor y abandono”3.
Sin embargo, como observa Maria Corti, la carta de Vittorini a Togliatti "sigue siendo un documento extraordinario y muy útil incluso hoy" 4.
Precisamente con la intención de conocer mejor a tan interesante intelectual, en las antípodas de la actual tendencia a la espectacularización e industrialización de la cultura, hemos querido acercarnos a una fase decisiva de su compromiso, aquella en la que la experiencia de "Il Politecnico" ha madurado. .
En nuestra opinión, Vittorini siempre ha mostrado “una conexión con la contemporaneidad y, en consecuencia, una especie de juicio implícito sobre la historia, propio de quienes participan activamente en las dinámicas culturales, incluso cuestionándose a sí mismos” 5. Siempre ha demostrado que tiene un gran interés por tratar con la realidad, interpretando las necesidades más profundas del pueblo italiano, especialmente en los difíciles años de la posguerra, a través de un compromiso cultural nunca provinciano, pero siempre abierto a nuevos horizontes. La interesante experiencia cultural de "Il Politecnico" 6 se encuentra ciertamente dentro del abigarrado y complejo recorrido cultural del Autor.
Desde enero de 1943, Vittorini se proponía fundar "una revista destinada a los jóvenes trabajadores y estudiantes, los que están en la edad en que todos son intelectuales" 7 y, por tanto, decididamente antiacadémicos, atentos no sólo a los temas literarios y artísticos, sino también a los problemas políticos, sociales y económicos.
El título, que retoma, no en vano, el de la revista de Carlo Cattaneo, publicada entre 1839 y 1845, indica la voluntad de entroncar con esa tradición de compromiso civil concreto. El mismo Vittorini admite que el nombre elegido para la revista indica un fuerte interés "por todas las técnicas" 8, considerando técnica "toda actividad cultural (tanto de la poesía como de las artes, así como de la política, la ciencia y los estudios sociales) cuando se presenta como búsqueda de la verdad y no como predicación de una verdad”9.
La revista, además, no quiere tener un sesgo elitista, sino que pretende dirigirse a un público muy amplio, con el arduo objetivo de convertirse en “una herramienta de trabajo que dé a las masas la oportunidad de hacer pesar sus necesidades en la elaboración de los problemas. cultural "10 y" llevar la cultura a interesarse por todos los problemas sociales concretos para ayudar a la regeneración de la sociedad italiana "11.
Para comprender el significado de esta iniciativa, es necesario en primer lugar referirse al contexto histórico particular en el que se encuentra: estamos en las postrimerías de la Liberación y la cultura italiana, recién salidos de los años oscuros del fascismo y la tragedia. de la guerra, parece haber recobrado la confianza en sí misma y está “ansiosa de retomar todas esas razones, esas ideologías que la ponen al paso de los acontecimientos” 12. Vittorini, que ha estado activo en el Partido Comunista desde principios de la década de 1940 y ha experimentado la Resistencia, quiere abordar un discurso global sobre la cultura, que cree que no debe entenderse como una "profesión para unos pocos" 13 y quiere hacer su revista una nueva herramienta de difusión cultural, de hecho, una "
Ahora bien, tratando de tomar en consideración dimensiones tan diferentes, como la política y la cultura, la economía y la literatura, el marxismo y el cristianismo, sin dejar de lado las nuevas corrientes culturales, como el psicoanálisis, el existencialismo, el pragmatismo, queriendo examinar toda una serie de problemas que han permanecido hasta entonces, al margen de la conciencia intelectual, es ciertamente una empresa muy difícil que presupone en quienes han aceptado este desafío, una conciencia democrática muy fuerte por un lado, y una preparación cultural muy sólida por el otro.
En el primer número, publicado el 29 de septiembre de 1945, el editorial de Vittorini, titulado Una nueva cultura, establece los principios operativos de la acción política y cultural que la revista pretende realizar. En primer lugar, señala que, al final del período fascista y la tragedia de la guerra, es precisamente la cultura la que ha sido más derrotada. Ella “que fue el pensamiento griego, el helenismo, el romanismo, el cristianismo latino, el cristianismo medieval, el humanismo, la reforma, la ilustración, el liberalismo” 16 y que no logró oponerse al fascismo, no reveló su capacidad liberadora. Esta cultura “se ha generado y regenerado, por tanto, a sí misma y nunca o casi nunca […] el hombre también. […] se ha manifestado.
Nuestra cultura, por tanto, a los ojos de Vittorini, ha elaborado valores, pero no se ha interesado por las herramientas idóneas y necesarias para concretar esos mismos valores en la sociedad. Es decir, ha sido predominantemente una cultura consoladora, pero nunca se ha comprometido directamente a cambiar una realidad injusta y a buscar una sociedad que elimine la opresión y el sufrimiento. Para esto Vittorini espera “ya no una cultura que consuele en el sufrimiento, sino una cultura que proteja del sufrimiento, que lo combata y lo elimine” 18.
Opone, por tanto, “su camino de hombre a hombre, de una cultura consoladora del hombre en sí mismo a una cultura que se posesione de caminos objetivos de salvación, pero también de moralidad, de educación no para el hombre sino para los hombres”19.
Sus argumentos también revelan el deseo de superar todo aislamiento sectario: el editorial, de hecho, termina con una invitación a todos los hombres de cultura, no sólo a los marxistas, sino también a los liberales, a los laicos, a los idealistas de Crocia, a los mismos católicos, para que que trabajen en una lucha común que brinde a la cultura las herramientas que hasta ahora le han faltado. La crítica de Vittorini al "lenguaje académico y técnico" 20, a las "fuentes agotadas del centro cultural" 21, a una "cultura y literatura alejadas, quiérase o no, del contexto social" 22, revela una idea muy clara de la función que debe tener el intelectual.
Esta idea se hace más clara cuando la revista aborda la cuestión de la relación entre política y cultura y, por tanto, concretamente, entre intelectuales y políticos, que se ha convertido en el centro del debate cultural italiano en la inmediata posguerra.
Vittorini merece crédito por haber colocado este problema en el centro de atención. Después de haber reivindicado ya implícitamente en el primer editorial de "Il Politecnico" la autonomía de la cultura frente a la política, convencido de que la cultura también tiene la fuerza para dirigir las transformaciones sociales, profundiza el tema en respuesta a algunos intelectuales directamente vinculados al PCI23. Entre ellos, Mario Alicata había expresado profundas reservas sobre el enfoque que paulatinamente iba tomando la revista que, limitándose simplemente a una pura acción de información, nunca habría llevado a cabo ese proceso de renovación social, tan querido por el fundador.
Vittorini, con un artículo muy incisivo y preciso, publicado en el número 31/32 de julio-agosto de 1946, afirma que "el principal error [...] es considerar comunista a "Il Politecnico" por el hecho de estar dirigido por comunista" 24.
"Il Politecnico", por otro lado, quiere ser una revista escrita por "marxistas y no juntos" 25, que quiere expresar "una necesidad histórica de la propia cultura italiana que no importa si es políticamente conveniente para un partido o otro" 26. Aclarado esto, Vittorini entra inmediatamente en el fondo de la cuestión que pretende abordar: las relaciones entre política y cultura, de hecho, y la consiguiente distinción entre deberes políticos y culturales. Está convencido de que "la política es parte de la cultura, [...] es la cultura que se ha convertido en acción" 27, mientras que la cultura "tiene siempre un valor político también, en la medida en que tiende a convertirse en acción" 28.
Sin embargo, mientras "la política actúa generalmente en el plano de la noticia, la cultura, en cambio, no puede dejar de desarrollarse fuera de toda ley de táctica y estrategia, en el plano directo de la historia" 29. A esto hay que añadir que la cultura “busca la verdad y la política, si quisiera dirigirla, sólo trataría de cerrarla en la parte de la verdad que ya ha sido encontrada” 30.
Vittorini reclama así a la cultura el derecho a ser autónomo ante los problemas, para renovarse, más allá de los objetivos estrictamente políticos y para evaluar los acontecimientos según el propio punto de vista. También es interesante cómo el escritor plantea la oposición cantidad-calidad, casi como un discriminador absoluto de los campos de acción y de las formas de proceder propias de la política y la cultura, respectivamente.
Incluso Togliatti siente el deber de intervenir directamente en la polémica, con una carta aparecida en el número 10 de 1946 de "Rinascita", luego impresa por Vittorini con el título Política y cultura en el número 33/34 de septiembre-diciembre de 1946, asumiendo, como era su estilo, un tono firme y muy directo. Si bien admite los límites de la crítica movida por Alicata a Vittorini, que compara con una metáfora de "un tiro de florete" 31, Togliatti cuestiona una especie de enciclopedismo y falta de reflexión sobre los problemas enfrentados. No comparte la afirmación de que la cultura puede casi dirigir la política y reivindica el derecho y el deber de los políticos de expresarse libremente de forma crítica hacia una publicación cultural como "Il Politecnico", al tiempo que rechaza la acusa que el Partido Comunista quiere ejercer un control efectivo sobre los hombres de cultura. Por esto, Togliatti reitera que la acción de "Il Politecnico" fue inicialmente vista con buenos ojos, su programa considerado "adecuado a las necesidades de renovación de la cultura italiana" 32.
Sin embargo, según Togliatti, esas premisas de la revista no se han mantenido, al contrario, las intenciones expuestas en el editorial del primer número, entre ellas la necesidad de una cultura que incida profundamente en las transformaciones de la realidad, parecen haber sido reemplazadas. por “una investigación abstracta de lo nuevo, de lo diferente, de lo sorprendente”33.
En realidad, mientras que el PCI en los últimos años exige a hombres de cultura e intelectuales que transmitan contenidos culturales a las clases bajas “en una relación que es y debe permanecer rígidamente pedagógica” 34, encaminada, es decir, a la renovación y democratización de la sociedad italiana y proyecta un tipo de cultura "ampliada con respecto a los límites fijados por el régimen fascista" 35, "totalmente dentro de la tradición nacional" 36, Vittorini en cambio centra su atención en la capacidad creativa de la investigación cultural viendo en ella la "posibilidad de planificar y junto con prefigurar una organización social diferente en la que el hombre pudiera realizarse en su totalidad”37.
En su respuesta a Togliatti, publicada en el número 35 de enero-marzo de 1947, el escritor declara, con extrema claridad, que su pensamiento ha sido malinterpretado. Reitera, primero de manera más velada y luego de manera explícita, la necesidad de que la cultura se mantenga independiente de la política. Entendida como un simple "medio de la política" 38, la influencia de la cultura "será siempre muy pequeña, [...] inadecuada, [...] imperfecta" 39; sólo si está libre de condicionamientos, si cumple su tarea de investigación problemática, entonces la cultura enriquece la política, le da un "aporte cualitativo" 40.
El escritor precisa que nunca ha afirmado que la cultura venga a dirigir la política, pero también es cierto que la política no puede ni debe dirigir la cultura, limitar su investigación, aunque en todo caso debe “sentir los problemas que siente la cultura y […] .] estar dispuestos a hacerlos propios a medida que maduran "41.
La cultura, por tanto, debe tener la posibilidad de realizar su propio trabajo de investigación de forma autónoma. Una vez más surge el hilo conductor de la historia de "Il Politecnico": el rechazo del marxismo como metafísica, al que se adhiere acríticamente y la apertura, aunque fiel a las directrices del Partido, a las más auténticas demandas presentes en otras culturas. horizontes. Por tanto, “la relación entre política y cultura no debe estar regulada ni por la política ni por la cultura, sino que debe ser libre de variar, con lazos más o menos estrechos entre los dos polos, según las diferentes fases de la historia” 42.
En cuanto a las relaciones entre los intelectuales y el Partido Comunista, Vittorini precisa que nunca pensó “que el político no debe inmiscuirse en cuestiones de cultura” 43, sino que sólo “significa que debe tener cuidado de no inmiscuirse en ellas, con criterios políticos”. con fines de contingencia política, a través de argumentos o medios políticos, y de presión política, e intimidación política” 44. Es claro que “como hombre también de cultura, incluso de investigación” 45, el político “no puede dejar de participar en las batallas culturales. Sólo que debe hacerlo en el plano de la cultura misma y con criterios culturales” 46. En otras palabras, el intelectual no puede reducirse a "tocar la flauta a la revolución" 47, porque eso significaría reducir la actividad cultural al conformismo. El verdadero escritor, el intelectual, es quien personalmente busca y descubre en el hombre "necesidades internas, secretas, escondidas [...] que sólo él sabe percibir" 48. Estos son, para Vittorini, los verdaderos escritores revolucionarios.
Todo esto demuestra que el programa de la revista es en sí mismo incompatible con los propósitos del PCI en ese momento histórico particular. Por tanto, a nuestro juicio, se perfila lo que puede considerarse en cierto sentido “la utopía” de Vittorini, es decir, su fe en una actividad cultural que puede tomar el poder, estableciendo una relación directa con el público.
Sin embargo, si para un análisis superficial esta experiencia puede parecer una especie de "derrota moral" 49, hay que decir que, al señalar "esa utopía tan abstractamente libertaria, extremadamente viva, pero contradictoria" 50, que es típica de su proyecto, la dura y tenaz lucha del escritor, su acción vivaz y punzante, su confianza en las masas, su deseo de una cultura independiente de la práctica política, perfilan la figura de un intelectual al que mirar para recibir una lección de vivacidad. actualidad, que nos permite liberarnos de todas las limitaciones convencionales que nos impiden mirar la realidad tal como es.
De hecho, en la sociedad actual, en la que las leyes del mercado influyen fuertemente en la actividad cultural, obligando al intelectual a renunciar a la autonomía de juicio para entrar en la estructura de la producción industrial, el espíritu de investigación está siempre vivo y en contacto con la realidad, manifestado de Vittorini, su apertura mental a los más diversos problemas sociales y culturales, su continuo "rechazo de lo convencional, de lo evidente, de esas verdades tan gastadas que nadie sabe por qué hay que afirmarlas" 51, constituyen más que nunca una punto de referencia para quienes aún pretenden ostentar el título de intelectuales.

Giovanni Cerundolo III A

* El trabajo fue dirigido por la Prof. Lilia Fiorillo

Bibliografía

Obras

Elio vittorini, "El Politécnico", Einaudi, Turín 1945-1947.
Elio vittorini, Los años de la "Politécnica". Cartas 1945-1951, Einaudi, Turín 1877.

Ensayos

Francesco Leonetti, Resumen de la polémica sobre la "Politécnica" y nueva polémica, en aa.vv., La polémica Vittorini-Togliatti y la línea cultural del PCI en 1945-47, Milán 1974.
Eugenio Garin, Crónicas de la filosofía italiana, 1900-1943, y. Laterza, Bari 1975.
Corrado Stajano, "El Politécnico", un discurso abierto, en "Libri Nuovi", a. VIII, n. 1, enero de 1976.
Marco Forti, sergio pautasso, Política y cultura sobre "Il Politecnico", en aa.vv., Literatura italiana. Siglo XX, vol. VII, Marzorati, Milán 1980, pp. 6158-6182,
Sergio Pautasso, La milicia cultural de Vittorini y el desafío teórico a la literatura, en aa.vv., Literatura italiana. Siglo XX, vol. VII, Marzorati, Milán 1980, pp. 6248-6258.

NOTA

1 gian carlo ferretti, Elio y los recuerdos silenciosos, "L'Unità 2", 20 de mayo de 1996, p. 7.
2 Ibíd.
3 Ibíd.
4 paolo di stefano, Escritores y no: demasiado Pasolini, no Vittorini, "Corriere della Sera", 24 de mayo de 1996, p. 22.
5 Sergio pautasso, La milicia cultural de Vittorini y el desafío teórico a la literatura, en aa.vv., Literatura italiana. Siglo XX, vol. VII, Marzorati, Milán 1980, p. 6248.
6 Nacida en Milán en septiembre de 1945 como semanario, "Il Politecnico", una revista de cultura contemporánea, editada por Einaudi, pasó a ser mensual en la primavera de 1946 y siguió publicándose hasta diciembre de 1947.
7 Así informa Franco Fortini, recordando que Vittorini ya en esa fecha le expuso el proyecto de una revista, que luego se materializaría en "Il Politecnico". (C. Stayano, "Il Politecnico", Discurso abierto, en "Libri Nuove", a. VIII, n. 1, enero 1976).
8 elio vittorini, "El Politécnico", n. 5, 27 de octubre de 1945, pág. 1.
9 Ibídem.
10 Ibíd.
11 Ibíd.
12 marco forti, sergio pautasso, Política y cultura sobre "Il Politecnico", en aa.vv., Literatura italiana. Siglo XX, vol. VII, Marzorati, Milán 1980, p. 6158.
13 sergio pautasso, op. cit., pág. 6248.
14 Ibíd., pág. 6249.
15 Ibídem.
16 elio vittorini, Una nueva cultura, en "Il Politecnico", n. 1, 29 de septiembre de 1945, pág. 1.

18 Ibíd.
19 Marco forti, sergio pautasso, op. cit., pág. 6161.
20 Ibíd., pág. 6159.
21 Ibídem.
22 Ibíd.
23 Cesare Luporini había intervenido con el artículo Rigor de la cultura, en "Sociedad", n. 5, 1946; Mario Alicata con cursiva El Politécnico actual, en "Rinascita", a. III, n. 5-6 mayo-junio 1946, pág. 116.
24 elio vittorini, Política y Cultura, en "Il Politecnico", n. 31/32, julio-agosto de 1946, pág. 2.
25 Ibídem.
26 Ibíd.
27 Ibíd.
28 Ibíd.
29 Ibíd., pág. 3.
30 Ibídem.
31 palmiro togliatti, Política y Cultura, en "Il Politecnico", n. 33/34, septiembre-diciembre de 1946, pág. 3.
32 Ibíd., pág. 4.
33 Ibíd.
34 francesco leonetti, Resumen de la polémica sobre la "Politécnica" y nueva polémica, en aa.vv., La polémica Vittorini-Togliatti y la línea cultural del PCI en 1945-47, Milán 1974, p. 174.
35 Ibídem.
36 Ibíd.
37 Ibíd.
38 elio vittorini, Política y Cultura. Carta a Togliatti, en "Il Politecnico", n. 35, enero-marzo de 1947, pág. 3 ..
39 Ibíd.
40 Ibíd., pág. 4.
41 Ibídem.
42 Ibíd., pág. 105.
43 Ibídem.
44 Ibíd.
45 Ibíd.
46 Ibíd.
47 Ibíd., pág. 106.
48 Ibídem.
49 De hecho, no faltaron observaciones y críticas a la acción cultural llevada a cabo por "Il Politecnico". En particular, cabe recordar la posición de Eugenio Garín quien, si bien recuerda el esfuerzo realizado por la revista para difundir una cultura renovada, cree sin embargo que Vittorini no fue capaz de hacer madurar su acción cultural, "a través de una adecuada historización del fascismo y antifascismo” (eugenio garin, Crónicas de la filosofía italiana 1900-1943, vol. II, ed. Laterza, Bari 1975, p. 522), mostrando las más de las veces simples “insatisfacciones irrazonables” (Ibidem). Sólo a través de una historización efectiva de la cultura fascista habría sido posible iniciar "un discurso nuevo, riguroso, no moralista y no popular,
50 Marco Forti, op. cit., pág. 6180.
51 edoardo esposito, La estación muda, en "L'Unità", 27 de mayo de 1996, p. 7.


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"IL POLITECNICO" DI VITTORINI
E IL NUOVO INTELLETTUALE

Non si può immaginare un profilo di intellettuale per la realtà del terzo millennio, senza confrontarsi con alcune personalità che nel nostro secolo hanno condotto con audacia battaglie decisive. Una di queste personalità è senz'altro Elio Vittorini, instancabile creatore di cultura che, in una stagione complessa della storia italiana ed europea, ha elaborato una proposta contro corrente, critica nei confronti delle ideologie imperanti, libera da ogni tipo di mistificazione.
La lunga esperienza intellettuale e civile gli ha offerto l'opportunità di far chiarezza su un tema che, nell'immediato secondo dopoguerra è stato particolarmente importante. Ci riferiamo al rapporto politica-cultura, che Vittorini sottrae ad interpretazioni fuorvianti, restituendo alla dimensione culturale l'autonomia e la forza che le appartengono.
Il contributo di riflessione offertoci dallo scrittore, consente soprattutto di disegnare il profilo dell'intellettuale di cui il nostro tempo sente forte l'esigenza: un uomo che non si piega alla moda e alle categorie ideologiche dominanti, ma ricerca tenacemente nella profondità dell'essere umano ciò per cui valga la pena lottare.
Sorprende il fatto che su uno dei maggiori scrittori del Novecento sia caduto il silenzio e che, nonostante ricorra quest'anno il trentennale della sua morte, avvenuta il 12 febbraio1996, non si sia dato vita ad un dibattito adeguato. Solo pochi ne hanno parlato: fra questi ricordiamo Gian Carlo Ferretti, il quale ha sottolineato la disparità di trattamento di cui, rispetto a Vittorini, ha goduto Pier Paolo Pasolini, la cui produzione, nel ventennale della tragica scomparsa, è stata al centro di numerose celebrazioni ed ampi confronti. Ferretti ritiene che una spiegazione della scarsa attenzione riservata oggi alla figura di questo protagonista del Novecento "può venire dall'immagine del Vittorini intellettuale e scrittore felicemente 'irregolare', 'irrequieto', 'impuro', capace di rischiare continuamente, di ricominciare sempre da capo, di scegliere l'incompiutezza o la non pubblicazione, per insoddisfazione e coerenza autocritica" 1.
Certo, si ha ragione di pensare che sia "un'immagine assai poco consonante con il panorama letterario e culturale di oggi, fatto in gran parte di opere prevedibili e di carriere sapientemente amministrate"2.
A maggior ragione, il Vittorini, ideatore de "Il Politecnico", "appassionato e lucido protagonista del dibattito sul rapporto (o distacco) tra politica e cultura, il folgorante perturbatore della pubblica quiete letteraria, l'intellettuale capace di vivere attivamente le contraddizioni e i modi di alcuni decenni di storia italiana, appare certamente estraneo ad una situazione come quella attuale, in cui il confronto problematico, la verifica critica e la tensione ideale danno da tempo estesi segni di crisi, di disamore e di cedimento"3.
Eppure, come osserva Maria Corti, la lettera di Vittorini a Togliatti "rimane un documento straordinario e utilissimo ancora oggi"4.
Proprio con l'intento di conoscere meglio un intellettuale così interessante, agli antipodi della tendenza attuale alla spettacolarizzazione e alla industrializzazione della cultura, abbiamo voluto accostarci ad una fase decisiva del suo impegno, quella nella quale è maturata l'esperienza de "Il Politecnico".
A nostro avviso, Vittorini ha sempre dimostrato "un aggancio con la contemporaneità, e di conseguenza una sorta di implicito giudizio sulla storia, che è tipico di chi partecipa attivamente alla dinamica culturale, mettendo in discussione anche se stesso"5. Egli ha dimostrato di avere sempre un forte interesse a confrontarsi con la realtà, interpretando le esigenze piú profonde del popolo italiano, soprattutto nei difficili anni del secondo dopoguerra, attraverso un impegno culturale mai provinciale, ma sempre aperto a orizzonti nuovi. All'interno del variegato e complesso percorso culturale dell'Autore, sicuramente si situa l'interessante esperienza culturale de "Il Politecnico"6.
Sin dal gennaio '43 Vittorini intendeva fondare "una rivista destinata ai giovani operai e agli studenti, quelli che sono nell'età nella quale tutti sono intellettuali"7 e perciò decisamente antiaccademica, attenta non solo alle tematiche letterarie ed artistiche, ma anche alle problematiche politiche, sociali ed economiche.
Il titolo, che riprende, non a caso, quello della rivista di Carlo Cattaneo, pubblicata fra il 1839 e il 1845, indica la volontà di collegarsi con quella tradizione di concreto impegno civile. Lo stesso Vittorini ammette che il nome scelto per la rivista, vuole indicare un forte interesse "per tutte le tecniche"8, considerando tecnica "ogni attività culturale (della poesia stessa e delle arti oltre che della politica, delle scienze e degli studi sociali) quando si presenti come ricerca della verità e non come predicazione di una verità"9.
La rivista, oltretutto, non vuole avere un taglio elitario, ma intende rivolgersi ad un pubblico molto vasto, con l'arduo scopo di divenire "uno strumento di lavoro che dia alle masse la possibilità di far pesare le esigenze loro nell'elaborazione dei problemi culturali"10 e "di portare la cultura ad interessarsi di tutti i concreti problemi sociali in modo da giovare all'opera di rigenerazione della società italiana"11.
Per comprendere il significato di tale iniziativa, occorre innanzitutto riferirsi al contesto storico particolare in cui essa si situa: siamo all'indomani della Liberazione e la cultura italiana, appena uscita dagli anni oscuri del fascismo e della tragedia della guerra, sembra aver riacquistato fiducia in se stessa ed è "desiderosa di riconquistare d'impeto tutte quelle ragioni, quelle ideologie che la mettano al passo con gli avvenimenti"12. Vittorini, che già dai primi anni Quaranta milita nel Partito Comunista ed ha fatto l'esperienza della Resistenza, vuole affrontare un discorso globale sulla cultura, che egli ritiene non debba essere intesa come "professione per pochi"13 e vuol fare della sua rivista un nuovo strumento di diffusione culturale, appunto, una "alternativa ai vecchi miti e ai vecchi valori"14, capace di "interpretare tutte le esigenze della cultura dell'immediato dopoguerra"15.
Ora, tentare di prendere in considerazione dimensioni tanto differenti fra loro, come politica e cultura, economia e letteratura, marxismo e cristianesimo, senza trascurare le nuove correnti culturali, quali psicoanalisi, esistenzialismo, pragmatismo, voler esaminare tutta una serie di problemi rimasti fino allora ai margini della coscienza intellettuale, è un'impresa sicuramente molto ardua che presuppone proprio in chi questa sfida l'ha accettata, una fortissima coscienza democratica da una parte, e una preparazione culturale solidissima dall'altra.
Nel primo numero, pubblicato il 29 settembre 1945, l'editoriale di Vittorini, dal titolo Una nuova cultura , fissa i principi operativi dell'azione politica e culturale che la rivista intende svolgere. Egli constata innanzitutto che, a conclusione del ventennio fascista e della tragedia della guerra è proprio la cultura ad essere stata maggiormente sconfitta. Essa "che è stata pensiero greco, ellenismo, romanesimo, cristianesimo latino, cristianesimo medioevale, umanesimo, riforma, illuminismo, liberalismo"16 e che non è riuscita ad opporsi al fascismo, non ha rivelato la sua capacità liberatrice. Tale cultura "ha generato e rigenerato, dunque, se stessa e mai o quasi mai [...] anche l'uomo. Se quasi mai [...] la cultura ha potuto influire sui fatti degli uomini dipende solo dal modo in cui [...] si è manifestata. Essa ha predicato, ha insegnato, ha elaborato principi e valori, ha scoperto continenti e costruito macchine, ma non si è mai identificata con la società, non ha governato con la società, non ha condotto eserciti per la società"17.
La nostra cultura, quindi, agli occhi di Vittorini, ha elaborato valori, ma non si è interessata degli strumenti idonei e necessari per attuare concretamente quegli stessi valori nella società. È stata, cioè, prevalentemente una cultura consolatoria , ma non si è mai impegnata direttamente a modificare una realtà ingiusta e a cercare una società che possa eliminare oppressione e sofferenza. Per questo Vittorini auspica "non piú una cultura che consoli nella sofferenza ma una cultura che protegga dalla sofferenza, che la combatta e la elimini"18.
Egli oppone quindi "la sua via dall'uomo agli uomini, da una cultura consolatoria dell'uomo in se stesso a una cultura che prenda possesso di vie oggettive di salvezza, ma anche di moralità, di educazione non per l'uomo bensì per gli uomini"19.
Le sue argomentazioni rivelano inoltre la volontà di superare ogni isolamento settario: l'editoriale, infatti, si conclude con l'invito a tutti gli uomini di cultura, non solo quindi ai marxisti, ma anche ai liberali, ai laici, agli idealisti crociani, agli stessi cattolici, perché si adoperino in una lotta comune che offra alla cultura quegli strumenti che finora le sono mancati. La critica di Vittorini al "linguaggio accademico e tecnico"20, alle "fonti esaurite del centro culturale"21, ad una "cultura e letteratura che si sono estraniate, volenti o nolenti, dal contesto sociale"22, rivela un'idea molto chiara della funzione che deve avere l'intellettuale.
Tale idea viene a precisarsi quando la rivista affronta la questione del rapporto tra politica e cultura e quindi, in concreto, tra intellettuali e uomini politici, divenuta centrale nel dibattito culturale italiano dell'immediato dopoguerra.
Va riconosciuto a Vittorini il merito di aver posto al centro dell'attenzione tale problematica. Egli, dopo aver rivendicato già implicitamente nel primo editoriale de "Il Politecnico" l'autonomia della cultura dalla politica, convinto che anche la cultura abbia la forza di dirigere trasformazioni sociali, approfondisce l'argomento in risposta ad alcuni intellettuali direttamente legati al p.c.i.23. Tra questi, Mario Alicata aveva espresso profonde riserve sull'impostazione che via via stava assumendo la rivista la quale, limitandosi semplicemente ad una pura azione di informazione, non avrebbe mai attuato quel processo di rinnovamento sociale, che tanto stava a cuore al fondatore.
Vittorini, con un articolo molto incisivo e puntuale, pubblicato sul numero 31/32 del luglio-agosto 1946 afferma che "l'errore principale [...] è ritenere "Il Politecnico" comunista per il fatto di essere diretto da un comunista"24.
"Il Politecnico" vuole essere, invece, una rivista scritta da "marxisti e non insieme"25, che vuole esprimere "una esigenza storica della cultura italiana stessa che non importa se fa o non fa politicamente comodo a un partito o ad un altro"26. Chiarito questo, Vittorini entra subito nel merito della questione che intende affrontare: i rapporti tra politica e cultura, appunto, e la conseguente distinzione tra doveri politici e doveri culturali. Egli è convinto che "la politica è parte della cultura, [...] è cultura diventata azione"27, mentre la cultura "ha sempre un valore anche politico nella misura in cui inclina a diventare azione"28.
Tuttavia, mentre "la politica agisce in genere sul piano della cronaca, la cultura, invece, non può non svolgersi all'infuori da ogni legge di tattica e di strategia, sul piano diretto della storia"29. A ciò si aggiunga che la cultura "cerca la verità e la politica, se volesse dirigerla, non farebbe che tentare di chiuderla nella parte già trovata della verità" 30.
Vittorini rivendica quindi alla cultura il diritto di porsi autonomamente di fronte ai problemi, di rinnovarsi, al di là di obiettivi strettamente politici e di valutare gli eventi secondo un'ottica propria. È interessante, poi, come lo scrittore ponga l'opposizione quantità-qualità, quasi come discriminante assoluta dei campi di azione e dei modi di procedere propri, rispettivamente della politica e della cultura.
Perfino Togliatti sente il dovere di intervenire direttamente nella polemica, con una lettera apparsa sul numero 10 del 1946 di "Rinascita", stampata, poi, da Vittorini, col titolo Politica e cultura sul numero 33/34 del settembre-dicembre 1946, assumendo, come era nel suo stile, un tono fermo e molto schietto. Pur ammettendo i limiti della critica mossa da Alicata a Vittorini, che con una metafora paragona a "un colpo di fioretto"31, Togliatti contesta una sorta di enciclopedismo e di assenza di riflessione sui problemi affrontati. Non condivide la pretesa che la cultura possa quasi dirigere la politica e rivendica ai politici il diritto-dovere di esprimersi liberamente in forma critica verso una pubblicazione culturale come "Il Politecnico", pur respingendo l'accusa che il Partito Comunista voglia esercitare un controllo effettivo sugli uomini di cultura. Per questo Togliatti ribadisce che l'azione de "Il Politecnico" era stata vista in un primo momento con favore, il suo programma ritenuto "adeguato a quelle necesità di rinnovamento della cultura italiana"32.
Quelle premesse della rivista, secondo Togliatti, non sono state però mantenute, anzi i propositi enunciati nell'editoriale del primo numero, fra i quali la necessità di una cultura che incida profondamente sulle trasformazioni della realtà, sembrano essere stati sostituiti da "una ricerca astratta del nuovo, del diverso, del sorprendente"33.
In realtà, mentre il p.c.i. in questi anni richiede agli uomini di cultura e agli intellettuali una trasmissione di contenuti culturali alle classi subalterne "in un rapporto che è e deve rimanere rigidamente pedagogico"34, mirato, cioè, al rinnovamento e alla democratizzazione della società italiana e progetta un tipo di cultura "ampliata rispetto ai limiti posti dal regime fascista"35, "tutta interna però alla tradizione nazionale" 36, Vittorini invece punta la sua attenzione sulla capacità creativa della ricerca culturale vedendo in essa la "possibilità di progettare e insieme di prefigurare una diversa organizzazione sociale in cui l'uomo potesse realizzarsi nella sua totalità"37.
Nella sua risposta a Togliatti, pubblicata sul numero 35 del gennaio-marzo 1947, lo scrittore dichiara, con estrema chiarezza, che il suo pensiero è stato frainteso. Egli ribadisce, prima in maniera piú velata e poi in forma esplicita, la necessità che la cultura resti autonoma dalla politica. Se intesa come semplice "mezzo della politica"38, l'influenza della cultura "sarà sempre molto esigua, [...] inadeguata, [...] imperfetta" 39; solo se è libera da condizionamenti, se adempie al suo compito di ricerca problematica, allora la cultura arricchisce la politica, le dà un "apporto qualitativo"40.
Lo scrittore precisa di non aver mai preteso che la cultura arrivi a dirigere la politica, ma è pur vero che la politica non può e non deve dirigere la cultura, limitarne la ricerca, benché comunque debba "sentire i problemi sentiti dalla cultura ed [...] essere pronta a farli propri via via che maturano"41.
La cultura, quindi, deve avere la possibilità si svolgere autonomamente il proprio lavoro di ricerca. Emerge ancora una volta il filo conduttore della vicenda de "Il Politecnico": il rifiuto del marxismo come metafisica, a cui aderire acriticamente e l'apertura, pur nella fedltà alle direttive del Partito, alle istanze piú autentiche presenti in altri orizzonti culturali. Pertanto "il rapporto tra politica e cultura non deve essere regolato né dalla politica né dalla cultura, ma deve essere libero di variare, con legami piú o meno stretti fra i due poli, a seconda delle fasi diverse della storia"42.
Circa poi i rapporti tra intellettuali e Partito Comunista, Vittorini precisa di non avere mai pensato "che l'uomo politico non debba interferire in questioni di cultura"43, ma ha solo "inteso dire che egli deve guardarsi dall'interferirvi, con criterio politico, per finalità di contingenza politica, attraverso argomenti o mezzi politici, e pressione politica, e intimidazione politica"44. È chiaro che " in quanto uomo anche di cultura, anche di ricerca"45, l'uomo politico "non può non partecipare alle battaglie culturali. Solo che deve farlo sul piano della cultura stessa e con criterio culturale"46. L'intellettuale cioè non può ridursi "a suonare il piffero per la rivoluzione"47, perché questo significherebbe ridurre a conformismo l'attività culturale. Il vero scrittore, l'intellettuale, è colui che ricerca personalmente e scopre nell'uomo esigenze "interne, segrete, recondite [...] ch'egli soltanto sa scorgere "48. Questi sono, per Vittorini, i veri scrittori rivoluzionari.
Tutto ciò dimostra che il programma della rivista è di per sé incompatibile con le finalità del pci in quel particolare momento storico. Pertanto, a nostro avviso, si delinea quella che può essere considerata in un certo senso "l'utopia" di Vittorini, ossia la sua fiducia in una attività culturale che possa prendere il potere, stabilendo un rapporto diretto col pubblico.
Tuttavia, se ad un'analisi superficiale tale esperienza può apparire una sorta di "sconfitta morale"49, va detto che, pur notando "quel tanto di astrattamente libertario, di estremamente vivo, ma contraddittorio, di utopistico"50, che è proprio del suo progetto, la lotta dura e tenace portata avanti dallo scrittore, la sua azione vivace e pungente, la sua fiducia nelle masse, il suo desiderio di una cultura autonoma dalla prassi politica, delineano la figura di un intellettuale a cui guardare per una lezione di viva attualità, che consenta di liberarsi da tutti i vincoli convenzionali che impediscono di guardare la realtà così com'è.
Nella società attuale, infatti, in cui le leggi di mercato condizionano fortemente l'attività culturale costringendo l'intellettuale a rinunciare all'autonomia di giudizio per inserirsi nella struttura della produzione industriale, lo spirito di ricerca sempre vivo e a contatto con la realtà, manifestato da Vittorini, quella sua apertura mentale alle piú diverse problematiche sociali e culturali, quel suo continuo "rifiuto del convenzionale, dello scontato, di quelle verità cosí logore che nessuno sa piú perché si debbano affermare"51, costituiscono piú che mai un punto di riferimento per chi intenda, ancora oggi, fregiarsi del titolo di intellettuale.

Giovanni Cerundolo III A

* Il lavoro è stato guidato dalla prof.ssa Lilia Fiorillo

Bibliografia

Opere

Elio vittorini, "Il Politecnico ", Einaudi, Torino 1945-1947.
Elio vittorini, Gli anni del "Politecnico ". Lettere 1945-1951, Einaudi, Torino 1877.

Saggi

Francesco Leonetti, Riassunto della polemica sul "Politecnico " e nuova polemica , in aa.vv., La polemica Vittorini-Togliatti e la linea culturale del pci nel 1945-47 , Milano 1974.
Eugenio Garin, Cronache di filosofia italiana , 1900-1943, ed. Laterza, Bari 1975.
Corrado Stajano, "Il Politecnico ", un discorso aperto , in "Libri Nuovi ", a. VIII, n. 1, gennaio 1976.
Marco Forti, sergio pautasso, Politica e Cultura su "Il Politecnico ", in aa.vv., Letteratura Italiana. Novecento , vol. VII, Marzorati, Milano 1980, pp. 6158-6182,
Sergio Pautasso, La milizia culturale di Vittorini e la sfida teoretica alla letteratura , in aa.vv., Letteratura Italiana. Novecento , vol. VII, Marzorati, Milano 1980, pp. 6248-6258.

NOTE

1 gian carlo ferretti, Elio e le memorie silenziose, "L'Unità 2", 20 maggio 1996, p. 7.
2 Ibidem.
3 Ibidem.
4 paolo di stefano, Scrittori e no: troppo Pasolini, niente Vittorini, "Corriere della Sera", 24 maggio 1996, p. 22.
5 Sergio pautasso, La milizia culturale di Vittorini e la sfida teoretica alla letteratura, in aa.vv., Letteratura italiana. Novecento, vol. VII, Marzorati, Milano 1980, p. 6248.
6 Nato a Milano nel settembre 1945 come settimanale, "Il Politecnico ", rivista di cultura contemporanea, edito da Einaudi, si trasforma, poi, in mensile nella primavera del 1946 e continua ad essere pubblicato fino al dicembre del 1947.
7 Così riferisce Franco Fortini, ricordando che Vittorini già in quella data gli espose il progetto di una rivista, che si sarebbe poi concretizzata ne "Il Politecnico ". (C. Stayano, "Il Politecnico", Un discorso aperto, in "Libri nuovi", a. VIII, n. 1, gennaio 1976).
8 elio vittorini, "Il Politecnico ", n. 5, 27 ottobre 1945, p. 1.
9 Ibidem.
10 Ibidem.
11 Ibidem.
12 marco forti, sergio pautasso, Politica e Cultura su "Il Politecnico ", in aa.vv., Letteratura Italiana. Novecento, vol. VII, Marzorati, Milano 1980, p. 6158.
13 sergio pautasso, op. cit., p. 6248.
14 Ivi, p. 6249.
15 Ibidem.
16 elio vittorini, Una nuova cultura, in "Il Politecnico ", n. 1, 29 settembre 1945, p. 1.
17 Ibidem.
18 Ibidem.
19 Marco forti, sergio pautasso, op. cit., p. 6161.
20 Ivi, p. 6159.
21 Ibidem.
22 Ibidem.
23 Cesare Luporini era intervenuto con l'articolo Rigore della cultura, in "Società ", n. 5, 1946; Mario Alicata con il corsivo La corrente Politecnico, in "Rinascita ", a. III, n. 5-6 maggio-giugno 1946, p. 116.
24 elio vittorini, Politica e Cultura, in "Il Politecnico ", n. 31/32, luglio-agosto 1946, p. 2.
25 Ibidem.
26 Ibidem.
27 Ibidem.
28 Ibidem.
29 Ivi, p. 3.
30 Ibidem.
31 palmiro togliatti, Politica e Cultura, in "Il Politecnico ", n. 33/34, settembre- dicembre 1946, p. 3.
32 Ivi, p. 4.
33 Ibidem.
34 francesco leonetti, Riassunto della polemica sul "Politecnico " e nuova polemica, in aa.vv., La polemica Vittorini-Togliatti e la linea culturale del pci nel 1945-47, Milano 1974, p. 174.
35 Ibidem.
36 Ibidem.
37 Ibidem.
38 elio vittorini, Politica e Cultura. Lettera a Togliatti, in "Il Politecnico ", n. 35, gennaio-marzo 1947, p. 3..
39 Ibidem.
40 Ivi, p. 4.
41 Ibidem.
42 Ivi, p. 105.
43 Ibidem.
44 Ibidem.
45 Ibidem.
46 Ibidem.
47 Ivi, p. 106.
48 Ibidem.
49 Non sono infatti mancati rilievi e critiche all'azione culturale svolta da "Il Politecnico". In particolare va ricordata la posizione di Eugenio Garin il quale, pur ricordando lo sforzo fatto dalla rivista per diffondere una cultura rinnovata, ritiene però che Vittorini non sia riuscito a far maturare la sua azione culturale, "attraverso una storicizzazione adeguata del fascismo e dell'antifascismo" (eugenio garin, Cronache di filosofia italiana 1900-1943, vol. II, ed. Laterza, Bari 1975, p. 522), dimostrando il più delle volte semplici "insoddisfazioni non ragionate" (Ibidem ). Solo attraverso un'effettiva storicizzazione della cultura fascista, infatti, si sarebbe potuto avviare "un discorso nuovo, rigoroso, non moralistico e non divulgativo, non limitato a introdurre nuove nozioni senza cambiare la sostanza, non esaurito nel sermone persuasivo ma davvero impegnato nella costruzione" (Ivi, p. 526).
50 Marco Forti, op. cit., p. 6180.
51 edoardo esposito, La stagione silenziosa, in "L'Unità", 27 maggio 1996, p. 7.


https://web.archive.org/web/20050309201023/http://www.clio.it/sr/ce/palmieri/annuario/vittorini.html

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