Elon Musk llega antes de la 60.ª ceremonia inaugural en la que Donald Trump prestará juramento como 47.º presidente, en Washington, DC.ZUMA vía Europa Press
Por Patricia Horrillo
Periodista y fundadora de Wikiesfera
24/01/202
Wikipedia acaba de cumplir 24 años y Elon Musk, lejos de felicitarla, la acusa de ser de izquierdas. De hecho, la denomina Wokepedia en un intento pueril de insultar a quienes construimos el mayor espacio de conocimiento libre y colaborativo que ha existido hasta ahora. Como si ser feminista, antirracista y defender los derechos humanos fuera algo malo. Claramente, para él sí lo es, y critica que la Wikimedia Foundation (WMF), la organización sin ánimo de lucro que sostiene tecnológicamente Wikipedia, destine 50 millones de dólares, casi un tercio de su presupuesto, a iniciativas de diversidad, equidad e inclusión (DEI).
A Musk le parece mal que se intenten corregir las desigualdades que existen en Wikipedia y, en un ejemplo más de su actitud prepotente, alienta a sus seguidores a que dejen de financiarla. No quiere que la WMF reciba las donaciones que permiten mantener tecnológicamente Wikipedia ni que ese dinero ayude a combatir los sesgos que históricamente existen en la plataforma, como son la brecha de género (solo el 13% de quienes la editamos somos mujeres) y la invisibilización de minorías étnicas y del colectivo LGBTQ+.
Cuando pide que no se done más a Wikipedia “hasta que restauren el equilibrio en su autoridad editorial”, Musk demuestra que no comprende cómo funciona esta enciclopedia colaborativa. Y es normal, porque dentro de la lógica capitalista en la que vivimos, poca gente entiende que pueda haber una comunidad de personas repartida por todo el mundo que se dedique a construir un espacio de conocimiento libre sin recibir retribución económica alguna. Sí, esto es importante: ninguna de las miles de personas que editamos, revisamos, corregimos, mejoramos o creamos artículos nuevos en la enciclopedia online más visitada del mundo cobramos por nuestra labor. Participamos en Wikipedia de manera altruista porque creemos en la importancia del acceso universal al conocimiento, y comulgamos con la visión de la WMF que dice: “Imagina un mundo en el que cada ser humano pueda compartir libremente en la suma de todo el conocimiento. Ese es nuestro compromiso”.
Además de esa labor voluntaria, también le falta a Musk comprender la ausencia de estructuras tradicionales de las comunidades de wikipedistas. Existe un modelo de gobernanza basado en la dedicación y el buen hacer, que es reconocido positivamente por el resto de quienes editan. Pero, por no haber, no hay ninguna clase de consejo editorial que decida sobre lo que se documenta. Cada cual elige sobre lo que quiere publicar. Y la WMF no tiene injerencia alguna en el contenido de las más de 300 Wikipedias que existen, una por idioma. Sin embargo, para alguien a quien le sobra el dinero y decidió comprarse una red social -Twitter- por un valor exorbitante, parece que no pueda existir ningún proyecto que no se rinda a su billetera. Y, en 2023, ofreció mil millones de dólares si se cambiaba el nombre de Wikipedia por el de 'Dickipedia' (sí, “Penepedia” si lo traducimos a español) durante al menos un año. Algo que, por supuesto, no ocurrió. Porque la estructura legal de la WMF impide que cualquier persona o entidad privada, independientemente de su poder adquisitivo, se apropie de sus activos o altere su misión, lo que garantiza que Wikipedia siga siendo un proyecto libre y sin ánimo de lucro.
Siguiendo con la misma lógica capitalista en la que estamos inmersas, tampoco encaja la existencia de una plataforma de información libre, abierta, gratuita, sin publicidad y en la que no se trafica con nuestros datos. Solo Wikipedia y Archive.org (donde, que no se nos olvide, está la memoria de internet) se acercan a esa idea de los primeros 2.000 de una internet abierta, sin fronteras y donde podíamos comunicarnos e intercambiar ideas con personas de cualquier lugar del mundo. Parece que quedaran muy lejos los blogs y los chats tipo IRC, aunque son espacios digitales que creo que deberíamos recuperar.
Musk ataca a Wikipedia porque se escapa a su control. Porque no puede evitar que mediante referencias de fuentes secundarias (libros, informaciones, investigaciones académicas, revistas especializadas…) que acreditan hechos y realidades diversas se documente aquello que prefiere que quede en la oscuridad. No quiere un lugar que busca el punto de vista neutral de la Historia y al que no pueda aplicar un algoritmo que favorezca el odio y divida a la sociedad, como tan fácilmente ha conseguido hacer con Twitter. Nos ataca para deslegitimar uno de los poquísimos espacios que quedan fuera del contexto empresarial de la oligarquía, y que no tiene un interés comercial ni de manipulación de la opinión pública.
La idea de una enciclopedia global, gratuita, sin ánimo de lucro y gestionada por una comunidad descentralizada contrasta radicalmente con el modelo de plataformas digitales como Twitter o Meta. En éstas la prioridad es maximizar beneficios económicos, lo que a menudo conlleva la proliferación de desinformación y discursos de odio con el pretexto de proteger la “libertad de expresión”. Quieren una internet cada vez más comercial, donde el contenido prioriza la atención sobre la verdad.
En contraste, Wikipedia representa un modelo alternativo de colaboración global. Desde su creación en 2.001, se ha mantenido fiel a su misión: democratizar el acceso al conocimiento. Este esfuerzo no está exento de problemas y lógicamente recibe críticas por sus sesgos y por la falta de representación de ciertas comunidades. Sin embargo, a diferencia de las grandes tecnológicas, la solución de la WMF no pasa por el control corporativo, sino por el fortalecimiento de sus comunidades y la promoción de principios de inclusión y verificación colaborativa.
Ante un panorama amenazante con Trump de nuevo en la Casa Blanca rodeado de todos estos magnates de la tecnología puede parecer que no podemos hacer nada y que somos víctimas de sus decisiones. Ellos, que usan la bandera de la libertad como arma y que, al mismo tiempo, nos atan a sus modelos de negocio dificultando que salgamos de sus redes, son los oligarcas de siempre pero recubiertos de una pátina brillante y seductora. Pero, aunque no lo creamos, SIEMPRE tenemos una pequeña capacidad de maniobra. Podemos reclamar leyes a nuestros gobiernos para que las políticas de sus espacios digitales respeten los derechos humanos en nuestros países y que aquí, al menos, no se pueda insultar a mujeres ni a personas del colectivo LGBTQ+. Podemos dejar de comprar en sus tiendas online que matan al comercio local y apoyar a los establecimientos de barrio. Podemos apoyar económicamente a medios de comunicación para que, con mayor independencia, puedan hacer periodismo y contraatacar la desinformación y las noticias falsas. Podemos dejar de nutrir con nuestras ideas, nuestras fotos y nuestros vídeos sus redes sociales, y subirlas a repositorios libres de derechos para compartirlas con el resto de la humanidad. Podemos, aunque nos cueste, renunciar a la dopamina que nos proporciona mirar vídeos de gatitos y desactivar el poder de sus algoritmos. Y, en general, podemos crear alternativas lúdicas que nos permitan volver a mirarnos y a hablar con quienes tenemos enfrente.
La ironía de los ataques de Musk radica en que lo que él percibe como una amenaza es, de hecho, la mayor fortaleza de Wikipedia. Su modelo descentralizado, basado en el consenso y el trabajo voluntario, es una alternativa real a los monopolios digitales que controlan la información y explotan nuestros datos. En Wikipedia no hay algoritmos que prioricen el contenido sensacionalista, ni estrategias para maximizar el tiempo de permanencia de los usuarios en la plataforma. Lo que hay es una red global de personas comprometidas con la idea de que el conocimiento debe ser un bien común, no una mercancía.
La dependencia de Wikipedia de las donaciones individuales también es una debilidad, porque la hace vulnerable a campañas de desprestigio como la de Musk. Pero también es una fortaleza, porque significa que su sostenibilidad no depende de anunciantes ni de intereses corporativos. En un mundo donde las grandes tecnológicas rinden pleitesía a líderes autoritarios como Trump, la independencia de Wikipedia es un acto de resistencia.
En última instancia, la batalla por el futuro de internet no se libra solo en los tribunales o en los despachos de las grandes corporaciones tecnológicas. También se libra en nuestras decisiones cotidianas: ¿apoyamos proyectos como Wikipedia y Archive.org, que defienden el acceso libre al conocimiento, o nos resignamos a un internet dominado por intereses comerciales y narrativas autoritarias? ¿Queremos una red donde la información sea un derecho, o una donde sea un privilegio?
El ataque de Elon Musk a Wikipedia no es un hecho aislado. Es parte de una ofensiva más amplia contra los espacios que representan una alternativa al modelo hegemónico de internet. Defendámoslos. Porque, al final, el futuro de la red es también el futuro de nuestra democracia y de nuestra capacidad colectiva para imaginar un mundo más justo.
https://www.publico.es/opinion/columnas/elon-musk-puede-comprar-wikipedia-le-molesta.html
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