Emil Cioran Vivir sin esperanza LIBROS

 Nacionalizado en el nihilismo, Cioran no creyó en el progreso, ni en dios, ni en el alma, ni en ningún sentido de la existencia.

Emil Cioran (1911-1995) no fue, lo que se dice, un filósofo tradicional. Desde luego, tampoco un ensayista al uso. Sin ningún interés aparente, escribió como quien sangra, pero sin preocuparse excesivamente por la pérdida. Pensar, para él, fue una forma de vaciarse, de soportarse a sí mismo. El fruto de ese pensamiento, su obra, no proporciona ningún consuelo ni promete una salida. Absténganse los adictos al happy end. Esta es pura lucidez sin anestesia. Por eso incomoda. Y por eso a unos cuantos fascina con morbosidad.

AlejandroVillamor


Nació en 1911 en Rășinari, un pueblo de Rumanía, hijo de Elvira Cioran y de Emiliano Cioran, un sacerdote. Como él mismo escribió, desde joven sintió el peso del mundo como una carga insoportable. Nacionalizado en el nihilismo, no creyó en el progreso, ni en dios, ni en el alma, ni en ningún sentido de la existencia. En su Del inconveniente de haber nacido, deja a las claras que no debe ningún agradecimiento a sus padres: «No haber nacido, de solo pensarlo, ¡qué felicidad, qué libertad, qué espacio!».

Estudió filosofía en Bucarest, donde se empapó de Nietzsche y Schopenhauer. Como el primero, su escritura no fue académica. Se decantó por el aforismo, por la frase cortante, el destello que te abofetea sin titubeos. Publicó su primer libro con apenas 22 años y lo llamó En las cumbres de la desesperación. El título ya anunciaba el tono que mantendría toda su vida.

Pasó por Berlín. Se interesó fugazmente por el fascismo. Admiró a Hitler durante un breve periodo, algo que siempre pesó como una losa en su biografía. Más tarde renegaría de esas ideas, aunque no lo expresó con discursos. Prefirió el silencio. La distancia. No pidió perdón. Lo que hizo fue cambiar de idioma y de paisaje.

En 1937 se instaló en París, lugar donde se quedó hasta morir. Aprendió francés con una obsesión casi religiosa (aseguró que cambiar de lengua lo salvó). Desde entonces, escribió solo en francés. Poco a poco, se convirtió en un autor maldito, solitario, marginal. No dio conferencias y rechazó homenajes. Vivió en pensiones baratas. Caminaba por las calles con la mirada baja. Leía, escribía y escuchaba a Bach.

Su obra gravita en torno a una sola obsesión: la inutilidad del ser

¿Qué decir de su obra para quien no esté familiarizado? Pues que gravita en torno a una sola obsesión: la inutilidad del ser. El autor rumano no cree en ningún propósito último. No hay sentido. No hay destino. No hay redención. Ni pasado, ni presente ni futuro. La existencia es un accidente biológico que no debería haber ocurrido. Cada nacimiento es un error. Sin embargo, no defendió el suicidio –algo que muchos no entienden–. De hecho, escribió para no matarse, aunque, como reconoce en su Adiós a la filosofía, «lo que es repele el abrazo verbal». Con un toque wittgensteniano, las palabras son incapaces de expresar lo inefable.

No tuvo fe en nada. Ni en la política, ni en la filosofía, ni en el amor. Veía en todo esto una forma de autoengaño. Las ideologías le daban asco. Las religiones le parecían delirios. Aun así, hablaba de dios con una gran familiaridad. Lo insultó y lo provocó. Pero no hizo lo peor que se puede hacer, no lo ignoró. El vacío de dios era demasiado grande como para fingir que su ficticia sombra no le importaba.

En Breviario de podredumbre, uno de sus libros más conocidos, lanza ataques contra toda forma de esperanza. Desnuda la impostura de las certezas cartesianas. Celebra la duda quietista como modus vivendi. Escribe sin odio; más bien, como el amante engañado, como un aventurero sin tesoro, como el niño que recibe carbón por Navidad.

Mayormente, sus textos no están organizados en capítulos. Como se ha dicho, no construyen argumentos académicos. Son fragmentos. Cachos de pensamiento. Hay una lógica, pero es interna. Al lector solamente se le permite entrever lo que ahí se oculta.

Fue un hombre contradictorio, que detestaba la fama pero leía obsesivamente las críticas que le hacían

En paralelo con su indiferencia hacia todo (política, religión, etcétera), a Cioran no le interesó cambiar el mundo. Tampoco explicarlo, ¿cómo explicar el absurdo? Por decirlo con pocas palabras, pasó por el mundo. Le sobrevivió. Sin afán por convencer de nada, sin ego. Eligió pasar por el mundo, por este somero centelleo que es cada vida, como pudo. Algunos eligen la búsqueda de los placeres, del dinero, de lo sensual, de los afectos familiares, de las aventuras, del conocimiento, del ocio, del poder o de la fama. Cioran se contentó con escribir.

Sin duda, fue un hombre contradictorio. Detestaba la fama, pero leía obsesivamente las críticas que le hacían. Rechazaba premios, pero aceptaba los cheques. No creía en el valor de la escritura, pero seguía escribiendo. Tenía amigos, pero vivía como un ermitaño. Amaba París, pero odiaba el mundo moderno.

Nunca se casó ni tuvo hijos. Vivió con lo justo. Caminaba durante horas. No tenía teléfono. Ni televisión. Su única distracción era la música. Ya hemos nombrado a Bach. Murió en 1995, en París, después de años de deterioro mental. Al final, ya no recordaba sus libros. Ni su nombre. Se apagó como una vela. Igual que su obra, su vida fue cruda. No hay adornos en ella. Tampoco dejó testamento, ¿para qué?

https://ethic.es/emil-cioran-vivir-sin-esperanza?_gl=1*1tt4ogi*_up*MQ..*_ga*MTc4NDExOTY1Ny4xNzYwMjM2MTk4*_ga_0LL6WCT924*czE3NjAyMzYxOTYkbzEkZzAkdDE3NjAyMzYxOTYkajYwJGwwJGg1MzM0MTYxMjk.

Del inconveniente de haber nacido

Del inconveniente de haber nacido
 
   
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Un autor de culto. Taurus recupera uno de los textos clave de la obra de E. M. Cioran. Estos aforismos, escritos en su etapa de madurez, condensan su pensamiento de manera tan lacónica como eficaz y coherente, y constituyen un hallazgo decisivo para cualquier amante de las paradojas y la ironía.
Tallados con precisión, hablan del tiempo, de Dios, de la religión, del silencio, de la muerte y del nacimiento, «una casualidad, un accidente risible». En ellos conviven una devastadora lucidez junto a un humor sin límites, y la lógica más aplastante junto al mayor contrasentido. Opuesto al optimismo y la autocomplacencia de un modo radical, Cioran no desalienta, tiene el talento de fortalecer.

Conversaciones

Conversaciones
 
   
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Cioran, uno de los grandes pensadores de nuestro tiempo, cuando murió, Gallimard, publicó poco después este extraordinario volumen de conversaciones con Cioran ?entre ellas, una muy extensa con Fernando Savater?, que sorprendió a más de uno, ya que Cioran se había mostrado siempre reacio, incluso contrario, a las entrevistas. El caso es que lo que habría podido ser una recopilación reiterativa y algo aburrida, como suele ocurrir con este tipo de publicaciones, resultó ser no sólo un complemento ya indispensable a su obra, sino casi un libro escrito por el propio Cioran. Sus seguidores y los especialistas se interesarán particularmente por las precisiones que ese «hombre sin biografía», como él mismo se autodefinía, aporta justamente sobre su vida: por ejemplo, su infancia «paradisiaca» en Rasinari, su pueblo natal en Transilvania, donde el padre era pope, y el auténtico «desgarro» que supuso para él ir a estudiar a Sibiu-Hermannstadt, o aun los años de universidad en la agitada Bucarest de los años veinte y treinta. Cioran cuenta también cómo, en 1947, a los treinta y seis años, mientras traducía a Mallarmé al rumano, decidió elegir el francés como lengua de adopción y la «emancipación» y «liberación» que supuso para él esta decisión. El lector se entera igualmente de sus escasas, pero fieles amistades, de sus experiencias del tedio y del insomnio, de sus impresiones, entre otras, sobre la gastronomía y la política, de sus referencias literarias y de sus postulados filosóficos, en particular de cómo y por qué eligió para expresarse el aforismo: frente al «sistema», en el cual, dice, «sólo habla el controlador, el ?jefe?» que está en nosotros, «el pensamiento fragmentario », por el contrario, «permanece libre». Sobre su supuesto «misticismo» confiesa que, si en efecto le fascinó la vida de los santos, su escepticismo siempre le impidió ser otra cosa que «un espíritu religioso sin religión». Gracias a su inteligencia excepcional, y sobre todo al sutilísimo sentido del humor, tan evidentes en este libro, ha conseguido convertir un ejercicio bastante formal, y hasta trivial, como es el de la conversación en una auténtica lección de vida y sabiduría.

Cuadernos 1957-1972

Cuadernos 1957-1972
 
   
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Además de una obra filosófica excepcional, E. M. Cioran dejó a su muerte treinta y cuatro cuadernos manuscritos que empiezan el 26 de junio de 1957 y terminan en 1972. «Llevo el fragmento en la sangre», señaló el propio autor, y, efectivamente, casi a diario Cioran fue anotando estas reflexiones dispersas que ahora ofrecemos a nuestros lectores a partir de la selección realizada para la edición alemana por Verena von der Heyden-Rynsch, escritora, traductora al alemán de los libros del pensador rumano y experta en su obra.
No es éste un diario al uso; las entradas son por lo general breves y sólo están fechadas en ocasiones muy excepcionales. En cambio, el Cioran intimista y, al tiempo, desinhibido de estos Cuadernos nos brinda una galería de retratos —fruto, por ejemplo, de sus encuentros con autores como Beckett Ionesco— de verdadera antología. No faltan el aforismo angustiado sobre el dolor de existir ni la humorada sarcástica acerca de la estupidez humana, pero tal vez lo más interesante sean los fragmentos, esbozos y proyectos literarios rebosantes de un nihilismo provocador y que nos permiten descubrir un Cioran inédito, pero implacable en su escéptica observación de los seres humanos.

En las cimas de la desesperación

En las cimas de la desesperación
 
   
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«Es evidente que, de no haberme puesto a escribir este libro a los veintiún años, me hubiese suicidado. En el estado en que me hallaba en esa época, sólo podía escribir un libro excesivo y que en cierto momento raya en el delirio. El título es pomposo y trivial a la vez. La expresión se utilizaba con mucha frecuencia en la rúbrica necrológica de los periódicos de entonces: a propósito del menor suicidio, se evocaban las “cimas de la desesperación”. Yo tenía varios títulos, pero no acababa de decidirme por ninguno de ellos. Un día, en el café al que acudía todas las tardes, pregunté al camarero: “De estos títulos, ¿cuál prefiere?”. Me quedé con el que más le gusto a él. A casi todos los lectores de este libro les ha llamado la atención algo que me parece exacto: que contiene todos los temas —o, más precisamente, todas las obsesiones— que han dominado mi vida y que, afortunada o desgraciadamente, continúan haciéndolo.» (E. M. Cioran)

La tentación de existir

La tentación de existir
 
   
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«Por cobardía sustituimos la sensación de nuestra nada por la sensación de la nada. Y es que la nada general apenas nos inquieta: vemos en ella demasiado a menudo una promesa, una ausencia fragmentaria, un callejón sin salida que se abre. Durante largo tiempo me obstiné en hallar a alguien que lo supiera todo sobre sí mismo y sobre los otros, un sabio-demonio, divinamente clarividente. Cada vez que creía haberlo encontrado, debía, tras un examen, cambiar de opinión: el nuevo elegido tenía todavía alguna mancha, algún punto negro, no sé qué recoveco de inconsciencia o de debilidad que le rebajaba al nivel de los humanos. Percibía yo en él huellas de deseo o de esperanza, o algún residuo de pesar. Su cinismo era manifiestamente incompleto. ¡Qué decepción!» (E. M. Cioran)

La tentación de existir
 es el segundo libro de Cioran que se publicó en España en 1973, traducción del original La tentation d´exister, publicado por Gallimard en 1972 y traducido por Fernando Savater. El pensamiento de Cioran, ácido y escéptico, con su estilo incisivo, se convierte en este libro —dividido en once capítulos, el décimo con grupos de aforismos— en una experiencia intelectual imprescindible

Breviario de podredumbre

Breviario de podredumbre
 
   
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Breviario de podredumbre es un libro escrito en 1949 por Émile Michel Cioran; su título original es Précis de décomposition Libro difícil de clasificar y de sintetizar. Está escrito en forma de aforismos y dividido en seis partes: Breviario de podredumbre El pensador de ocasión Rostros de la decadencia La santidad y las muecas de lo absoluto El decorado del saber Abdicaciones Fernando Savater, traductor del libro escribe en el prólogo: Lo que Cioran dice es lo que todo hombre piensa en un momento de su vida, al menos en uno, cuando reflexiona sobre las Grandes Voces que sustentan y posibilitan su existencia. Este no es un libro como el que está al lado, ni como el de más allá. no se trata de una golosina cultural; es una tormenta de lucidez haciendo volar los viejos pergaminos que sirven de biombo a la podredumbre: he aquí un discurso sin castrar, un lenguaje que no cede a la fascinación del lenguaje. En esta obra Cioran reflexiona sobre temas como el vacío, la existencia, Dios, el tiempo, la desesperación... Según José Ferrater Mora, "expresa actitudes nihilistas y ha desarrollado la idea de la «descomposición»". Como ejemplo de su temática, se puede citar el siguiente fragmento contenido en Los ángeles reaccionarios: En este mundo, nada está en su sitio, empezando por el mundo mismo. No hay que asombrarse entonces del espectáculo de la injusticia humana. Es igualmente vano rechazar o aceptar el orden social: nos es forzoso sufrir sus cambios a mejor o a peor con un conformismo desesperado, como sufrimos el nacimiento,el amor, el clima y la muerte. La descomposición preside las leyes de la vida: más cercanos a nuestro polvo que lo están al suyo los objetos inanimados, sucumbimos ante ellos y corremos hacia nuestro destino bajo la mirada de las estrellas aparentemente indestructibles. Pero incluso ellas estallarán en un universo que sólo nuestro corazón toma en serio para expiar después con desgarramiento su falta de ironía.

Silogismos de la amargura

Silogismos de la amargura
 
   
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Silogismos de la amargura, segundo libro de E. M. Cioran publicado en Francia, en 1952, es uno de los títulos fundamentales de la obra de este pensador apátrida, nacido en Rumanía en 1911, demoledor de ideas preconcebidas. En él están presentes sus temas de reflexión predilectos: el tiempo y la historia, los abismos del alma y el vacío, el arte, la religión, la soledad, el amor…, todos ellos sometidos al implacable examen de un observador llamémosle «des-interesado», totalmente distanciado, ajeno incluso, a las ambiciones, los poderes, y los afanes del mundo torturado que él mismo somete a la lógica equívoca de sus «silogismos», porque, como expresa él mismo, es preciso «conservar para la Duda el doble privilegio de la ansiedad y de la ironía».


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