Immanuel Wallerstein. Universalismo europeo.

 



Immanuel Wallerstein. Universalismo europeo. El discurso del poder.

Silvio Di Bernardo

UPEL-IPRM. Venezuela.

El origen de las discusiones acerca de la imposición cultural europea sobre el resto del mundo no es para nada reciente. Ya a mediados del siglo XVI, los letrados españoles Juan Ginés de Sepúlveda y fray Bartolomé de las Casas protagonizaron un intenso debate que polemizaba en torno a la presencia española en los territorios que posteriormente se llamarían América. Por una parte Las Casas defendía la idea de que la ocupación española violentaba los principios fundamentales de los grupos humanos que habitaban estas tierras y por otro lado Sepúlveda insistía en la necesidad de reducir a estos grupos, mediante la fuerza si era necesario, hasta llevarlos a la senda del bien (europeamente hablando). Las Casas refuta de manera magistral cada uno de los argumentos esgrimidos por Sepúlveda, dejando en el aire la siguiente pregunta ¿es lícito acabar con todo un pueblo en nombre de Dios?, pregunta que el tiempo reformularía y quedaría de esta manera ¿es lícito destruir toda una cultura para “civilizarla” o para llevarla al “progreso” según el criterio de los poderosos? Así comienza la brillante exposición que Immanuel Wallerstein hace en su libro Universalismo europeo, publicado por primera vez en español en el año 2007, y que a continuación comentaremos.

Siguiendo la disputa entre Las Casas y Sepúlveda, nuestro autor relata una serie de hechos que desembocan en interesantes observaciones. Una de ellas es que la secuencia argumentativa de los poderosos, en su tarea de imponerse, ha sido más o menos de la siguiente manera: evangelizar a los salvajes, civilizar a los ignorantes colonizados y defender los derechos humanos de los inocentes y de los grupos humanos más débiles del mundo a la vez que promover la democracia como valor universal. Solo a mediados del siglo XX –explica Wallerstein- con las grandes revoluciones anticoloniales que se hacen sentir en el mundo, se empezaría a cuestionar dicha argumentación. No obstante, la presencia de organismos multilaterales (especialmente la ONU, la OTAN y la OEA) y de algo que se ha dado a llamar ONG´s (organizaciones no gubernamentales) ha fungido como un muro de contención hacia la verdadera reivindicación de los derechos inalienables de los pueblos del mundo, preservando los intereses de los poderosos. Este estado general de las cosas ha sido el producto resultante de un discurso de poder promovido desde un contexto europeo y europeizador, ha intentado generar valores universales que no atenten contra la estabilidad del sistema-mundo existente.

Mas adelante, Wallerstein toma el caso de las denominadas civilizaciones avanzadas (China, India, Persia, etc.) y explica como los apologistas del universalismo europeo promovieron la idea que la única vía posible para que estas culturas avanzaran hacia el progreso sostenido, era su adhesión al sistemamundo moderno, el cual se presentaba como una necesidad histórica. A los efectos de validar este planteamiento la modernidad creó una categoría de análisis, interpretación y sobre todo de dominación llamada: Orientalismo. Categoría que reduce y simplifica el legado del mundo oriental hasta convertirla, literalmente, en pieza de museos al servicio de los poderosos. Para darle mayor solidez a sus ideas en este punto, Wallerstein se vale de sendos trabajos publicados por dos intelectuales de gran valía “contracultural”: Anouar Abdel-Malek y Edward W. Said. Ahora bien, uno de los retos más interesantes planteados por el autor es ¿cómo suplantar la perspectiva binaria prevaleciente en el sistema-mundo moderno sin caer en radicalismos contradictorios ni particularismos descontextualizados? La propuesta no se hace esperar y con claridad meridiana se apunta que “es necesario que universalicemos nuestras particularidades y particularicemos nuestros universales simultáneamente.” Imposible ser más explícito.

Intentar demostrar que el sistema-mundo moderno ha estado sustentado por la economía-mundo capitalista ha sido una de las luchas claves que ha sostenido Immanuel Wallerstein a lo largo de su fructífera vida intelectual. En este sentido podemos acotar que Wallerstein señala, con sorprendente lucidez, que la economía-mundo capitalista, representada por el capitalismo como sistema histórico, está atravesando actualmente una crisis estructural terminal que difícilmente tenga solución. El puntal de la crisis no es otro que la imposibilidad de mantener las ganancias y, por ende, la imposibilidad de seguir acumulando capital, lo cual es la razón de ser del capitalismo histórico. Por lo tanto, si este sistema está en crisis obviamente todo lo que gravita en torno a él también está en crisis. Nuestro autor distingue la crisis de las estructuras del saber y la crisis del universalismo científico, ambas estrechamente ligadas al moderno sistema universitario, a la división epistemológica entre las llamadas dos culturas (cultura científica y cultura humanística) y al papel de las ciencias sociales. Sin duda, la crisis es caóticamente estructural y las posibles soluciones deberán ser del mismo tenor.

Al parecer cinco siglos de dominación han sido suficientes para empezar a desmontar todo este discurso del poder, el cual se mantuvo mediante el uso de la fuerza -en algunos casos esta violencia fue legitimada por ciertos grupos dominados, a razón de un “futuro más promisorio”. Aquel juego de domesticar, vía coerción social, moral y política, a todo aquel que pusiera en duda los preceptos del universalismo europeo parece estar llegando a su fin. Empero la pregunta que inevitablemente surge es: ¿y ahora qué? Un universalismo más universal, que conllevaría probablemente a una red de universalismos universales desprovista de la manipulación de los poderosos, es la respuesta de Immanuel Wallerstein. Finalmente, y en sintonía con lo aquí expresado, este extraordinario pensador estadounidense extiende una invitación a todo aquel intelectual que se sienta llamado a jugar un papel relevante en esta etapa de transición. Para ello el interesado debe deshacerse de las restricciones que las ciencias han impuesto a la intelectualidad mundial y, en paralelo, asumir posturas reflexivas a nivel analítico, a nivel moral y a nivel político en una especie de conjunción independiente y liberadora. Nadie sabe qué pasará dentro de veinte o cincuenta años, pero el camino asomado por Wallerstein, en esta obra de inconmensurable valor, parece ser el más prometedor. Todo indica que está llegando la hora de vencer a Goliat, pero ¿Dónde está David?


http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1315-94962009000100010

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